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CAPÍTULO II

D. Alfonso Enríquez de Portugal y D. Fernando II de León en Badajoz.-De algunos sucesos importantes.-El Estandarte y la Caldera.

I

ON la dinastía de los Alaphthas terminó la monarquía de los Algarves y la Lusitania que Çapur estableció en Badajoz, y al morir su último rey alanceado por los almoravides el año de 1094, á 2 de Febrero, la reacción más espantosa se obró en el reino, porque á la liberalidad y cultura de sus reyes sucedió la tiranía de los almoravides y la pobreza del país, esquilmado por las guerras

y los impuestos de sus nuevos gobernantes. En tanto los reyes cristianos comenzaron á soñar ya con ganar Extremadura. De fecha anterior, D. Alfonso II intentó pasar con sus conquistas hasta Badajoz y fué vencido en los campos de Mérida, en 1086, el 23 de Octubre, por el rey de Badajoz, Almanzor II, ayudado por el rey de Sevilla. Ochenta y dos años después, en 1168, el rey de Portugal D. Alfonso Enríquez atravesó las fronteras árabes, y olvidándose que Badajoz

era prenda apetecida por D. Fernando, rey de León, se propuso someterlo, como había hecho ya con Beja, Évora, Moura, Serpa, Alconchel y otras plazas.

D. Alfonso formó su ejército y lo confió al capitán Giraldo, quien partió para Badajoz en 1167, deteniéndose desde Abrantes en la conquista de otros pueblos. La de Badajoz debió ser allá por el año de 1168, aunque otros la anotan en el de 1169 (1). Retiróse Giraldo de Badajoz, dejando un Alcaide nombrado; pero apenas el ejército portugués llegaba á Lisboa, los moros de Badajoz se rebelaron contra su Alcaide y los cristianos, entre quienes hicieron muchas muertes, y gozaron de su independencia, hasta que un año más tarde se presentó el mismo D. Alfonso con buena copia de gentes para tomarla en definitiva: y cuando ya se encontraba dentro de sus murallas, batiendo uno por uno los baluartes interiores que los moros defendían con tenaz empeño, se apareció de sorpresa á defenderlos el rey D. Fernando II, hecho que desconcertó en tales términos al portugués que sólo pensó en escapar de segura prisión, y hubiéralo conseguido si en la veloz carrera de su caballo no hubiese tropezado contra el cerrojo de la puerta que había hacia el norte del Castillo, por donde intentara escapar. La violen. cia del choque hizo rodar por el suelo al fugitivo con una pierna rota, y caer en manos del monarca á quien tan mala pasada pretendía hacer. Justo castigo, exclama Lafuente, á la traición que le había franqueado la entrada en la ciudad. Desde entonces no pudo gozar salud, y murió al cabo.

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Fama es, y lo pregonan á una todos los historiadores, de que el rey D. Fernando trató con mucha consideración al rey portugués, mejor dicho, con generosidad. Tal conducta no era de esperar, pues cuando menos creían que lo mandaría encerrar en algún monasterio ó ignorado castillo, como venganza justa

(1) In era MCCVI quinto Nonas Maii interiit Alcaide Geraldus Badalouci. (Crónicón primero de Coimbra.)

que debía tener por la conducta poco caballeresca que siguió el rey portugués. Ó de otro modo, que le exigiría una petición grande, porque la de entregar lo que pocos días antes le había ganado no era nada, y menos resarcirle de los escudos que tuvo que gastar por sostener una guerra que sólo por su culpa se vió precisado á emprender.

El rey de León, después de haber pasado algunos días durante los cuales hizo curar á su prisionero de guerra, le dijo: Retirate, restitúyeme lo que me has usurpado, respeta otra vez mejor los tratados y véte de Badajoz, libre para cuidar tu reino.

Y aquel Alfonso Enríquez, el terror y espanto de los moros, el que hasta entonces había obligado á los reyes de Castilla y León á que respetaran su altanería, admitió la generosa proposición de D. Fernando devolviendo los veinticinco castillos que le tenía cogidos en Galicia, y despidióse en Badajoz de su yerno haciéndole un presente de veinte caballos de batalla, volviéndose libre á su reino, bien que la fractura de la pierna no le permitió ya en adelante dirigir la guerra.

La plaza de Badajoz quedó desde entonces libre de que la acometieran más los portugueses, y gobernada por Abenabel, jefe de los musulmanes, aunque feudatarios del monarca leonés, á quien pagaban vasallaje. La puerta por donde entrara el rey portugués y en la que también sufrió tan grande como merecida derrota D. Alfonso, se llama la puerta de la Traición. Es la que se conserva cerrada hacia el Norte, frente á la desembocadura del Rivillas en el Guadiana. Así se ha confirmado también en estos versos del romancero de San Pedro de Alcántara:

<< A morir viene en Rivillas

Que también muere veloz
En el gran río, lamiendo

La puerta de la Traición.»

No están conformes todos los autores en el año de este su

ceso, que ha inspirado á más de un poeta para cantarlo en el romance. Garibay (1) lo cita en 1179. El arzobispo D. Rodrigo (2) lo da en 1160. Mariana (3) en 1180 y la Crónica Lusitana en 1206, que corresponde á 1158, como convienen todos (4). Pero está probado que fué en 1207 (1169 de Cristo) cuando tuvo lugar este suceso, por un privilegio de la iglesia de Astorga, que trae González Dávila (5) y dice así: Facta carta eo anno, quo Dominus famosissimus Rex Ferdinandus victoriosissime cepit Regem Portugallensem en Badalocio, era MCCVII.

Para mayor seguridad puede consultarse un documento del Archivo Nacional de Lisboa (6), que dice estar fechado en Noviembre de 1169, y contiene estas terminantes palabras: «Quando Rex venit Badalioz et jacebat infirmus in balneis de Alafoen....

En el Museo Provincial de Badajoz existe actualmente un precioso plato de bronce perfectamente cincelado, en cuyo fondo se leen formando orla circular estas letras:

R. A.o H. ANO MCXLVII.

Esta joya de arte antiguo fué encontrada cerca de la puerta de la Traición, y bien á las claras denuncia su dedicatoria y fecha (7), haber pertenecido al ilustre prisionero del rey de León.

(1) Libro XXXIV, cap. XIII.

(2) Libro VII, cap. 23.

(3) Libro XI, cap. XV.

(4) Dice la Crónica Lusitana: Era 1206. Factum est infortunium Regis D. Alfonsi et sui exercitus in Badalioz, anno 41 regni ejus. Pero la Crónica Coimbricense tercera, que sigue por lo común á la Lusitana, de quien discrepa bien poco, dice así: Era MCCVII factum est infortunium Regis Alfonsi contra exercitus ejus in civitate Badalioz.

(5) Teatro Eclesiástico de Badajoz.

(6) Torre do Tombo en la Cámara dos Diputados, mazo 12 de Foraes antiguos, núm. 3, folio 69 vuelto.

(7) Grande confusión me ha ofrecido esta lectura, por la circunstancia de hallarse la fecha con arreglo á la era cristiana y no con arreglo á la vulgar, que era la que en España se seguía entonces. Desde luego se comprende que la inscripción cstá puesta en latín, pues el dialecto portugues debía por aquel entonces hallarse en sus comienzos; y así entiendo que dice: Rege Alphonso Enriquez an (n) o 1147.

II

Á las guerras de D. Ordoño II por la reconquista del país, sucedieron las intentonas malogradas de D. Alfonso VI de León, vencido en los campos de Zagala, distante tres leguas de Tala vera, y con esta derrota del rey cristiano, el triunfo completo de los almoravides, dueños del país hasta la batalla de las Navas de Tolosa, en que D. Alfonso IX, animado de la fe cristiana y ayudado por los caballeros y prelados del reino, acometió la conquista de la hoy Extremadura, obra que llevó á feliz término en un breve plazo, conquistando á Mérida, Cáceres, Medellín y Villanueva de la Serena, acampando sus tropas el 12 de Marzo de 1228 en los campos de Talavera, donde entró con sus nobles el día 13, hasta el 14, en que los ejércitos emprendieron la marcha hacia Badajoz, para reforzar y animar á las tropas que ya sitiaban aquella plaza, conquistada al fin el 19, día de San José, gracias al valor de las huestes cristianas, contra las cuales eran ya impotentes todos los esfuerzos que oponían los árabes, mandados por el famoso Abenuc y secundados por Abenabel.

De esta suerte aparece en dativo el nombre del monarca, lo que prueba que el plato le había sido dedicado ó donado por alguien. Además, en el original dice ano en vez de anno, que es como debiera decir ya sea en latín ó en portugués, y por tanto es forzoso convenir, ó en que hubo error por parte del grabador, ó en que se suprimió la n que falta con el fin de que cupiesen las demás letras en la circunferencia. Por último; la fecha 1147 está contada por años de Jesucristo, contra la costumbre que en Portugal, Castilla y Aragón se seguía de contar por la era española (38 años anterior á J. C.), por donde se viene en conocimiento de que debió construirse el plato en el extranjero. Y digo que está contada en años de Jesucristo, porque Alfonso Enríquez comenzó á regir su país en la era 1 150 (ó sea en 1112), y por consiguiente no puede creerse que la cifra allí grabada represente la era 1147, tres años anterior al dueño; esto aparte de que Alfonso gobernó como conde hasta el año 1 139 en que tomó el título de rey. Por esto creo firmemente que la joya procede del extranjero, y no me parece extraviado que acaso fuera donación del Papa, grande amigo de Alfonso ó del rey de Francia, que no lo era menos. (M. R. MARTÍNEZ: Boletin-Revista del Instituto de Badajoz, pág. 109.)

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