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pasa de 400 metros más bajo que el de los pastos de Extremadura.

Las montañas de Sierra Morena, y muy particularmente entre Trujillo y Almaraz, hacen desaparecer la marca característica que presenta la mesa central del suelo extremeño, sobre cuyos llanos se elevan estas montañas 200 metros, compren diendo un ancho de 300 á 400 al sumo. Vistas estas montañas transversalmente, ofrecen un triángulo perfecto que puede apreciarse en todos sus detalles, por hallarse el terreno desnudo de arboleda. Por el contrario, si se observa esta Sierra en su direc. ción por la orilla izquierda del Guadiana. En el centro de la Serena, al O. del Zuja, entre Puebla de Alcocer y Cabeza del Buey, la mesa baja con pendiente suave á nivelarse con el llano; pero poco más allá surge una muralla, rota en muy pocos puntos, por la que se ve la prolongación de la mesa y el horizonte de otras cordilleras mucho más distantes y también más elevadas. Estas cadenas rectilíneas, se hallan interrumpidas por frecuentes quebradas que el globo, al despedazamiento de su corteza, parece que ha formado para que sobre estos macizos aislados de forma piramidal, los conquistadores estableciesen sus puntos militares y sus atalayas de observación. Por lo demás, la altura de Sierra Morena, por lo que comprende á Extremadura, no pasa de 1,200 metros sobre el nivel del mar, y las mesas más elevadas se las gradúa á un nivel de 800 á 1,000 metros. Entre Llerena y Guadalcanal no alcanzan estas proporciones segura

mente.

La sierra de Guadalupe, situada entre Tajo y Guadiana, forma una cordillera de montañas de granito, que según D. Fernando Cútoli, ingeniero de minas, tiene la misma composición mineralógica que la de Montanches, por lo que se ve que la formación de esta especie nace en los altos cerros de Logrosán. Al N. de esta villa se ve un grupo de montañas eslabonadas entre sí, orientado al O. 72° N.-La irregularidad de esta estratificación y la constancia de la dirección de las capas

en gran longitud, se destaca en toda esta cordillera, muy especialmente entre la Solana y Aldea-Nueva de Centenera. No aventuraremos mucho si decimos que esta pequeña cadena, que comienza á disminuir junto á Berzocana, es un estribo de la sierra de Guadalupe, cuya analogía granítica la asemeja á las colinas de Trujillo. Las sierras estas se elevan sobre las aguas de Miravete muy cerca de 800 metros, y la formación de multitud de otras montañas, conocidas por la Sierra de Alburquerque, Sierra de San Mamés, Sierra de San Pedro, Sierra de San León, Sierra de Montanches, etc., van separando sensiblemente el Tajo del Guadiana, notándose este alejamiento de ambas corrientes, desde las Sierras de Solana hasta la frontera de Portugal. Algunas de estas montañas, como la de Montanches, por ejemplo, tiene por partes una altura de 420 metros y está formada de granito, teniéndose que bajar al nivel de la mesa, para hallar las rocas que van siempre al E. 40° S.

Las sierras de Hornachos, cuya orientación es de N. á S.; las de San Serván, que varían de O. 60° N., y las de Esparragosa de Lares, que corresponden á las de Alcocer, y nacen en Guadalena, dirigiéndose al O. 4° N., y terminando en el Guadiana, son las más elevadas; su macizo es aislado y formado por grue. sas rocas cuarzosas, que surgen diseminadas, estas últimas, á la derecha del río, muriendo en las sierras de Orellana. No es menos importante que las anteriores la sierra que cruza entre Cartuera y Cabeza del Buey, en dirección O. 16° N., ocupando una grande extensión de terreno cuarzoso. Sobre una de sus mesas se ven todavía las ruinas del histórico castillo de Almorchón, del que oportunamente hablaremos.

En la región septentrional de Cáceres están las Sierras de la Vera, que nacen en los Picos de los Gredos, al S. O., corren hacia las de Béjar, y se internan por la provincia de Ávila. Sirve de asiento á diversas poblaciones, corta los valles, cierra las corrientes de multitud de arroyuelos, que avanzan y retroceden culebreando cien veces, hasta encontrar su desagüe. Sierra

Llana, donde cuenta más elevación, mide 2,400 metros. En San Madrigal sólo mide 500 metros y 600 en Garganta de la Olla. Domina todo el rico valle de Jerte, la Vera de Plasencia y las comarcas más pintorescas de ese agreste rincón de Extremadura.

Las sierras de Baños de Montemayor y de Hervás, estriba ciones de la de Béjar, son importantes. Sus picos, llamados Majada Reina, Portilla de la Resbaladiza y Santo Tello, son eminentes y se prolongan al S. O. Las sierras de Francia, la de Gata, la de Santiago y la de Jola, son otras tantas cordilleras de menor importancia, pero todas dignas de conocerse y ya descritas recientemente por la Comisión del Mapa Geológico (1), aunque no con la exactitud y detención que era de desear.

Forman contraste con todas las montañas y sierras, descritas con la rapidez que conviene á esta obra, las llanuras que cuenta Extremadura. Desde Guareña á Badajoz está la mayor de todas, que, salvo muy cortos espacios, abraza una extensión de más de 78 kilómetros de territorio, bañado por las aguas del Guadiana; y allá, en el extremo contrario del territorio extremeño, al S. de la Vera de Plasencia, está la otra llanura denominada Campo Arameño, que mide unos 40 kilómetros entre el Tajo y Tiétar, de E. á O. y unos 25 de N. á S.-Los Llanos de la Jarilla, próximos á Plasencia, cruzados por el río Ambroz, por su parte media; el que se halla entre la sierra de San Pedro el Tajo, con superficie de 1,200 kilómetros; la comarca entre Cáceres y Trujillo, junto á la carretera, comprendiendo Hinojal, Talaván, Torrejón del Río, hasta Jaraicejo, y después á Trujillo, por Deleitosa y Aldea-Centenera, en una extensión de 2 000 kilómetros; la de San Pedro á Montanches, y, últimamente, la del Villar del Pedroso, son todas llanuras inmensas que determinan las condiciones especiales del país que describimos geognóstica y geológicamente.

y

(1) Memoria geológico-minera de la provincia de Caceres, por los ingenieros de minas D. J. Egozcue y D. L. Mallada. (Madrid, Imp. de Tello: 1876.)

Determinemos ahora las rocas y minerales, para completar este trabajo científico sobre Extremadura. Se encuentran rocas graníticas en Garlitos, y una masa enorme al S. de Guadiana, hasta Sierra-Morena, y desde Casas de Belvis, Logrosán, Yuste, Valencia de Alcántara, Ceclavín, hasta Trujillo; dioríticas, gnéisicas, cambrianas, silurianas, devonianas, cuaternarias y re cientes, desde arcillosa y de todas índoles conocidas hasta las calizas con impresiones vegetales que se ven en la Aliseda. El cuarzo, en muchas sierras de Badajoz y Cáceres; hialino, en el Puerto del Comendador; tibroso, en Cáceres; con fosforita en Aceituna, y con todos los caracteres conocidos en diversos otros puntos. Fosforitas, en términos de Ceclavín, Cáceres, Zarza la Mayor, la Aliseda, la Mata, Trujillo, Casas de D. Antonio, Albalá, Montanches, Malpartida de Cáceres, Arroyo del Puerco, Alcántara, Alburquerque, Miajadas y Logrosán (1). Los minera les metálicos, desde la markasita hasta la pirita de hierro, en concreaciones empavonadas; la leberkisa, hematites de varias clases, pirolusita, galena, blenda, chalcopirita, cobre, stibina, jamesonita y vrano, se encuentran en multitud de parajes de una y otra provincia extremeña, juntamente con rocas, piedras de varias clases y minerales secundarios (2). El manganeso se halla en Olivenza, en la Codosera el antimonio, el plomo argentífero en Zarza de la Granadilla, el pórfido en Zalamea, las eufotidas y dioritas en Alburquerque, Badajoz, Guareña, Villagonzalo y

(1) Estudio sobre la fosforita de Extremadura, por el capitán Widdrington y el profesor de ciencias naturales C. Daubeny. (T. I del Quarterly Journal.)

Descripción oritognóstica del apatito tórreo de Logrosán en Extremadura, por D. Cristiano Herrgen, profesor de la real cátedra de mineralogía. (T. I., Anales de Historia natural.)

Memoria sobre la fosforita de Logrosán, escrita de orden del Gobierno, por los ingenieros de minas D. F. Naranjo y D. L. Peñuelas. (Ms. M. de Fomento.)

Memoria acerca de la fosforita y otras sustancias minerales fosfatadas, por don Casiano de Prado, á la cual sirve de complemento un artículo titulado: «Cuatro palabras más sobre la fosforita.» (T. X de la Revista de Minas.)

Sociedad general de fosfatos de Cáceres. (Cáceres, 1876.)

(2) Historia general y particular de las minas de Extremadura, por D. Vicente Maestre, vecino de Coria. (Ms. en 5 tomos en 4.o).

Mérida. En Pedrozo y Fuente del Arco se ve trap. En las cuencas de Espiel, Belmez y Almorchón aparece hierro carbonatado. Es digno de notar, porque acusa caracteres de terreno secunda. rio, las pizarras y psamitas, amarantos nubarradas de diversos colores, que existen en las sierras de Cabeza del Buey hasta las de Almadén, por los fósiles que contienen, á semejanza de los que aparecen en los terrenos secundarios de Alemania, Inglate rra y Francia (1).

Mr. Le Play clasifica de caliza de agua dulce la roca de San Cristóbal de Badajoz, iguales á las que encontró Mr. Silvestrop en varios puntos de España. Pero es evidente que toda la comarca del Guadiana está compuesta de un conglomerado de cantos rodados con cemento arcilloso en mesetas de 60 ó 70 metros sobre el Guadiana. Tales son las de superficie horizontal sobre que están edificadas al E. Lobón y Badajoz. Mr. Dehayes confirma esta nuestra opinión. Los que niegan tal concepto no saben que las capas fragmentarias forman y recubren gran número de pequeños machones de rocas de transición, y pocas veces estas pequeñas formaciones superficiales son producto de una verdadera sedimentación.

Las rocas que rodean á Badajoz, por el lado del Rivillas y Calomón, presentan estos caracteres que son comunes á todas las demás rocas que como ellas están bajo capas fragmentarias. Y por esto las conglomeraciones de cantos rodados recubren con otras capas fragmentarias rocas del segundo período, como las de Badajoz y otros lugares de Extremadura, donde con fre cuencia las fracciones superficiales son producto de una verdadera sedimentación.

Ahora mismo podemos citar un hecho confirmando la opinión

a

(1) Estudios observaciones geológicas relativas à terrenos que comprenden parte de la provincia de Badajoz y de las de Sevilla, Toledo y Ciudad-Real; y cortes geológicos de estos terrenos, por D. Francisco de Luxán. (T. I, 3. serie, parte 1.a, páginas 3 á 34, y parte 2.', páginas 1 á 71 de las Memorias de la Real Academia de Ciencias de Madrid.)

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