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ESTUDIO HISTÓRICO

DE LA VIDA Y ESCRITOS DEL SABIÓ ESPAÑOL

ANDRÉS

LAGUNA (1)

Del ládano y de la vid.

Hablando de los Cistos ó Jaras, dice:

Esta especie de cisto que describe Dioscórides, de la cual se recoge el licor en las boticas llamado ládano, es aquella planta muy pegajosa que en Castilla tiene por nombre Jara; crece gran copia de ella en las montañas de Guadarrama y en torno de Colmenar, á donde, viniendo de Toledo á Segovia el año 39, me mostró un boticario más de diez libras de ládano perfectísimo que había él mismo cogido, echando en agua hirviendo la jara y sacando después la grasa que, á manera de aceite, nada por encima del cocimiento, la cual manera de recoger el ládano tengo por más honesta, por más fácil y más provechosa.»

Se ve, por tanto, que cita, no sólo el producto, sino que indica asimismo su parecer respecto al método de extracción,

(1) Véanse los números del 25 de Enero, 10 y 25 de Febrero y 19 de Marzo.

preferible al antiguo y poco esmerado procedimiento de peinar las barbas de las cabras que pastaban en los jarales.

El tratado de la Vid merece también fijar la atención muy especialmente. En medio de muchas vulgaridades, con lo cual se pagaba el necesario tributo à la época, hay algunas ideas que debe recoger la historia como interesantes. Dice, entre otras cosas, que «Annibal venció en sus batallas por medio del vino adulterado con la mandrágora.»

Hace varias y atinadas consideraciones respecto á los malos efectos del vino, y también en cuanto al cultivo de la vid, las formas y desarrollo de este vegetal, según los climas en que crece; todo lo cual indica que no le eran desconocidos algunos de los preceptos agrícolas que ha revelado la ciencia posteriormente, en armonía con lo que la experiencia enseña.

Comienza, pues, el libro V por el tratado de la Vid, el ampelos griego, y dice Laguna lo siguiente, muy digno de ser conocido:

<< Teniendo intención Dioscórides de tratar en este presente libro de todas las especies de vinos y diferencias de minerales, comenzó de la vid ordinaria su historia, la cual no sé si en beneficio nuestro, ó en gran detrimento y daño, fué traspuesta y cultivada de los moradores. Porque si ponemos en una justa balanza todos los inconvenientes y males que consigo acarrea el vino, y en otra los provechos que dél se sacan, sin duda conoceremos ser sin comparación los más graves y perniciosos, que estotros útiles, al linaje humano. Y ansí vemos que el Conditor del mundo, conociendo sernos más dañosa que necesaria, nos encubrió la vid, como Padre piadoso que desea no tanto empecer cuanto halagar, y complacer á sus pedigueñas criaturas; quiso manifestarla á Noé, el cual, primero que otro ninguno, comenzó luégo á sentir sus graves inconvenientes. Porque, cierto, no puede venir mayor daño, des ventura ni desastre á un nacido, que andarse todo cayendo, hablar cien mil desconciertos y desatinos, descubrir su secreto á quien no se le pide... y por decir, en suma, perder juntamente la razón y el sentido; los cuales inconvenientes, dejadas mil enfermedades aparte, suelen acarrear á los hombres, to

mándose demasiado el liquor de la cepa. Por donde si queremos ser justos jueces, hallaremos que no tuvieron pequeña ocasión los Scitas de matar muy ásperamente al primero que los llevó á vender vino á su tierra. Porque como algunos comenzasen luégo á beber dél sin tiento, y vencidos de su vigor no pudiesen tenerse en pie y saliesen fuera de tino, súbito sus deudos y amigos, creyendo que fuesen atosigados, sin esperar más prueba, tomaron del mercader cruel venganza, haciéndole mil pedazos.

>> Era tan odioso y reprobado antiguamente el uso del vino en la romana república, que ansí se castigaban las mujeres por haberle usado, como por haber cometido un muy infame adulterio......

>>Muchos ejemplos tenemos de Príncipes, grandes y valerosos, cuyas heróicas virtudes mucho se obscurecieron por este negro vicio del vino, que sacándoles de sí mismos les compelió decir y hacer mil bajezas y cometer infinitas enormidades. De los cuales, aquel Alejandro Magno, cuando se tomaba del vino, con un furor muy bestial, por una mínima ocasioncilla, entre los flascos y copas mataba los mayores amigos suyos, sobre los cuales acerbamente después lloraba, regándoles con infinitas lágrimas, ya vencida la borrachez. Del mismo Alejandro se dice que, después de haber expugnado á Persépolis, ciudad celebérrima en Asia, una noche sobre cena, todo lleno de vino, por satisfacer á los ruegos de cierta famosa ramera llamada Thais, que seguía su ejército, la permitió que con una hacha encendida pegase fuego á la nobilísima y tan celebrada casa real de Xerxes, señora de todo el Oriente, en la cual se habían criado tantos Reyes y Príncipes; y no sólo la consintió que hiciese tan gran maldad, pero también él mismo, hecho un cuero, yéndose todo cayendo tras la muger beoda, con otra antorcha en la mano, ayudando á encender aquella estructura antiquísima, la cual, juntamente con la ciudad, fué ansí convertida en ceniza.

>..... Muchos perdieron su ser y estado y se dejaron vencer de sus enemigos muy amenguadamente, por haber sido primero vencidos del vino, que relaja las fuerzas del cuerpo y debilita la virtud y el vigor del ánimo. Lo cual Homero teniendo bien entendido, introduce á Hector hablando con Hecuba en esta forma.

«¡Oh madre, á quien se debe reverencia!
no me presentes estos dulces vinos,
ni quieras embotarme la potencia,
la fuerza y el vigor y la excelencia

del ánimo y del cuerpo tan divinos.>

Si queremos dar fe á las antiguas historias, el hijo de aquella Reina valerosísima Tomyris, sepultado en vino y en sueños, en un punto se perdió á sí y á todo su ejército. Anibal, capitán mañoso y artero, no venció á los africanos vinolentos con otras cosas, sino solamente con vino adulterado y infesto con el zumo de la mandrágora. Por donde aquel Mahometo, enemigo capital del santo nombre cristiano, defendió á sus secuaces el vino, y esto no tanto por respeto. de religion, de la cual era muy ageno, cuanto porque siendo él más. soldado que verdadero profeta, se quería servir dellos en hechos de armas, á los cuales no convenía la embriaguez, que había ya conocido por la experiencia. También el divino Platón ordenó, entre sus decretos, que los hombres de guerra no bebiesen en el ejército vino, ni los Príncipes, ni los Jueces en las ciudades. Defendióle también á los que administraban negocios públicos, á los que habían de consultar ó deliberar de cosas importantes á la república, y finalmente á los casados, siempre que se juntasen para engendrar, porque no sembrasen hijos borrachos. Del resto, á ningún muchacho consintió que bebiese vino antes que fuese de diez y ocho años, porque decía ser añadir fuego á fuego. La cual tan loable costumbre observaron asimismo los de Lacedemonia, porque no solamente apartaban del vino á sus hijos, pero también hacían que los esclavos más vinolentos de toda la casa y más inclinados á la embriaguez compareciesen alguna vez delante de la mesa, á los cuales allí dejaban beber adrede, hasta que de sí mismos se enagenasen y, después de muy bien borrachos les hacían mil burlas y vituperios, para que, viendo sus hijos. la fealdad y desventura de los cuitados, huyesen de caer en semejante ignominia.>>

>> Pero en nuestros calamitosísimos tiempos, más cuidado tienen los padres de podar muy bien las plantas de sus jardines y mirar que no se coman de oruga, que de instituir en virtud y preservar de co

rrupción á sus propios hijos, los cuales se crían tan viciosos, que son más infelices y de peor condición y suerte que los mismos esclavos...

>>Aviendo dicho muchos males del vino, por ser un voluntario veneno cuando se bebe sin regla, será bien que ya volvamos la hoja y digamos los bienes que dél proceden, afirmando que bebido con discreción, es mantenimiento muy sustancial y salubérrimo al cuerpo juntamente y al ánimo; pues si bien miramos sus efectos y facultades, calienta los resfriados, humedece los exhaustos y consumidos, engorda los flacos, da color á los descoloridos, despierta los ingenios tardos y perezosos, hace buenos poetas, alegra los tristes y melancólicos, vuelve bien acondicionados los viejos gruñidores y distribúyese por las venas más presto que todas las otras cosas de las cuales toma el cuerpo su refección, y en suma, es único sustentáculo de la vida humana. Ultra las gracias dichas, tiene otra, y digna de ser celebrada, el vino: que es conciliador de las amistades; porque muchas veces habemos visto sentarse dos enemigos capitales entre otros convidados á una mesa común, y después de haber bebidose y brindádose el uno al otro, aunque no de buen corazón, á la fin, encendiéndose poco poco en amor el vino y olvidado los rencores y enemistades, levantarse muy conformes y abrazarse estrechamente como entrañables hermanos. Por donde aquel omnipotente Padre y Criador de todas las cosas, queriendo juntar en uno los corazones de sus discípulos, no de otro liquor, sino de vino hizo su propia sangre, mediante la cual reconcilió con su Padre todo el linaje humano. >>

á

Lo que se acaba de copiar dice de un modo claro y elocuente cuál era el concepto que tenía Laguna del vino y sus efectos. Pero hemos querido trasladar á este sitio las referidas páginas, porque encierran gran número de curiosidades históricas, dignas de ser conocidas y comentadas, pues indican lo que se discurría relativamente á un asunto tan interesante. El párrafo referente á la Vid es, sin duda, uno de los más acabados y extensos de la obra de Dioscórides, y, por tanto, un sitio que no debe olvidar todo el que quiera escribir algo acerca de la historia de la planta, así como del vino, que constituyen

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