Imágenes de páginas
PDF
EPUB

ban aparejados. También Demócrito, para valerse dél en los trabajos últimos, traía siempre, dentro de cierto anillo, un poco de veneno. muy pernicioso, con el cual, á la fin, se quitó la vida, temiendo la indignación y crueldad del mismo Antipatro. Aníbal, valerosísimo capitán, después de haber hecho á los romanos muy crueles guerras, á la fin, de los mismos vencido, se mató con cierto veneno que en una sortijuela traía semejantemente encerrado. Los cuales tan lamentables ejemplos no nos deja imitar la Religión y piedad cristiana, ni la grande moderación y clemencia de los cristianos Príncipes, pues son más prontos á perdonar que á castigar los delitos.

>El veneno, en griego, se llama Pharmaco, el cual nombre es común ansí á las medicinas santas y salutíferas, como á las malignas y perniciosas; y pues no ay veneno tan pestilente que no pueda servir en algo al uso de medicina, me parece que no será inconveniente para asegurarle su entera definición, formada de género y diferencia, decir que el veneno es una cosa medicinal, pero tan enemiga del hombre, que por la mayor parte le corrompe y despacha, destruyendo la complexión humana y en lugar della sembrando y introduciendo. por todo el cuerpo la suya. De modo que el veneno y el mantenimiento son de condiciones muy contrarias y diferentes. Porque ésta, si bien miramos, se convierte en la sustancia de nuestros miembros, y el veneno, al contrario, la altera y trasmuda en sus pestíferas calidades, por donde es necesario que la corrompa, pues su vida della consiste en el natural y propio temperamento.

>Hállanse comunmente los venenos, ó en animales, ó en plantas, ó en minerales. Tiénense por venenosos animales aquellos cuya natura totalmente repugna á la humana...

>Combaten los venenos el cuerpo humano por los cinco sentidos, por los cuales le asaltan como por cinco puertas: por cuanto primeramente, si bien notamos el Basilisco, no solamente mordiéndonos introduce su ponzoña por los miembros mordidos, pero también, de hito en hito mirándonos, la suele arrojar, como saeta de amor, por nuestros ojos á las entrañas. También suelen hacer los turcos, de rejalgar y de otros venenos graves, una suerte de tinta tan maligna y tan perniciosa, que esc rita una carta con ella y leída sin anteojos, inficiona y derriba luégo el lector...

>Fué común opinión de los antiguos Médicos y Philosophos que, de tal suerte, una persona se podía acostumbrar al veneno, comenzándole á comer en cantidad muy pequeña y acrecentándola después poco á poco, que á la fin se sustentase dél como de familiar Ꭹ loable

mantenimiento...

>>Ofenden las ponzoñas no igualmente á todos, ni tampoco en tiempos iguales; porque según la diversidad de las complexiones, unos resisten menos y otros más al veneno, como á la pestilencia, y ansi acaece que unos mueren más presto que otros con una misma ponzoña, y padezen accidentes más bravos...

>> Los venenos calientes y corrosivos matan abrasando y royendo de los interiores miembros por donde pasan; los fríos congelando la sangre, ahogando el calor natural y endormeciendo todos los instrumentos de los sentidos; los húmedos relaxando y corrompiendo assí los miembros como sus facultades; y, finalmente, los secos desecando la sustancia del corazón y consumiendo sus vitales espíri

tus...>>

Hace otra porción de consideraciones muy atinadas relativas á la toxicologia, que ofrecen interés bajo el punto de vista histórico y prueban los grandes conocimientos de Laguna en este sentido, si bien no dejan de hallarse algún tanto oscurecidos por las ideas erróneas de su tiempo, á las que no podía menos de conceder el lugar importante que tenían, aun en el ánimo de las personas instruídas y de regular cultura. Pero aun en medio de tales errores, se descubre al hombre superior y de un fondo de ilustración nada vulgar.

Es también curiosa la siguiente Advertencia que hace Laguna al terminar la obra de Dioscorides:

«La orden que tuvimos en fabricar la presente obra, ó amigo Lector, fué la siguiente: Primeramente procuramos le buscar todos los Códices griegos de Dioscórides, ansí estampados, como escriptos de mano y antiquísimos, que pudimos hallar en Italia: y despues de haberlos conferido y encontrado unos con otros, hezimos la translation

siguiendo los mas fieles y verdaderos de todos ellos: y annotando juntamente en las margenes, los mesmos lugares Griegos, á do quiera que contenia discrepar de los otros intérpretes, para que pudiese cada uno sobre la tal discrepancia ser juez. Acabada la traduction, parecionos ser convenible, para que el fruto deste nuestro trabajo, se comunicasse á las otras nationes, añadir á la fin de cada capítulo seys ó siete y aun algunas veces ocho, nueve ó diez nombres varios de cada simple: conviene á saber, el Griego, el Latino, el Arabico, el Bárbaro, el Castellano, el Catalan, el Portugués, el Italiano, el Francés, y el Tudesco. Ayudaron me opportunamente, para el tal negotio, con muchos nombres portugueses, de los cuales yo no tenia entera notitia, el Doctor Luis Nuñez, excelente médico de la Serenissima Reina de Francia y Varon raro de nuestros tiempos y Simon de Sousa, Espejo de boticarios y diligentíssimo escudriñador de los simples medicinales. Demás de lo susodicho, con los apellidos de aquellas plantas que suelen hallarse en la Europa, dimos juntamente sus figuras y propias formas, para que por ellas pudiese conocer cada uno las bivas, quando las tuviesse delante. Para lo qual hezimos diligentemente esculpir, todas aquellas figuras de nuestro amigo Andreas Mathiolo que fueron bien entendidas y sacadas al natural de las verdaderas, por quanto no podrán mexorarse, á las quales añadimos otras muchas debuxadas por nuestra industria de aquellas que conocimos por la campaña. Dimos tambien á cada capítulo su annotacion y esta no tan prolixa que enhade, ni tan breve que dexe por declarar alguna cosa importante. Fuimos constreñidos en todo nuestro discurso, usar de algunos vocablos obscuros y no muy recebidos en nuestra lengua vulgar, ansí Griegos como Latinos, por huir la prolixidad de los circunloquios: pero con intention de los declarar en el lugar preferente, siguiendo el orden del A, B, C.»

A continuación expone, por orden alfabético, una larga lista de nombres técnicos, que acto seguido explica su significado:

Las siguientes líneas, con que termina el Dioscórides, prueban la ingenuidad de Laguna y no dejan de ofrecer curiosidad é interés.

«Del resto, aunque en nuestro estilo, no sea tan elegante y casto, como el de algunos escriptores de nuestros tiempos, que hazen profession de eloquentes, no por eso dere nadie maravillarse, visto que hemos gastado la mayor parte de nuestra hedad fuera de los Reynos de España y procurado en el presente negocio, no tanto de adornar la oration, como de explicar muy fielmente y con gran claridad, los mysterios de la Naturaleza.»

Como se observa por estas frases, se anticipa Laguna á la crítica que pudiera hacerse de su trabajo, en lo que se refiere á la elegancia del estilo y á los cuidados retóricos de la expresión atildada y perfecta. Para él esto era lo secundario y accidental, atendiendo á la exactitud y claridad, que consideraba como de mayor interés.

Hubiéramos podido copiar y hacer extensos comentarios sobre otros muchos párrafos; pero creemos que con lo expuesto es muy suficiente para formar idea exacta de la índole, carácter y tendencias del libro de que se trata, sin fatigar más la atención del lector. Por eso juzgamos aquí terminada nuestra principal misión, para dar á conocer acto continuo algunos documentos de gran interés y que sirven de gran ilustración en este asunto.

(Continuará.)

Joaquin Olmedilla y Puig.

FILOSOFÍA DE LA MISERIA"

XV

Examinemos ahora lo que es la caridad cristiana, la cual ha sido predicada como principio de unidad universal.—Ante todo, hagamos constar la exclusión entre los siguientes preceptos:... «Que os améis unos á otros como yo os he amado. En esto conocerán todos que sóis mis discipulos, en que os améis unos á otros... El mandamiento mío es este: que os améis mútuamente, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que el de quien da su vida por sus amigos. Vosotros sóis mis amigos, SI HACÉIS LO QUE YO OS MANDO (2).»-«No vayáis hácia los gentiles, ni entreis en las ciudades de los samaritanos, sino dirigíos más bien á las ovejas extraviadas de la casa de Israel» (3).«Muchos vendrán de Oriente y Occidente (4), y se sentarán á la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos, y los hijos del reino (5) serán arrojados á las tinieblas exteriores... Este Evangelio del reino se predicará en todo el mun

(1) Véanse las REVISTAS de 10 y 25 de Enero y 10 y 25 de Febrero.

(2) Juan, XIII., 34, 35, y XV., 12, 13, 14.

(3) Mateo, X, 5 y 6.

(4) Los gentiles, según Crisóstomo.

(5) Los judíos, según Jerónimo.

« AnteriorContinuar »