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de mucha importancia, cuando se consideren las aglomeraciones de astros, tales como la que constituye la constelación de Hércules. Actualmente no es dable concebir cómo están organizados esos enormes conjuntos de estrellas; pero, trasmitiendo á los que nos sucedan fotografias exactas, acaso se les dé el medio de hacer algún descubrimiento notable.

Sábese lo difícil que es medir la paralaje, esto es, la distancia de las estrellas, á causa de las pequeñas cantidades que es necesario apreciar. Galileo, Picard, W. Herschel y otros célebres astrónomos intentaron resolver el problema, aunque sin buen éxito. Struve y Bessel son los que primeramente acertaron con la solución. Después se ha conseguido medir la paralaje de 15 á 20 estrellas. Con la fotografía, y por la simple inspección microscópica de clisés obtenidos con seis meses de intervalo de un mismo grupo de estrellas, se podrá averiguar si ha habido desviaciones sensibles, y medir su valor en caso afirmativo.

Todavía no se ha podido comprobar la variación de forma y el movimiento de las nebulosas; porque sus contornos son tan indecisos, que el dibujo de una misma, hecho por diferentes personas, parece referirse á astros también diferentes. Con la fotografía se obtendrán imágenes muy precisas y completas, y el estudio de sus cambios de forma, sobre todo cuando tienen un núcleo de condensación, servirá para confirmar la hipótesis de Laplace, y con el trascurso de los siglos podrá aclararse ese gran misterio de la génesis de los mundos.

La fotografia proporcionará útiles indicaciones respecto al estudio de los satélites, dándonos la posición simultánea de los mismos, y acaso se descubran otros nuevos por la señal que dejen en el clisé.

Respecto á la luna, fotografiándola por partes, se puede obtener, reuniéndolas después, una imagen de 40 á 70 centímetros de diámetro. Así, comparando las imágenes hechas en diferentes épocas, podrá averiguarse si se verifica algún cambio en los detalles topográficos de nuestro satélite.

El sabio Contraalmirante M. Mouchez entra en consideraciones acerca de la fotometría de las estrellas coloreadas por

medio de la fotografía, y cree que la mayor parte de éstas deben el color á causas variables y accidentales, y al estado fisiológico de la vista, más que á una verdadera realidad.

Mucho se ha progresado en el conocimiento de los espectros de las estrellas, habiéndose obtenido buenas fotografías, de utilidad incontestable para la ciencia. Con la fotografia se han descubierto en el espectro del sol detalles que eran desconocidos, y se han medido exactamente muchas rayas. También puede con la fotografía reproducirse diariamente la superficie del sol, y quizás más adelante, sus protuberencias.

Sobre todo, en la observación de los fenómenos de corta duración será excepcionalmente útil la fotografía, por ejemplo, en los eclipses totales de sol, que no duran más que algunos minutos. Se hará también el estudio fisico de los planetas y se facilitarán las observaciones meridianas.

Es probable que en la Conferencia internacional que debe celebrarse este año se decida emprender inmediatamente los trabajos para trazar el mapa del cielo, para lo cual conviene que se pongan de acuerdo las principales naciones y se adopte la misma escala é igual método en todo. Los astrónomos que se congreguen, han de estudiar las condiciones de los instrumentos que conviene elegir, hasta qué orden de magnitud se han de fotografiar las estrellas, y otros particulares de interés. Si se acepta la misma escala que hay costumbre de elegir para los mapas eclipticos, se necesitarán cuatro clisés para cada hoja, y unos 8.000 clisés para las 1.680 hojas que representarán toda la bóveda celeste. Reunidos ocuparán unos 170 metros cuadrados, y es trabajo que pueden realizar una docena de observatorios bien distribuidos por nuestro globo, en seis ú ocho años á lo más.

Con razón asegura M. Mouchez que al construir el mapa del cielo se hace la más grandiosa aplicación del maravilloso invento de Niepce y Daguerre.

Tal es, en resumen, la materia de que trata el repetido Contraalmirante M. E. Mouchez en su libro antes citado, que lleva por epigrafe: La Photographie astronomique à l'Observatoire de

Paris, libro que se lee con delcite, porque son muy interesantes los puntos que en él abraza su ilustre autor y de mérito grande las fotografias de la luna, constelación de Hércules, Júpiter y Saturno, que incluye en la obra citada.

¡Ojalá, cuando se celebre el Congreso en que se ha de decidir la formación del mapa del cielo, acuda á él algún representante de España, que tiene astronómos de tanto saber como. D. Cecilio Pajazón y D. Miguel Mesino, los cuales podrían contribuir al mejor resultado de tan gran empresa científica!

R. Álvarez Sereix.

LA ESPADA DE DOS FILOS"

III

La fiesta de familia.

Dos días después de los sucesos que acabamos de dejar consignados, Ricardo salía de su casa, ya al oscurecer, y dirigiéndose á la Central, depositó una carta en el buzón, yendo después á telégrafos, donde trasmitió el siguiente parte:

«Me detendré algunos días; escribo correo; ten confianza en Dios. -Ricardo.»

La dirección era para su madre.

Desde allí fuese á una sastrería de ropa hecha y compró un traje completo de etiqueta.

Tornó á su casa, y entre suspiros que le arrancaban lágrimas y arrebatos que le producían carcajadas, vistióse para, en un coche de alquiler, dirigirse á casa de don Julián.

Nada revelaba al exterior que en aquella casa se dispusiera una fiesta tal como la firma de esponsales de la bellísima Laura con el millonario Conde de la Herencia.

Pero, en el interior, los salones estaban profusamente iluminados y los criados de gran gala.

(1) Véase la REVISTA de 10 de Marzo.

Ricardo había ido con bastante anticipación: sólo el agente que, en calidad de notario había de dar fe, cruzaba por los espaciosos salones y amplias galerías.

Hemos dicho que Ricardo había llegado con bastante anticipación y, sin embargo, el agente, al verlo, le dijo:

-Ya me inquietaba por su ausencia. ¿Cómo ha tardado tanto? -Tengo otro plan.

-Lo celebro.

-Pero sin renunciar á lo que le tengo dicho.

-¿Ha recibido Vd. carta de su señora madre?

-Sí; y á eso obedece que en parte haya modificado...

-La buena señora se opondrá á que dé Vd. un escándalo. Es natural.

-Sí; pero me indica el modo de ofrecer un grande espectáculo. -¡Mucho cuidado con dar un resbalón!...

-Por eso deseo asegurarme primero, no obstante estarlo ya en gran parte.

-Contra ese hombre, cuente Vd. siempre conmigo. Es un miserable. ¡Yo no sé cómo dota á Laurita en tanto dinero! Aquí debe haber gato encerrado. Y, después de todo, quizás no tenga Vd. que molestarse mucho: como sigan acentuándose los rumores de crisis, tenga Vd. por seguro que no será el señor Conde quien se case con Laurita.

-Yo no fío en la política.

-Pues ella pudiera dar resuelto el problema de una vez.

-Mejor lo resolvería el Juzgado de primera instancia.

-¿Cómo es eso? ¡Don Ricardo!... ¿Sabe Vd. lo que está diciendo? ¿Trata Vd. de sacar depositada, en medio de un acto tan solemne como este que va á verificarse, á la prometida del Conde?

-Pienso en algo peor.

-No le entiendo á Vd.

-Cuando sea oportuno, ya me entenderá.

En esto comenzaron á entrar los amigos de más confianza de la casa, y don Simón se marchó en busca de don Julián.

El rostro de éste tenía impresas las huellas de un profundo disgusto.

-Iba á disponer que lo llamaran á Vd.: es urgente que vaya, sin perder momento, al Bolsín, y tome en alza todo cuanto le ofrezcan. -¿Todo?

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