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la del mundo, es extraordinariamente rica en ejemplos y en enseñanzas durante este excepcional y brillantísimo reinado,

y

el estudiante y el pensador, que quieren y necesitan seguir el movimiento evolutivo de las ideas y del progreso, no pueden ni deben prescindir de su detenida consideración y estudio, como uno de los elementos más esenciales y preciosos para conocer y apreciar la marcha ascendente de la humanidad.

Singular fortuna ha cabido á esa interesante, noble é ilustrada Princesa en todos los actos de su larga carrera política, y ciertamente que sin el auxilio de la Providencia, sin el genio, la fortaleza y las virtudes masculinas de la soberbia raza que puebla las islas británicas y sin la valiosísima cooperación del luminoso grupo de grandes estadistas, soldados y sabios que constituyen el principal ornamento del reinado, no podría llegarse á celebrar con el júbilo, con el entusiasmo y con la intima y orgullosa satisfacción de la grandeza y de la gloria de la nación británica, con que seguramente se festejará el semicentenario del advenimiento de la Reina Victoria al trono de Alfredo el Grande, de Eduardo III y de Isabel I.

En ese magnífico grupo que acabamos de nombrar se destacan con fuerte y acentuado relieve algunas figuras principales, entre las cuales no ocupa lugar inferior á ninguna la poderosa é ilustre individualidad del incomparable orador parlamentario é insigne estadista Guillermo Gladstone, á quien dedicamos este imperfecto y ligero bosquejo, escrito acaso con vivas simpatías y con cierto calor admirativo, pero con propósito recto y con sentimientos sinceros y sanos de buscar la verdad donde podamos y de proclamarla donde la hallemos.

ya

Sin duda que en los ricos y variadísimos anales del reinado de Victoria I pocos parlamentarios ocuparán un lugar tan grande y tan conspicuo como el estadista de quien hablamos, á causa de la dilatada extensión de su carrera política, que pasa de los cincuenta y cinco años, ya debido al genio extraordinario y potentísimo de que ha tenido que dar gallardas muestras á través de todas las fases de esa misma carrera, ya, finalmente, en razón de las formidables crisis y de las gigantescas

cuestiones que se han planteado ó resuelto durante los períodos de su administración. Lleva, en efecto, Mr. Gladstone cincuenta y cuatro años cumplidos de carrera parlamentaria, pues entró por primera vez en la Cámara de los Comunes el año 1832, después de la gran reforma, y cinco años antes de la exaltación al trono de su Reina. Carrera tan larga, tan activa, tan fecunda, tan brillante, como que puede afirmarse que no ha habido contienda política de interés ó de trascendencia de este medio siglo pasado en que no haya intervenido la elocuente voz de Gladstone, es un hecho fenomenal aun en la misma Inglaterra, donde las largas carreras parlamentarias son comunes, porque el cuerpo electoral es sólido, consecuente y serio, y no se observan en él los signos de inconsecuencia, de versatilidad y de caprichosa y tornadiza voluntad, que tan desastrosos efectos producen en otros países.

Por sus grandes y excepcionales servicios parlamentarios ha adquirido Gladstone, á pesar de la vehemencia y del desatamiento de las pasiones políticas, una altísima y singular posición, que el respeto y la veneración cercan y que acatan y respetan aun aquellos adversarios que con más acrimonía y con mayor dureza le combaten en las rudas é implacables batallas del Parlamento. Su nombre pasará, de cierto, á la historia, y figurará, rodeado de espléndida aureola, al lado de los más grandes y populares ciudadanos que ha producido Inglaterra en el presente siglo y aun en los pasados.

No será menos interesante y menos atractivo para el futuro estudiante de la historia que los nombres de Disraeli y de Palmerston, de Russell y de Grey, de Roberto Peel y de Cobden, de Canning y del Conde dé Liverpool, de Pitt y de Fox, de O'Connell y de Grattam, de Walpole y de Bolingbroque, y tantos y tantos otros ingleses ilustres como han iluminado las páginas de la historia patria con sus maravillosos talentos, con su indomable patriotismo y con los resultados de sus grandes luchas en pro del engrandecimiento de la nación y de la propaganda de los profundos principios que impulsan la elevación. y el progreso de los pueblos civilizados.

Estudiar la vida de Gladstone, aunque sea someramente, con un debil criterio y con medios de información escasos é imperfectos, equivale á dirigir una ojeada al total desenvolvimiento de la historia contemporánea del pueblo inglés: tan unidos se hallan, en naciones que disfrutan de una Constitución como la inglesa, la suerte de las instituciones con la existencia de los grandes hombres que son á la manera de providenciales maestros y constantes directores del pueblo; y tan principal, tan constante y tan seguida ha sido la participación de Mr. Gladstone, así en las grandes luchas del Parlamento como en todas las reformas legislativas de los últimos cincuenta años, como en todos los acontecimientos capitales que en este lapso de tiempo se han realizado y que han servido para variar: dentro, las corrientes del espíritu público y las condiciones de la vida política; y fuera, para demostrar el poderío, la pujanza y los recursos de Inglaterra en la conservación de su prestigio y de su influencia.

II

El dia 29 de Diciembre del año actual cumplirá Gladstone setenta y siete años de edad, pues vino al mundo el segundo ó tercer hijo varón de una familia numerosa, el 29 de Diciembre de 1809, en la ciudad de Liverpool, que distaba mucho entonces de la población, grandeza y opulencia que hoy alcanza. Pertenecía á una familia de comerciantes, y su padre ejerció el tráfico en aquella plaza con varia fortuna, habiendo experimentado más de una vez quiebras y contrariedades muy grandes, aunque, al cabo, después de alternativas y vicisitudes varias, logró reconstruir su fortuna y aun obtuvo el título de Baronnet, que hoy disfruta el hermano mayor del célebre estadista (1). Inglés

(1) El padre de Gladstone se dedicó con gran provecho mercantil al tráfico de negros y fué propietario de esclavos en Demerari. Más de una vez se lo ha recordado al hijo solemnes discusiones.

de nacimiento, es de progenie y de linaje escocés, y sus biógrafos y sus admiradores han señalado esta circunstancia como determinante de la índole y condiciones de carácter y de inteligencia que reune Gladstone. Puede fácilmente observarse que la herencia ha trasmitido á su organización y á su espíritu las cualidades que generalmente se reconocen en la raza escocesa, raza enérgica y tenaz, apasionada y fanática en sus creencias.

Parece que cuando Gladstone llegó á la adolescencia y abordó los estudios superiores, su familia se hallaba ya en circunstancias favorables y próperas, y pudo darle una educación universitaria. Brillante, excepcional y de inolvidable recuerdo en las aulas fué la carrera universitaria del joven lancasteriano, que tuvo en las escuelas de Eton y Oxford por condiscípulos, por émulos y por rivales algunos de los ingenios eminentes que con sus obras ó con sus hechos han ennoblecido la historia contemporánea de Inglaterra. Condiscípulo y maestro á la vez de Gladstone fué el sapientisimo y venerable humanista, gloria de las escuelas británicas, hoy Cardenal Newmann; tuvo también por condiscípulo, por camarada y por amigo inseparable al actual Cardenal Arzobispo de Westminster, lumbrera de la Iglesia Católica; este fué siempre en las academias universitarias su contrincante más poderoso y temible. Alcanzó Gladstone todos los premios y todos los triunfos académicos que pudiera codiciar un joven ambicioso, atrevido, henchido de amor propio, conocedor de su fuerza y dotado de una inteligencia tan perspicua y tan privilegiada, que era el orgullo y la delicia de sus maestros, el asombro y la envidia de los escolares.

Llenaban su espíritu juvenil ideas conservadoras y tradicionalistas, totalmente contrarias á las que ha predicado y hecho triunfar en medidas trascendentales durante la edad provecta. Profundo conocedor de la lógica y de sus artes y recursos, dialéctico formidable, aficionado en extremo á la controversia, era un discutidor infatigable y muy temido: á toda hora, en cualquiera ocasión, sobre cualesquiera tema, estaba dispuesto á contender. Como se ve, su temperamento, su vocación y su destino se revelaron bien pronto, y el joven atleta

de las academias universitarias de Oxford anunciaba ya al insigne, incomparable y prepotente orador parlamentario que, andando el tiempo, en el Parlamento y por el Parlamento, superando las dificultades de las crisis más tremendas, había de regir los destinos de su país.

Poseedor de estas dotes extraordinarias, no puede causar extrañeza que los elementos más conservadores de Inglaterra saludaran con entusiasmo las primeras manifestaciones intelectuales, que le alentasen con sus aplausos y con sus estímulos y que le prestaran el apoyo más ardoroso y decidido, contemplando en él la hermosa esperanza de tener un campeón invencible de las ideas y de los intereses de la Corona, de la Iglesia y de la aristocracia. ¡Con qué interés, con qué amor, con qué solicitud cultivó la aristocracia territorial ultraprotestante la primera fase de la carrera política de este Hércules que presagiaba para la defensa de sus históricos privilegios! El Duque de Newcastle, uno de los próceres más aferrados del partido ultra-tory y ultra-protestante, se constituyó en especial protector del joven universitario y le preparó la entrada en el Parlamento, aspiración suprema de todos los jóvenes que se sentían dotados de genio; pero inaccesible entonces para la clase media cuando no se contaba con el patrocinio de la alta nobleza territorial.

Sin embargo de la gran reforma realizada en 1832, que ilustró el nombre del Conde de Grey y ensanchó considerablemente las bases del sufragio electoral, Gladstone no hubiese visto satisfecho su anhelante deseo sin la reputación prematura que había alcanzado de ardoroso y elocuente campeón de la Iglesia anglicana y sin el apoyo que le prestó el referido Duque dándole hecha la elección por uno de sus burgos.

Con los más preciados lauros universitarios, y bajo los auspicios de los altos dignatarios de la Iglesia y de los grandes poseedores de la tierra, representando los intereses de las clases privilegiadas, entró Gladstone por primera vez en el Parlamento, del cual no ha vuelto á salir nunca y cuya principal figura es hoy incontestablemente, según el consentimiento de

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