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todos los partidos. Este hecho aconteció el año 1832, al elegirse el primer Parlamento de la reforma, y cuando el novel maestro en artes de la Universidad de Oxford no había cumplido veintitres años. Era un joven de modesta familia, completamente desconocido por el público en general, con muy poca fortuna personal y enviado á los bancos del Parlamento por la merced de un Duque que mandaba á su albedrío una docena ó dos de legisladores á la Cámara popular de Inglaterra. Contra estos defectos ó inconvenientes, poseía dotes y facultades que, á la larga, habían de resultar de primer orden: dotado de gran vigor fisico, era animoso, valiente, gallardo y hermoso del cuerpo, ambicioso y con una gran confianza en su destino; para su juventud, llevaba un rico equipo literario y científico, la historia de su país y los clásicos en la punta de los dedos, y la Providencia le había, además, adornado con un órgano admirable, con una dicción castiza y exquisita, con una abundancia de ideas y de palabras maravillosa y con todas las condiciones favorables y típicas que se necesitan para ser un perfecto orador parlamentario. No permaneció silencioso mucho tiempo el flamante diputado, ni aguardó tanto como otros la notoriedad; pronto dió golpe y fué advertida su presencia en los bancos de la Cámara de los Comunes. Era aquella época, en que él comenzó su vida de combates, de grande y extraordinaria animación política: operábase entonces una renovación poderosa y fecunda en las ideas del pueblo inglés, y nuevas generaciones y nuevas clases de ciudadanos ascendían á la vida pública, favorecidos por la amplitud de las leyes reformistas y llamados á trasformar en sus fundamentos el modo de ser de las instituciones municipales de Inglaterra. Aunque obligado Gladstone por sus convicciones y por sus vínculos á romper lanzas en pro de la tradición, del privilegio, de la inmóvil sociedad del pasado, no pudo sustraerse á la impresión y á la influencia que ejercieron en su espíritu las nuevas ideas y los nuevos horizontes que se desarrollaban ante su vista, y á la especie de permeación insensible y lenta que los principios y los argumentos de los partidos que combatía causa

ban, en medio del fragor del combate, en su propio entendimiento.

Un hombre tan perspicuo como sir Roberto Peel, y que tan bien sabía penetrar y calar el valor de los demás hombres, no podía por menos que fijarse en la aptitud y en las condiciones especiales del nuevo diputado. Su vista de águila le descubrió, en efecto, muy pronto, y supo conocerle y estimarle mejor que lord Melbourne, para quien había pasado desapercibida la valía de Mr. Gladstone, error que posteriormente había de costarle muy caro. Roberto Peel vió, por el contrario, en el ferviente diputado tory un cooperador de gran mérito, y se lo atrajo á su devoción, dándole puestos importantes en el Ministerio, como el de Lord de la Tesorería y Subsecretario de las Colonias.

Apenas había cumplido veinticinco años cuando ocupó este último puesto, que es en Inglaterra, por lo común, tan próximo al de Ministro de la Corona y miembro del Gabinete. Duró poco, sin embargo, la administración creada por Sir Roberto Peel á fines de 1834, tornando al poder, al cabo de pocos meses, el Vizconde Melbourne, á quien Gladstone hizo una oposición ardiente é implacable. En este período adquirió por completo el hábito de la palabra y dejó establecida su reputación como uno de los jóvenes oradores de más esperanzas y porvenir que había dentro del Parlamento. Parece imposible, considerando fechas, ya para nosotros tan antiguas, que el antagonista acalorado y vehemente, agresivo y punzante del Ministerio Melbourne el año 1835, á los cincuenta y un años después ocupe todavía el primer puesto en el Parlamento más alto del mundo, que aún riña grandes y memorables batallas parlamentarias, que en ellas no encuentre rival de su talla, y que cause el asombro, la admiración y la envidia de cuantos le escuchan, tanto por la vitalidad maravillosa de su espíritu, como por su energia fisica, como por el esplendor de sus galas oratorias, la tenacidad de su memoria, la incontrastable fuerza de su lógica y la lozanía y frescura de los recursos externos del arte oratorio, que domina cual ninguno.

III

El Ministerio Melbourne pertenecía al partido de los wohigs, y militaba, por consiguiente, en el campo opuesto á aquel en que había hecho sus primeras armas el joven diputado de Newark. La oposición de Mr. Gladstone fué continua, radical é intransigente. Y como quiera que este Gabinete se mantuvo en el poder seis años, siendo uno de los períodos de administración más largos desde la época de la reforma, tuvo tiempo el joven diputado tory de contemplar su aprendizaje parlamentario, de probar y perfeccionar el temple de sus armas, de experimentar el valor de su arsenal científico y, trabajando y luchando incesantemente, adquirir dentro de la Cámara una posición y una fuerza que le dieran importancia propia y le abriesen, á la vuelta de sus amigos al poder, el acceso á los más elevados puestos ministeriales. Así sucedió, en efecto; pero no sin que durante la administración Melbourne acontecieran en la vida de Gladstone algunos hechos importantes y decisivos. Fué el primero de éstos su matrimonio, realizado hacia el año 1839 con una señorita bella y distinguida de familia escocesa, Miss Catalina Glynne, hija mayor de Sir Ricardo S. Glynne, rico Baron net; aportóle su novia elementos muy esenciales para la carrera que con tanto brillo había emprendido; una buena dote, un nombre esclarecido en la nobleza territorial, belleza, virtud, talento, un tacto especial para el gobierno de la vida, y con todo esto la plena felicidad conyugal. Ha tenido el ilustre estadista de su esposa, que aún vive, para consuelo de los últimos años de su venerable y robusta ancianidad, numerosa y aventajada familia, de la que subsisten cuatro hijos varones y dos hijas casadas y otra soltera.

El hijo mayor, Guillermo Enrique, que es el mayorazgo y heredero de la fortuna patrimonial de su tío el Baronnet, nació el año 1840 y tuvo por padrino al célebre Arcediano Manning, que entonces aún pertenecía á la Iglesia anglicana. Ha sido di

putado en varias legislaturas, mas por causas que ignoramos, no ha querido ser reelegido en la última elección general. El cuarto hijo varón es actualmente diputado, y lo ha sido en los dos Parlamentos anteriores: es todavía muy joven, pero promete mucho; se ha hecho notar ya en los debates y figura entre los jóvenes radicales que más bullen; tanto, que á no ser por la inmensa autoridad y ascendiente que sobre él ejerce su padre, hubiera varias veces votado en desacuerdo con él, separándose de la masa del partido liberal. Otro de los hijos de Gladstone es eclesiástico y rector de la parroquia de Hawarden, en cuyo término se halla enclavado el castillo de la familia y también sus principales propiedades. El tercero de sus hijos abrazó desde muy joven la profesión mercantil, siguiendo el único las tradiciones de la familia.

El segundo hecho á que hemos querido referirnos es la aparición de su primera obra literaria, que fué el famoso libro titulado El Estado en sus relaciones con la Iglesia, libro de ardiente polémica religiosa, que causó grande efecto y ruído al aparecer y que fué leído con afán y muy discutido, censurándolo acerbamente los hombres de ideas liberales, que descubrían en las máximas del vehemente publicista la completa supeditación del Estado á la dirección jerárquica de la Iglesia. Fué, en efecto, la primera producción literaria y filosófica de Gladstone el libro típico del dogmatismo y de la intransigencia protestante, como que en ella sustentaba la teoría de que no debían obtener empleos ni dignidades de ninguna clase los que no pertenecieran á la Iglesia oficial. Excusado será decir el efecto diverso que causó en los distintos campos, pues al paso que los liberales de todos los matices vieron en este fervoroso alegato en pro de la supremacía de la Iglesia la confirmación del recalcitrante torysmo de su autor, entre la gente eclesiástica y entre la nobleza tradicionalista suscitó un grande entusiasmo y se afirmaron cada vez más en la creencia de que habíau hallado el hombre predestinado á mantener con superiores dotes su causa.

Una cuestión relacionada con la política comercial de In

glaterra, el proyecto de admisión del azúcar extranjero, dió en tierra el año 1841 con el ministerio Melbourne. Después de una larga tenencia del poder y de haber atravesado con fortuna excepcional las dificultades de la política exterior de Inglaterra, así en el Occidente como en el Oriente de Europa, sucediéronle á este Gabinete los torys, y á su cabeza Roberto Peel, que no pudo olvidar los servicios parlamentarios de Gladstone, la cooperación eficaz y poderosa que le había prestado, y que los premió con el cargo de Director general de la Moneda primero, y luégo con el de Vicepresidente del Departamento de Comercio, y juntamente el cargo de Consejero privado. Quizá Gladstone esperaba más, y sin duda lo merecía; en seis años de oposición, y en buena lid, había ganado una cartera ministerial con puesto dentro del Gabinete. Su juventud, por un lado, y las aspiraciones rivales por el otro, impidieron que se le otorgase desde luégo una de las Secretarías de Estado. Más tarde se le confió la dirección del Ministerio de Comercio. Este puesto lo aceptó de buena gana y con decisión, y á desempeñarlo con lucimiento consagró todo su ahinco y amor; á su espíritu investigador y analítico se le abría ancho campo en el estudio detenido y concienzudo de las cuestiones comerciales y arancelarias. Tuvo este estudio consecuencias de mucha trascendencia, no sólo para la carrera ulterior de Gladstone, sino para la reorganización y nueva dirección de los partidos políticos.

Es cierto que uno de los más interesantes y críticos períodos de la vida pública de Gladstone fué el que corrió desde el año 1841 á 1846, sirviendo á las órdenes de Roberto Peel, porque dentro de este período se plantearon y se resolvieron, después de porfiadas y tremendas luchas, cuestiones de capital interés para el porvenir de Inglaterra, á cuya resolución contribuyó eficazmente el ex-proteccionista acérrimo, cuyas ideas y conducta sufrieron un cambio radical, como resultado del especial y hondo estudio á que se había entregado sobre las condiciones y necesidades del pueblo inglés en el orden económico. Así fué que Mr. Gladstone sostuvo más directamente que ningún otro al primer Ministro en su ruidosísima evolución, pre

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