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EL PIANO

Observaciones sobre su historia, sistemas de enseñanza y obras más notables compuestas para este instrumento (1).

II

Sistemas de enseñanza.

Ofrece esta parte de nuestro trabajo no pequeñas dificultades; porque, en realidad, los maestros que han dejado en pos de sí una gran reputación, no nos han legado lo que científicamente se llama un sistema ó procedimiento especial y propio de enseñanza; es decir, fundado en determinadas bases doctrinales que caractericen y diferencien entre sí los procedimientos de cada uno de los expresados

maestros.

Aparte de esto, hay que tener en cuenta que la educación musical, como la de todas las artes, ni se puede ni se debe sujetar á reglas fijas que encajen y ajusten á los moldes de un plan determinado, por ser muy distintas las aptitudes de los alumnos.

(1) Véase el número de la REVISTA de 10 de Abril.

La primera misión del maestro es estudiar estas aptitudes, para sacar de ellas el mayor partido posible, de donde podría concluirse que el método empleado por el maestro debe variar para cada uno de los discípulos.

Por lo tanto, en materia de enseñanza no hay más que dos caminos: el bueno y el malo; el que se adapta á las condiciones del alumno, y el que las desconoce. Con el primero se forman artistas, y con el segundo se esterilizan las mejores facultades.

Por otra parte, la reseña completa de los diversos sistemas de enseñanza exigiría hablar de cada maestro en particular, pues es sabido que cada maestro tiene su manera especial de dirigir á sus discípulos. Sólo diremos que, por lo general, debe desconfiarse de los que empleen los que hablan sin cesar de sus fórmulas especiales y de sus métodos particulares, porque casi siempre son los Dulcamaras de la enseñanza.

Una diferencia puede admitirse en la enseñanza del piano, según sean los alumnos personas que lo estudien como recreo, ó aspiren á llegar á ser verdaderos pianistas. Indudablemente, la manera de dirigir á los primeros será menos severa y más breve que la que se use con los segundos; pero, en mi opinión, sobre todo en el primer período de la enseñanza, debe emplearse con todos igual severidad en el uso de los buenos principios, porque hasta los que se dediquen al estudio por puro pasatiempo y propio deleite, conseguirán mayor suma de estos resultados si su educación está bien cimentada.

Sentado que el buen sistema de enseñanza es el que se acomoda á las diferentes condiciones de cada alumno, diremos que hay diversos escuelas entre los pianistas compositores, cuyas obras principales he de reseñar.

Varias clasificaciones pueden hacerse de ellos: una, dividiéndolos en dos categorías, formada la primera de pianistas propiamente dichos, y la segunda de compositores pianistas, ó más bien, de los que han escrito para el piano teniendo en cuenta las condiciones especiales del instrumento, su naturaleza, etc.; y otra de los que han escrito considerando al piano como intérprete popular de sus creaciones.

Entre los primeros merecen citarse Clementi, Cramer, Dusseck, Kalbrenner, Moscheles, etc., etc.; y entre los segundos Haydn, Mo

zart, Beethoven, Weber, Mendelsohn, etc., etc. El piano, como hemos dicho, se presta á estas diferencias, porque siendo un instrumento que tiene efectos peculiares, posee la cualidad de servir como de traductor de la música de orquesta. Este doble carácter separa por completo la música de piano de la escrita para otro cualquier instrumento.

La verdadera clasificación es, á nuestro juicio, la que divide á los autores en cuatro escuelas:

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3. Escuela de los grandes compositores pianistas, formada por Beethoven, Mozart, Mendelsohn, etc.; grupo que no constituye en realidad una escuela de piano, pero que merece capítulo aparte por estar compuesto de verdaderas estrellas del arte;

Y 4. Escuela moderna.

La escuela ligada, correcta, tranquila, de buen doigté, llamada de Clementi porque fué su verdadero jefe, tiene por representantes también á Cramer, Kalbrenner, Field y algunos más. El sistema de enseñanza basado en los principios establecidos por Clementi, es considerado hoy como el más perfecto, aunque se le tacha de poco brillante. Todos sabemos que tiene por base una buena posición de la mano, una ejecución ligada y un ataque de la nota tan enérgico como suave.

La música de Clementi, del patriarca del piano como se le llamaba, es doblemente útil por su corte clásico y severo, que contribuye á formar el buen gusto del discípulo, preparándole á recorrer horizontes más vastos, y por su doigté muy cuidado, al que se acostumbra, preservándole de contraer vicios que es importante evitar para adquirir una correcta ejecución.

Tan conveniente es esto, que los buenos profesores siempre hacen tocar á sus discípulos obras de aquel ilustre maestro. Entre ellas merecen citarse sus sonatas, sobre todo la obra 42, y su introducción al estudio del piano (Gradus ad parnasum), estudios difícilmente reemplazables por ningunos otros.

Pertenece á la misma escuela Crámer, pianista célebre por las muchas sonatas y conciertos para piano y por las diferentes series de estudios que escribió, los cuales figuran entre los textos clásicos

de todos los Conservatorios. Este eminente pianista, que tuvo un modo de decir tan correcto como reposado, lo cual le hizo célebre en los adagios y los andantes, contribuyó mucho á propagar la escuela de Clementi.

Kalbrenner, también de la escuela de Clementi y discípulo suyo, fué uno de sus mejores continuadores. Tuvo un brillantísimo mecanismo, y consiguió, por la gran igualdad de las dos manos, una ejecución y una sonoridad asombrosas. Entre sus obras figuran sonatas, rondós, caprichos, una gran polaca muy brillante y muchas variaciones sobre temas conocidos y en boga en su tiempo.

Otro discípulo de Clementi fué Field, cuyas obras musicales, sino tan grandiosas y elevadas como las que hemos citado, son agradables, elegantes y de buen gusto. Ha sido el creador de los nocturnos y precursor, por lo tanto, del inmortal Chopín. Como pianista, parece se distinguió por su brillante y acabada ejecución y por su manera admirable de interpretar las fugas de Bach y de Haendel.

Por el temor de que nuestras palabras se juzguen alabanzas apasionadas de discípulo, nos detendremos un solo instante en Jorge Mathías, cuyos maestros fueron Kalbrenner y Chopín, y que representa dignamente entre los modernos la escuela de Clementi en su mayor pureza. Es también compositor distinguidísimo, y sus obras, como de verdadero pianista, muy adecuadas al instrumento. Entre ellas merecen citarse sus dos conciertos, las sonatas, estudios muchas de menores proporciones.

y otras

En la escuela que hemos llamado brillante citaremos en primer término á Dusseck, pianista de asombrosa ejecución y de frasear elegante, á pesar de que el piano no había alcanzado en su época la perfección que hoy tiene. Fué un compositor distinguido que escribió bastantes sonatas y algunos conciertos muy notables, especialmente el 5.o, y otras obras de menor importancia, como la llamada Consolación, que se ha hecho casi popular.

En sus obras ya se ven los anuncios de la manera de escribir de los pianistas contemporáneos, pues empleó muchos pasajes de agilidad, terceras y acordes, que hacen su música más difícil de lo que generalmente se cree.

Figuran en esta escuela Hummel y Móscheles. Estos dos nom

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bres marcan un gran progreso en el arte de tocar el piano, siendo notables los adelantos que en su época realizaron los pianistas y lo que se engrandeció la importancia del instrumento.

Hummel, correcto en el decir, flexible en el ataque de las notas y elegante en su fraseo, fué gran improvisador, en cuya especialidad tuvo en cierto modo la honra de ser rival de Beethoven. Escribió muchas obras, que se distinguen por su corte serio y clásico, lo cual es natural, habiendo estado sobre todo al principio de su carrera bajo la influencia de Mozart; y aunque no se encuentra en ellas la grandiosidad y poesía de otros compositores de la misma época, su música, siempre distinguida y de buen gusto, exige para su interpretación un mecanismo perfecto y un decir elegante. Merecen mención especial dos de sus grandes conciertos, algunas sonatas, sobre todo las en la bemol y en fa sostenido, una gran fantasía, una preciosa sonata á cuatro manos, etc., etc.

Móscheles fué notable pianista, y como maestro adquirió grandísima reputación. Sus obras son numerosas; sólo citaremos las sonatas, todas notables, y los estudios, tanto de estilo como característicos, excelentes para la enseñanza de los diferentes géneros musicales. Se usan con provecho todavía, especialmente para discípulos

adelantados.

Otros compositores pudiéramos citar pertenecientes también á la escuela brillante, como Herz, y sobre todos Ries, que hizo más uso del pedal que sus predecesores, y escribió conciertos y sonatas que llevan un sello que le revelan como discípulo predilecto del gran Beethoven.

Enumerados los pianistas más notables de la escuela de Clementi y de la brillante, mencionaré, aunque realmente no constituye una verdadera escuela, el grupo de los grandes compositores pianistas que han sido estrellas de primera magnitud en el arte, habiéndolo abarcado en todos sus aspectos. Entre ellos se destaca sobre todos la trinidad compuesta de Haydn, Mozart y Beethoven.

Las numerosas obras del primero no se pueden juzgar sin despojarse de las tendencias del arte moderno, sin olvidarse de lo que es la música de hoy y de los procedimientos y fórmulas que ahora preocupan al compositor; pero trasportándose á la época en que vivió el

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