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bilísima en la historia de las letras, el que supo ganar laureles inmarcesibles en la antigua escena romana, hálos conquistado también en nuestros días, al ser representadas sus comedias, en su mismo original latino, en las márgenes del Sprée, del Sena y del Manzanares, ni más ni menos que como lo fueran dos mil años há bajo los muros del Capitolio (1).

Ni es menos elocuente y expresivo el aplauso que á coro ha tributado y tributa al gran poeta la cultura moderna por boca de los más eminentes críticos y, sobre todo, por el inmenso número de sus traductores é imitadores. Nuestro insigne Villalobos, en el siglo de oro de las letras hispanas, y Boccacio, Piareta, Ludovico Dolce; Molière, Dryden y otros, con sus excelentes trabajos sobre el Amphitruo; Nicolás Maquiavelo, tomando de la Casina el asundo para su Clizia; Regnard, copiando el Curculius, imitando los Menæchmi, calcando en la Mostella

(1) El 5 de Mayo de 1844, para solemnizar una gran fiesta literaria, fué representada en Berlín por los estudiantes de la Universidad, y en la propia lengua de PLAUTO, su famosa comedia Los Cautivos, á cuya magnífica cuanto rara representación, que obtuvo gran aplauso, asistieron el Rey y los Príncipes y un numeroso auditorio, compuesto de hombres de Estado, de literatos y de artistas. Las decoraciones reproducían una calle y una plaza de Pompeya; los trajes, de la más exacta verdad, fueron regalados por el Monarca, y en los intermedios, ¡oh crueldad alemanisca!, cantáronse Odas de Horacio, puestas en música por el gran Meyer Beer.

En España tuvo no hace muchos años ilustrados imitadores la culta Alemania. Entre los diferentes espectáculos realizados en Madrid en socorro de los inundados de Murcia, fué uno de los más notables la representación, por los estudiantes de la Universidad, de la misma comedia latina Los Cautivos, puesta en escena bajo la sabia dirección de nuestro respetable y querido maestro el Doctor D. Alfredo Adolfo Camús.

Finalmente, en 1880 representáronse en el teatro de Las Nacionex, de París, dos comedias en latin, de PLAUTO la una y la otra de Terencio; siendo lo más singular de este curioso é interesante espectáculo el haber precedido á dichas representaciones una conferencia Sobre el Teatro latino,» que con suma erudición dió, para honra suya, de su nación y de su sexo, una distinguida señorita, Mlle. Maria Deraismes. Entre nosotros ya no se estilan las Luisas Sigeas, las Catalinas de Trillo, las Beatrices Galindos, ni tantas otras como en pasadas centurias cultivaban en suelo de España la majestuosa lengua del Lacio. Espectáculos semejantes á estos debieran tener lugar, como medio grato de estudiar el arte antiguo en todos sus detalles, expresión y colorido.

ria su Vuelta imprevista, è inspirándose en la Casina al escribir su comedia Locuras amorosas; Beaumarchais, sacando de la misma la suya titulada Casamiento de Figaro; Addison y Destouches, con sus imitaciones de la Mostellaria; Larrivey, tomando esta misma comedia para modelo de Los Espiritus; Shakspeare, eligiendo para una de sus grandes producciones el argumento de los Menæchmi; Donato Giannotti, semitraduciendo el Mercator en su Vecchio amoroso; Riccoboni y Dolce, con sus imitaciones de el Rudens; Cecchi, modelando en el Trinummus la primorosa comedia que él intitulara La Dote; Rotrou, con su magnífica imitación de Los Cautivos, tan elogiada por Voltaire; el eminente Schlégel, exaltando la Aulularia, o Marmita, sobre el Avaro de Molière y el de Goldoni, sobre la Sporta de Florentino Gelli, el Honrado Aventurero de Ottavio, el The Miser de Fieldeng, y el Glodingham de Shadvell, imitaciones todas ellas de aquella incomparable y magnífica creación del arte latino; el insigne humanista Samuel Werenfels, crítico de PLAUTO en el siglo XVII; el lombardo Pedro Luis Donini, con su excelente traducción de las comedias de nuestro poeta; el torinense Ángelo De Gubernatis, con sus trabajos sobre las mismas, y con sus versiones, en latín plautino, de algunas comedias de Maquiavelo y de Cecchi; los solertes biógrafos, expositores o comentadores Felipe Pareus, Lessing, Roquefort, Naudet, François y tantos otros; y, finalmente, viniendo á la España de nuestros días, por no prolongar por modo indefinido esta enumeración, el sabio y eruditísimo Camús, el diligentisimo Costanzo, el diserto Canalejas y el laborioso y ameno González Garbín, honra este último de la Universidad granadina; todos afamadísimos criticos y preclarísimos ingenios que han tejido con inmarcesibles laureles la eterna corona que ciñe las sienes de PLAUTO, ungiéndole así y consagrándole rey inmortal de la comedia antigua.

Tal es el esclarecido autor dramático cuyo Teatro selecto no tardará en darnos á conocer en lengua española el ilustre catedrático de la Universidad de Granada; quien en prosa fácil, suelta y castiza nos presenta hoy, como feliz ensayo, La Aulu

laria y Los Cautivos, las dos más afamadas comedias del príncipe de la escena romana. Leyendo esas primorosas versiones, ciertamente no se necesita acudir al texto latino para saborear con deleite todas las gracias y bellezas que derramara en los originales el inmortal poeta de Sarsinia.

Madrid 28 de Marzo de 1887.

Juan Quirós de los Ríos.

LA POESIA EPICA EN ESPAÑA

Ha sido considerada en todas las sociedades cultas como título de legítimo orgullo y blasón ilustre de su literatura la existencia de un poema épico bien concluído y perfectamente acomodado á las condiciones propias de ese género literario. Y no sin fundamento se repite este hecho desde los tiempos más lejanos; pues el poema épico, brillante representación de los ideales religiosos y políticos de una época memorable, inspirado, más que en el sentimiento individual, en la fantasía de las muchedumbres, y expresado en apasionadisimos acentos, en himnos fervorosos y entusiastas, para el pueblo que tiene la dicha de poseerlo viene á ser su libro clásico, el archivo de sus hazañas verdaderas ó legendarias, el mejor monumento de sus glorias.

No representa la Épica una acción, como hace la Dramática, sino que la refiere; ni tampoco se conforma con narrar cualquier asunto; antes al contrario, ha de desarrollar un argumento extraordinario é interesantisimo, que forme, no la gloria de un individuo, ni aun de una clase, sino de una raza ó una época entera. Suponiéndose inspirado el poeta épico, invoca el auxilio de alguna musa que le revele sucesos maravillosos y le conceda acentos dignos con que poder celebrarlos, lo que hace араrecer en él verosímiles, y por lo tanto bellas, cosas que en otro hombre cualquiera resultarían absurdas y aun ridiculas.

Las teorías más fantásticas sobre el origen de una sociedad determinada; la milagrosa participación de los dioses en el desarrollo y accidentes de la vida humana; los triunfos ó las pasiones sublimes é ideales de los héroes y semidioses, es decir, de los individuos extraordinarios que deciden de la suerte de los imperios ó de los personajes fabulosos que simbolizan el espíritu de un siglo ó de una civilización; las grandes conmociones sociales que, cambiando los destinos de la humanidad, parece como que son producidas por la acción directa de Dios mismo; armas, usos, alegorías, tradiciones, sentimientos, realidades, mitos, todo esto constituye el alimento de la musa épica, que no necesitando reducir sus vuelos á los estrechos moldes de la verdad histórica ni científica, recorre el mundo de lo maravilloso y suprasensible para prestar al poeta acentos, tonos y colores capaces de subyugar todas las almas, en fuerza de belleza y armonia. No es, pues, el mundo exclusivo de la Épica este mundo material en que nos agitamos, sino un mundo idealizado por la fantasía y presentido por la intuición, donde tiene su albergue lo divino al lado de lo excepcional y legendario, como no constituyen tampoco su único patrimonio los personajes reales conocidos por el historiador, sino los seres sobrehumanos, nacidos de la exaltación popular. Así Valmiki, en su eterno Ramayana, mezclando lo humano con lo divino, retrata la gigantesca lucha de Vischnú con el rey de los demonios, violador de la esposa de Rama, lucha que, ofreciendo palpitante interés por lo maravilloso de sus incidentes y la galanura del estilo, termina con la derrota y muerte de Ravana y el triunfo definitivo sobre Lanka.

Así también la acción principal del Mahabarata estriba en las guerras de los Kurus y los Pándavas y la encarnación milagrosa de Vischnú en Chrisna.

Pero no solamente en la India presentan estos poemas el carácter de lo extraordinario y sobrenatural: Grecia y Roma, en sus inmortales Iliada y Eneida, obras en muchos puntos inferiores á las anteriormente citadas, donde la exuberante imaginación oriental se exhibe con toda la majestad y esplendor

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