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Vega de Armijo no podía prestarse á consideración alguna de verdadero alcance político.

La ley de asociaciones se ha discutido en la Alta Cámara con el mismo interés y con la misma amplitud que en el Congreso. Contra esta ley, que vendrá á satisfacer una necesidad constitucional, la minoría conservadora ha hecho una campaña enérgica; pero en el fondo de sus discursos, en sus declaraciones capitales, en toda su actitud, ha revelado suspicacia y temor á las prácticas de la libertad. Estas revelaciones no se armonizan bien con otras declaraciones del jefe del partido conservador, en que se mostraba más liberal y más en la corriente de las modernas ideas.

El Sr. León y Castillo, que no estimó totalmente necesario intervenir en la discusión de esta ley en el Congreso, la ha defendido en la Alta Cámara de una manera brillante. Su discurso resumiendo la totalidad del debate, ha sido, como casi todos sus discursos, un notable trabajo de arte y de elocuencia; pero, al mismo tiempo, un estudio luminoso del derecho de asociación, presentándolo y examinándolo en todos sus aspectos y fijando el criterio del partido liberal en el punto culminante de la cuestión: en el de la armonía de los derechos individuales con los derechos superiores de la Nación y con los atributos del poder público.

Ha empezado en el Congreso la discusión del proyecto de ley del Jurado. La comisión, presidida por el distinguido jurisconsulto señor Maura, ha introducido en el proyecto del Gobierno, de acuerdo con el Ministro de Gracia y Justicia, algunas modificaciones que no alteran sustancialmente el pensamiento del Gobierno y que, antes bien, lo simplifican y mejoran.

La minoría conservadora va á librar en esta ley una batalla más ruda y de más estrategia que la que libró en la de asociaciones; con ella conseguirá retrasar algunos días la aprobación de esta importante reforma; pero la ley del Jurado quedará promulgada en esta legislatura.

No tiene explicación lógica la conducta de la minoría conservadora al oponerse con marcado empeño á la institución del Jurado.

Desde el momento en que se planteó el juicio oral y público ante las Audiencias de lo criminal, el juicio por jurados era una necesidad imperiosa de la justicia. El juicio oral y público, tal y como hoy se está practicando, ha podido ser, y lo ha sido sin duda alguna, un ensayo provechoso para el juicio por jurados, porque en él van esbozadas las principales prácticas; pero, convertido en sistema permanente de enjuiciar, pueda dar, y los daría si no se acudiese á tiempo, los más funestos resultados, porque puede conducir á la omnipotencia y á la irresponsabilidad judicia!; omnipotencia é irresponsabilidad que el Estado puede reconocer y acatar en los que, en nombre del interés de la sociedad, van á juzgar á sus conciudadanos, pero que no puede conferir á funcionarios públicos nombrados, con más o menos garantías, por el Poder ejecutivo.

La institución del Jurado no puede defenderse ni atacarse, ni como un progreso, ni como un retroceso en nuestras instituciones jurídicas, sino como una necesidad. El derecho que todo ciudadano tiene á ser juzgado por la sociedad en cuyo seno ha delinquido, crea el deber que todos y cada uno de los ciudadanos tienen de constituirse en jueces para declarar la culpabilidad ó la inocencia del acusado, dejando á los Magistrados la facultad de imponer la pena con arreglo á las leyes que préviamente hayan definido los delitos y hayan marcado la represión ó el castigo de cada uno.

La escuela democrática funda su concepto acerca del Jurado en el derecho que todo ciudadano tiene á intervenir en el poder público; pero, sin desconocer ni negar este principio, las ciencias modernas parten principalmente del derecho de la sociedad y del derecho del delincuente para atribuir á la primera la potestad de declarar la culpa, y al segundo el derecho de ampararse en los veredictos de sus conciudadanos. ¿Quiere esto decir que los fallos de los jurados han de ser la última y más acabada y más perfecta expresión de la justicia humana? ¿Quiere esto decir que los jurados no absolverán alguna vez al culpable ni condenarán alguna vez al inocente? De ningún modo; pero este riesgo se corre de la misma manera con los tribunales de derecho; y, error por error, preferible es soportarlo en los jurados, que representan directamente á la sociedad en cuyo seno se ha cometido el delito, á soportarlo en los Magistrados que, cualesquiera

que sean sus aptitudes, al fin son nombrados y removidos por el Go

bierno.

Dos turnos van consumidos contra la totalidad del dictamen: uno por el Sr. Domínguez (D. Lorenzo), y otro por el Sr. Isasa. En sus discursos, que han sido importantes, por su fondo y por su forma, está expuesta toda la doctrina del partido conservador acerca del Jurado. El dictamen ha sido defendido cumplidamente por dos individuos de la Comisión, por el Sr. Rosell y por el Sr. Díaz Moreu. El Sr. Rosell no tiene ni el fuego ni los recursos de arte del orador parlamentario; pero tiene algo que quizá vale más: porque tiene un gran dominio sobre la palabra; expone con sencillez, razona con método y generaliza con un sentido científico y práctico, más propio de un polemista avezado á estas luchas de la inteligencia y de la palabra que de un Diputado novel. El Sr. Díaz Moreu vuela más: dedicado, desde muy joven, á los estudios jurídicos y á los trabajos del foro, en el que tiene ya un nombre y un lugar distinguido, ha tratado la cuestión de una manera magistral. Su oratoria, que tiene algo de la severidad del jurisconsulto y algo de la viveza y del clarooscuro del político, resulta agradable y persuasiva. Sus puntos de vista, altos cuando se encuentra enfrente de un problema científico, y prácticos y sencillos cuando expone y critica, revelan una gran energía de pensamiento, una ilustración sólida y una gran extensión de sus ideas.

El Sr. Rosell y el Sr. Díaz Moreu han llenado cumplidamente su misión. La mayoría y el Gobierno deben felicitarse y felicitarles por sus discursos.

Se confirma la idea de que el Congreso va á celebrar sesiones de seis horas, para terminar antes del 15 de Junio la discusión del proyecto de ley del Jurado, la del Código penal y los presupuestos de la Península, Cuba y Puerto Rico.

La Comisión de Presupuestos de la Península está examinando los proyectos del Gobierno con gran detenimiento y con patriótico interés. La idea de simplificar algunos servicios, reducir algunos gastos y establecer un presupuesto que en lo posible sea permanente, va ganando terreno en el Parlamento y en el país. Así se explica

el efecto verdaderamente lisonjero que han producido en la prensa las reformas que ha propuesto el Diputado sevillano Sr. Ramos Calderón, reformas que, si en esta legislatura no prosperasen, por ser muchas y porque destruirían casi por completo el plan del Gobierno, quedarán en el Congreso como semilla que acaso en el próximo ejercicio dará sus saludables frutos.

Francisco Calvo Muñoz.

CRÓNICA POLÍTICA EXTERIOR

23 de Abril.

<<Gana poco, pero gana siempre,» dice un proverbio holandés; el mismo que los ingleses tienen puesto en práctica constantemente en todas las esferas de actividad, así de los individuos como del pueblo y del Gobierno; y para no interrumpir esta buena y provechosa costumbre, y habiendo, por otra parte, trascurrido ya mucho tiempo sin que el Reino Unido hubiera verificado ninguna anexión de territorio, se propuso en estos días ocupar la isla de las Tortugas, en el mar de las Antillas, lo cual no se ha consumado, al creer los datos más verídicos, por la oposición enérgica del Gobierno de Haiti, y, sobre todo, por una especie de veto puesto al acto proyectado por el Gobierno norte-americano.

Sin duda que los propósitos de Inglaterra serán aproximarse cuanto pueda y á pie firme al Canal de Panamá, á fin de conquistar las mayores seguridades posibles, y hasta dominio, si de ello hubiera medios humanos, sobre esa futura y grande vía comercial; pero lo probable será que la posición suya en el curso del tiempo sea muy diversa de la que se ha creado y hoy ocupa respecto del Canal de Suez, porque en el continente de América tiene un vigilante y poderoso enemigo.

El intento de ocupar la isla de las Tortugas, una vez que hubié◄

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