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ces que el capricho ideaba en medio de tanta relajación, nosotros podemos llamarnos dichosos, y lo somos en verdad. En la antigua Roma era el capricho razón de Estado, como en la época de María Tudor era razón de Estado el capricho; y así como en la ciudad de los Césares se llevaba á los cristianos al Circo, para servir de comida á las fieras, en la Edad Media la cuestión dogmática conducía á la hoguera y el cadalso á los reformistas, y éstos se desquitaban de sus tristezas, por igual sistema, siempre que tenían ocasión.

Aun cuando sólo fuese por eso, habría que bendecir, amar y defender el progreso. Tiene esta etapa sus errores, sus manchas y sus vicios; pero comparando todo eso con lo que nos ha precedido, nuestras aberraciones son nimias, la misma crueldad un juguete de niños.

Después de estos dos cuadros históricos, el libro del Sr. Blanchet contiene otro cuadro, titulado La Ambición, y en él, con menos severidad que en los anteriores, describe el encumbramiento de Ana Bolena al trono de Inglaterra, para ir luégo al cadalso como Juan Gray.

Y es que la Edad Media es un período de años y siglos tan fecundo en trágicos y trascendentales acontecimientos, que de esa época se extrae, no sólo un fecundo manantial para la novela y el teatro, sino para la historia misma, en cuyos anales recoge los más interesantes episodios guerreros, políticos, religiosos y caballerescos. Después del Cristianismo, el mundo había entrado en un reposo relativo, como si una llanura inmensa separase la historia antigua de la moderna; pero llega la Edad Media y parece como que asume en sí toda la actividad histórica de la humanidad y de los siglos con su importancia.

Este libro prosperará; tiene todas las condiciones que son necesarias para popularizarse: novedad, colorido, descripciones sobrias sin ser escuetas, porque son esenciales, lo que, unido á la fidelidad histórica, cuanto su género lo permite, hacen de él un trabajo muy recomendable.

LA NOVELA DE UN JOVEN POBRE.-La Condesita, por Octavio Feuillet.

El nombre de Feuillet es por demás conocido en España para que precisemos hacer un examen completo, ni aun siquiera ligero análisis de estas dos preciosas novelas, que ha traducido al castellano D. F. Norberto Castilla.

La preocupación de clases está magistralmente trazada en el joven pobre, lo cual hace de la novela trabajo apreciabilísimo, pues aquí en España,

donde tanto se repara aún en esas diferencias, que rayan á veces en absurdas, porque no es el dinero la felicidad, sino un agente poderoso para conseguirla, el pretender que el oro sirva de panacea á todos los sinsabores raya en lo monstruoso. El corazón, si es puro y es bueno, se da, que no se compra, porque el que compra y no conquista antes el corazón de la mujer amada, ó viceversa, resulta que, en vez de la felicidad, lleva á su casa la desdicha, pues aquello que más ambiciona, el amor, eso no lo encontrará nunca, como dice Echegaray en El seno de la muerte.

Y tu ser, tu pensamiento, tu alma, lo que yo más amo, hielo escuriéndome al rostro, se escapa bajo mis labios, diciendo en voz desdeñosa:

no somos para el bastardo.

Esto, punto más, punto menos, es lo que Feuillet sintetiza en su novela. La Condesita, que va unida, es también muy interesante, escrita con esa pulcritud y elegancia proverbiales del autor.

LAS VIRTUDES CRISTIANAS EN LA VIDA MODERNA.-Conferencias predicadas en la iglesia del Carmen en 1885 en la solemne novena de Santa Rita de Casia, por el Dr. D. José Toronfí y Cortés.

Varios periodistas, literatos y hombres científicos han dicho y comprobado que, así como en el foro, la tribuna y el Parlamento abundan profundos y elocuentes oradores, no sucede lo propio en la cátedra del Espíritu

Santo.

No se ha inquirido bien todavía si en esto influye el género especial del estudio del sacerdote ó la atmósfera en que sus discursos giran. El sacerdote no tiene, y eso lo ve todo el mundo, más que muy contadas ocasiones en que desplegar y lucir sus facultades; antes por el contrario, su género de vida, su profesión, su hábito le induce á la meditación reconcentrada y profunda sobre los arcanos de la Teología y los Cánones; el silencio y la meditación es más peculiar y propio en el sacerdote que la locuacidad y la discusión, pues aun en lo dogmático, con respeto de su profesión y su hábito, tiene que ser moderado, conciso y muy prudente.

Con un régimen ó método así, se comprende que la escasez de buenos

oradores sagrados sea notable y visible bajo más de un concepto; por eso la publicación de las Conferencias predicadas en la iglesia del Carmen serán siempre leídas con interés, pues ya las del Padre Félix en París recibieron notable aceptación del público, si bien el Padre Félix tendía en sus oraciones al encumbramiento y perpetuidad del César, fundando toda su moral en el orden material del Imperio, á cuyo amparo florecían y debían florecer las virtudes cívicas y morales de la nación francesa. D. José Toronfí y Cortés no tiene esa misión; sus ideas, su palabra es más ungida y evangélica, metafóricamente considerada, y el público hará bien en dispensar á este libro toda la protección que se merece.

POESÍAS, por Juan Alcover y Maspons.

Están estas poesías escritas con mucho aplomo, es decir, con ausencia de la inspiración febril y galopante con que algunos autores versifican.

Alcover y Maspons, nó; parecénse sus versos á las aguas de un estanque sereno y trasparente, donde lo terso de la superficie copia fielmente cuanto le rodea. No exagera nada, pero tampoco lo omite. Todo en él lleva marcha plácida y serena, como quien desconfía de sus propias fuerzas; pero así y todo gusta, porque sus versos, más parecen un idilio que otra cosa; idilio hemos dicho, y no retiramos la frase, pero idilio tierno y trasparente como los pensamientos de la niña candorosa que está por vez primera enamorada, porque todo en ella revela el secreto de su corazón, y eso sucede con las Poesías de Alcover.

Las sutilezas de pensamiento no se encuentran en él; se ve sólo su alma, y eso es lo mejor de su versificación.

PROPIETARIOS:

JOSE LUIS ALBAREDA.

L. A. RUIZ MARTINEZ

DIRECTOR:

FRANCISCO CALVO MUÑOZ

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