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y la última el canis rábidus ó perro rabioso, perseguido por varios hombres. Es, pues, un ejemplar único.

Al final se insertan los privilegios para el Reino de Aragón y para los países de Brabante y de Flandes.

Este curioso libro pertenece á la edición dedicada al Conde de Melito; tiene la dedicatoria en esta forma:

«Al Ilustrísimo Señor Ruy Gomez de Sylva, Conde de Melito y Camarero mayor del Serenísimo Rey de Ingalaterra, Príncipe y Señor

nuestro:

Siendo nacido en Grecia y sustentado
de los Reyes de Egipto, vine al Latio,
por ser todo el Oriente ya ocupado
de bárbara canalla y fatigado,

sin poderse esperar allí solatio.

Pero adonde pensé yo hallar sosiego,
hallé infernal discordia y gran renzilla;
vilo metido todo á sangre y fuego,
y ansí propuse transferirme luego
al sosegado Reino de Castilla.
Allí pienso bivir y hazer mi assiento
debaxo de la sombra y dulce amparo
del gran Philippo, qual segun yo siento
fue dado al mundo por luz y ornamento,
por dechado Real y espejo claro.
Mas porque no m'atrevo á ir sin guia
un hombre peregrino á tant' Altezą
ni se con que ocasion ni por que vía,
es menester que vuestra señoría
Señor Ruy Gomez use de grandeza.
Y pues por su valor é integridad
adornada de singular prudencia
vino á tener tan grand'authoridad
con la Real y Sacra magestad,

se digne encaminarme á su clementia.
Lo qual si hazeys, Castilla y Portugal
os harán gracias como á Promotor

del que les llena un muy grueso caudal
De quantas cosas crió el celestial

para ilustrar este mundo inferior.>

Dice el Dr. D. Anastasio Chinchilla, en una nota de su Historia de la Medicina española, que visitando un convento de España vió dos ejemplares del Dioscórides, uno de los cuales tenía las figuras de las plantas iluminadas por el mismo Laguna, según constaba en una nota manuscrita y rubricada por el mismo. Advierte el Dr. Chinchilla que no conocían la obra ni su importancia en el referido convento, hasta que llamó la atención acerca de ella.

IV

Propúsose Dioscórides escribir una obra que tratara de las virtudes medicinales de las plantas de una manera exacta y minuciosa, cual no lo había sido en los incompletos y por todo extremo deficientes trabajos de Bitinio y Heráclides. Rectificar errores cuyo origen radicaba en no haber observado las plantas ni podido apreciar sus caracteres, dando como perfectas y aceptables las descripciones inexactas de otros, es un objeto que trata de realizar también en su obra. De igual modo asigna una gran importancia al estado de desarrollo de los vegetales, sitio y país en que crecen, época del año en que se recolectan, caracteres diversos que presentan, según la edad, y otra porción de consideraciones útiles en el estudio de la ciencia.

Laguna hace una anotación en el prefacio, mucho más larga que lo expuesto por Dioscórides en el mismo. Entre varias consideraciones curiosísimas, merece citarse la duda de algunos autores acerca de la época en que escribió Dioscorides la

obra. Algunos suponen, erróneamente, que

fué contemporáneo de Plinio, cuando fué un siglo anterior; pues Dioscorides Anazarbeo, médico llamado el Pecoso, á consecuencia de las huellas virolentas que presentaba su rostro, vivió en tiempo de Cleopatra y Antonio, de quien fué continuo familiar. Plinio, pues, fué posterior á Dioscórides, de quien tomó no pocas ideas, sin embargo de no citarle en sus escritos, cuya omisión explica Laguna porque acaso quisiera aparecer original en muchas ocasiones en que distaba de serlo, ó tal vez porque creyera que las ideas de Dioscórides no eran propias, sino adquiridas en la consulta de otros libros.

En una advertencia al lector en la edición de Valencia del año 1677, se dice que ha ido perdiendo el libro su interés, á consecuencia de haberse borrado las estampas, por lo cual ha hecho abrir otras de nuevo, aunque teniendo que sufragar excesivos gastos. Y también-añade-va corregido conforme al Catálogo nuevo del Santo Oficio y quitadas algunas supersticiones que tenía. Y también me ha movido à ello el ver que esta noble ciudad (Valencia) ha fundado un huerto para que en él se planten toda suerte de yerbas y flores aromáticas para alivio de los estudiantes que habían de ir muchas leguas á buscar el conocimiento de ellas. Yasi te doy, amigo lector, en este libro el compendio de aquel huerto abreviado, & donde no solamente hallarás el conocimiento de ellas, pero las propiedades y virtudes naturales.

Después de recomendarse á la benevolencia del público, se advierte que, por carecer en la imprenta de caracteres griegos, el catedrático de griego de la Universidad de Valencia ha trasformado en letras latinas los nombres griegos que hay en todo el libro.

La censura de Fray Lamberto Novella es muy curiosa, por lo cual la copiamos á continuación:

«El Maestro Fray Lamberto Novella, de la Orden de Predicadores, digo: Que de la Comisión del muy ilustre señor doctor D. Martin Dolz, Presbítero, Canónigo de la Santa Iglesia de Tarazona, Vicario general del Arzobispado de Valencia por el ilustrísimo y reverendisimo Sr. D. Fray Isidoro Aliaga, Arzo

TOMO CXV

6

bispo de dicha ciudad, he leído con cuidado el libro que Pedacio Dioscorides Anazarbeo compuso de la materia medical y delos venenos mortíferos, traducido de lengua griega en la vulgar castellana, ilustrado con anotaciones y glosas, con las figuras de innumerables yerbas por el doctor Andrés de Laguna, Médico de Julio III, Pontífice Máximo, y no he hallado en él cosa alguna contra nuestra Santa Fé Católica, ni contra las. buenas costumbres, y está ya corregido y castigado, conformela nueva corrección del Santo Oficio de la general Inquisición del año 1631, y así juzgo se le puede dar licencia que se pide. para darle á la estampa, por la necesidad que hay de su doctrina y no hallarse en España, siendo tan útil á la Medicina.

>>En Predicadores de Valencia, en 2 de Mayo de 1635.-El M. Fr. Lamberto Novella.>>

Este documento es de interés histórico, porque indica las. vicisitudes por que pasó la publicación de la obra y el aprecio y concepto en que se la tenía en aquella época, pues ciertamente vino á cumplir una misión y llenar una necesidad harto sentida en estos estudios.

Dividese la obra en secciones, que titula libros, y que por orden numérico son hasta scis, habiendo después varios capítulos destinados á las respectivas descripciones de las sustancias de que se ocupa. A cada libro precede un prefacio ó prólogo, donde, tanto Dioscórides como su comentador, exponen las generalidades referentes á los cuerpos que tratan en la sección. Forma en su totalidad un volumen de 617 páginas en folio, sin incluir los índices y tablas colocadas al principio, todo lo cual constituye unas cincuenta páginas de impresión compacta y escasas márgenes (1).

En el libro primero trata de todas las aromáticas medicinas, de los aceites, de los ungüentos, de los árboles, y de los licores, gomas y frutos que dellos nacen. En el segundo, de los animales, de la miel, de la leche y de la enxundia, de las legumbres y de la hortaliza, añadiendo todas las yerbas que son agudas al gusto,

(1) Edición de 1677.-Valencia.

como son los ajos, las cebollas y la mostaza. En el tercero, de las raíces, çumos, yerbas y simientes domésticas y ordinarias à la vida del hombre, como de las medicinales. En el libro cuarto continúa con las demás especies de plantas y raices que restan. El libro quinto lo destina á la descripción de las suertes de vinos y de los minerales, començando de la vid. Por fin, el libro sexto, que, como dice, será el último de nuestra fatiga, trataremos de la facultad y fuerça de los venenos que nos pueden dañar y de los remedios saludables contra ellos.

En todos los tratados interviene igualmente la pluma de Laguna, demostrando extensos conocimientos.

La parte material es bastante aceptable, en atención á la época y al estado del arte tipográfico entonces. Las frases y los giros son castizos y revelan también el siglo en que se escribieron, pues muchas palabras ya son anticuadas y algunas han caído por completo en desuso; de igual modo que la ortografía actual en otras es distinta de la empleada en la obra. Es también de notar que se halla marginada, y, por tanto, resulta fácil de hallar un asunto determinado, por estar con gran profusión expuesta en las márgenes la cuestión de que se trata, cuya costumbre, adoptada por todos ó la mayor parte de los autores antiguos, ha llegado todavía hasta nuestros tiempos en algunos libros, y por cierto es digna de aplauso.

Examinando, en resumen, las varias ediciones del Dioscórides de Laguna, se observa que las más apreciables, bajo el punto de vista bibliográfico, son: la de Amberes, 1555, que es un tomo en folio de 616 páginas y ocho de principios; la de Salamanca, 1563, con el retrato de Laguna grabado en madera, y la de 1570, también de Salamanca, con el retrato grabado de igual modo. Las demás no tienen igual estima, pues en unas ha desaparecido la carta numcupatoria, en otras alguna de las dedicatorias, en otras las licencias otorgadas por el Rey para la impresión del libro, todo lo cual son variantes que desvirtúan algún tanto el valor de la obra en el concepto histórico, que es por el que se desea conocer precisamente.

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