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YR

TASA

'O Hernando de Vallejo, Escribano de Cámara del Rey nuestro señor, de los que residen en su Consejo, doy fe que, habiéndose visto por los señores de él un libro que compuso Miguel de Cervantes Saavedra intitulado Don Quixote de la Mancha, Segunda Parte, que con licencia de Su Majestad fué impreso, le tasaron á cuatro maravedís cada pliego en papel, el cual tiene setenta y tres pliegos, que al dicho respeto suma y monta, doscientos y noventa y dos maravedís : dos maravedís y mandaron que esta tasa se ponga al principio de cada volúmen del dicho libro, para que se sepa y entienda lo que por él se ha de pedir y llevar, sin que se exceda en ello en manera alguna, como consta y parece por el auto y decreto original sobre ello dado, y que queda en mi poder, á que me refiero: y de mandamiento de los dichos señores del Consejo, y de pedimento de la parte del dicho Miguel de Cervantes, dí esta fe en Madrid á veinte y uno dias del mes de Octubre de mil y seiscientos y quince años.

HERNANDO DE VALLEJO.

V

FE DE ERRATAS

I este libro intitulado Segunda Parte de Don Quixote de la Mancha, compuesto por Miguel de Cervantes Saavedra, y no hay en él cosa digna de notar, que no corresponda á su original. Dada en Madrid a veinte y uno de Octubre de 1615. EL LICENCIADO FRANCISCO MURCIA DE LA LLANA.

11. A

I

APROBACION

OR comision y mandado de los señores del Consejo, he hecho ver el libro contenido en este memorial: no contiene cosa contra la fe ni buenas costumbres : antes es libro de mucho entretenimiento lícito, mezclado de mucha filosofía moral. Puédesele dar licencia para imprimirle. En Madrid á cinco de Noviembre de mil seiscientos y quince.

DOCTOR GUTIERRE DE CETINA.

P

APROBACION

OR comision y mandado de los señores del Consejo he visto la Segunda Parte de Don Quixote de la Mancha por Miguel de Cervantes Saavedra. No contiene cosa contra nuestra santa fe católica ni buenas costumbres: antes muchas de honesta recreacion y apacible divertimiento, que los antiguos juzgaron convenientes á sus repúblicas; pues, aun en la severa de los lacedemonios, levantaron estatua á la risa, y los de Tesalia la dedicaron fiestas, como lo dice Pausanias referido de Bosio (lib. 2 De Signis Eccles. cap. 10), alentando ánimos marchitos y espíritus melancólicos, de que se acordó Tulio en el primero De Legibus, y el poeta, diciendo:

Interpone tuis interdum gaudia curis.

Lo cual hace el autor mezclando las veras á las burlas, lo dulce á lo provechoso, y lo moral á lo faceto, disimulando en el cebo del donaire el anzuelo de la reprension, y cumpliendo con el acertado asunto en que pretende la expulsion de los libros de caballerías; pues, con su buena diligencia,

mañosamente alimpiando de su contagiosa dolencia á estos reinos, es obra muy digna de su grande ingenio, honra y lustre de nuestra nacion, admiracion y envidia de las extrañas. Este es mi parecer, salvo, etc. En Madrid á 17 de Marzo de 1615.

EL M. JOSEPH DE VALDIVIELSO.

APROBACION

OR comision del señor Doctor Gutierre de Cetina, Vicario General desta villa de Madrid, Corte de Su Majestad, he visto este libro de la Segunda Parte del Ingenioso Caballero Don Quixote de la Mancha, por Miguel de Cervantes Saavedra, y no hallo en él cosa indigna de un cristiano celo, ni que disuene de la decencia debida á buen exemplo ni virtudes morales: antes bien mucha erudicion y aprovechamiento, así en la continencia de su bien seguido asunto, para extirpar los vanos y mentirosos libros de caballerías, cuyo contagio habia cundido más de lo que fuera justo, como en la lisura del lenguaje castellano, no adulterado con enfadosa y estudiada afectacion (vicio con razon aborrecido de hombres cuerdos). Y en la correccion de vicios, que generalmente toca, ocasionado de sus agudos discursos, guarda con tanta cordura las leyes de reprension cristiana, que aquel que fuere tocado de la enfermedad que pretende curar, en lo dulce y sabroso de sus medicinas gustosamente habrá bebido, cuando menos lo imagine, sin empacho ni asco alguno, lo provechoso de la detestacion de su vicio, con que se hallará (que es lo más difícil de conseguirse) gustoso y reprendido. Ha habido muchos, que por no haber sabido templar, ni mezclar á propósito lo útil con lo dulce, han dado con todo su molesto trabajo en tierra: pues, no pudiendo imitar á Diógenes en lo filósofo y docto, atrevida (por no decir licenciosa y desalumbradamente), le pretenden imitar en lo cínico, entre

gándose á maldicientes, inventando casos que no pasaron para hacer capaz al vicio que tocan de su áspera reprension, y por ventura descubren caminos para seguirle, hasta entonces ignorados, con que vienen á quedar, si no reprensores, á lo menos maestros de él. Hácense odiosos á los bien entendidos: con el pueblo pierden el crédito, si alguno tuvieron, para admitir sus escritos: y los vicios que arrojada é imprudentemente quisieron corregir, en muy peor estado que antes que no todas las postemas á un mismo tiempo estan dispuestas para admitir las recetas ó cauterios. Antes, algunos mucho mejor reciben las blandas y suaves medicinas, con cuya aplicacion el atentado y docto médico consigue el fin de resolverlas: término que muchas veces es mejor, que no el que se alcanza con el rigor del hierro.

Bien diferente han sentido de los escritos de Miguel de Cervantes así nuestra nacion, como las extrañas, pues como á milagro desean ver al autor de libros que, con general aplauso, así por su decoro y decencia, como por la suavidad y blandura de sus discursos, han recibido España, Francia, Italia, Alemania y Flandes. Certifico con verdad que, en veinte y cinco de Febrero deste año de seiscientos y quince, habiendo ido el ilustrísimo señor don Bernardo de Sandoval y Rojas, Cardenal Arzobispo de Toledo, mi señor, á pagar la visita que á su ilustrísima hizo el embajador de Francia, que vino á tratar cosas tocantes á los casamientos de sus Príncipes y los de España, muchos caballeros franceses, de los que vinieron acompañando al embajador, tan corteses como entendidos y amigos de buenas letras, se llegaron á mí y á otros capellanes del Cardenal mi señor, deseosos de saber qué libros de ingenio andaban más válidos, y tocando acaso en este que yo estaba censurando, apenas oyeron el nombre de Miguel de Cervantes, cuando se comenzaron á hacer lenguas, encareciendo la estimacion en que así en Francia, como en los reinos sus confinantes, se tenian sus obras; la Galatea, que algunas de ellos tienen casi de memoria, y la Primera Parte de esta, y las Novelas. Fueron tantos sus encarecimientos, que me ofrecí llevarles que viesen al autor dellas, que estimaron con mil demostraciones

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