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bravos guerreros presentan sus pechos de bronce y ahuyentan de este virtuoso suelo las legiones del tirano, los padres de la patria, que habian sido llamados por el voto general de las provincias, restablecen la Constitucion de la monarquía española, que declarando solemnemente sagrada é inviolable la persona del Rey, afianza mas la corona sobre las reales sienes de V. M., le asegura de las viles asechanzas de argun valido, y puede asi V. M. hacer mas libremente el bien de los pueblos y su pública felicidad.

> Creian los dignos hijos de la madre patria, que no podian. corresponder mejor á la confianza con que los habian honrado las provincias, ni ofrecer á su Rey un obsequio mas agradable, que dar firmeza á un trono vacilante, apoyándole sobre la base de una ley fundamental, que siendo el testamento de nuestros padres y la espresion de la sabiduría, de la justicia y de la voluntad general, cerraba las puertas no menos á la vil lisonja, que á una justa agresion; aseguraba la administracion de la justicia; establecia un sistema justo á la Hacienda pública, y sancionaba el debido respeto, obediencia y veneracion á las leyes y á la autoridad real. Asi pensaban en Cádiz los representantes de la nacion. Yo los ví, Señor, lanzar profundos suspiros á los cielos al acordarse del duro cautiverio de su Rey; yo los ví, como hijos desamparados, derramar lágrimas de dolor y de amargura, y humillados ante los altares del cordero de Dios, pedir que volviese tan tierno padre á los brazos de su numerosa y desconsalada familia: yo los ví, arrebatados de júbilo y alegría, desahogar su oprimido corazon cuando supieron que el Señor se habia dignado oir sus fervorosas oraciones, y que el ángel tutelar de la España habia bajado á despedazar las duras cadenas de la tiranía. Tales eran sus generosos sentimientos, cuando el sórdido interes, la sagaz ambicion, la atroz calumnia y una cruel venganza, despues de haber meditado en la lóbrega mansion del crímen sus detestables maquinaciones, se atrevió á llegar hasta el trono y profanar sacrilegamente el santuario de la magestad. Pero cubramos, Señor, con un velo estos tristes testimonios de la flaqueza humana.

» Llegó, por fin, el dia feliz en que apareciese sobre el horizonte español un astro luminoso que disipara las nubes espesas que habia estendido la intriga y la maleficencia, y se presentara la santa verdad con toda la brillantez que escita en unos la admiracion, el respeto en otros, la confusion en muchos, y el convencimiento en todos La España vuelve dichosamente á ver reunidas las Córtes que hicieron tan gloriosos los reinados de los Alfonsos y Fernandos, y la mas virtuosa de todas las naciones olvida los agravios, perdona las injurias, y solo se ocupa y se complace con el restablecimiento de un gobierno constitucional, en conservar la pureza de la Santa Religion, y en dar testimonios de gratitud y veneracion á su Rey, sentado ya sobre su augusto trono en el Congreso nacional, despues de haber préstado un solemne juramento, con el que se ha hecho mas grande que el hijo de Filipo con la conquista de los reinos del Oriente. ¡Oh Rey magnánimo! Los nobles y leales españoles reconocen los innumerables males de que los habeis salvado con este acto generoso, derrocando el genio del mal que estaba para arrojar la tea de la discordia entre nosotros. Todos esperan que se acabe de sofocar este gérmen venenoso, y que en su lugar tome un asiento eterno la paz y la concordia, desaparezcan para siempre los temores, los sobresaltos y la desconfianza que almas criminales han procurado inspirar continuamente en el corazon del mejor de los Reyes, y todos se miren alrededor del trono con aquella alianza fraternal que asegura el órden, produce la abundancia, mantiene la justicia y conserva la paz. Y yo, órgano fiel de este Congreso y de la grande nacion que representa, permitidme, Señor, que os ofrezca el debido homenaje de su lealtad, y de los nobles sentimientos que le animan.

La misma España, que en todos tiempos ha dado claros testimonios de lealtad y amor á sus reyes, solemnemente os ofrece, que si las virtudes de sus esclarecidos padres fueron siempre el mas firme apoyo del trono y del monarca, sus hijos, que acaban de dar en la guerra mas sangrienta, ejemplos de fidelidad que no conocieron las generaciones pasadas, harán sacrificios dignos de los héroes españoles y de la admiracion de los futuros siglos. »

A este discurso contestó el Rey diciendo: agradezco las espresiones y sentimientos de amor y lealtad, que por el órgano de su presidente me manifiestan las Córtes; y con su cooperacion, espero ver libre y feliz á la nacion que tengo la gloria de gobernar.».

En seguida leyó el discurso siguente :

T

Señores diputados: ha llegado, por fin, el dia, objeto de mis mas ardientes deseos de verme rodeado de los representantes de la heróica y generosa nacion española, y en que un juramento solemne acabe de identificar mis intereses y los de mi familia con los de mis pueblos.

Cuando el esceso de los males promovió la manifestacion clara del voto general de la nacion, oscurecido anteriormente por las circunstancias lamentables que deben borrarse de nuestra memoria, me decidí desde luego á abrazar el sistema apetecido, y á jurar la Constitucion política de la monarquía sancionada por las Córtes generales y estraordinárias en el año de 1812? Entonces recobraron, asi la corona como la nacion, sus derechos legítimos, siendo mi résolucion tanto más espontánea y libre, cuanto mas conforme á mis intereses que à los del pueblo español, cuya felicidad nunca habia dejado de ser el blanco de mis intenciones mas sinceras. De esta suerte, unido indisolublemente mi corazon con el de mis súbditos, que son al mismo tiempo mis hijos, solo me presenta el porvenir imágenes agradables de confianza, amor y prosperidad.

»¡Con cuanta satisfaccion he contemplado el grandioso espectáculo, nunca visto en la historia, de una nacion magnánima que ha sabido pasar de un estado político á otro sin dolencia, sin trastornos, subordinando su entusiasmo á la razon en circunstancias que han cubierto de luto, é inundado de lágrimas á otros paises menos afortunados! La atencion general de España, se halla dirigida ahora sobre las operaciones del Congreso que representa á esta nacion privilegiada. De él aguarda medidas de indulgencia para lo pasado, y de ilustrada firmeza para lo sucesivo, que al mismo tiempo que afiancen la dicha de la generacion actual y de las futuras, hagan desaparecer de la memoria 15

TOMO II.

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los errores de la época precedente, y espera ver multiplicados los ejemplos de justicia, de beneficencia y de generosidad, virtudes que siempre fueron propias de los españoles, que la misma Constitucion recomienda, y que habiendo sido observadas religiosamente durante la efervescencia de los pueblos, deben serlo mas todavía en el Congreso de sus representantes, revestidos del carácter circunspecto y tranquilo de los legisladores. Tiempo es ya de emprender el exámen del estado en que se halla la nacion, y de entregarse á las tareas indispensables para aplicar remedios convenientes á males producidos por causas antiguas, aumentadas por la invasion enemiga que sufrió la Península, y por el sistema estraviado de los tiempos que siguieron.

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Pasaba despues el discurso del Rey á la reseña de esta situacion en los ramos de justicia, hacienda, guerra y negocios diplomáticos. La pintura no era feliz, por mucho que fuese el cuidado del gobierno en suavizar sus tintas. Todo se resentia de los desórdenes anteriores, que no se corrigieron radicalmente durante los seis años de guerra estranjera, y que se habian agravado en los otros seis desde la paz hasta la época en que las Córtes ahora se juntaban. La Hacienda se hallaba en mal estado; el ramo de justicia se organizaba lentamente, entre la pugna que los enemigos del nuevo órden de cosas conservaban viva, con los que se afanaban por ponerlo todo sobre el pie moderno. De las relaciones diplomáticas, hablaremos con particularidad mas adelante.

Concluia el discurso del Rey en estos términos: « asi como pertenece a las Córtes del reino consolidar la felicidad comun por medio de las leyes sabias y justas, y proteger por ellas la religion y los derechos de la corona y de los ciudadanos, asi tambien toca á mi dignidad cuidar de la ejecucion y cumplimiento de las leyes, y señaladamente de la fundamental de la monarquía, centro de la voluntad de los españoles y apoyo de todas sus esperanzas. Esta será la mas grata y la mas constante de mis ocupaciones. Al establecimiento y conservacion entera é inviolable de la Constitucion, consagraré las facultades que la

misma Constitucion señala á la autoridad real, y en ello cifraré mi poder, mi complacencia y mi gloria. Para desempeñar y llevar á cabo tan grande y saludable empresa, despues de implorar humildemente el auxilio y las luces del Autor de todos los bienes, necesito la cooperacion activa y eficaz de las Córtes, de cuyo celo, ilustracion, patriotismo amor á mi persona, debo prometerme que concurrirán con todos los medios necesarios para el logro de tan importantes fines, correspondiendo de esta suerte á la confianza de la heróica nacion que las ha elegido.› Concluida la lectura de este discurso, volvió á levantarse el presidente y dijo:

Señor: la Córtes han oido con singular satisfaccion el sabio discurso en que V. M. ha manifestado sus nobles y generosos sentimientos, y hecho presente el estado de la nacion; dan á V. M. las mas respetuosas gracias por el celo ardiente con que promueve la prosperidad general, y ofrecen á V. M. que cooperarán con sus luces y contribuirán con todos los medios posibles á que se consiga este importante objeto, que es el mismo para que han sido convocadas. »

Con esto terminó la sesion régia. Se levantó el Rey y salió del salon con iguales ceremonias que á su entrada, acompañado por la misma comision que habia salido á recibirle. Reunido con la Reina y demas individuos de la familia real, regresó á palacio cubierto de las aclamaciones y aplausos de la muchedumbre, que se agolpó como antes por todo el tránsito.

Fué aquel dia verdaderamente de fiesta y júbilo para el pueblo madrileño. Se iluminó la capital con profusion y magnificencia; lo mismo se hizo en todos los teatros. Se bailó en el salon del Prado, y duró la diversion hasta el amanecer del dia siguiente.

El 10 cesó en sus funciones la junta consultiva, cuyo celo infatigable en regularizar el rumbo de la administracion, en plantear el régimen constitucional, son dignos de las mayores alabanzas. La historia hará justicia al mérito de su servicio, en la situacion tan crítica que puso en cierto modo en sus manos, las riendas del gobierno. Su alocucion ó despedida del público, es

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