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un documento digno de ella y del asunto grande y patriótico, que, forma su contesto, Quizá nos agradecerá el lector que copiemos, algunos de sus párrafos que nos parecen mas notables...

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Comenzaba así: «Pueblo español! Quien despues de seis años de la lucha mas heróica te vió dejarte vencer del esceso mismo de tu lealtad; renunciar en el entusiasmo de ella á tus mas preciosos derechos; derribar la grande, obra política que se habia levantado con tantos sacrificios; abandonar, en fin, la senda de gloria y de libertad que tan noblemente habias emprendido, esc debió de desesperar para siempre de que un pueblo, contento al parecer con su desgraciada suerte, pudiese salir jamás de la degradacion en que yacia, y restablecer su nombre augusto entre la magestad de las naciones.>

Despues de hablar de la revolucion que acababa de tener lugar, dice:

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A un acontecimiento tan imprevisto.como grandioso, acompañaron circunstancias que le hacian verdaderamente nuevo y, singular, Ninguna violencia, ninguna venganza, sangre ningu na. Los enemigos mismos de la libertad pueden mirar tranqui lamente este espectáculo, y pasear seguros por las plazas y por las calles, gozando de unos derechos que no tuvieron en los dias de su triunfo. Los ilustres proscritos salen de sus prisiones,. vuelven de sus destierros, y dan los primeros el ejemplo y el, consejo de la moderacion y del órden. La Europa atónita contempla este sublime cuadro, y admirada de tantas virtudes, tiembla aun por la España, tiembla aun por la libertad.

Salud y eterna gloria al pueblo generoso, cuya cordura y: virtudes han sabido evitar tamaños escollos; salud y nombre inmortal al virtuoso príncipe, que puesto á su frente ha sabido conducirlo entre peligros sin fin al término de sus deseos. El tiempo ha trascurrido: el órden se ha guardado: las fracciones maléficas se han sepultado en el silencio ó han murmurado á escondidas, y solo se han manifestado al descubierto el nobleamor del bien, y la confianza generosa. Procedísteis, españoles, á elegir vuestros representantes. Ni el poder, ni las riquezas

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ni la intriga, hallaron cabida en vosotros al ejercer el mas im. portante y precioso de vuestros derechos; y tal ha sido vuestro acierto, que al escuchar en la voz pública los nombres de vuestros representantes, la patria creyó recibirlos de las manos de la sabiduria y de la virtud.

En fin: el dia aplazado amanece; las puertas del santuario se abren; los padres del Estado ocupa sus asientos; y á la vis ta y entre los aplausos de un concurso inmenso, el monarca se presenta en toda la pompa de su magestad y esplendor de sus virtudes; y cumpliendo la palabra real que tenia dada á su fiel pueblo, jura á la faz del cielo y de la tierra observar religiosamente el pacto sagrado, en que están consignados los derechos del trono y los de la mas heróica de las naciones..

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¡Oh españoles! Fuerza es que vosotros le auxilieis tambien (al Rey) con vuestra docilidad y vuestra prudencia. Las llagas que han hecho en el Estado tantos siglos de errores, de ignorancia y de arbitrariedad, no pueden cicatrizarse en pocos dias. Los bienes de la libertad, por lo mismo que son inestimables, tienen que granjearse siempre à costa de tiempo y sacrificio No os dejeis, pues, atormentar de la impaciencia, ni oigais la voz seductora de los malignos que os echarán tal vez en cara la lentitud de vuestros progresos. Observad á la naturaleza, que solo perfecciona sus obras á favor de una marcha lenta y magestuosa, Los árboles que hoy se plantan no fructifican mañana, ni la salud y robustez perdida vuelven al cuerpo humano en el instante que se invoca el arte para su remedio, Vuestra enfer medad ha sido dilatada, dolorosa, mortal; y solo á, fuerza de } tiempo y de un régimen constante, podreis alcanzar completamente la salud á que aspirais. Pero ella vendrá, no lo dudeis: que no en vano la imploran los votos de los buenos, ni es elm cielo tan enemigo de los hombres que haya de permtir se conviertan en humo tan hermosas esperanzas.

»Y tú, pueblo de Madrid, pueblo heróico por tantos títulos; tú, que como centro y capital del Estado has contribuido tan eficazmente á nuestra feliz revolucion; tú, que tienes la dicha..

de poseer en tu seno la representacion nacional, tú eres quien debe dar al resto de la monarquía el ejemplo mas eficaz de un alto respeto y una consumada prudencia. Tú le darás, y las demostraciones de adhesion, de amor y de confianza que te ha debido la junta que te habla, no le dejan dudar de tus sentimientos para con el Congreso que tan superiores consideraciones se merece. La junta al manifestarte por última vez la gratitud pura` que te debe de justicia, se congratula gozosa en la fortuna con que has consumado la grande obra que empezaste en los primeros dias de marzo: tu apreciable confianza la asoció entonces á los nobles fines que te propusiste: y si ella en sus trabajos y en los consejos que ha dado á tu amado monarca, ha correspondido á tus deseos y dado cima á la empresa, logra en esta sola satisfaccion la recompensa mas dulce que puede darse á sus desvelos. Madrid 9 de julio de 1820.-Luis de Borbon, cardenal de Scala, arzobispo de Toledo, presidente.-Francisco Ballesteros, vice-presidente.-Manuel Abad y Queipo, obispo electo de Valladolid, de Mechoacan.-Manuel de Lardizabal.Mateo Valdemoro.-Conde de Taboada.-Ignacio de la Pezuela.-Bernardo Borjas y Tarrius.-Francisco Crespo de Tejada. Vicente Sancho, vocal secretario.

Con semejantes alocuciones, con ceremonias tan solemnes como la de la apertura de las Córtes, con efusiones de patriotismo que habian brillado en el discurso del presidente, con el carácter de sinceridad que llevaban al parecer las palabras salidas de los labios del monarca, era imposible que los ánimos dejasen de ensancharse, de abrirse á las mas halagüeñas esperanzas. Pocas nubes, y esas ligeras, empañaban el resplandor de tan hermosos dias. La division de pareceres entre los liberales, habia tomado poco cuerpo, y no se presentaba aun con carácter marcado de discordia. Podemos afirmar, que en la historia de nuestra nacion no se cuenta una época seguida de cuatro meses, marcada con iguales caractéres de regocijo, de entusiasmo y júbilo, aun inclusa la de la guerra de la independencia, comprendiendo en ella los acontecimientos de la isla Galitana. Aquí no habia habido lucha. Las Córtes generales eran el órgano de

las ideas y principios que abrigaban todos los hombres de ciertos sentimientos, de inteligencia algun tanto cultivada. En 1820 se salia de seis años de opresion, en que habia estado en tortura hasta el pensamiento. El mismo Rey, que pasaba por móvil del régimen de la esclavitud, era ahora el que proclamaba tan solemnemente la emancipacion política de España. La contradiccion de las dos ideas, no fatigaba todavia los ánimos de los buenos y honrados liberales.

Las Córtes ordinarias de 1820 y 1821, se componian en su generalidad de hombres distinguidos, llamados á este puesto por su conocido patriotismo. Los habia elegido el deseo del acierto, la sinceridad de sentimientos que predominaba entonces, que buscaba á los buenos, y entre los buenos, á los que parecian los mejores. Habian pertenecido á las Córtes extraordinarias y ordinarias de 1813, el conde de Toreno, D. Diego Muñoz Torrero, D. José María Calatrava, D. Francisco Golfin, Don Ramon Giraldo, D. Joaquin Lorenzo Villanueva, D. Vicente Tomás Traver, D. Antonio Bernabeu, D. Manuel Cepero, D. Fran-. cisco Martinez de la Rosa, D. Antonio Cuartero, D. Nicolás García Page, D. Tomás Isturiz, D. José Manuel Vadillo, D. Jo sé de Espiga Gadea, D. Francisco Rodriguez de Ledesma, Don Francisco Ciscar y otros, cuya mencion seria escusada. Venian tras de ellos algunos, ya de mucha nota entonces, y otros que se hicieron célebres en lo sucesivo. Pondremos entre ellos á Don Alvaro Florez Estrada, conocido por sus muchos escritos, famoso, sobre todo, por una representacion ó manifiesto que habia hecho al Rey hallándose emigrado; produccion que contribuyó en gran manera, á que se difundiesen las buenas ideas en la época de los seis años; á D. Francisco Martinez Marina, autor de la teoría de las Córtés; á D. Eugenio de Tapia, conocido ventajosamente en la literatura; á D. Juan Alvarez Guerra, y D. Antonio Cano Manuel, ministros que habian sido de la Regencia, y á D. Vicente Sancho, que acababa de distinguirse como secretario vocal de la Junta consultiva. Otros muchos se dieron

á conocer con el tiempo ventajosamente. Se contaban entre los diputados los obispos de Mallorca, de Sigüenza y el auxiliar de Madrid: varios eclesiásticos de suma ilustracion, magistrados, literatos, comerciantes, propietarios, militares, entre los que se distinguian los generales Quiroga y Zayas; los brigadieres Palarea, Zorraquin, anchez Salvador, coronel Gutierrez Acuña, etc.

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La misma division que comenzaba á notarse en los liberales con los nombres de exaltados y moderados, se estableció naturalmente dentro del recinto del Congreso. Los antiguos diputados, como hombres de esperiencia, que habian cursado en la escuela de la adversidad, se mostraban mas cuerdos, 6 mas circunspectos ó mas tímidos. Por lo general estaban todos afiliados en el último partido. Pertenecian al primero los nuevos, los que se habian formado, no en diversos principios, sino en muy variadas circunstancias, los que habian luchado en aque Hos años de opresion, y corrido riesgos por el restablecimiento del sistema representativo. Eran miembros muchos de ellos de las logias masónicas, y algunos habian estado implicados en motimientos revolucionarios. Se manifestó, pues, entre unos y otros, aquella rivalidad que es tan natural entre los ya establecidos y los recien Hegados. Alegaban los primeros mas saber, mas esperiencia, prioridad de nombre como propagadores de las nuevas doctrinas, como fundadores del orden de cosas que estaba restaurado. La esperiencia de lo que habián pasado como víctimas de sus opiniones y sus principios, los hacia cautos y precavidos, y sobre todo, propender á la idea de que podia haber sinceridad en las acciones y palabras del monarca. Acostumbrados, sobre todo, á ser en otros tiempos el órgano de la opinion', á llevar là bandera en la línea del progreso, no veian con gusto que hombres nuevos quisiesen no solo marchar á la par de ellos, sino ponérsêles delante, como reformadores mas fogosos. Así son y han sido los hombres en todas ocasiones. El movimiento se convierte en resistencia; y en instinto de refrenar y conservar, jo que era antes energía en la linea de las innovaciones.

"Las primeras sesiones de las Cortes, fueron bastantes frau

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