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Rey la aceptó, y fué declarada ley del reino. El movimiento se estendió á Sicilia, y el ejemplo de Nápoles se imitó en Palermo.

Este acontecimiento tan inesperado, que redundaba en la reputacion y gloria de los españoles por la adopcion de su sistema constitucional, complicó singularmente el estado de las cosas. A unirnos alta y abiertamente con aquel pais, recoconociéndole y tomando parte en sus destinos como nuestro hermano, tal vez hubiera impuesto semejante manifestacion, y propagado el espíritu de emancipacion y de alzamiento. Permaneciendo pasivos ó aislados como nos mostramos, dimos nuevas alas á la política invasora de los enemigos de las instituciones liberales, alarmados con la idea de un contagio. Nápoles estaba mas á mano, sobre todo para el Austria; menos fuerte que nosotros, no era necesario emplear con ella tanta circunspeccion y miramiento. Se podia proceder desde luego sin inconveniente á sofocar la insurreccion antes que se propagase, y el ejemplo que diesen en este pais, debia ser una leccion terrible para el nuestro.

Mientras tanto se notaban ciertos síntomas de reaccion á mano armada, en varios puntos de la Península. Algunas conspiraciones habian abortado, algunos de sus autores estaban presos, y pendientes sus destinos del fallo de los tribunales. Se hablaba de conatos de rebelion, de misiones secretas, de juntas antirevolucionarias. En Galicia se organizó una con el nombre de Apostólica, cuya denominacion indica bastante la clase de elementos de que se componia. Aunque se trasladó á Portugal, no dejó de trabajar con aquel ahinco de que los adeptos de su doctrina tenian dadas tantas pruebas.

El horizonte se iba oscureciendo; se susurraba la mala inteligencia, ó por mejor decir, el disgusto de que los nuevos ministros cran objeto para el Rey, y demas gente de palacio: que se ponia sus personas en ridículo, hasta designarlos con nombres depresisivos. A tenor de esta especie, circulaban otras varias. Probablemente abultaria las cosas la malignidad; tal vez el miedo; mas si lo uno y lo otro no era cierto, parecia al menos muy probable. La ley favorecia á todos igualmente. La de imprenta servia,

lo mismo que á los amigos, á los enemigos de las instituciones liberales. Al abrigo de la Constitucion, se podian hacer muchas cosas que verdaderamente no eran crímenes, pero que tendian á suruina. En esta línea se hallaban varios actos de desobediencia, que si era lícita en otras ocasiones en que se alegan escrúpulos de deber ó de conciencia, entonces eran verdadera rebeldía. Hé aquí lo que entre otras cosas contestaba el obispo de Orihuela, á la órden de que hiciese esplicar en las iglesias y escuelas la Constitucion. No olvidemos que este obispo era Don Simon Lopez, tan célebre en las Córtes extraordinarias por su oposicion á toda clase de reformas.

Entiendo que no debo cargarlos (á los curas) con el nuevo peso de esplicar la Constitucion; pues harto harán, y ojalá que lo cumplan todos, de esplicar el Santo Evangelio del dia, ó alguna otra verdad ó máxima cristiana de los preceptos divinos ó elesiásticos, como les está mandado por los concilios y bulas apostólicas: y por lo tocante á las escuelas de primeras letras, he creado, á mas de las que habia, otras muchas de ambos sexos, dotándolas ó redotándolas mas ó menos, segun mis fuerzas he hecho reimprimir con abundancia los catecismos dogmáticos de Ripalda é histórico de Fleury, repartiendo muchos gratuitamente, é inculcando á los maestros y maestras el esmero de hacerlos decorar á sus discípulos, fomentándolos con premios, y tengo la satisfaccion (aunque no completa y como quisiera) de que no ha sido ni es mi celo inútil en esta parte. Estoy persuadido de cuanto importa que los niños se arraiguen en la doctrina cristiana y el santo temor de Dios, desde los primeros años. .. Como sabe V. E., el que no es buen cristiano, no puede ser buen ciudadano, ni servir para cosa de provecho.

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Si adoptase el método que V. E. me previene, saldrian los niños de las escuelas, instruidos sí en las leyes políticas; mas ignorantes en las cristianas. ¿Y cuándo habian de aprender estas? . ¿Qué seria si se les forzase á que aprendiesen la Constitucion en las escuelas? Sírvase V. E. hacer presente á S. M. estos mis sentimientos, con los que venero y observo su

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decreto, aunque por las razones espuestas, no puedo en conciencia cumplimentarlo. Dios, etc.-El obispo de Orihuela. »

Esta carta, publicada en el Congreso por el Sr. Moreno Guerra, uno de los diputados mas fogosos, hizo la impresion que era natural en hombres ya alarmados con noticias y especies de la misma índole. Verdaderamente, habia muy pocos curas párrocos capaces de esplicar la Constitucion, de un modo que formase la educacion política y moral de los niños confiados á su celo. No tenian, sin duda, esto presente, los que espedian tales órdenes. Mas ¿quién no vé que semejante respuesta era un guante arrojado en aquellas circunstancias críticas?

En 16 de julio, tres dias antes de la lectura de esta carta, hizo el Sr. Solanot una proposicion para que se llevase á efecto el artículo 308 de la Constitucion, por el que se daba á las Córtes la facultad de suspender algunas de las formalidades prescritas para el arresto de los delincuentes. No la formuló en términos espresos, mas la indicó con bastante claridad en la esplicacion que hizo de otras tres proposiciones suyas, reducidas á que se diese un manifiesto á la nacion, presentando las ventajas que del exacto cumplimiento de la Constitucion se seguirian á los pueblos, sobre todo acerca de algunos artículos, objetos de odio para los malévolos; que se exhortase á que los párrocos la leyesen con frecuencia á los feligreses, y el manifiesto se circulase á las justicias, para que contribuyesen por su parte á publicarlo y enterar de otro modo mas particular á los vecinos del pueblo, facilitando á los mas instruidos ejemplares para que los leyesen á otros.

Pareció la indicacion del Sr. Solanot, demasiado séria á algunos diputados. El Sr. conde de Toreno propuso que no se pasase á la discusion de las proposiciones, sin oir antes á los secretarios del despacho. Le apoyaron el Sr. Martinez de la Rosa y otros, haciendo ver los inconvenientes de entrar de ligero en un asunto, para el que se necesitaban datos que solo podian presentarse por el gobierno. Ninguno de los diputados desechó la indicacion, si bien algunos continuaron esponiendo la necesidad de adoptar medidas sérias en vista de los síntomas de reaccion

que en varias provincias se habian observado, sobre todo de la lentitud con que las causas se seguian. Consíntieron, pues, en que no se tratase del asunto, hasta que se presentasen los miembros del gabinete; mas que esto fuese con urgencia. Asi lo determi naron las Cortes, llamando á los ministros para el diá siguiente.

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Se presentaron, en efecto, en la sesion del 20. Despues de leidas las indicaciones y proposiciones del Sr. Solanot, tomó la palabra el ministro de la Gobernacion (Argüelles), de cuyo discurso copiaremos lo que nos parezca mas necesario para da á 'conocer su pensamiento: « Las Córtes, dijo, harán al gobiern la justicia de reconocer la delicadísima posicion en que ha colocado á los secretarios del despacho, la proposicion hecha al Congreso por el laudable celo del Sr. Solanot. El gobierno está siempre dispuesto á satisfacer á las Córtes, en todo lo que pueda tranquilizarlas ó inspirarles confianza. La proposicion examinada atentamente, indica que por su naturaleza debe ser objeto de iniciativa del gobierno. Que esto mismo lo ha reconocido el Congreso, se deduce de la resolucion que se ha servido tomar ayer acerca de lo propuesto por el Sr. Sola not, en lo que ha dado un testimonio de prudencia, no queriendo ni admitirlo á discusion, sin oir antes á los secretarios del despacho. . . . Haber llamado á estos, es una prueba mas de la confianza que han merecido hasta ahora, aunque no sean acreedores á ella. Es casi imposible que el gobierno pueda asegurar á las Córtes de un modo absoluto y positivo, que la nacion, bajo todos aspectos, no se halla en este momento en el caso á que alude la proposicion. . . . El hecho mismo de no haber propuesto el gobierno lo que comprende la proposicion, manifiesta no haber llegado todavía el fatal momento de que habla el artículo 308 de la Constitucion. . . . . Incidentes imprevistos, sucesos inesperados, comunicaciones reservadas, descubren muchas veces tramas y conspiraciones que parecen inverosímiles. . . . . Yo no disimilaré al Congreso, que penetro las razones que pueden haber movido al Sr. Solanot á hacer su proposicion. El gobierno cree que cualesquiera que ellas sean, no llegará felizmente este caso. . . . . Los datos que TOMO I. 17.

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pueda tener para formar, su juicio, son de varias especies: unos por su naturaleza pertenecen á la clase de reservados, de los cuales solo puede hacer uso para dirigirse en la marcha legal y autorizada que ha seguido hasta aquí. Su manifestacion, ademas de ser contraria á todas las reglas conocidas y admitidas en el arte de gobernar, lejos de contribuir al objeto deseado, comprometeria esa misma tranquilidad de ánimo á que todos aspiramos. En este punto, ó el gobierno merece confianza, ó no. Si es acreedor á ella, las Córtes deben descansar en la persuasion de que los secretarios del despacho están íntimamente unidos en inte reses y en riesgos con los señores diputados, y con todos los españoles amantes de su patria. Si en efecto, el gobierno no mereciese confianza, las Córtes conocen sus facultades, y el uso legal que pueden hacer de ellas. Muchas de las ra

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zones en que se ha fundado el gobierno para no usar de la iniciativa que ha anticipado la proposicion del Sr. Solanot, son ciertamente conocidas y de toda publicidad, y yo creeria hacer ofensa á la ilustracion del Congreso, si hiciese mas que Hamar su atencion, indicándolas con toda brevedad, Si las Górtes tienen á bien comparar la diferente situacion en que se ha encontrado el reino el año 14, cuando consejos y sujestiones funestas trastornaron desgraciadamente el órden constitucional, hallarán que entonces el trastorno, provino de una verdadera sorpresa; y por esto la repeticion de estas mismas sugestiones, dado caso que se hayan repetido ó intentado repetir, no han sido capaces de estorbar que llegase el memorable y fausto dia 9 de este mes. Podrá decirse que los que aconsejaron y consumaron aquel trastorno, existen todavía en la nacion y podrán renovar sus empresas y maquinaciones, Mas cualesquiera que estos sean, cualesquiera que sean las clases á que pertenezcan, y de cuya designacion me abstengo, porque mi objeto no es escitar en las Córtes ni pasiones, ni sentimientos de 'indignacion, necesitan un apoyo en la opinion pública. La nacion fué sorprendida en aquella época de desgracias, y arrastrada incautamente hácia su ruina. ¿Qué pueden ofrecerla de nuevo? ¿Qué aliciente, qué prestigio le presentarian para interesarla otra vez en sus proyec

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