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CAPITULO XXVIII.

Situacion de los partidos.-Sociedad de los moderados.-Representaciones contra el ministerio.-Sucesos de Cádiz y Sevilla.-Mensage del Rey á las Córtes con este motivo.—Respuesta de estas.—Dictámen de la comision que nombran. Pliego abierto, pliego cerrado.-Debates á que da lugar.-Se aprueban ambas partes.-Otra representacion de las autoridades de Sevilla. -Nuevos debates en las Cortes.-Movimientos en Valencia, Cartagena, Murcia y otras partes.-Consulta del consejo de Estado.-Exoneracion de los ministros-Restablecimiento de la calma en los puntos disidentes-Breve reseña de las tareas de las Córtes estraordinarias -Ciérranse las Córtes.Recapitulacion.-Política estrangera

Con hombres como los que estaban entonces á la cabeza de la

administracion de España, era inevitable que los disturbios y agitaciones continuasen; que los partidos adquiriesen cada vez mas espíritu de aislamiento, mas animosidad, mas decidida intolerancia. Solo un gobierno fuerte, resuelto á dar á las leyes el vigor de ejecucion posible, con opinion al mismo tiempo de decidido constitucionalismo, de ánimo resuelto á sepultarse en las ruinas de la libertad, hubiese podido inspirar un terror saludable á sus enemigos, confianza á sus apasionados, é introducido alguna armonía en los que, alimentando unos mismos deseos, diferian de opiniones en cuanto al modo de su cumplimiento. Mas los ministros de aquella época, si bien como hombres de probidad estaban al abrigo de la crítica, no inspiraban ninguna confianza por su celo en promover los intereses de la Constitucion, por precaver los peligros que pudiesen envolverla. ¿Qué estraño era que el partido exaltado, desconfiado y

receloso siempre con tantas pruebas y testimonios á la vista, no solo de flojedad y de descuido, sino hasta de cierta connivencia con los enemigos de la Constitucion, se agitase, se acalorase, diese vado á sus resentimientos, y comprometiese á veces el reposo público? Era entonces y es todavía un error ó afectacion de tal, el suponer que á este partido pertenecian solamente hombres de la clase popular, gente valadí y perdida, que buscaba alborotos por instintos feroces, por medrar en los desórdenes, ó con objeto tal vez de comprometer la existencia de la misma libertad, á fuerza de afearla. Tal hacian ó pugnaban por hacer creer los ministros mismos, algunos moderados de poco discernimiento ó sobra de intolerencia, que se obstinaban en que se podia administrar bajo el sistema, con el mismo silencio que en los tiempos del absolutismo. Si al partido del movimiento estaban afiliados hermanos falsos que tendian á comprometerle, es tambien un hecho incontrovertible que se acogian al título de moderados, infinitos que verdaderamente no querian la Constitucion tal cual existia, que aspiraban á un cambio que la pusiese en consonancia con lo que se llamaban adelantos de la época. Este partido cometió entonces una falta; la de formarse en sociedad pública, con reglamentos y estatutos, bajo el título de amigos de la Constitucion, dando á entender que los del partido exaltado no lo eran. Nada podia contribuir mas á fomentar la escision, el encono de los ánimos. Un anillo que los miembros de esta sociedad determinaron llevar en signo de union y de fraternidad, los es puso hasta al ridículo con sus adversarios, que los designaron en adelante con el nombre de anilleros. Entre ellos se conocian algunos que pasaban por serviles; otros, por furiosos ministeriales. A muchos que no pertenecian á ninguno de ambos bandos, pareció la formacion de la sociedad, una falta; el titulo, una mera afectacion; el distintivo, una gran puerilidad.

Los serviles estaban compactos, al menos como gentes de accion; todos iban directamente á un mismo objeto. Disciplinados al parecer, con tantos protectores, con tantos elementos dentro y fuera, cada uno marchaba por la senda que le estaba se

ñalada; unos, al campo; otros, al púlpito; quienes, al confesonario; infinitos eran los hilos que formaban esta trama. Tambien tenia organizadas este partido sociedades secretas, que daban impulso á máquina tan complicada. ¡Tal es la inclinacion del hombre, y sobre todo el instinto, que le hace hallar tantas ventajas en cubrirse con los velos del misterio!

Para seguir el hilo de los acontecimientos, fue la exoneracion de Riego nuevo pábulo al fuego de la discordia, que agitaba á los bandos moderado y exaltado. Iguales demostraciones que en Madrid, tuvieron lugar en varias poblaciones; y con mejor éxito, pues su retrato fue paseado sin obstáculo por parte de la autoridad en Cádiz, Sevilla y otros puntos. El general destituido representó desde Lérida, pidiendo se le formase causa, que pusiese en claro su conducta. De otras partes se hicieron representaciones á las Córtes, pidiendo contra el ministerio.

Fué este feliz en la eleccion del general D. Ricardo de Alava, para reemplazar á Riego en el mando de Aragon. Aunque moderado el nuevo gefe, era hombre conciliador, y de esperiencia; conocia el terreno que pisaba, y se hallaba á la altura de las circunstancias. Su conducta fué menos la de hombre de partido, que de una autoridad cuya benéfica influencia debe estenderse á todas igualmente. Habiendo encontrado los ánimos agitados y en discordia, restableció la calma, y supo inspirar á todos confianza en sus rectas intenciones. Asi no hubo ningun confiicto grave en aquel pais, durante los cinco ó seis meses de su mando.

En Sevilla y Cádiz se vieron otros resultados. Era capitan general de Andalucía D. Manuel Velasco, que pasaba por pertenecer al bando de los exaltados. De igual color era el brigadier Don Manuel Francisco Jáuregui, gobernador de Cádiz. Los dos habian permitido el paseo del retrato de Riego por las calles. El gobierno los depuso. Para la capitanía general nombró al general D. Tomás Moreno, que habia sido ministro de la Guerra; para el gobierno de Cádiz al general D. Francisco Javier Venegas, quien mandando en la Coruña como capitan general de Galicia cuando el alzamiento de 21 de febrero de 1820, fué depuesto y arrestado por entonces. Desde aquella ocurrencia, habia per

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manecido ca situacion pasiva. Echar mano de este gefe para mandar en aquellas circunstancias, parecia un desafio á la opinion, y como tal se consideró en efecto. Hubo un alboroto en Cádiz, y se determinó desobedecer la órden del gobierno. A la cabeza del movimiento se puso el mismo gobernador Jáuregui, que representó al Rey sobre lo desacertado de aquella providencia. El general Venegas noticioso de lo que pasaba, renunció á su nuevo mando. El gobierno le reemplazó con el general baron de Andilla, quien emprendió la marcha para su destino; mas antes de llegar se le presentaron en Jerez de la Frontera varios oficiales, intimándole en nombre del gobernador de Cádiz, que no pasase adelante. El general protestando contra esta violencia, retrocedió en efecto.

El brigadier Jáuregui comunicó á Sevilla el paso que habia dado. Bien pronto esta ciudad imitó su ejemplo, habiéndose tomado la resolucion de no admitir al nuevo capitan general, y al gefe politico que se enviaba en reemplazo de D. Ramon Luis de Escobedo, uno de los adalides del partido del movimiento. Las autoridades de Sevilla representaron al Rey, como lo habian hecho las de Cádiz.

El lance hizo gran ruido en la corte, y tuvo con el tiempo eco en mas de una provincia. Los exaltados aplaudian: en esclamaciones de indignacion contra estas infracciones de las leyes, se desahogan sus contrarios. Que en Cádiz y en Sevilla se hubiese obrado con arreglo á ella, no lo sostenian los primeros, mas en aquella situacion violenta, cuando el gobierno se presentaba tan inclinado á contrariar los sentimientos patrióticos del partido exaltado liberal, les parecia alentable cualquiera sacudimiento que hiciese cambiar de mano las riendas del Estado.

El gobierno llevó á las Córtes este asunto, que era verdaderamente grave. En la sesion del 26 de noviembre se presentaron todos los ministros, y de órden del Rey pusieron en manos del presidente un mensage concebido, como sigue:

a

Con la mayor amargura de mi corazon he sabido las últimas ocurrencias de Cádiz, donde so pretesto de amor á la ConsLitucion se ha hollado esta desconociéndose las facultades que

la misma me concede. He mandado á mis secretarios del despacho, que presenten á las Córtes la noticia de tan desagradable acontecimiento; en la íntima confianza, de que penetradas de él, cooperarán enérgicamente con mi gobierno á que se conserven ilesas, asi como las libertades públicas, las prerogativas de la corona, que son una de sus garantia. Nis deseos son los mismos que los de las Córtes, á saber: la observancia y consolidacion del sistema constitucional; pero las Córtes conocen que tan opuestas son á é! las infracciones que pudieran cometer los ministros contra los derechos de la nacion, como las demasías de los que atentan contra los que la Constitucion asegura al trono. Yo espero que en esta solemne ocasion, las Córtes darán á nuestra patria y á la Europa un nuevo testimonio de la cordura que constantemente las ha distinguido, y que aprovecharán la oportunidad que se les presenta para contribuir á consolidar del modo mas estable la Constitucion de la monarquía, cuyas ventajas no pueden esperimentarse; y aun estarian espuestas á perderse, si no se contienen al nacer los males que comenzamos á sentir.-San Lorenzo 25 de noviembre de 1821.-Fernando..

Hizo este mensage gran sensacion en el Congreso. El ministro de la Guerra esplanó su contenido, entrando en pormenores de las ocurrencias que ya hemos indicado. El Sr. Sancho propuso que se nombrara una comision, para que examinando el mensage, diese su dictámen sobre la conducta que debian. observar las Córtes en aquellas circunstancias. El señor conde de Toreno, que se nombrase otra, para que sin perjuicio de lo que se haria despues, presentase un proyecto de contestacion al mensage de S. M. Despues de un breve debate, ambas proposiciones fueron aprobadas.

He aquí lo que respondieron las Córtes aquel mismo dia:

Señor: las Córtes estraordinarias, al paso que han recibido con el mayor aprecio la nueva prueba de confianza que V. M. se ha dignado darles en su mensage del 25 del corriente, han visto con el mayor pesar el motivo que le produce. No se equivoca V. M. en el concepto que tiene formado de los sentimientos de los representantes de la nacion. Las Córtes, que nunca

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