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su impotente rabia, y tienen que reducirse al mísero ejercicio de envidiar, aborrecer, maquinar y deshonrarse en vano. »

¡De cuántas ilusiones se alimentaban entonces los hombres bien intencionados! Hé aquí otra prueba sacada del fin del mismo discurso.

Sean, pues, las Córtes de 1822 y 23 las que terminen la obra de nuestra prosperidad, y hagan suceder la mas completa bonanza, á la tormenta con que un genio maléfico ha querido últimamente estraviar la nave del Estado. Recibid, señores, y conservad en toda su pureza el sagrado depósito de nuestra Constitucion, y seguros de la gratitud de la presente y las futuras generaciones, tened algun dia la gloria de que sean fruto de vuestros desvelos, la consolidacion de nuestras instituciones, la paz y felicidad de dos mundos!»

y

En 25 de febrero se celebró la última junta preparatoria; y despues de prestado juramento á la Constitucion por todos los diputados allí reunidos, se pasó á la eleccion de presidente, que recayó en el general D. Rafael del Riego. Luego que se organizó la mesa, procediose al nombramiento de la diputacion que debia ir á palacio á comunicar al Rey que las Córtes quedaban instaladas, y pedir la hora en que debia celebrarse la sesion régia.

Tuvo esta lugar el 1.° de marzo, con el aparato, pompa y ceremonias de costumbre. El discurso del trono ofreció pocas cosas dignas de observacion, si esceptuamos el párrafo siguiente:

Nuestras relaciones con las demas potencias presentan el aspecto de una paz duradera, sin recclo de que pueda ser perturbada; y tengo la satifaccion de asegurar á las Córtes, que cuantos rumores se han esparcido en contrario, carecen absolutamente de fundamento, y son propagados por la malignidad, que aspira á sorprender á los incautos, á intimidar á los pusilá nimes, y á abrir de este modo la puerta á la desconfianza y á là discordia..

La contestacion del presidente fué brevisima. Señor, di jo, las dificiles circunstancias que nos rodean; las maquina

ciones repetidas de los enemigos de la libertad; y la resistencia que constantemente se encuentra en todo cambio de cosas, aun de parte de los que no odian las reformas, reclaman imperiosamente el mayor teson y energía, para consolidar el actual sistema político. Para llevar á efecto las mej oras ya ́establecidas, es necesario apartar con mano fuerte los obstáculos que puedan oponérsele.

«Unidos íntimamente á V. M. todos los diputados, se prometen asegurar para siempre el goce de las libertades del pueblo español. Elevando por estos medios á la nacion al grado de prosperidad á que es acreedora, procurarán al mismo tiempo dar nuevo brillo al trono constitucional de V. M., y harán ver al mundo entero que el verdadero poder y grandeza de un monarca, con. siste únicamente en el exacto cumplimiento de las leyes. »

Se abrieron las Córtes con un nuevo ministerio. Con fecha del dia anterior, es decir, el 28 de febrero, se espidió el real decreto por el que, admitiendo el Rey la dimision que los ministros hacian de sus destinos, nombraba para el ministerio de Estado, á D. Francisco Martinez de la Rosa; para el de la Gobernacion de la Península, á D. José María Moscoso de Altamira; para el de Ultramar, á D. Manuel de la Bodega (1); para el de Gracia y Justicia, á D. Nicolás Garelly; para el de Hacienda, á D. Felipe Sierra Pambley; para el de Guerra, á D. Luis Balanzat, Brigadier, y para el de Marina, á D. Jacinto Romarate, tambien Brigadier, que habia sucedido en el mando militar de Cádiz, al de igual clase Sr. Jáuregui.

Entraban, como se vé, en la composicion del nuevo ministerio, cuatro individuos que pertenecieron á las últimas Córtes; hombres ministeriales que habian apoyado todas las administraciones anteriores, y pasaban por adalides del partido moderado. En cuantas ocasiones se habian ofrecido de denunciar los escesos de los exaltados, se mostraron siempre sus opositores y reprobadores mas ardientes. En los mensages dirigidos.

(1) A fos pocos días fué reemplazado por D. Diego Clemenein, ex-diputado.

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contundentes. La sobra de fogosidad, malogró algunos planes de combate; mas la constancia en la hostilidad y un ánimo resuelto á deshacerse de hombres que en su concepto comprometian los destinos de la patria, dieron siempre á su oposicion un aspecto formidable.

En la sesion del 4 so dió cuenta, de que en una secreta habian determinado los diputados, por unanimidad, ceder en beneficio de la nacion la cuarta parte de las dietas que se les habian cedido en la anterior legislatura. El Sr. Canga Argüelles hizo en seguida la proposicion, de que se pasasen á la comision de hacienda todos los datos y documentos conducentes á conocer la naturaleza y estension de los gastos que ocasionaba el Congreso nacional, para que en su vista propusiese á las Córtes las reformas y economías convenientes.

En la misma sesion salió del Congreso, la diputacion que debia entregar al Rey la contestacion á su discurso en la apertura de las Córtes. Copiaremos de este documento los dos párrafos siguientes:

a

Las Córtes se duelen con V. M. de estas disensiones, y emplearán sus conatos en evitar por cuantos medios estuvieren en sus alcances, que tengan lugar de nuevo; para el intento las Córtes cuidarán de remover los multiplicados y poderosos obstáculos que hasta ahora impiden á la nacion disfrutar de las ventajas que la Constitucion debe procurarle, y se esmerarán en ir acordes con la opinion pública, sin la cual no hay confian za, ni seguridad, ni poder. »

«Las Córtes no temen los esfuerzos que para contrarestar tan justo empeño pueden repetir hombres imprudentes, que no conocen el imperio del tiempo y de las cosas; y apoyados en la inmensa fuerza moral que ahora las rodea y robustece, caminarán impávidas por la senda constitucional, dando complemento á la feliz obra de 1812, restablecida en 1820. »

El 6 de marzo se trasladó el Rey con su familia al sitio de Aranjuez, ausencia que á los ojos del público madrileño se presentó como las anteriores, es decir, presagio de alguna nueva tempestad contra las instituciones liberales.

J

En la sesion de aquel mismo dia, comenzó á romperse el fuego entre la oposicion y el ministerio. Se trataba del órden en que habian de leerse las memorias en que cada ministro daba cuenta del estado de su ramo. Opinaban unos que fuese por el de las secretarías, otros que indistintamente. El ministro de la Gobernacion dijo, que no habiendo ley ninguna sobre el particular, los ministros, ateniéndose al reglamento que determinaba la presentacion de estas memorias, respetaban la ley y no la práctica.

Despues de unas observaciones del Sr. Canga Argüelles, leyó su memoria el ministro de Marina, en atencion á que tenia que acompañar al Rey aquella tarde; y concluido el acto, se presentó, suscrita por los Sres. Isturiz, Galiano, Perez de Meca, Zulueta, Salvá, Salyato y otros, la proposicion siguiente: «Pedimos á las Córtes, que manifiesten el alto desagrado con que han visto la conducta del ministro de la Gobernacion de la Península, en la discusion sobre el órden de leer las memorias del ministerio. »

El Sr. Isturiz al apoyarla dijo, que siendo en los gobiernos representativos la tendencia del poder ejecutivo, ampliar sus facultades y dar algun ataque para usurpar terreno, no habia tenido otro motivo para hacer la proposicion, puesto que el asunto de que se trataba, estaba bien marcado en la ley fundamental.

La proposicion no fué admitida á discusion por 60 votos contra 58, y en seguida se aprobó la siguiente del Sr. Alava: que las memorias de los secretarios del despacho se leyesen por el órden con que estos se hallaban designados en la Constitucion, y que si por un acaecimiento imprevisto, no pudiese observarse precisamente este órden, se autorizase al señor presi. dente, para que señalase la memoria que debia leerse. »

Todo el resto de aquella discusion, se resintió de la poca armonía que comenzaba á reinar entre el Congreso y los ministros.

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La admision del Sr. Escovedo, fué cuestion de partido entre mayoría y minoría. En virtud de lo determinado en la sesion del 24 de diciembre del año anterior, estaba pendiente de causa,

por su conducta como gefe político que habia sido de la provincia de Sevilla. La comision proponia que se aprobasen sus poderes; mas se abstenia de dar su opinion, sobre si en la situacion en que se hallaba Escovedo, debia ser ó no admitido en el Con-greso.

A este dictámen se opusieron sus amigos, diciendo que cuando fué nombrado Escovedo, estaba en el goce y ejercicio de sus derechos de ciudadano; y que semejante decision por parte de las Córtes estraordinarias, no envolvia en rigor incompatibilidad, por ser el cargo de diputado de distinta categoría, á la de un empleado del gobierno.

El Sr. Oliver propuso que se declarase por las Córtes, que aprobados los poderes de Escovedo, entrase á jurar, sin perjuicio de lo que determinase el tribunal de Córtes; proposicion que despues de algun debate, fué aprobada en votacion nominal por 76 contra 54.

En la citada sesion se leyó un oficio del ministro de Gracia y Justicia, en que manifestaba que S. M. no habia tenido á bien sancionar la ley de 7 de junio de 1821 sobre señoríos, y la devolvia con la fórmula de vuelva á las Córtes. En seguida leyó desde la tribuna las razones en que se apoyaba dicha providencia, y asimismo un proyecto de ley sobre el propio asunto, que S. M. proponia á las Córtes para que le tomasen en consideracion

Dió márgen esta comunicacion á varias proposiciones, que no produjeron resultado; mas fué visible la sensacion desagradable que hizo en la mayoría del Congreso.

El Sr. Canga propuso en la misma sesion, que con preferen cia y esclusion de toda otra materia que no fuese perentoria, se ocupasen las Córtes de las materias siguientes: 1. El arreglo de la hacienda nacional, al cual estaba unido el de la dotacion del clero: 2. La investigacion de las causas interiores y esteriores de la situacion política de la nacion, y los medios mas convenientes para asegurar la tranquilidad del Estado: 3. El conocimiento radical de la situacion de las provincias ultramarinas, juntamente con las medidas adoptadas por el gobierno sobre es›

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