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mundo. Que los actuales ministros no querian de ningun modo continuar, era constante y positivo. ¿Quiénes iban á ser los sucesores?

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Hé aquí lo que el Ayuntamiento constitucional manifestó al Rey sobre el particular, el dia 9.

Cree el Ayuntamiento, señor, que jamas puede prestar á su Rey mas preciosos servicios, qué el de representarle á tiempo la necesidad de adoptar prontas y enérgicas providencias que salven á la patria para siempre, haciendo cesar los males que la aquejan, de un modo seguro y radical. A tiempo estamos, señor, y acaso lo estamos por la última vez, de remediar el daño...... El primer medio de todos es, que V. M. convenciéndose plenamente de que los verdaderos amantes de su vida y de sú gloria, son los defensores de la ley fundamental que la garantizan, se ponga de buena fé al frente de la causa de la patria, y dé públicos y privados testimonios de que se halla identificada con ella. »

>>Para dar la primera prueba de que V. M. ha abrazado sinceramente esta causa, nada es tan necesario como nombrar en reemplazo de los ministros que han hecho dimision de sus empleos, hombres de conocida ilustracion y notoriamente adictos al sistema, y de una energía y actividad capaces de alentar el euerpo social, exánime y moribundo por la mala fé de muchos, ó la indolencia ó impericia de no pocos. Vuestra corte, señor, ό sea vuestra servidumbre, se compone en el concepto público de constantes conspiradores contra la libertad.»

á

» La permanencia de uno solo de ellos, privaria a V. M. de la confianza de sus leales españoles, y nunca mas que ahora se necesita para la salud del Estado y de V. M. mismo, que vuelva á recobrar esta confianza. No interesa menos, señor, para que se restablezca completamente el sosiego público y renazca la seguridad, el ejemplar y pronto castigo de los malvados y perjùros que han hecho correr la sangre inocente de los que no tenian otro delito, que el de haberse mantenido fieles á sus sagrados juramentos.

>>Un castigo pronto y severo, tal como exigen las leyes para su conservacion; ahorra muchas víctimas, economiza la

TOMO II.

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preciosa sangre española, y evita los horrendos crímines, que son causa de que se derrame. . Desprecie V. M. á los

malvados que intentan alucinar á su real ánimo con tan fanáticas ilusiones, haciéndole temer que existen á la sombra de la libertad proyectos desorganizadores y regicidas, que ningun español abriga ni pudo abrigar jamas. Sea V. M. el primer liberal de la nacion; y en vez de temer, será temido. Sí, señor, temido será V. M. de los malvados, y adorado de todos los hombres de virtudes, únicos acreedores al glorioso título de liberales. No crea V. M. que corresponden á esta clase los disfamadores de sus conciudadanos, los hombres viciosos que abusan de la libertad.

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Ya vé V. M. que poco debe esperar de los que trataron de abrogarse el título de adictos suyos, como si entre los perjuros pudiese hallarse adhesion á otra cosa, que al interés y al egoismo, V. M. mismo ha visto que los defensores de la patria, aun en la embriaguez de la victoria, respetaron como un asilo inviolable y sagrado el recinto del palacio de V. M., á donde se refugiaron los infames agresores del pueblo mas pundonoroso de la tierra. V. M. mismo es testigo de esta verdad. Esté V. M. seguro de que con las medidas que tiene la honra de proponerle el ayuntamiento, y á que le dan derecho á proponer sus incesantes fatigas en estos últimos dias por la conservacion del Rey constitucional, se restablecerá el órden y la tranquilidad.

y el trono de V. M. recobrará el brillo y esplendor que tenia antes que le empañase un déspota del Norte, que enervó las fuerzas de la nacion mas potente, en tiempo de los Fernandos y de los Alfonsos, etc.>

Sobre el nombramiento de los nuevos ministros, hubo bastantes conferencias y consultas. Con fecha del 10 se nombró al Sr. Calatrava Ministro de la Gobernacion de la Península; inas se consideró por todos esta medida como transitoria.

Mientras tanto se mandó formar causa á los batallones que se habian fugado de Madrid el dia 1.o, y se hacian salir de la corte algunos personages de los mas marcados por su desafeccion á las instituciones liberales. La tranquilidad no se alteró aque

llos dias de suspension é incertidumbre. Continuaba el Ayuntamiento Constitucional, como la cabeza de todo, inspirando la confianza general, y mereciéndola por su comportamiento.

Tratándose de las ocurrencias de aquellos dias, no omitiremos una, que hace ver la sinceridad que animaba á los patriótas. El general Riego, en señal de aprecio y estimacion hácia el Ayuntamiento de la capital por su conducta en aquella célebre semana, entregó al procurador síndico del mismo; una medalla con varios emblemas, alusivos á la Constitucion, pidiéndole que la presentase á la corporacion municipal, como una espresion sincera de la amistad y afecto que le merecia por su constante, generoso é inefable celo, en defender las libertades de la patria. El Ayuntamiento le dió las gracias por medio de una arenga, que hizo derramar algunas lágrimas.

En seguida manifestó el general su deseo de hablar á los milicianos nacionales, de quienes fué recibido con aclamaciones y vivas, como tenian de costumbre.

Entre las cosas mas notables de la alocucion del general, les manifestó; que deseando el Rey que no se cantase en adelante la cancion del trágala, que habia originado muchos disgustos y encendido la discordia en los ánimos, habia ofrecido á S. M., que se haria asi; y en esta inteligencia les rogaba, que le ofreciesen á él lo que él habia ofrecido al Rey. Tambien les suplicó que, pues su nombre se habia convertido en un grito de sedicion, que no volviesen á decir viva Riego, y sí viva la Constitucion. Ambas cosas le ofrecieron los milicianos, prorrumpiendo en nuevos vivas. Con este motivo publicó el Ayuntamiento una alocucion, haciendo el mismo encargo.

Al fin resolvió el Rey nombrar para ministro de la Guerra al general Lopez Baños, comandante general del quinto distrito, que comprendia la Navarra y las provincias Vascongadas. Fué el único nombramiento que entonces hizo el Rey, anunciándose que estaba reservada al nuevo ministro de Guerra, la designacion de los que debian ser sus colegas.

El general se presentó en efecto en Madrid á principios de agosto. En la primera ó segunda conferencia que tuvo con el

:

Rey, quedó arreglado definitivamente el nuevo ministerio. Se nombró para el despacho de Estado al autor de este escrito, ayudante general de Estado mayor, que equivalia entonces al empleo de coronel; para el de la Gobernacion de la Península, á D. Francisco Gasco, que habia sido diputado á Córtes en las de 1820 y 21 para el de Ultramar, á D. José Manuel Vadillo, ex-diputado en las mismas Cortes y en las de 1813, ex-gefe. político de la provincia de Jaen: para el de Gracia y Justicia, á D. Felipe Navarro, diputado en las mismas Córtes que el Señor Gasco para el de Hacienda en clase de interino, á D. Mariano Ejea, director de Rentas; y para Marina, á D. Dionisio Capaz, capitan de fragata y ex-diputado en las Córtes de 1813 (1).

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(1) El temor de interrumpir nuestra narracion con notas, método de que no gustamos, nos hizo dejar sin ellas algunos pasages de dos obras que han tocado los mismos puntos históricos que nosotros, y no habiamos visto cuando comenzábamos la nuestra. Hablamos de los apuntes histórico-críticos para escribir la historia de España desde 1820 hasta 1823, por el Sr. marqués de Miraflores, de la Historia de la vida y reinado de Fernando VII de España por autor anónimo. El primero, contrario á la Constitucion de 1812, segun nos dice su biógrafo (el Sr. D. José Quevedo), no podia ser juez imparcial de acontecimien tos que le suministraban pruebas de la necesidad que habia de cambiarla por el sistema de dos cámaras á que aspiraba. Participando del error comun de que las ocurrencias desagradables de aquella época eran consecuencias del espíritu democrático de la Constitucion, natural era que propendiese á ennegrecer los hechos, y á designarles las causas que mas cuadrasen con su idea. Las del autor anónimo, no podemos conocerlas, aunque por ciertos pasages de su obra y por su insistencia en la necesidad de reformas en la Constitucion, podemos inferir que eran sobre poco mas o menos las mismas que las del marqués. Nosotros no hemos pasado por alto la mayor parte de los hechos que refieren los dos historiadores; pero con mas medios de juzgarlos, los hemos indicado diferente orígen, y hecho ver de un modo natural y lógico, que las faltas y los desaciertos, no se hallaban todos en un mismo lado, que la censura debia repartirse entre los hombres que mandaban y sus opositores. Dejamos á la imparcialidad de los que pasen los ojos por los tres escritos, juzgar en cual hay menos pasion, mas deseo de hacer una apreciacion exacta de las cosas y los hombres.

no

El ministerio con cuyo nombramiento hemos terminado este capítulo, podia menos de incurrir en la censura de los dos autores indicados, como compuesto de hombres que profesaban ideas diferentes de las suyas, y pertenecian al partido de la oposicion, ó sea exaltado. La animosidad transpira ya hasta en el modo de referir los nombramientos.... «Benicio Navarro, de una familia iufeliz del Grao, de Gracia y Justicia,» dice el marqués de Miraflores (pág. 156). El difunto

D. Felipe Benicio Navarro, era hijo de un mé lico que ejercia con crédito su profe-' sion en el Grao de Valencia; mas aunque hubiese sido hijo de un mendigo, ¿es en el siglo XIX donde se hacen indicaciones semejantes? ¿De qué familia fueron el Cardenal Cisneros, Sixto V y cien mil otros? «No era posible, dice mas adelante (pag. 157), que el mando de batallon que habia ejercido el Sr. San Miguel, le procurase elementos para dirijir los negocios estrangeros.» San Miguel no era comandante de batallon; mas aunque fuese subteniente, aunque fuese general, ¿qué tiene que ver un inando militar con la direccion de otros mil negocios que le son estraños? Quiso decir el marqués que en un militar no puede haber conocimientos ni aptitud para negocios agenos de su profesion? Hubiese sido un insigne despropósito.... Mas adelante (ib.) hablando del ministro de la Gobernacion de la Península, dice: «ni que el recinto estrecho de un lugar de la Alcarria, suministrase elementos para conducir el régimen del interior de la monarquía.» Esta frase no es muy clara para nosotros; mas la comprendemos por la que antecede. El difunto D Francisco Gasco no era de la Alcarria. Algun mérito deberia tener, cuando le nombró diputado la provincia de Madrid que no enviaba al Congreso mas que tres, y esto cuando se observaba gran circunspecto, y se tenia un vivísimo deseo de acierto en la designacion de estos grandes funcionarios. Fué Gasco secretario de las Córtes, habló varias veces sobre distintos puntos y representó su papel de un modo muy decente. No habia tenido otros principios su antecesor en el ministerio de la Gobernacion de la Península. El mérito relativo de los dos, no podia ser mas que asunto de partido.

Estas indicaciones de cosas tan pequeñas, solo tienen por objeto hacer ver la imparcialidad que se podia esperar de un escritor, que antes de hablar una palabra de las acciones de un nuevo ministerio, le designaba ya de un modo, si no absolutamente depresivo, al menos tan desfavorable. Haremos ver en algunas otras notas, si el marqués fué mas exacto en lo que sigue.

El autor anónimo de la Historia de Fernando dice: «Atribuyóse justa 6 injustamente el rápido ascenso (estraña frase, tratándose de los ministerios de entouces) de San Miguel, al giro dado á la causa de los guardias; porque á fuerza de desenmarañar aquella enredada madeja de finísima seda, pudiera haberse encontrado su principio, y haber sacado á la luz claros y limpios sus sutilísimos hilos.» (lib. 10, pag. 351).

La salvedad de justa ó injustamente, no pone á cubierto la responsabilidad moral de un escritor que estampa tan odiosa acusacion, contra una persona de honor que vive todavía. Solo para indicarla, se necesitaba tener pruebas evidentes de que era justa. Por lo demas, no descenderemos á rebatir una calumnia que se destruye por sí misma. Si tan bueno era para ciertas gentes el giro dado por San Miguel á la causa de los guardias, fué imprudencia haberle separado de ella, y dar así entrada á un nuevo fiscal que pudiese darle otro giro diferente como sucedió en efecto, segun se verá mas adelante.

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