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damentales, concurra á completar la idea de nuestra benéfica, restauracion.

»Las Córtes, señor, se complacen al recibir de V. M. el testimonio de su confianza, y fiadas en la energía del gobierno, y en la íntima y acorde union de todos los amantes de la libertad, auguran con V. M. el término de los males que sufre la patria, mayormente cuando en los sentimientos que acaba de espresar V. M., se anuncian, aquella virtud y firmeza, que no menos de parte de los monarcas que de los cuerpos políticos, son el único y seguro garante de la prosperidad y de la dicha pública.

La posicion del ministerio en aquellas Córtes era singular, como las circunstancias y acontecimientos á que debia su orí gen. La minora se habia convertido en mayoría, cual sucede en semejantes cambios: los antiguos ministeriales, debian de ser de oposicion; mas fué esta templadísima, como de hombres acostumbrados á respetar los pensamientos y providencias de un gobierno. Todos conocian que las circunstancias eran críticas, que en la altura á que habian llegado los negocios, era muy difícil no salirse de las vias ordinarias. Los ministros obraron mas como hombres decididos y comprometidos en la conservacion á toda costa del sistema de la libertad, que como funcionarios atentos esclusivamente á mantenerse en el poder á que no tenian el menor género de apego. Dijeron en el seno de las Córtes la verdad, tal cual la alcanzaban; pidieron los recursos que creyeron necesarios al grande objeto que se proponian; se revistieron de muy pocas formas diplomáticas; se mostraron menos celosos de la iniciativa, en la promocion de ideas y medidas de conservacion recibieron el impulso y le dieron tambien, pues si obraban en perfecta armonía con las Córtes, no se redujeron al papel de ser sus meros instrumentos. La lectura simple de aquellas sesiones, hace ver lo bien que estaba guardado el equilibrio. :

Se acusó posteriormente á aquellos ministros de haber fomentado movimientos populares, escenas tumultuosas, en que tanto se abusaba del llamado celo patriótico; es una de las mil calumnias que no se apoyaron ni podian apoyarse en prueba al

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guna: tambien se dijo que por hacerse populares, propusieron medidas en mengua de las prerogativas de la corona, de que les cumplia ser depositarios fieles. En los diarios de las Córtes, no se encontrará el mas leve fundamento de especie tan falsa, como maliciosamente propalada. Tambien se estampó que aquellas sesiones fueron tumultuosas, celebradas entre la algazara y griteria de la muchedumbre. Precisamente fué la época de discusiones menos borrascosas, por lo mismo que la oposicion era tan débil. Algunas escenas promovieron aplausos de la muchedumbre, por propalarse especies en que era muy dificil resistir á ciertos arranques de entusiasmo. A esto se redujeron, y en ocasiones bastantes raras, los tumultos.

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El gobierno pidió hombres y dinero: pidió medidas escepcionales; y para hablar mas francamente, suspension de algunos artículos de la Constitucion, por parecerle el caso en que se haHaba el pais, particular y estraordinario. De todo espuso con franqueza, los motivos que á pesar suyo le impulsaban. En sesion secreta manifestó el estado de nuestras relaciones estranje ras, y puso de patente lo que habia que temer del próximo congreso de Verona. Todo esto no era muy hábil, segun la opinion vulgar, sobre el modo artificioso y reservado, con que debe presentarse un ministerio. Mas las circunstancias eran estraordinarias; y de toda necesidad, que la mayor franqueza, que la mayor confianza, que sentimientos de fraternidad, si nos es permitido esta espresion, reinasen entre el ministerio y el Congreso.

Que estos se manifestaron desde luego y no se alter aron jamás, aparece claro de todas las sesiones de las Córtes de aquel tiempo. Las primeras se consagraron á la lectura, escritura y aprobacion de muchísimos artículos de las ordenanzas militares, uno de los asuntos para que las Córtes habian sido congregadas. No nos entretendremos en el exámen de un asunto, que incohado entonces, suspendido y vuelto á tratar sucesivamente en varias épocas, aun en el dia que escribimos estas líneas, no ha tenido definitivo resultado.

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En la sesion del 13 de aquel mes propuso la comision de

guerra, que se concediese al gobierno para el ejército permanente un reemplazo de 29,973 hombres, y una remonta de 7,983 caballos, ademas de los 7,983 de los primeros, que habian decretado el 8 de junio anterior; proposicion que fué aprobada despues de cortas discusiones. Ademas de este refuerzo, disponia el gobierno de 20,000 hombres de milicia activa, que para atender á las necesidades de la guerra, habia sacado de sus provincias respectivas. Por los mismos dias discutieron y aprobaron una ley de policía para todo el reino, y otra sobre sociedades patrióticas, que se sujetaban á no poder celebrar sesiones, sin dar doce horas antes aviso al alcalde primero constitucional, ó al gefe superior político donde residiere, del sitio y hora en que se debian verificar las reuniones.

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En la sesion del 12 presentó el ministro de la Gobernacion una memoria, esponiendo las medidas que debian tomarse, en su opinion, para remedio de los males que afligian entonces á la patria. Se reducian estas, en número de diez y nueve, á las siguientes: fijar la suerte del clero: estrañar de sus diócesis á los prelados, curas párrocos y demas eclesiásticos, que con arreglo al artículo 1.° de 29 del último junio, hubiesen sido separados. de sus ministerios: trasladar de una provincia á otra, los empleados ó cesantes que tuviese por conveniente: suspender á propuesta de los gefes políticos á los ayuntamientos, reemplazándolos con individuos que hubiesen sido de ellos en cualquiera de los años anteriores: mandar abrir una visita de los espedientes, de las propuestas hechas por el Consejo de Estado, con facultad de devolver las que no se encontrasen arregladas á lo que prevenian los decretos de las Córtes: para remover y reemplazar en propiedad y personalmente á los jueces militares, y privar de su empleo á todo funcionario público, que se negase á admitir un destino que se le confiriese.

Habia otras de menor importancia, como la de dar un testi monio solemne de gratitud á la heróica Milicia nacional, guarnicion y gefes militares de esta corte que se presentaron á defender las libertades patrias el 7 de julio: formar sociedades patrióticas, reglamentadas de modo que fuesen de pública utilidad,

y se precaviese el estravío de las opiniones: procurar que en los teatros se hiciesen representaciones que inspirasen amor á la moral y al ejercicio de las virtudes cívicas, que condujesen al amor de la patria y de la gloria.

Las Córtes tomaron en consideracion este proyecto. En la şesion del 17 se presentó en la tribuna el Sr. Galiano, y leyó á nombre de la comision, nombrada al efecto, un dictámen, reducido á presentar, con muy poca diferencia, las mismas medidas que el gobierno habia propuesto.

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En la del 20 comenzó su discusion, que fué algo acalorada, por la diversidad de los terrenos, en que los aprobadores y desaprobadores, se movian. A favor de estos, se hallaba el testo de las leyes: al de los primeros, el salus populi: principio grande; espada de dos filos, con que se han hecho tanto bien y tanto mal, segun las circunstancias. Hablándose de la remocion de los eclesiásticos, dijo el Sr. Canga Argüelles: no se sabe cuáles son las opiniones de una gran parte del clero, nacidas de los libros ultra-montanos que está leyendo siempre? ¿Ig. noramos que reconoce un superior, y que se están negando las bulas á eclesiásticos muy dignos? ¿No es pública la especie de cisma que van introduciendo en los pueblos? ¿Olvidaremos que es como un estado dentro de otro, y como si dijésemos un ejército, cuyos generales son los prelados y la Inquisicion su reserva?>

Citamos estas frases, como las primeras de aquellas sesiones que arrancaron aplausos públicos de las galerías. El señor Galiano reclamó el órden: el presidente impuso silencio con voz firme. En general, podemos decir, que eran los diputados aplaudidos los que manifestaban mas desagrado hácia estas manifestaciones, y que muchas veces declaraban que se sentarian, si los espectadores continuaban infringiendo el órden.

Argüelles, hombre de principios, hombre de legalidad, para quien la observancia estricta de la Constitucion era un deber incontrovertible, de que no podian prescindir nunca los legisladores, se manifestó poco favorable á la adopcion de estas medidas, si bien no desconocia las circunstancias estraordinarias que

las provocaba. Tal vez tenia razon; á lo menos apoyaba principios fijos, y en teoría indisputables. Como es nuestro objeto principal presentar á este hombre público en todas las situaciones que puedan dar una idea de sus verdaderos sentimientos, copiaremos algunos trozos del discurso que pronunció contra la cuarta medida, concebida en estos términos: «Se autoriza al gobierno para que pueda trasladar libremente de una provincia á otra á los que gocen sueldo ó pension del Erario, aunque no estén en el ejercicio de sus empleos; y no podrán resistirse de ningun modo á esta traslacion, aunque renuncien su sueldo..

>Los individuos que componen la comision, dijo, me permitirán impugnar esta medida cuarta, como no conforme al deseo que nos anima, y que no es otro que el de dar al gobierno aquella autoridad que ha menester, para promover el bienestar y prosperidad de la nacion. Si yo reconociese que esta medida daba al gobierno la fuerza, el vigor y la seguridad que necesita, y que al mismo tiempo le proporcionaba aquel respeto debido á la autoridad que ejerce, para evitar los obstáculos que se oponená los progresos de nuestra santa causa, me conformaria con ella. Pero estoy convencido de que no solo no le da esta fuerza y energía, sino que le quita una parte de la que en la actualidad tiene. Es muy cierto, señor, que la esperiencia humana ha admitido el principio de que el gobierno haya de ser sostenido por sus agentes, lo mismo en una república, que en una monarquía: todo empleado que está en el ejercicio de sus funciones, debe sostener al gobierno; y si cree que debe hacerle la guerra, la moral y la conveniencia pública, le obligan å renunciar á su destino: los señores de la comision, no me negarán que siem pre se ha seguido este principio: yo he sido su defensor, y en el dia soy víctima por haberle sostenido, pero no me importa...

›El último señor preopinante ha dicho, que libremente no es lo mismo que despoticamente; pero cuando la ley dice, que libremente puede hacerse una cosa, es lo mismo que suprimir los medios legales, con que se deja una ancha puerta á la arbitrariedad: no se ofendan de esto los señores secretarios del despacho nadie mejor que yo reconoce su ilustrácion y patriotismo:"

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