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villa, dejando abastecidos á Jerez, Medina Sidonia y Alcalá ().

No tardó don Sancho en recibir proposiciones de avenencia asi del rey de los Boni-Merines Abu Yussuf, como de Mohammed el de Granada. Pidió consejo á sus ricos-hombres sobre cuál de las dos amistades deberia preferir, y como se dividiesen los pareceres y se decidiera el rey por los que le aconsejaban diese la preferencia á Abu Yussuf, disgustáronse el infante don Juan y su suegro don Lope que habian opinado en favor del de Granada, y desaviniéndose con el rey se retiraron á sus tierras y señoríos, donde tomaron una actitud sospechosa que fué causa y principio de

(1) Mariana lo cuenta enteramente al revés de como pasó. Despues de decir que al rey mas agradaban los prudentes consejos con razon, que los arriscados aunque honrosos, y no todas veces de provecho, lo cuales entera mente opuesto al genio y carácter de Sancho el Bravo, añade: «Asi »contento de fortificar y bastecer » aquella ciudad se tornó á Sevi»lla, sin embargo que los soldados se quejaban porque dejaba ir al »enemigo de entre manos, y con »ansia pedian los dejasen seguille, >>hasta amenazar que si perdian »esta ocasion, no tomarian mas >>las armas para pelear; mas el rey »inclinado á la paz no hacia caso de aquellas palabras.. Mariana, libro XIV., cap. 9.

No sabemos de dónde pudo tomar Mariana esta especie tan en contradiccion con lo que dice la Crónica. Y el rey don Sancho co

»mo era ome de gran corazon, comenzó á porfiar y tenerse con aquellos... que se querian ir á la »batalla... Refiere como se бpusieron el infante don Juan y don Lope, y añade: «Y como quier que el rey les hizo muchas pleytesias »porque fueran con el á aquella »batalla... nunca el infante don Juan y don Lope lo quisieron »consentir, mas antes dijeron que »si se non viniese con ellos, que wellos se vernian. Y desque el rey »vió que los non podía llevar a la batalla... óvose de tornar para »Sevilla.» Crón., cap. 2.

Los historiadores árabes hacen mas justicia á don Sancho que el padre Mariana. «No quiso (Abu »Yacub) aventurar una batalla con »aquella gente tan osada, condu»cida por un rey jóven y belicoso, »lleno de esperanzas y sin género »de temor. » Conde, part. IV., cap. 12.

escisiones fatales. Viéronse entonces el rey de Castilla y el emir de Marruecos en Peñaferrada, donde ajustaron una tregua de tres años, que costó al de Africa dos millones de maravedís, con lo cual se volvieron el uno á sus dominios de allende el mar, el otro á su ciudad de Sevilla, donde á poco tiempo la reina doña María dió á luz un infante (6 de diciembre, 1285), á quien se puso por nombre Fernando, y cuya crianza se encomendó á don Fernan Ponce de Leon, uno de los principales señores del reino, señalándole para ello la ciudad de Zamora. Apenas habia cumplido un mes el príncipe cuando fué llevado á Burgos para ser reconocido en córtes como sucesor y legítimo heredero de los reinos de Leon y de Castilla.

Habian acontecido los sucesos que acabamos de referir durante la famosa invasion de los franceses en Cataluña, el sitio de Gerona, la retirada de Felipe el Atrevido de Francia, su muerte en Perpiñan, y la proclamacion de su hijo Felipe el Hermoso, que era tambien rey de Navarra. Habia muerto igualmente, Pedro el Grande de Aragon, y sucedídole su hijo Alfonso III. Y para que todo estuviera mudado en el principio de 1286, falleció tambien en Africa el rey Abu Yussuf, y fué proclamado como rey de Marruecos su hijo Jussuf Abu Yacub, cuya nueva recibió don Sancho cuando se hallaba ya en Castilla.

Lo primero que procuró el monarca castellano fué ganar la amistad del nuevo rey de Francia Felipe el

Hermoso. Interesábale esto por dos poderosas razones; la primera, por la predileccion que Francia habia mostrado siempre á los infantes de la Cerda, nietos de San Luis, que continuaban en Játiva bajo la custodia del rey de Aragon, mirando á Sancho como un usurpador del trono de Castilla; la segunda, porque atendida la amistad del francés con la córte de Roma, nadie como él podia negociar, si quisiera, la dispensa del papa en el parentesco entre don Sancho y su muger doña María de Molina, sin cuyo requisito podia anularse el matrimonio y declararse ilegítimos los hijos. A aquel intento envió al obispo de Calahorra don Martin, y el abad de Valladolid don Gomez García, con el encargo de felicitar al rey de Francia por su advenimiento al trono, y con la especial mision de apartarle, si podian, de la proteccion á los infantes de la Cerda. Lejos de lograr este objeto, el francés con mucha politica propuso al abad de Valladolid, que pues el matrimonio del de Castilla era ilegítimo, seríale mucho mas conveniente separarse de doña María, y casarse con una de las princesas de Francia, Margarita ó Blanca, hermanas del rey, en cuyo caso él aseguraba impetrar la dispensa de Roma, y abandonar el partido de los de la Cerda. Ofrecíale al abad de Valladolid, si le ayudaba á llevar adelante esta negociacion, obtener para él la mitra arzobispal de Santiago que se hallaba vacante. No se atrevió el abad á proponérselo al rey don Sancho, pero tampoco

rechazó, antes no escuchó de mal oido la proposicion; y por entonces no se hizo mas sino acordar que ambos monarcas se viesen en Bayona, y hablasen y tratasen ellos entre sí. Convinieron los dos reyes en celebrar estas vistas, mas no fiándose acaso demasiado uno de atro, el de Castilla se quedó en San Sebastian, dejando á la reina en Vitoria, y el de Francia no pasó de Mont-de-Marsan. El negocio pues se trató por medio de embajaderes en Bayona. Los de Francia exi. gian como preliminar la separacion de don Sancho de su esposa doña María, para venir á parar en lo del segundo enlace propuesto, de lo cual nada habia dicho al rey el abad de Valladolid. No solamente no accedieron á ello los de España, sino que la noticia de tal pretension causó tanto enojo á don Sancho, que llamó inmediatamente á sus embajadores, y sin querer tratar mas, tomó el camino de Vitoria, donde se hallaba la reina. El abad de Valladolid fué desde entonces objeto de la enemiga y saña de los régios esposos. El rey mandó al arzobispo de Toledo que le tomára cuentas de las rentas reales que administraba: encontráronse cargos graves que hacerle, y murió misteriosamente en una prision .

(1) Llególe mandado al rey dice la Crónica, en como este abad don Gomez García finára en Toledo, y plúgole ende mucho.»-Y aun fué maravilla que buscára un cargo ó motivo legal para perder al desdichado abad, porque la ma

nera rápida y brusca con que solia don Sancho hacer justicia por su propia mano,correspondia bien al sobrenombre de Bravo con que le designa su historia. Como un dia un caballero de Asturias hubiese proferido á su presencia pa

Cabalmente era punto este del matrimonio en que menos que en otro alguno transigia don Sancho. Decia y proclamaba que no habia rey en el mundo mejor casado que él; y si bien apetecia la dispensa de Roma y enviaba para obtenerla gruesas sumas, tambien sostenia con firmeza sus derechos, y a legaba para ello dos razones: la primera, que á otros príncipes, duques y condes habia dispensado el papa en igual grado de parentesco que él, y arriba estaba Dios que le juzgaria; la segunda, que otros reyes de su casa en el mismo grado que él habian casado sin dispensacion, y «salieron ende muy buenos reyes, y muy >> aventurados, y conqueridores contra los enemigos » de la fé, y ensanchadores y aprovechadores de sus >> reinos.>>>

Mas todo el vigor, toda la bravura, toda la energía de carácter que habia desplegado don Sancho; asi en las relaciones esteriores como en los negocios interiores del reino, asi cuando era príncipe como despues de ser rey, desaparecia en tratándose de don

labras que ofendian á uno de sus merinos, tomó el rey un palo á uno de los monteros que con él estaban, y descargóle con tal furia sobre el caballero asturiano, que le derribó casi muerto á sus pies. Asi, dice la Crónica, «escarmentaron en tal manera todos, » que de alli adelante no se atre»vió ninguno á embargar la justicia á los sus merinos.» Cron. de don Sancho el Bravo, cap. 3.

D

Habiendo sabido que doña Blanca de Molina,hermana de la reina, trataba de casar su hija Isabel con el rey de Aragon, mandó encerrar á doña Blanca en el alcázar de Segovia, hasta que pusiese en su poderá su hija, y pudiera él casarla dentro del reino, para que no pasára el señorío de Molina á Aragon. De este modo hacia justicia don Sancho el Bravo. Ibid.

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