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sucesor de Inocencio IV., concediendo indulgencias y otras gracias espirituales á los que tomaran parte en aquella espedicion (1255), quedó tan sin efecto como las cartas pontificias anteriores. Inútil le fué tambien á Alfonso el patrocinio del pontífice Alejandro en la reclamacion que le hizo para que se declarára al príncipe Conradino inhábil para poseer el ducado de Suabia, en atencion á estar en guerra con la Iglesia su tio y su tutor Manfredo, y que se diese aquel ducado al rey de Castilla en razon al derecho que á él tenia por su madre doña Beatriz, hija mayor del emperador Felipe que le habia poseido. Las instancias y esfuerzos del papa no alcanzaron á hacer valer la pretension del monarca de Castilla, y el décimo Alfonso iba teniendo la fatalidad de no ver realizados, por diversas causas y contrariedades, tantos proyectos como abrigaba y tan diferentes aspiraciones como en una parte y otra intentaba realizar (4).

Mostrábale, no obstante, muchas veces risueño rostro la fortuna. Con alegría suya y de todos sus pueblos comenzó el año quinto de su reinado (1256), por el feliz nacimiento del primer hijo varon, el infante don Fernando (llamado de la Cerda, por un largo cabello con que nació en el pecho). A tan justo motivo de regocijo, agregóse el haber desaparecido

(1) Zurita, An. lib. III., c. 54 y 52. Carta de Alejandro IV. en Nápoles, á 2 de las nonas de febre

ro, año 1.o de su pontificado-Raynald, año 1255.- Mondejar, Memor. cap. 34, 32 y 36.

los recelos de rompimiento y de guerra que amenazaban con don Jaime de Aragon, en unas vistas que los dos monarcas celebraron en Soria, y en que se renovaron las alianzas y las amistades que los reyes sus antecesores habian tenido entre sí. Por otra parte, como en este tiempo hubiese vacado el trono imperial de Alemania por muerte del emperador Guillermo, conde de Holanda, en guerra con los frisones, la república de Pisa, teniendo presente el derecho de Alfonso de Castilla al ducado de Suabia, en cuya ilustre familia se habia conservado por espacio de un siglo la corona del imperio, determinó aclamarle emperador, enviando el acta de reconocimiento á Castilla por medio del embajador Bandino Lanza, á quien fué encomendada tan honrosa mision (9). Hallábase todavía el rey en Soria cuando llegó el embajador pisano,

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(4) Es notable este documento asi por su contenido, como por la idea que da de la gran reputacion que por aquellas tierras gozaba el monarca de Castilla. Publicóle Fernando Ughel del archivo de Florencia á donde se trasladó el de Pisa. Empieza así: «En el nombre >>del Padre y del Hijo, y del Es>>píritu Santo. Amen. Porque el Co>>>mun de Pisa, toda Italia, y casi >>todo el mundo os reconoce á vos >>el escelentísimo, invictísimo y >> triunfante señor Alfonso, por la gracia de Dios rey de Castilla, de >>Toledo, de Leon, de Galicia, de >>Sevilla, de Murcia y de Jaen, >> por el mas excelso sobre to>>dos los reyes que son ó fueron

>>nunca en los tiempos dignos de »memoria.... y saben tambien que »amais mas que todos la paz, la verdad, la misericordia y la jus»ticia: y que sois el mas cristiani»simo y fiel de todos.... y sabien»do que vos habeis nacido de la » sangre de los duques de Suabia, »á cuya casa por privilegio de los »príncipes, y por concesion de los »pontifices de la iglesia romana es »notorio pertenece digna y justa»mente el imperio.... etc.» Sigue el acta de reconocimiento y de homenage hecho por el síndico Bandino Lanza á nombre de la república, con espresion de los que fueron testigos y el testimonio del notario.

el cual le hizo alli homenage y reconocimiento á nombre de su república como rey de romanos y emperador de Alemania (marzo, 1256). Admitió don Alfonso la aclamacion y la investidura, si bien no se creyó autorizado para usar el título, sin duda porque la república de Pisa carecia de derecho electivo para el nombramiento de emperadores de Alemania, y aquello no podia considerarse sino como un acto de oficiosa deferencia y una manifestacion de su buen deseo y voluntad en favor del monarca de Castilla (").

Mas no tardó en llegarle la nueva de otra eleccion mas legítima y autorizada. Las largas turbaciones que habian agitado el imperio aleman hacian mirar como conveniente al restablecimiento de la paz que la corona vacante por muerte del emperador Guillermo se diese á un príncipe estrangero. Mas dividiéronse los electores, y los unos nombraron en Francfort (enero, 1257) á Ricardo, conde de Cornualles y hermano del rey Enrique III. de Inglaterra, los otros eligieron algunos meses despues á Alfonso X. de Castilla, descendiente de la ilustre dinastía de la casa de Suabia. Los primeros dieron posesion á Ricardo de Inglaterra, Hlevándole á Aix-la-Chapelle (Aquisgran), poniéndole la corona imperial y sentándole segun costumbre en la célebre silla de Carlo-Magno. Los segundos envia

(4) Pueden verse los docu- por Mondejar en sus Memorias, en mentos relativos á este acto pu- los últimos capitulos del lib. II. blicados por Ughel, y copiados

ron una embajada solemne á Alfonso de Castilla para participarle su eleccion é instarle á que aceptará la dignidad imperial, que el castellano no pudo dejar de admitir. Los electores de Alfonso de Castilla daban por ilegal y por nula la de Ricardo de Inglaterra, asi por haberse hecho en dia no señalado para ello, como por la inhabilidad de alguno de los electores y ser de todos modos el menor número ("), y, principalmente por haber sido una eleccion arrancada por el soborno. En efecto, uno de los cuatro electores, el arzobispo de Maguncia que se hallaba preso por el duque de Brunswick, habia sido rescatado de la prision por Ricardo á precio de ocho mil marcos de plata y á condicion de que le diera su voto. Pero Ricardo tenia en su favor el haber sido coronado y presentado por sus partidarios en varias ciudades de Alemania, entre cuyos príncipes iba derramando á manos Henas el oro. Esto empeñó á Alfonso de Castilla, que fundaba su derecho en la legalidad de su eleccion y en las nulidades de la de su contrario, en una porfiada competencia y en una série de reclamaciones que duraron por espacio de diez y ocho años y que costaron á Castilla caudales inmensos para no recoger fruto alguno de tantos sacrificios.

Uno y otro elegido, Ricardo y Alfonso, procura

(4) Los electores de Ricardo habian sido los arzobispos de Maguncia y de Colonia, y el duque de Baviera, conde palatino: los de

Alfonso fueron el arzobispo de Tréveris, el duque de Sajonia, el marqués de Brandebourg y el rey de Bohemia..

ban ganar á fuerza de oro y atraer á su partido á los príncipes alemanes. Muchos fueron los que se pronunciaron en favor del castellano, el cual, por punto general, señalaba á cada uno de los que se le adherian una renta anual de diez mil libras tornesas. Contaba Alfonso ademas con el apoyo del rey San Luis de Francia, que entre otras razones tenia la de temer el escesivo engrandecimiento y poder de su vecino y rival el de Inglaterra, una vez que su hermano se viese tranquilo poseedor del vasto imperio aleman. El inglés por su parte dióse tal prisa á espender la opulencia con que se habia presentado, que no tardó en ver apurado su caudal, á que se siguió la tibieza y el desvío de los que parecian sus mas decididos parciales, teniendo que volverse á su pais, y «pereciendo su memoria, dice un fragmento histórico aleman, luego que dejó de oirse el sonido de su dinero.» Pero ni dejó de volver á Alemania, ni renunció á su derecho. Faltábale á Alfonso, ademas de la posesion, la confirmacion pontificia, que en vano solicitó de los diferentes papas que en aquel tiempo se sucedieron, gastando en gestiones inútiles en Italia y en Roma lo que no habia acabado de consumir en Alemania. El pontífice Alejando IV. negóse á dar su aprobacion al título de emperador, y aun se manifestó en favor de Ricardo. No sirvió al de Castilla entablar su demenda ante Urbano IV. por medio de embajadores y agentes respetables y autorizados que al efecto envió

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