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aspiraciones de la inquieta y pretenciosa nobleza, y de los esfuerzos de los soberanos para afirmar y robustecer la autoridad real. Este mismo don Sancho, tan bravo con los próceres y magnates castellanos, tan sangriento vengador de los nobles de quienes se convencia que intentaban atropellar sus derechos, cuando se reunian en córtes los procuradores de las ciudades no tenia valor ni para desoir y dejar de enmendar sus quejas y agravios, ni para negarles sus peticiones. No hay sino leer las córtes de Valladolid de 1293. De las veinte y nueve peticiones que en ellas le presentaron, ya sobre satisfaccion de agravios y desmanes de los merinos, ó alcaldes, ú otros oficiales del rey, ya sobre franquicias ó exenciones, ú otros asuntos del gobierno interior de los pueblos, en casi todas hallamos la concesion ú otorgamiento, bajo las usadas fórmulas de: «A esto respondemos que >> tenemos por bien mandar que sea ași guardado.»-> tenemos por bien e mandamos que se guarde asi,>> mandamos á los nuestros merinos de Castilla que lo fagan asi guardar.»

No dado á las letras el rey dou Sancho IV., pocos adelantos podia hacer en este punto durante su reinado la nacion. Haremos no obstante aqui una observacion muy importante sobre el habla castellana. En tres reinados consecutivos se ve fijarse definitivamente en Castilla el idioma vulgar. San Fernando publicaba los documentos oficiales, algunos en castellano, los mas

todavía en latin, y á veces unos mismos, como hemos visto, parte en latin y parte en castellano. Alfonso el Sábio, su hijo, muy versado en el latin, escribia y mandaba escribir todos los documentos públicos sola y esclusivamente en castellano. Su hijo, Sancho el Bravo, no solamente escribia y hacia escribir en la lengua vulgar, sino que ya no sabia otra; Sancho IV. ya no sabia latin, y necesitaba de intérprete cuando los enviados del papa le hablaban en el idioma latino.

Tales eran los principales caractéres del estado social de Castilla en los reinados de Alfonso el Sábio y Sancho el Bravo, que llenaron casi toda la segunda mitad del siglo XIII.

CAPITULO VII.

ESTADO SOCIAL DE ESPAÑA

EN LA ULTIMA MITAD DEL SIGLO XIII.

ARAGON.

De 1253 & 1294.

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1. Segundo período del reinado de don Jaime el Conquistador.-Su generoso comportamiento con los reyes de Navarra, de Castilla y de Francia, y con los moros rebeldes.-Errores de su política interior: causas de ellos.-Luchas entre el rey y la aristocracia.-Exámen de la constitucion política de Aragon.-Pretensiones de los nobles: tendencia del pueblo aragonés á la libertad: indole de sus córtes: conducta del rey.-Don Jaime como protector de las letras y como historiador.-II. Grandeza del reinado de Pedro III.-Hechos heróicos: episodios dramáticos: digno asunto de una epopeya.-Carácter de don Pedro: su profunda política.-Habilidad con que se condujo en la empresa de Sicilia.-Situacion interior del reino: invasion estrangera: pugna entre el monarca, la nobleza y el pueblo: graves conflictos. Serenidad, firmeza, energía y prodigiosa actividad del rey. Vence á los enemigos esteriores, y es vencido por sus vasallos.Progresos de la libertad política de Aragon: ol Privilegio general. -III. Reinado de Alfonso III.-Reconvencion que sufre de los ricoshombres.-Desmedidas exigencias de estos: atrevidas intimaciones al rêy: conducta de Alfonso.-Punto culminante de las libertades aragonesas: humillacion de la corona: juicio crítico del famoso Pri

TOMO VI.

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vilegio de la Union.-Graves cuestiones esteriores: complicaciones en Europa: manejo de Alfonso en ellas: negociaciones diplomáticas: embajadas: congresos europeos: paz general, humillante para Aragon.-Comportamiento de los pontifices con los monarcas aragoneses. Sostienen los sicilianos con heróica constancia los reyes de la dinastía de Aragon.

«En este período que abarca nuestro capítulo (deciamos en el anterior) la vida política de ambos pueblos, Castilla y Aragon, es casi igualmente activa, turbulenta y agitada.» Pero «la magnitud de los pensamientos (añadíamos despues), la grandeza de los sucesos, el interés histórico de España en este período está mas en Aragon que en Castilla.» Y es asi que sorprende y asombra la importancia que este reino destinado á crecer y desarrollarse con rapidez, adquirió en lo interior y en lo esterior, en lo político y en lo material, en el espacio de un siglo. Y es que apenas se sentó en el trono aragonés un príncipe ni flojo en el obrar, ni en capacidad menguado; sucedíanse soberanos de no vulgares prendas, en que era la escepcion la falta de cualidades eminentes, y el pueblo que gobernaban era grande tambien en sus arranques y en sus aspiraciones; de modo que en Aragon se ve simultáneamente en súbditos y monarcas, . aun en sus mismos errores, demasías ó estravíos, cierta grandeza que admira.

I. Don Jaime el Conquistador, abarcando en la larga dominacion de sesenta y tres años los dos reinados casi integros de Fernando el Santo y Alfonso el

Sabio de Castilla, participando del génio bélico del primero, de la ilustracion del segundo, parece haberse sobrevivido á sí mismo para abarcar en su vida dos épocas de la regeneracion española, la que acabó con Fernando y la que comenzó con Alfonso. «Pocos hombres ha habido (dice un escritor de las cosas de Aragon) tan querido por sus contemporáneos y tan encomiado unánimemente por la posteridad como este rey (don Jaime), y es difícil distinguir sus verdaderas cualidades en medio de la aureola de amor y gloria que le circuye. Jamás vieron los guerreros adalid mas bravo, ni las damas mas gentil caballero, ni los caballeros mas dadivoso señor, ni los vasallos rey mas justo y humano (").» Nosotros, que no queremos pecar ni de avaros ni de pródigos de alabanzas para los dominadores de los pueblos, ni tenemos otro afan que el de representarlos tales como los hechos que de ellos conocemos nos los caracterizan y dibujan hemos admirado ya á don Jaime como conquistador (y no hicimos poco en ensalzarle como guerrero sobre San Fernando) le respetamos como monarca, le aplaudimos como caballero, le elogiamos como amante y protector de las letras, mas no le encomiamos tanto como político, y censurámosle como hombre de pasiones.

Hemos visto en verdad pocos conquistadores tan mesurados y prudentes, tan desnudos de ambicion, tan

(4) Cuadrado, Recuerdos y be- pág. 29. ilezas de España, tom. de Aragon,

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