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CAPITULO II.

FIN DEL REINADO DE ALFONSO EL SABIO.

De 1276 & 1284.

Es declarado el infante don Sancho heredero del reino en perjuicio de los infantes de la Cerda.-Fúgase la reina con los infantes á Aragon. -Cruel suplicio del infante don Fadrique.-Funesta espedicion á Algeciras: destruccion de la armada castellana por los moros: desastrosa retirada del ejército.-Amenazas de guerra por parte de Francia: interpónense los pontífices.-Desgraciada campaña contra el rey moro de Granada.-Vistas y tratos de los reyes de Castilla y Aragon en el Campillo.-Córtes de Sevilla.-Desacertadas medidas que en ellas propone don Alfonso: enagénase á su pueblo.-Conjuracion del infante don Sancho contra su padre.—Alianzas de don Sancho: infantes, nobles y pueblo abrazan su partido: es declarado rey en las córtes de Valladolid.-Desherédale su padre y le maldice: excomúlgale el papa.-Apurada situacion de Alfonso X de Castilla: llama en su auxilio á los Beni-Merines de Africa, y empeña su corona.-Guerra entre el padre y el hijo.-Abandonan al infante muchos de sus parciales y se pasan al rey.-Enfermedad de dou Sancho.-Muerte de don Alfonso el Sábio: su testamento.-Cualidades de este monarca: sus obras literarias.

Ajustada la tregua con los africanos, retirado Yakub Abu Yussuf á su imperio, y puestas en buen estado de defensa y seguridad las fronteras, vínose el infante don Sancho á Toledo, donde por medio de don Lope Diaz de Haro, su mas íntimo amigo, solicitó de su

padre le confirmára el título de sucesor y heredero del reino, que ya un gran número de ricos-hombres, caballeros y vasallos le habian reconocido en Villa Real. Era el caso que habia dejado su hermano mayor el infante don Fernando de la Cerdá dos hijos varones, don Alfonso y don Fernando, que por fallecimiento de don Juan Nuñez de Lara á quien su padre al morir los habia encomendado, se criaban en la compañía y bajo la tutela de su abuela la reina doňa Violante. Dudó don Alfonso si podria favorecer al hijo en detrimento de los nietos, que no habia entonces ley establecida en Castilla que determinára y fijára el derecho y órden de sucesion en casos tales, aunque él ya la tenia escrita y consignada en su célebre código de las Partidas; y como quien teme errar y busca el acierto en la resolucion, convocó el consejo para consultarle sobre la proposicion de don Lope. Vacilarón tambien los del consejo, no sabiendo á qué parte se habian de inclinar; solo el infante don Manuel, hermano del rey, se anticipó á manifestar su opinion con el argumento de que cuando la rama mayor de un árbol perece, la que está debajo es la que debe reemplazarla: «é si el mayor que viene del árbol fallece, deve fincar la rama de so él en somo.» fueron sus palabras al decir de la crónica antigua . Sin mas que esto, y contra el mismo órden de suceder que él en sus leyes establecia, se decidió Alfonso en favor de su (4) Chron. de don Alfonso el Sábio, cap. 64.

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hijo segundo; y convocando córtes en Segovia hizo reconocer y jurar en ellas á don Sancho sucesor y heredero del trono de Castilla (1276).

Mas no faltó quien protegiera la causa de los infantes de la Cerda. La reina doña Violante, que los criaba con esmero y les profesaba especial cariño, ya que otra cosa entonces no podia hacer por ellos, y recelosa de que pasára adelante la sinrazon con que se los habia desheredado, procuró por lo menos ponerlos á salvo de cualquier tropelía que contra ellos se intentase, acogiéndose con sus nietos al amparo de su hermano don Pedro III. de Aragon (que por muerte de su padre don Jaime acababa de heredar la corona aragonesa), haciendo el viage con tal sigilo que cuando el rey don Alfonso lo supo ya no la alcanzaron las órdenes que espidió á todos los lugares para que la detuviesen en el camino (1277). Llevó tambien consigo á la madre de los niños, la princesa doña Blanca, hija de San Lnis, y hermana de Felipe el Atrevido, que á la sazon ocupaba el trono de Francia. Conpréndese bien el disgusto y enojo que causaria al rey el viage furtivo de la reina con la princesa y los infantes. Y cómo tal vez sospechára que el infante don Fadrique su hermano era el que la habia movido con su consejo á aquella resolucion, de concierto con don Simon Ruiz, señor de los Cameros, yerno del ínfante, dejándose arrebatar de la cólera mandó á don Sancho que los hiciera prender y los matára. Fiel y pronto TOMO VI.

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ejecutor don Sancho del mandato de su padre, prendíó á los dos, y el señor de los Cameros fué quemado en Logroño, y el infante don Fadrique ahogado de órden del rey en Treviño, donde se hallaba, sin forma de proceso; mancha horrible que con pesar nuestro hallamos en la vida de don Alfonso, sin que nos sea posible justificar la falta de los términos judiciales por mas conviccion que queramos suponer tuviese de la culpabilidad de los dos ilustres justiciados (4).

La princesa doña Blanca por su parte no dejó de quejarse al rey de Francia, su hermano, de la injusticia y agravio hecho á sus hijos, pidiéndole los tomára bajo su proteccion y vengára el ultrage que en ello se hacia á su familia. Felipe III. no fué indiferente á las razones de su hermana, y ademas de procurar reducir al de Castilla á que revocara la declaracion hecha á favor de don Sancho, preparóse á entrar con ejército en Castilla á pedir con las armas el desagravio de sus sobrinos. Impidióselo el papa Juan XI. conminándole con pena de excomunion si llevaba adelante sus proyectos de invasion, y el pontífice Nicolás III. que ocupó á breve tiempo la silla apostólica se interpuso tambien entre ambos soberanos; merced á su in

(1) La Chrónica no dice mas sino porque supo algunas cosas del infante don Fadrique, su hermano....» Pero hay muchas razones para creer que el motivo de aquella terrible ejecucion fué el que hemos indicado, y asi opinan Mondejar, Zurita y otros respeta

bles autores. Lo único que puede atenuar algo la odiosidad de este hecho en un rey legislador es que acaso creyéra necesaria la pronta ejecucion del castigo y la omision de toda forma para evitar los disturbios que amenazaban al reino.

tervencion se evitó un rompimiento que amenazaba envolver en una guerra terrible á los dos reinos.

De esta manera quedó Alfonso de Castilla desembarazado para renovar la guerra contra los moros, espirado que hubo la tregua de dos años establecida con Abu Yussuf. El plan del castellano parecia el mas conveniente; era el de cercar á Algeciras por mar y tierra á fin de que no pudiese recibir de Africa socorro de ningun género, y cortada toda comunicacion y reducida la plaza á la mayor estremidad apoderarse de ella. Aparejóse al efecto una armada formidable: componíase de veinte y cuatro navíos, ochenta galeras y muchos barcos ligeros. Un ejército de tierra se reunió al propio tiempo en Sevilla al mando del infante don Pedro, hijo tercero del rey, cuya vanguardia se confió á don Alfonso Fernandez, llamado el Niño, uno de los hijos ilegítimos del monarca. La bahía y los campos de Algeciras se cubrieron de naves y de tropas de tierra: los moros de la plaza se hallaron circuidos por un cordon casi compacto, y faltándoles pronto los bastimentos y vituallas se vieron en grande apuro y desesperacion. Pero no era mas lisonjera la situacion de los cristianos, asi del campo como de las naves. Apuráronseles tambien las provisiones, y la penuria traia á los soldados de mar y tierra flacos y estenuados. Habíase prolongado el cerco hasta fines ya del estío (1278), y los calores rigurosos de aquel abrasado clima, unidos á la miseria y falta de alimen

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