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su grandissima abtoridad. E aun por cierto de algunas que yo carescia virtudes, vencido de paternal pasion, sin méritos mios me loava; tanto que non solamente á los otros, mas á mí mesmo desçebia entre los que adoptivos me dió loores por otro. Él en el componer en metro me apregonó, non en verdad en lo tal seyendo yo digno, como dixo San Juan, de desatar las correas de su zapato: que todos los materiales que la merçed suya por familiares tenia, es á saber, viva é pronta discrepcion, graçia gratis dada, profunda çiençia, grandeça de estado, que lo bueno façe mejor, eran é son agenos de mí; mas como quiera, señor muy reverendo, que la insuficiencia mia fuesse á mí magnifiesta, la abtoridad suya me la faciendo dubdosa en su vida, dando mas fée á sus grandes loores que á mis muy rudos sentidos, yo me esforçé algunos metros componer, los quales por aquel noble señor mio tanto fueron aprovados, que del todo tiró á mí el velo de la vergüença, sin la qual mitigada la furor del innumerable pesar que por su muerte ove, deliberé façer esta, non aquella dexando passar con silencio en el comienzo é fin de la qual en tantos como yo me ví debates, que podia bien deçir que de todas partes me çercavan angustias: ca en el principio del entrañable é final dolor á la pessada pluma agudos eran estímulos para comenzar; mas la pereça é ignorancia mia grandes me davan sofrenadas, trayendo á mi memoria la mengua de saber, la falta de la gracia, el poco reposo, la malveztad de muchos que solamente entienden non en façer ó emendar, mas en reprehender lo fecho, lo qual aun á los mucho simples es fácil, magüera vituperoso. É lo que mas me atemorava era presentando las ynmensas virtudes de aquel ynsigne varon, desmayándome con su mucha lumbre, como façe la fondura del agua á los nuevos nadadores. Con estos é con otros me amonestava themores que non tan dificil obra emprendiese, en la qual agonia yo conmigo mesmo debatiendo, asaz mal reposado tiempo despendi; mas en fin, muy noble señor, yo me quise antes poner al trabajo del escrivir, é á la publicacion de mis simpleças é á la vergüença de los reprehensores que digo que temia, que á ser tenido por haragan é ingrato. Que segund en la posesion que aquel mi señor, é mi tio, de perpétua recordaçion me dexó, yo non buenamente cuydo que sin cargo escusar me pudiera: pues non penseys que despues de començada é de mediada, que poco me vino arrepentimiento; mas en verdad tanto, que desesperado de la fin, por ynmensas veces la dexé, con presupuesto de non mas la proseguir, ca la longura del camino desmaya á los flacos caminantes. Mas assi por los ya escritos respetos, como por non perder lo trabajado, le puse fin; en el qual aun me quedó algund debate sobre á quien la presentaria, é entre muchos que á mi memoria vinieron, por tres acatamientos á vos, egregio señor, elegí.

El primero porque vos, seyendo en ecclesiástica dignidad constituydo, deveys ser tenido por cabeça en sus subçesores: el segundo por cierta confiança de vuestro profundo saber é pura verdad; el saber para emendar é corregir fartos yerros que fallará, é la virtud para lo reprehender: el tercero é mas principal que soy cierto que todos sus grandes vicios serán cubiertos, leyéndola vos, señor, bien assi como á la mal dolada madera cu

fre la fermosa pintura. Por ende, muy reverendo señor, en conclusion suplico á vuestra paternidad que resçibiéndola con fraternal amor, se faga asi como lo cuydo, es á saber: emendarla en secreto é leerla en público; porque sea digna de aquel mi señor, á cuya cabsa se fizo, á quien Dios faga tanta parte de la gloria eterna, como le fizo de la mundana, é de vos, cuya reverencia é persona valga é prospere quanto ella meresce.

2.

De igual novedad y no menor importancia es el prólogo del Triunfo del Marqués, obra escrita por su secretario Diego de Burgos, quien declara bajo juramento haber tenido la vision, que en dicho Triunfo refiere, por las siguientes palabras: «Estando yo en Burgos al tiempo >>de su pasamiento, una noche antes ó despues ó por ventura á la mes»ma daquel dia, en que el señor de bienaventurada memoria ovo el pri>>mero sentimiento de la enfermedad suya, á mi paresçia en sueños ver »á Vra. Merced cubierto de paños de luto fasta los piés, en la cabeça un >>grand capirote de la mesma manera, firmando vuestra mano en unas car>>las é el preheminente é ynsine título suyo, del qual oy vuestra manifica >>persona es decorada é noblesçida, la qual vision claramente daba á en>>tender á quien á los sueños alguna fée diera, su gloriosa partida.>> Tiene, en consecuencia, por objeto el Triunfo del Marqués cantar su sentido fallecimiento, lo cual ejecuta Diego de Burgos, despues de celebrar en el referido prohemio las nobles prendas, que como guerrero, literato y magnate le caracterizaban, evocando en un largo poema alegórico los filósofos, poelas y guerreros de la antigüedad, quienes dejan la quietud de los sepulcros para llorar la pérdida de don Iñigo. El referido poema, publicado sin el prólogo en el Canc. de Valencia, fol. 82 v., é inserto integro en el de la Bibl. patrim. de S. M., VII, D, 4 (fol. 28), empieza asi: «Comienza el tratado Triunfo del Marqués, á loor é reverencia del ilustre é muy valeroso señor don Iñigo Lopez de Mendoça, primero marqués de Santillana, conde del Real, compuesto por Diego de Burgos, su secretario.>>

Jhus.

Tornado era Febo á ver el tesoro,
que ovo Jason en Colcos ganado:
su carro fulgente de fuego é de oro
al dulce equinoçio ya era llegado.
La luz radiante, de que es alumbrado

el orbe terreno, atanto durava

en nuestro emisferio, que atemorava
la madre de Aleto por punto é por grado.

INVOCACION.

O santas deidades, que distes á todos

poetas sublimes divinos fabores,
por donde pudiesen en diversos modos
de cosas muy altas fablar y menores:
á mí que nin fruto gosté nin las flores
del vuestro don sancto del dulce saber,
tal graçia infundid que muestre fazer
en mí la grandeza de vuestros loores.

Trás esta invocacion describe el tiempo y la hora en que tiene la indicada vision, apareciendo luego en el cuadro por él trazado, los mencionados filósofos y escritores de la antigüedad, cuyas vidas se narran principalmente en la Crónica de los filósofos, que en varios lugares dejamos ya citada. Despues se muestran los guerreros, diciendo cada cual su estrofa, como los filósofos, poetas é historiadores, contándose entre ellos los héroes mas famosos de Castilla y sus mas celebrados ingenios. Veamos como lamentan la muerte del marqués sus deudos y sus amigos, muertos antes de 1458:

FABLA DON ENRIQUE DE VILLENA.

Dévese aver por cierto testigo
quien lo que desea firma por fé,
pues yo del marqués aquesto que digo
de cierta noticia por vista lo sé:

en todas sciencias yo pienso que fué

mas sabio, mas misto é aun mas entero

poeta, orador, marqués cavallero,
lucero de quantos yo ví nin pensé.

FABLA DON ALONSO, OBISPO DE BURGOS.

Las cosas divinas oyó muy alento
con ánimo puro devoto, sincero;
de la religion fué salvo çimiento,
en vida ganando el bien duradero.
Amigo de amigo jamás verdadero,
y mas en los tiempos de nescesidad;
mas nunca fué visto poner amistad
si non do virtud fallasse primero.

fabla don ALONSO, OBISPO DE ÁVILA.

Quando pensava del bien soberano
ó cómo deviesse á él pervenir,
fuyó los cuydados del siglo mundano,
non menos que otros su proprio morir.
Marqués elevado de alto sentir,
almaryo de toda la sancta escriptura,

columna muy pura de nuestra fé pura,
la muerte venció con justo vevir.

FABLA JUAN DE MENA.

Todos los siglos le serán en cargo
por las sus vigilias é grand fructo dellas:
fallarlas an sienpre sin ningun embargo
de moralidad, exentas aquellas.
El antigüedad las fará mas bellas,
puesto que todas las formas desdora;
asientos é syllas ternán desde agora
eternos é fixos, segund las estrellas.

FABLA DON PERO GONZALES DE MENDOÇA.

Deudo y razon me mandan que calle,
verdad me convida, me da que fablar:
teniendo que diga, non quiero loalle,
por tal que sospechas non ayan logar.
Asaz es la gloria que siento en pensar
que yo fuy abuelo del noble marqués,
y no vanamente me pienso que es
atal que non devo ya mas dessear.

FABLA GARCILASO DE LA VEGA.

Ylustre marqués, non fué tu virtud á todos notoria, asy como á mí:

si fiçe algund bien en mi joventud,

á tí den las gracias, de tí lo aprendí.
O quántas veces, señor, yo te vi
en tierra de moros, syrviendo á tu rey,
dispuesto sin dubda morir por la ley!..
Pues tomen exemplo los grandes en tí.

Al folio 44 del códice termina el poema con el siguiente apóstrofe á don Diego Hurtado de Mendoza, primer duque de Infantado:

CONCLUSION AL NUEVO MARQUÉS.

Fijo muy claro del mas noble padre,
que al tiempo de oy conosce la gente,
costumbre es umana que ay á quien ladre
no digo el que sabe, mas quien poco siente.

Si al prynçipe sabio de vida eçelente
non sope nin pude loarle en mas grado,

quien fuerça me fiço, me face escusado:
amor é criança tal yerro consiente.

Consta toda la composicion de 143 octavas, como las ya trascritas, siendo uno de los mas preciosos monumentos literarios del siglo XV, asi por conservarnos curiosos pormenores relativos al ilustre magnate, cuya vida dejamos bosquejada, como por ser tambien una de las imitaciones que en aquel tiempo se hicieron de la Comedieta de Ponça, empleando absolutamente los mismos medios artísticos, escogitados por el marqués de Santillana. Por estas razones y por no haberse reimpreso, que sepamos, desde 1511, en que se incluyó en el Cancionero de Castillo, nos ha parecido oportuno poner aqui los anteriores extractos.

IV.

CÓDICES QUE HAN SERVIDO DE TEXTO.

Colocado al frente de cada una de las composiciones que forman el Cancionero de don Iñigo Lopez de Mendoza, el oportuno artículo bibliográfico, que dá á conocer los MSS. consultados y los folios respectivos en que cada poesia se contiene, conveniente creemos el presentar aqui una breve descripcion de dichos códices, á fin de completar las noticias literarias relativas á las obras de tan ilustre magnate.

Debemos ante todas cosas manifestar que la incorreccion y descuido con que se habian impreso, asi las poéticas como las en prosa dadas anles de ahora á luz, nos han empeñado en un trabajo tanto mas enojoso, cuanto mas dificil era ya restituir á su primitiva pureza pasages ó enteramente corrompidos ó visiblemente alterados por la ignorancia de los editores, que heredaban ó producian el error. Estas adulteraciones, harto frecuentes, nos mostraron la necesidad de acudir á los MSS. coetáneos ó poco posteriores al marqués, aun respecto de las mismas producciones ya conocidas en la república literaria; obteniendo por resultado el esclarecimiento de multitud de lecciones de todo punto absurdas y la vindicacion del mismo poeta, á quien alguna vez pudieron atribuirse los desaciertos, tan inconsideradamente introducidos en sus obras. Ni era tampoco pequeña tarea la de concertar las lecciones de los diferentes códices, que han llegado á nuestros dias, eligiendo las mas propias y adecuadas tanto al estado de la lengua en la época del marqués, como á las ideas por él expresadas y á su especial estilo y diccion, puntos que no podiamos perder de vista, ni como críticos ni como bibliólogos. Esta dificultad,

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