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siguiendo la fórmula de aquel tiempo, juraba en su castillo de Tordehumos, á 5 de diciembre, guardar y hacer guardar la cuenta por él recibida y aprobada por la reina gobernadora, quedando obligado á satisfacer el saldo, que contra sus estados aparecia 56. Mas no solamente se mostraba Iñigo Lopez de Mendoza pagado de la tierna solicitud de su madre: agradecido á los desvelos de doña Mencia de Cisneros, su abuela, la cual sobre haber curado con discreto anhelo de su niñez, habia contribuido con sus bienes á la realizacion del matrimonio, impetraba de la corona y obtenia en aquel mismo año cédula para que las justicias de las Hermandades de Álava satisficiesen á doña Mencia cierta suma de maravedises, con que declaraba haberle ayudado en sus bodas 57. Eran para el jóven señor de Buitrago tanto mas gratas y cumplideras estas obligaciones, cuanto que al dar su mano á la hija del gran maestre de Santiago, no solamente obedecia los preceptos de sus mayores y los consejos de la política, sino que sojuzgado por las gracias y virtudes de doña Catalina, se confesaba afortunado y dichoso, consagrándole los mas puros afectos de su alma. La hermana del mayordomo mayor de la reina gobernadora traíale tambien con estos inextimables tesoros, ersalzados constantemente por la fiel musa de Iñigo Lopez, el señorio de Tamajon, Serracines, el Fresno, Daganzo, Monasterio, Campillo y las Rozas; con todo lo cual crecia su importancia y poderio, recordando la opulencia del almirante don Diego, cuyos estados, presa á su muerte de la codicia de sus deudos, habia defendido con el escudo de su honradez y su constancia la ilustre doña Leonor de la Vega.

Entraba, pues, el nieto de Garcilaso en una vida, donde habia menester usar de toda circunspeccion y energia,

56 Esta escritura fué otorgada ante Juan Fernandez y Pedro Rodriguez, escribanos públicos, y se

conserva en el Arch. de Inf., caj. 8, leg. 8, núm. 3.

57 Id., caj. 10, leg. 3, núm. 6.

para conservar el lustre de su nombre y la herencia de sus abuelos. Los sinsabores experimentados por su madre, durante su infancia, le advertian de que en los tiempos de revueltas no era posible arrimar las armas, sin quedar á merced de los mas osados y ambiciosos; y està triste y costosa enseñanza, adquirida en las vicisitudes que combatieron la nave del Estado en la minoridad de don Juan II, habia de ser de gran precio, luego que este soberano subiera al trono de sus mayores. Fué tenida en aquellos primeros años del siglo XV como la mas eficaz fórmula del derecho la agresion á mano armada; y este vergonzoso abuso que ponia de resalto la relajacion de la moral, la ferocidad de las costumbres y la debilidad y menosprecio de la corona, obligaba al fuerte, para no dejar de serlo, á rechazar la fuerza con la fuerza, poniendo la república en lamentable anarquia. La autoridad del infante don Fernando y el prestigio de doña Catalina pudieron contener en algunos momentos aquellos irreverentes desmanes; mas anublado el horizonte de la política con la muerte de ambos (1416 y 1418), surgieron nuevos bullicios y trastornos, dando ocasion, como ya queda indicado, al desenfreno de las pasiones, que conturbaron el suelo de Castilla durante los reinados de don Juan y don Enrique.

Hasta este instante solo se ha podido juzgar de las altas prendas de doña Leonor de la Vega, madre digna de toda alabanza, á quien ayudan y fortalecen los consejos de doña Mencia de Cisneros, condenada como ella por historiadores y biógrafos al mas profundo olvido, si ya no las han despojado del legítimo galardon, que les corresponde por haber aspirado á formar con su ejemplo y sus virtudes el hombre ilustre, que llena con su gloria los anales de su esclarecida familia 58. Mas si en los primeros años de su vida

58 Fernando de Pulgar decia en sus Claros Varones (tit. IV), hablando del marqués de Santillana:

«Muertos el Almirante su padre y >>doña Leonor de la Vega su madre, »é quedando bien pequeño de edad,

:

le hemos visto cobijado bajo el manto de tan noble señora, cuya incansable vigilancia ha de brillar mas tarde en defensa de sus propios estados, llamado á ejercer en los negocios públicos no escasa influencia, desde que se mues

>>le fueron ocupadas las Asturias de >>>Santillana é gran parte de los otros >>bienes: é cómo fué en edad que >>conosció ser defraudado en su pa>>trimonio, la necessidad que des>>pierta el buen entendimiento é el >>corazon grande que non dexa caer »sus cosas, le fiçieron poner tal di>>ligencia, que veces por justicia, ve»çes por armas, recobró todos sus >>bienes.» La autoridad de Pulgar, seguida por Gonzalo Fernandez de Oviedo, quien asienta que le faltaron sus padres, siendo muy moço (Bat. y Quin., Bat. I, diál. 8), ha decidido constantemente á historiadores críticos y genealogistas, los cuales, sin mas apelacion, entierran á doña Leonor de la Vega con el almirante, y dan por tutora de Iñigo y sus hermanos á doña Juana de Mendoza, su tia, muger de don Alonso Enriquez. Sanchez escribia con este propósito: «Doña Juana de >>Mendoza, tia de Iñigo, hermana »>de su padre, que vivia en Rioseco, »se pasó á Guadalajara con su ma>>rido don Alonso Enriquez, para >> cuidar de la crianza de sus tres >>sobrinos y ser tutora de ellos» (Colec. de poes. ant., t. I, pág. II). No puede darse mayor inexactitud, la cual provine sin duda de la seguridad con que habia asentado esto mismo Alonso Nuñez de Castro en su Historia de Guadalajara (párr. III, pág. 139). Mas como va probado en el texto y notas anteriores con gran número de documentos, no solo no

murió doña Leonor, cuando Pulgar supone, y se ha creido hasta ahora, sino que la gloria de haber defendido, restaurado y conservado la herencia del almirante don Diego hasta 1416, en que la entrega á su hijo, es esencialmente de ella; no siendo los sinsabores que la asaltaron hasta verle en su posesion, los únicos que le hubieron de costar, asi el deber de guardar aquel depósito, como la tierna solicitud de madre. Peregrino es por cierto el que cuando tanto abundan los testimonios que enaltecen las virtudes de esta rica-hembra de Castilla, se haya procedido con tan poca circunspeccion o abandono, dando lugar á la invencion de tales fábulas. Sin duda de aqui debió sacarse la que en un raro MS., que posee el Sr. don Pedro José Pidal, con el título de Cuentos y dichos de diversos autores, se refiere sobre Iñigo Lopez de Mendoza: «El cardenal don Pedro Gon»zalez de Mendoza, arzobispo de >>Toledo (escribe), no supo decir >>palabra mala: era hijo del marqués »>de Santillana, el que hizo los Pro»verbios, hombre sabio; el cual >>vino mancebo de las montañas >>con dos lebreles y en piernas, y >>halló al rey en el palacio de Sego»via cazando, y dióle los lebreles; y >>sucedió que le hizo su camarero, »>y él se dió tan buena maña que »dejó á un hijo suyo el marquesado »>de Santillana, y á otro el condado >>de Coruña, y á otro el condado de

tra al frente de su casa, apenas encontraremos en adelante un hecho digno de memoria, en que su nombre. no intervenga, ora con sus riquezas y vasallos, ora con su espada y su pluma.

>>Tendilla, y á otro el condado del >>Real: y de dos hijas, la mayor ca»só con el conde de Haro, madre >>del condestable don Bernardino, y >>la otra con el conde de los Mola>>res.>> De todo cuanto atañe al marqués en estas líneas, solo hay de verdad el que escribió los Proverbios, y dejó á su primogénito el marquesado de Santillana. De esta

manera se altera y pervierte la historia, cuando perdiéndose de vista sus verdaderas fuentes, cede la razon al espíritu novelesco, y ocupa el puesto de la verdad lo extraordinario ó maravilloso, por repugnante que aparezca. Mas Iñigo Lopez de Mendoza no ha menester de estas ficciones para que resalten, como deben, su valor y su talento.

II.

(1416 á 1432.)

Nacimiento de don Diego Hurtado de Mendoza y don Iñigo.- Muerte de doña Mencia de Cisneros.-Pleito sobre el Real de Manzanares.-Convenio entre Uceda y Buitrago respecto de sus términos.-Confirmacion de los mayorazgos de Hita y la Vega.-Parcialidades de Castilla.-Sigue Iñigo Lopez el bando del infante don Enrique.-Cerco de Montalvan.-Prision de don Enrique.-Renuévase el pleito sobre el Real de Manzanares.— Convenio entre doña Aldonza y el señor de Buitrago, y protesta del mismo.-Nuevas alteraciones de Castilla.-Nacimiento de Pero Gonzalez de Mendoza. -Guerra de Aragon.-Es nombrado Iñigo Lopez frontero de Agreda.-Combate de Araviana.Confisca el rey don Juan los bienes del Infante don Enrique y repártelos entre sus magnates.-Desavenencias entre Iñigo Lopez y el conde de Castañeda.-El monasterio de Sopetran.-Batalla de la Higueruela.—Fortificase Iñigo Lopez en Hita.-Muerte de doña Leonor de la Vega.

En la villa de Tordehumos pasó el señor de Hita y de Buitrago todo el resto del año de 1416, debiendo á la Providencia en marzo del siguiente el primer fruto de aquel acendrado amor, que alimentado desde la niñez, debia en edad madura presentarle cual digno ejemplo de galante constancia. Dábale doña Catalina un hijo, á quien para recuerdo del almirante, puso por nombre don Diego Hurtado de Mendoza, tal vez adivinando ó satisfaciendo los deseos de doña Leonor, su madre, que llena de verdadero júbilo, al ver asegurada su descendencia, se apresuró á tomar bajo su tutela al futuro duque del Infantado '. Poco mas de un año habia trascurrido, cuando el jóven magnate vió de nuevo aumentada su prole en Iñigo Lopez de Mendoza,

1 Historia genealógica de la casa de Mendoza, por don Diego Gutierrez Coronel, presbítero y comisario del santo oficio de Cuenca, en la villa de Jadraque, tom. III, lib. IV,

cap. 25. Este MS., apreciable por la multitud de peregrinas noticias que encierra, se custodia en el Arch de Inf.

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