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Va os portugueses habían desechado y probablemente olv Indo ci proyecto de Toscanelli, no tivo de él conocimiento Cristóbal Cuen, (1. Se propuso Don Fert, do con tales patrañas *recabar para su padre la gloria de hubado el iniciador del pensamiento de que navegando desde Ear pa. Africa dretamente al Oeste, era posible arribar a la costa Or end de Asia, (55.

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Entrando ya en el estudio de los des ubran: ntos geográficos, colocamos a la cabeza de los grandes vintra'n fante D. Enrique, llamado el Navegante, quinto hijo del rey snortugal (nació el 4 de marzo de 1394 Habremos de conci ordando que Portugal, pobre rincón de tierra separado de ..., si sufrió en el siglo VIII, como toda la Península Ibérica, la nación musulmana, pronto logró expulsar a los moros del territor.ohte, penetrando luego en Marruecos y extendiendo su poder en a elas tierras. C'erea de medio siglo llevaba el reino de Portugal buscando ocasión de extenderse allende los mares. A la sazón el representante del espiritu aventurero de la

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1 Cristóbal Colón y Pablo del Pozzo Toscanelli, pág. 309,

2 Ibidem, pág. 397.

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época fué, sin duda alguna, el citado infante D. Enrique. Todavía muy joven se dió a conocer por su espíritu belicoso. Juan I de Portugal arrebató a los sultanes marinitas de Marruecos-año de 1415-la ciudad de Ceuta, en la costa meridional del Estrecho de Gibraltar, siguiéndose a dicha conquista la de Tánger, Tetuán y otras plazas vecinas del Estrecho. En un combate sangriento contra los moros de la citada Ceuta, el infante D. Enrique ganó las espuelas de caballero. Cuéntase que tanto se distinguió en la acción, que Martin V, Segismundo de Alemania y otros soberanos le hicieron proposiciones para confiarle el mando de sus ejércitos. El Papa deseaba enviarle contra los turcos y el Emperador en el Concilio de Constanza hizo sus proposiciones al embajador de Portugal, quien debía trasladarlas al valeroso infante. No hizo caso D. Enrique de tales invitaciones porque otras ideas bullían en su mente. Subiendo a los muros de la plaza de Ceuta

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Desde lo alto de las almenas de la ciudad, para la realización de sus atrevidos proyectos, pudo contemplar, por un lado, el mar, y por otro, las tierras que esconde el Atlas. Tiempo adelante, el Rey, su padre, le concedió el ducado de Vizeu y le nombró Gran Maestre de la orden de Cristo, pudiendo ya contar con rentas propias para realizar sus vastos proyectos. Sin embargo de que la Orden de Cristo había sido fundada para combatir a los musulmanes, enemigos de la ley de Jesucristo, se creyó en el deber de atraerse a los hijos del Profeta por medios más humanos y justos. No quería seguir la política de los reyes sus antecesores. Volvió de Ceuta con el pensamiento de conquistar Marruecos por la fuerza de las ideas y de recorrer el mar por el valor y audacia de sus marinos. Era un hombre enérgico, valeroso y tenaz. Embargábale la idea de llegar hasta la Guinea (parte Oeste de Africa, que se extiende desde la Senagambia al Congo), conocida entonces con el nombre de Guanaja o Ganaja, y de la cual sólo se tenían vagas noticias, pues no se conocía europeo alguno que hubiese visitado aquellas lejanas tierras. Decíase, sin embargo-no sabemos con qué fundamento-que el oro abundaba en aquellos países; noticia que dió mayores alientos al infante D. Enrique, deseoso de que Portugal fuese la única potencia de Europa que comerciara con los pueblos de la Guinea.

⚫Del mismo modo se proponía descubrir-y esto era para él cuestión de no poca importancia en qué consistía el poder de los moros, los enemigos mortales de su nación. Había notado que en todas las gue

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