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abre sus puertas un recio palacio, pasa una dueña velada en su manto o sale una demandadera de monjas con muy sutiles recados confiados a su discreción. Los mercados de entresemana en la plazuela; la gente del campo, vestida como antaño, entra y sale en días festivos; los troveros que en un rincón de la plaza siguen recitando romances de guerra o hazanas fabulosas, y las campanas, esas campanas de las provincias españolas que voltean siempre con tan plañidera voz que matan el presente. La quietud de la gente se turba un instante: va a pasar la diligencia de Sepúlveda que sale ahora del Parador de los Caballeros.

Los arrabales no guardan ni sombra de su pasado: han perdido todo su bullicio; se han llevado las cardas, han desaparecido los telares; no se batanea en las tenerías; las iglesias cerraron sus puertas por falta de feligreses y las torres no han vuelto a sonar las oraciones. Los gremios fueron poco a poco deshaciéndose; los hombres dispersándose. A unos se los llevaron las guerras, otros emprendieron el camino de las Indias, no pocos buscaron en Medina lo que empezaba a faltar en Segovia, y, de alli, se trasladaron a Flandes. Nadie volvió. Tanta puerta cerrada, palacios en ruinas, talleres sin menestrales, monasterios en silencio, nos hablan de una grandeza difícil de ponderar.

Desde la puerta de San Cebrián, asomando por la espesura se ve El Parral con su torre cuadrangular festoneada con graciosos calados. Es uno de los viejos monasterios que los Jerónimos, espejo de hombres y de religiosos, extendieron por toda España. También su torre tiene sus cuencas vacías; lugar fué este de esclarecidos varones en fe y en artes. De sus claustros salió quien habia de perpetuar por muchos siglos más la obra del acueducto; el padre Sigüenza cuyos bellos escritos están injustamente olvidados, hijo fué de esta casa; Fry Pedro de Mesa, prior del monasterio, supo mantener intactas las reglas de su orden, arrostrando con ello la malquerencia de una dama poderosa. Este retiro de los Pacheco, vacío y abandonado también, esta hoy con las ventanitas de las celdas. abiertas a la ciudad preguntando, por qué los hombres olvidan tan pronto lugares y cosas que debían respetarse por ser ejemplares en su historia como en el arte que atesoran.

Las iglesias segovianas todas tienen una ejecutoria de nobleza adornada de leyendas. Así la Vera Cruz, San Martín, Corpus Christi, Santa Olalla, San Esteban

·; pero entre todas ellas,.

un capricho ha venido a proseguir la vida singular de San Juan de los Caballeros, la iglesia de Fernán García el ganador de Madrid. De ella fué parroco Colmenares y en ella se conservan aun vestigios de la capilla de los nobles linajes. Pues hoy, la fortuna la ha salvado de la ruina gracias a otros linajes no menos esclarecidos y más universales en uno de los ábsides, Zuloaga el viejo, ayudado de su hijo Juan, como usaban los artífices antiguos, les roba a las llamas del horno el fuego y el color, para aprisionarlos en las primorosas porcelanas pintadas que son un claro brillante en este olvido oscuro de las viejas artes españolas. Y en una de las naves, otro Zuloaga, el sobrino, Ignacio, labora buena parte del año en esa misma tierra a la que tan hondas emociones le ha arrancado. De este modo, San Juan de los Caballeros, la iglesia nobiliaria fundada, mantenida y guardada por las lanzas mas fuertes de su época, ha venido a continuar su historia con la de este otro linaje de artistas.

Al entrar a la ciudad por la puerta de San Martín, recordamos como los segovianos no dejaban pasar a los reyes sin recibirles el juramento de que habían de respetarles sus fueros. Esta arrogancia, tal conciencia de civismo tan honorablemente guardada, es lo más. elevado de la historia de este pueblo.

Tres hechos muy dignos de atención hay en las páginas de su vida política: uno es la muerte violenta de Alvar Fáñez, el pariente del Cid, vencedor en cien batallas, terror de los moros. Ni la fama de su bizarría, ni el prestigio ganado le valió en Segovia para imponerse. Es también el caso del procurador Rodrigo de Tordesillas, honrado, franco, que confiado en su lealtad, vuelve de las Cortes. convocadas por el Emperador, en Coruña, y quiere afrontar las iras del pueblo abriendo las puertas del Concejo. Joven, no sabía que es difícil oponerse a las multitudes cuando ya éstas, creyendo haber juzgado, se proponen ejecutar la sentencia; y, sin culpa, aquel hombre de honor fué llevado al cadalso. Era el hervor de las Comunidades. Después se mostraría capitaneando la junta segoviana el buen caballero Juan Bravo, como le llamo Padilla.

Segovia se había unido a Toledo, a Avila, contra el Emperador. Parece un aviso divino tal rebelión. Pero no faltaron malvados para estorbar tanta generosidad. El alcalde Ronquillo, mucho aparato para justicia y poco para guerra, como decía el clerigo Colmenares, se valió de la sagacidad para malograr mucho de aquel movimiento y, cuando las malas artes no le bastaron, acudió a la crueldad.

Medina del Campo prefirió ser quemada antes que prestar su artillería para reducir a los de Segovia y "sus mercaderes pelearon como capitanes". Santa María de Nieva quedó aterrada al ver levantada la horca en la plaza mayor; El Espinar fué despoblado, y, en los campos de Villalar, abatido por fin el movimiento y presos sus valerosos caudillos. Llevados al suplicio, pregonaba el verdugo por las calles de Valladolid: "Esta es la justicia que manda hacer el rey a los traidores" y el caballero Juan Bravo, al oirlo, gritó, como si no fuera a morir en plazo breve: "Mientes tú y quien te lo manda decir."

Así eran Segovia y sus hombres.

RAMÓN JAÉN

UNIVERSITY OF CALIFORNIA

AN IMPORTANT COMMUNICATION

To Members and Non-Members:

Our first year as an Association is drawing to a close. We began a year ago with four hundred-odd members. We now have about seven hundred twenty-five.

We began under difficulties but with much enthusiasm and confidence in the wisdom of the step we were taking. Time has shown us that we made no mistake in launching the national Association. Some obstacles have disappeared; some new ones have arisen. But to the last man or woman of our membership our zeal is unchecked and our determination to succeed is stronger than ever. In spirit we have progressed excellently.

Financially, we are doing fairly well, thanks to our increase in membership, to our advertising manager's energy, and to the willingness of publishers to use our journal as a medium through which to reach the teachers of Spanish.

Numerically, we must do far better. We should have at least a thousand more members than we have at present. A good many of our present members are engaged in some form of war service— some are at the front in France, others have made themselves practically indispensable in various departments of the Government in Washington and elsewhere. Their time and strength are so absorbed with the all-important task of helping to win the war that they may not be able for some time to renew their activities in our Association. We need new associates, as well as the present members, in our efforts to make The American Association of Teachers of Spanish the complete and great success it gives so rich promise of becoming.

To Present Members: This is your Association. If the Association has helped you, help the Association. The means of communication between us has been our journal HISPANIA. You know what an inspiration and help you have derived from its articles, reviews, and bibliographies. Show the journal to others and get one new member. Libraries are eligible as members. Therefore persuade a librarian to subscribe to HISPANIA. To do this our subscription list must be larger. Incidentally, don't forget to pay your

own dues. A bill for the 1919 dues has been sent you. Let this jog your memory that the dues are payable before the annual meeting. The distribution of HISPANIA by the mails has not been perfect, but don't blame it all on Uncle Sam. He has had many troubles this year. Perhaps you failed to notify the publication office of your change of address. If you do not receive your copy on time write first to your last address, then to the SecretaryTreasurer of HISPANIA, 1081 Park Place, New York.

To Non-Members: This issue of HISPANIA is being sent to many persons not at present on our rolls. We are sending it in the hope and belief that you will after reading it desire to become a member. We regret you have not joined forces with us before now. Our Association and its journal HISPANIA offer you just the help you have long been seeking in your teaching of Spanish-the inspiration that comes from association with those who have the same problems and interests as yourself-mentally through the medium of HISPANIA, the only publication of its kind in existence, and socially through local chapter and annual meetings. We and you have a common cause. We offer you leadership therein. That cause is the advancement of the study and teaching of Spanish. There will be beyond a shadow of doubt at the end of this war another tremendous trend toward the study of Spanish in this country, greater even than that of the past four years. You need our help; we need yours. Join with us. The bibliography alone of HISPANIA is worth to a teacher of Spanish or one interested in Spanish matters many times the two dollars asked for it per year. Send now your dues for 1919 to the Secretary-Treasurer.

Please tell others who may not see this review that they may receive a copy of this issue gratis on application to the Secretary.

Local Chapters: The President has sent to leading representatives of our society in the principal centers of the country a letter (accompanied by a list of members) urging the establishment of local chapters in conformity with Section 3 of the By-Laws. (See HISPANIA for February, 1918.) There should be formed this present academic year at least a dozen local chapters. An immense amount of good results to local groups and to the national Association when chapters are established. Do your part, do your utmost, whether you have been asked to do so or not, to form a local chapter. It is not difficult to accomplish this when enthusiasm

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