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CARTA DÉCIMA.

A

diez y seis de Noviembre de mil seiscientos veintidos, escribí á vuestra merced las novedades que habia, especialmente la Junta que se habia formado, para tratar del remedio y gobierno destos reinos, y de paso traté lo que se decia estaba resuelto. Concluyóse, salió la Premática, publicóse en once de Febrero; por la que envié á vuestra merced sabe lo que contiene. Su Majestad, no sólo como buen legislador hizo la ley, sino que ejemplarmente la cumple, habiendo puesto valona con el Serenísimo Infante D. Cárlos. Asimismo dió órden, que ningun criado suyo, ni Presidentes, Consejeros, Secretarios, Contadores, ni otras personas traigan cuellos sino valonas, que se ejecuta inviolablemente. Los cuellos pequeños los traen viejos y algunas otras personas que les están bien. Dia

del Angel de la Guarda, miércoles de Ceniza, se comenzaron á ejecutar las Premáticas en esta Córte. Prendieron á muchos, ó porque las valonas tenian rayos, ó porque los cuellos eran mayores de lo que se mandaba, ó el demas vestido contravenia á lo publicado; no paró en hombres, sino que tambien denunciaron á mujeres por puntas, lechugillas de colores, tocas y otras cosas: á otras quitaron las virillas de plata de los chapines. Corrió la voz del rigor, llegó á los oidos del Presidente y Consejeros, y aún dicen á los de su Majestad, y se entiende dieron órden, como tan grandes Gobernadores, otro dia en las Audiencias los echasen fuera á todos, y dieron las denunciaciones por nulas, mandando se guardase con puntualidad la Premática, pero que no se entendiese contravenir á ella llevando valona con rayos, ni vainilla, ni en que los vestidos que estaban hechos se trajesen en el término que señala la Premática, no siendo cosas que desde luego se prohiban, como puntas, azul, y otras; declarando se podian traer virillas de plata en los chapines. Replicaron los pasamaneros, que se les hacia más agravio que á los demas; dieron memorial á su Majestad, hablaron al conde de Olivares, Padre Confesor y á

otras personas, que intercediesen con su Majestad, con quien fué menester poco, porque como Príncipe benigno, no procura el daño, sino el bien de sus vasallos, y que para este efecto instituyó nuevas leyes y Pragmáticas, que aunque ahora á algunas personas se les hacen duras, con el tiempo se verá el beneficio y fruto dellas. En efecto, sus memoriales fueron remitidos al Presidente, y, aunque con alguna dificultad, fueron oidos de justicia, y se les dió licencia pudiesen acabar las telas que tenian empezadas, y gastar la seda que tenian comprada para este ministerio, con alguna limitacion, para que en este tiempo den órden en tejer otras cosas ó tomar otro modo de vivir. Los Montes de piedad, y soldadesca del reino se remitieron á las Córtes, que se juntarán á veinte de Marzo. Volvió su Majestad de caza de los montes de Toledo; no se halló tanta como se entendió, especialmente de osos, que parece que los propios animales con la esterilidad de los tiempos se han agotado: lleváronse grandes. prevenciones, como fueron las tiendas de campaña de Cárlos V. y de D. Juan de Austria, por ser tierra despoblada. A Fray Antonio de Guzman, monje Benito, dieron el Obispado de Osma. A D. Cris

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tóbal de Lobera, Obispo de Osma, le dieron el de Pamplona. A Fray Diego Lopez, de la Órden de San Agustin, el Arzobispado de Otranto, en Nápoles. A Fray Juan de San Agustin, Provincial que fué de la dicha Órden, hicieron Predicador de su Majestad. Al Doctor Molina, CapeIlan de su Majestad, hermano de Melchor de Molina, del Consejo y de la Cámara, el Obispado de Leon. Al Padre M. Fray Agustin Antolinez, de la Órden de San Agustin, Catedrático de Prima de Salamanca, dieron el Obispado de CiudadRodrigo. A D. Martin Manso, Obispo de Oviedo, le promovieron al de Osma, y el de Oviedo dieron á Fray Plácido de Tosantos, Obispo de Guadix, y el de Guadix á un Religioso Carmelita, Obispo de Vegeven, en Italia, cuñado del Secretario Antonio de Aróstigui. El Obispado de Cádiz, á Fray Plácido Pacheco, General de los Benitos; y el Obispado de Tortosa se dió al Cardenal Espinola, hijo del marqués Espínola, por muerte del Doctor Tenas, Canónigo que fué de la Santa Iglesia de Toledo. Al Almirante de Aragon le dieron el Obispado de Sigüenza, gozóle pocos dias, por morir brevemente; fuéle á dar sepultura el Doctor Villegas, Gobernador del Arzobispado de Toledo, que

llevó el cuerpo al Colegio de la Compañía de Jesús de Alcalá de Henares. Su Encomienda, cuando le dieron el Obispado, se dió al Marqués de Toral. A Antonio de Aróstigui, Secretario del Consejo de Guerra, le hicieron del dicho Consejo, con título de Señoría; gozó poco la plaza, por morir de allí á pocos dias, y fué depositado en San Felipe de Madrid, y los papeles se dieron á Pedro de Contreras, con retencion de la Secretaría de la Cámara. Antes desto habia muerto Doña Francisca, Clourel, mujer de D. Baltasar de Zúñiga, de pesar de la muerte de su marido; acompañó su cuerpo hasta el Paular de Segovia el Obispo de aquella ciudad é Iglesia. Sintióse mucho en Palacio su muerte, y Su Majestad fué servido, despues de algunos dias, entrase por Menino un hijo suyo, y una hija suya por Menina, haciéndoles algunas mercedes por los méritos de sus padres. El negocio del duque de Uceda se vió en la Junta, y se llevó á consultar á su Majestad en Aranjuez; dióle el Rey, nuestro Señor, el Vireynato de Cataluña (que no aceptó), y suspendió por particular decreto las penas que los juezes habian declarado contra él. Hacen instancia once Embajadores de aquel Principado, para que su Majestad vaya á tener Córtes á Ca

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