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coles, nueve deste, por la tarde. Cosa muy digna de ver y de estimar, porque los caballos fueron hermosísimos, de admirables obras y parecer, que algunos costaron á más de veintisiete mil reales, y el menor no bajó de ochocientos ducados. Los jaeces fueron riquísimos: uno de inestimables perlas, otros de monte con clavazones de plata, otros de monte con los mismos hierros y los cueros aderezados de ámbar, otros de los realzados y abollados de plata y oro de Córdoba, mandados hacer con todo primor, y los dos últimos todos de oro, que valdrán más de seis mil ducados cada uno; y sobre cada caballo, un telliz de terciopelo azul, con borlas, flecos, y dos guarniciones anchas bordadas de oro, y las armas de su Majestad, y la cifra grande de su nombre, Felipe IV, forradas en tela de oro, azul, blanca y encarnada, y los esclavos, mozos de muy buenos talles, con libreas de raja azul y muchos pasamanos de oro. Yendo delante de los caballos dos muy buenos trompetas, de librea azul de camino, y encima sayos grandes de terciopelo azul, cuajados de pasamanos de oro, y las armas del Duque, al hombro izquierdo, bordadas en tarjeta y en las banderolas de damasco de las trompetas, y detras algunos oficia

les de la caballeriza, y el Caballerizo mayor del Duque vestido de camino, de espolin azul y negro guarnecido de vidrios. Concurrió tanta infinidad de gente á verlos por las calles y plazas, que no se podia caminar por ellas, y en la de Palacio y en sus balcones estaba todo el resto de la Córte, pero su Majestad y sus hermanos y el Príncipe bajaron á verlos á la Priora, donde el caballerizo del Duque dió las cartas que traía, y presentó los caballos, y su Majestad mostró agradecerlo y estimarlo mucho, y sus hermanos y el Príncipe dijeron que era presente de un Rey. El del cielo guarde à vuestra merced como deseo; dia de su Madre, 15 de Agosto de 623.

Los demas sucesos y cosas de nuevo que sucedieren, yo prometo á vuestra merced de avisar en la décimatercia carta, la cual será con mucha brevedad.

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dos de vuestra señoría ilustrísima

A debo respuesta: en ambas confieso

la merced recebida con las gacetas de esa Córte, y agradezco el aviso de la salud de Su Santidad, y me ha maravillado la muerte de los doce señores Cardenales y treinta Conclavistas, en que se ve cuán peligrosa vivienda es ántes de las mutaciones; y suplico á vuestra señoría ilustrísima, si hubiere de asistir ahí los veranos, no sea viviendo á Ripa Grande ni á Ripeta, pues son sitios mal sanos.

En la relacion de la salida y viaje del Príncipe, remito á la que imprimió Andrés de Mendoza; si omitió algo lo referiré, y en ésta irán los sucesos desde quince de Agosto hasta fin de Octubre.

Murió el marqués de las Navas, Mayordomo del Rey, persona de gran seso y calidad; lleváronle á Avila, entierro de sus mayores, sus hijos, con grande ostentacion y acompañamiento de los religiosos. Vino la flota de Indias á salvamento, y avísase que los reinos de Pirú y Nueva España han servido de donativo á su Majestad con tres millones y medio, y que los galeones traen doce millones en reales. Olvidóse Mendoza, en la relacion, haberle dado su Majestad las pinturas de Vénus del Ticiano, y Nuestra Señora de Corregio, porque su Alteza es gran estimador deste arte y así no dejó, ni en la almoneda del conde de Villamediana ni en la Córte, cosa de estima que no la llevase; y el de Olivares dió al duque de Boquingan una colgadura de verano, de riquísima bordadura, dádiva como de tal persona al Duque; y D. Jáime Manuel de Cárdenas otros seis caballos á los caballeros criados de su Alteza; y el señor Almirante de Castilla otros seis, muy como de su Excelencia, á los demas señores ingleses. El marqués del Carpio presentó al Príncipe un caballo y doce potros, casta Valenzuela de Córdoba, y su Alteza mandó dar cuatro mil reales á su Caballerizo.

No descansa el Consejo Real, que,

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