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fué lucido y en hermosos caballos), empezó en atabales y trompetas de las armas Reales, gran número de caballeros y señores; el traje, medias sotanillas y ferreruelos de paño, mangas de raso, luto aliviado, calzas, botas, espuelas y cañones; los Maceros del Rey, los Mayordomos, los Reyes de armas, con cotas; el duque del Infantado con el estoque desnudo al hombro, y él descubierto, que lo llevó como Caballerizo mayor del Rey en ausencia del conde de Oropesa, cúya es en propiedad aquella tan grande preeminencia. Los Grandes que se hallaron fueron: los duques del Infantado, Alba, Medinaceli, Gandía, Veraguas, Pastrana, Monteleon, Peñaranda y Cea: los marqueses de Astorga, Aytona, Santacruz, Aguilar y Mondéjar; el Almirante y Adelantado; los condes de Olivares y Altamira, y otros muchos señores; y más llegados á Su Majestad, solos en una hilera, el marqués de Villena, el Condestable de Castilla, y D. Duarte, marqués de Flechilla, hermano del duque de Berganza. La Villa, á pié, llevaba el pálio, que era de brocado blanco de tres altos, delante dél los Caballerizos, el Rey, á caballo, debajo, con la hermosura de un ángel y con el mayor agrado de la tierra; llevaba

luto aliviado de paño, con jubon de raso, calzas de obra negras. Las dos guardas, Española y Alemana, iban á pié á los dos lados, y detrás del pálio D. Baltasar de Zúñiga, á caballo, y luego la guarda de Archeros de Corps, á caballo, con su Capitan, el marqués de Falces, con las armas y bizarría que estos soldados sacan siempre en actos públicos, grandes penacheras y bandas. Llegó su Majestad á Santa María, donde le recibieron con Te Deum Laudamus, y el Patriarca de las Indias de Pontifical, y despues de la adoracion y oracion pasó á Palacio, donde le hicieron la salva los archeros con las pistolas de arzon; llovió mucho aquella tarde, y con todo lució bastantemente la grandeza desta Monarquía.

El príncipe Filiberto venia á Madrid á la posta, detúvose en Barajas por causa de una indisposicion, de que le han sangrado tres veces, y hasta ahora no ha entrado. El gobernador del Arzobispado, D. Alvaro de Villegas, predicó las honras de su Majestad en el monasterio de la Encarnacion, con gran satisfaccion de los oyentes, y se le ha cometido el proveer todo lo eclesiástico, excepto las prevendas de la santa iglesia de Toledo. Echanse de Madrid los hombres y mujeres de vivir

escandaloso, y se murmura saldrán buenos mantos y capas. Hoy, domingo, partió su Majestad á Aranjuez; muchas provisiones de personas beneméritas y otras mil novedades se prometen cuando vuelva, que será al fin desta semana; cuando salgan las sabrá vuestra merced, á quien guarde Dios muchos años. Madrid, y Mayo 16, de 1621.

TERCERA CARTA

QUE ESCRIBIÓ UN CABALLERO DESTA CÓRTE Á UN SU AMIGO.

P

OR la mia pasada de 16 de Mayo, sabrá vuestra merced las novedades

desta Córte, para llevar con menos mal la ausencia della. La gran prudencia y valor de su Majestad, que Dios guarde, su cristiano celo, acertado gobierno y disposicion loable, lleva cada dia gloriosos aumentos, y se le luce bastantemente á ésta dichosa Monarquía; continúe nuestro Señor tan felices principios, adonde vemos amparada la justicia, ejercitada la misericordia, premiados los méritos y castigados los delitos. La Junta de censura prosigue en remediar excesos, en desterrar culpados y en castigar delitos, con que se mira ésta máquina tan otra, que no hay quien se atreva á vivir escandalosamente. Quítase la casa de aposento á cien Algua

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