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plica. A D. Pedro Fernandez de Mansilla, Alcalde desta Córte, le han dado comision de ejecutar la sentencia de D. Rodrigo Calderon, en la causa civil, con cédula particular de su Majestad, y así se aperciben muy aprisa los bienes, para hacer almoneda que está ya empezada. Murió el marqués de Loriana, y ha casado el conde de Chinchon con la viuda, marquesa de Salinas, y dióle su Majestad facultad para dejar, después de sus dias, de su mayorazgo, cuatro mil ducados de renta de por vida á la Condesa. Hay junta en casa del Confesor de su Majestad, y fórmanla su Paternidad Reverendísima, Don Baltasar de Zúñiga, el conde de Benavente y los oidores D. Juan de Chaves y D. Francisco de Tejada. A D. Pedro de Toledo, marqués de Villafranca y príncipe de Montalván, hizo su Majestad merced del oficio de Capitan general de España, con diez mil ducados de sueldo, y que le goce desde que salió de Milan. El conde de Olivares da audiencias y recibe memoriales con ventura de los pretendientes, pues su gran cristiandad y prudencia les promete á todos felices sucesos. A Don Pedro de Cifuentes, Fiscal del Consejo Supremo de la Inquisicion, se le dió plaza de Inquisidor del mismo Consejo, y la

suya á D. Pedro de Guevara Gaviria, Inquisidor de Logroño; el obispado de las Canarias se dió á D. Juan de la Torre, Inquisidor de Cuenca, y el de Orense al Padre maestro Fray Pedro de Herrera; á D. Juan Chacon el oficio de Auditor del Infante Cardenal; el corregimiento de las Cuatro Villas de la mar, á D. Gerónimo de Herrera; el de Gibraltar al capitan Mesía de Bocanegra; el de Bilbao al licenciado Francisco Gonzalez de Salazar; el de Salamanca á D. Diego de Hozes; el obispado de Motala á D. Francisco Salucio; el de Hiberito á D. Gerónimo de Costanzo; el de Galipoli al obispo del Aguila; el arzobispado de Lanchano al Camarero del cardenal Montalto.

Avisan de Francia que aquel Rey hacia poblar una citadela en San Juan de Angelis, que en dias atrás ocupó por asédio, y que tenia apretada la Rochela y no queria concierto con los rebeldes della, y habia mandado al duque de Guisa la cercase por mar, y al de Pernon por tierra. Y caminando el Rey Cristianísimo á Lenguadoc, se le rindió la ciudad y fortaleza de Clerac, concediendo las vidas á los vecinos y soldados, sólo mandó ahorcar á cuatro, los más principales del rebelion, y echar por tierra la fortaleza; y porque

no se saquease la ciudad dieron cincuenta mil ducados: y asimismo se rindió Nismes y Mompeller, y, prosiguiendo el Rey su viaje á Montalván, se le rindieron otras fuerzas. De Alemania avisan que la Majestad Cesárea habia mandado hacer justicia en Praga de trienta y tres señores rebeldes, y que, saliendo el conde de Bucoy á reconocer un puesto, con algunos imperiales, habia sido muerto en una celada, con general sentimiento del César y de los católicos, por la pérdida de tal soldado; y que se pelea cada dia en Alemania con el ejército del de Mansfelt y otros rebeldes, y en Hungría con los rebeldes y el Transilvano, y ordinariamente con prósperos sucesos de los imperiales. De Polonia avisan que el gran Turco está en Andrinópoli con ciento veinte mil hombres, y aguardaba llegase á trescientos mil para entrar en Polonia; y que los cosacos hacian grandísimo daño á los turcos en el Mar Negro, y habian llegado á seis leguas de Constantinopla, y puéstola en gran espanto; y que habian cogido dos bajeles hacargados de artillería y armas, y que, biendo entrado en la Valaquia gran número de turcos, fueron echados por los polacos con gran pérdida de los turcos; y que, habiendo hecho puentes en el Danubio,

pasaron infinitos y corrian la campaña, y siendo acometidos por los polacos, en dos escaramuzas mataron más de veinte mil turcos y hicieron retirar afrentosamente. Y que entrando otra vez cuarenta mil tártaros y turcos, habian sido desbaratados por quince mil polacos, con muerte de la mayor parte de los infieles; y, últimamente, con el ejército turquesco peleó tres dias el príncipe de Polonia y mató más de cuarenta mil, y prendió, entre otros muchos, seis personas de gran consideracion y rescate, y hizo retirar al enemigo. De Inglaterra avisan que el obispo de Londres, persona de gran autoridad y letras, y de setenta años de edad, enfermando de muerte, declaró á sus hijos que moria católico, y les advirtió del engaño en que vivian en no serlo; envió á pedir al Rey licencia para que le administrasen los Sacramentos, y que si por eso quisiese su Majestad proceder por justicia contra él, que lo hiciese en hora buena, que él estaba resuelto á morir católico. Respondióle el Rey que le pesaba de su resolucion, pero que hiciese aquello que su intencion le dictase; con ésto envió á llamar el Obispo al Capellan del conde de Gondomar, embajador de España, con quien hizo tres largas confesiones en tres

dias, y al último recibió el Santísimo Sacramento, y murió con grandes muestras de arrepentimiento: ha causado novedad á los ingleses, por ser persona tan eminente. La desgracia de Granada fué grandísima, dia de Santiago; que, aclamando á su Majestad en aquella ciudad, se cayó una casa en la plaza de Bibarambla, donde se levantaba el estandarte Real, y mató á muchas personas é hirió muchísimas; el número de los muertos llega á doscientos cuarenta y seis, y el de los heridos á más de cuatrocientos. A quince de Agosto, á las once y media de la noche, parió la Reina, nuestra señora, una Infanta que se llamó Doña Margarita María, y como habia entrado prósperamente en los meses mayores de su preñado, se apercibian los señores y Grandes á grandes fiestas, y estábanse haciendo grandiosas libreas; lo cual cesó todo, porque murió á los diez y seis del mismo mes á las cuatro de la mañana, (dicen que no era de dias) y el mismo dia, con pompa y acompañamiento Real la llevaron á San Lorenzo, yendo con la Casa el conde de Castro, Mayordomo de la Reina, nuestra señora, y con la Capilla el obispo de Badajoz. Su Majestad de la Reina está ya con salud, Dios nos la guarde felicísimos años para bien destos

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