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tambien se dió hábito á D. Francisco Pedro de Herrera, y á un hijo del marqués del Carpio.

Hubo en Roma creacion de Cardenales, Monseñor Garino, primero colateral del Capitolio, y el arzobispo de Salerno. Al doctor Ochoa dieron oficio de defensor fiscal del aposento, y abogado de los criados de la casa Real.

El señor Presidente de Castilla tomó juramento á su Majestad de guardar todos los derechos municipales, privilegios y estilos forenses del reino. Hay junta de reformacion en el Consejo de Aragon; hácenla el Canciller, Oidor, Regentes del mismo Consejo, los señores D. Alonso de Cabrera, D. Juan de Chaves, D. Francisco de Tejada y D. Gaspar de Vallejo, Oidores del Supremo de Castilla. Vino Don Cristóbal de Benavente, Veedor general de Flandes, á quejarse de D. Luis de Velasco, y el Consejo de Estado le mandó salir de la Córte.

Avisan de Francia que aquel Rey cristianísimo hace valerosas facciones en la reduccion de los rebeldes de aquel reino y destruicion de los herejes, y sobre Montalban habian muerto el duque de Humena, y su hermano el príncipe de Iambila. Avisan de Flandes estar el mar

qués de Belbis con cuarenta mil hombres en campaña, y el conde Mauricio con otros tantos. Avisan de Italia que los herejes de la liga de Grissa saquearon los católicos de Chaula, ciudad principal de Baltelina, y pidieron ayuda al duque de Feria, y diósela tal que recobraron su presa y robaron al enemigo. Avisan de Alemania que el Mansfelt, con los enemigos, hizo descercar una ciudad de Bohemia, degolló alguna gente, y algunos húngaros desmandados han entrado en la Austria superior. Tórnanse á rehacer los ejércitos del de Sajonia y del de Babiera, y en Italia hace gente el duque de Saboya y el de Feria. El conde Mansfelt, con el enemigo, aprieta las costas del Imperio. Está el Austria superior debelada de algunas interpresas de húngaros rebeldes, que hacen no pequeño daño.

A D. Fadrique de Toledo se dió una Encomienda de mil y quinientos ducados de renta al año. El corregimiento de Plasencia se dió á D. Diego de Guzman; y el de Alcalá la Real á Gerónimo Riban de Zúñiga. Su Majestad el Rey, nuestro señor, salió á la casa Real del Campillo á la brama de los venados; desde allí ha de ir á Balsain, y detenerse en San Lorenzo hasta fin de Octubre.

A ocho de Octubre se publicó en ésta Córte una Premática, en que se reducen á razon de á veinte los censos y juros impuestos á más bajos precios.

Dióse rebato en las tiendas de los joyeros de la calle Mayor y Puerta de Guadalajara, y sacóseles por justicia todas las valonas y zapatillas bordadas, almillas, ligas, bandas, puntas, randas, abaninos, puños aderezados, y otras galas de mujeres á éste modo, y otras cosas de que se les habia avisado muchas veces por el Consejo que no surtiesen sus tiendas, y en rebeldía hicieron los Alcaldes ésta diligencia por órden del señor Presidente; y aquella misma noche quemaron parte en la calle Mayor. Avalúanlo en valor de muchos ducados; y dícese que será principio para grandes reformaciones en trajes, cuellos y vestidos, por ser cosa supérflua lo que en ésto se pasa.

Consumiéronse los Alguaciles de la villa, que solian ser casi ciento y no han quedado más de los que bastan, para cada oficio de Escribano dos. Mandóse que de ninguna manera los porteros de vara de Villa, ni Córte, no prendan, aunque sea in fraganti, y á los Alcaides de las dos. cárceles, no admitan los presos que éllos trajeren.

El conde de la Flor presentó á su Majestad dos caballos ricamente enjaezados.

De la India oriental venian dos naves muy poderosas: la una tomó en Lisboa puerto, y la otra, por el temporal, no pudo; fué acometida de cosarios diferentes á un tiempo: dicen se defendió tres dias, y visto que no podian tomarla, la pegaron fuego. Fué grande la pérdida, porque se aprecia lo que traia á más de dos millones, y la mayor fué perecer seiscientas personas que venian en élla. Dicen pagaron su pecado los cosarios, porque en el Estrecho topó con éllos Don Fadrique de Toledo, y de trece vasos que eran, echó á fondo nueve, tomó dos, y los otros dos, por huir, encallaron.

No hay cosa de nuevo más de lo que he dicho á vuestra merced; avisaré de lo que fuere sucediendo. Guarde Dios á vuestra merced como deseo. De Madrid y Octubre 14, de 1621.

SEXTA CARTA

QUE ESCRIBIÓ UN CABALLERO DESTA CÓRTE Á UN SU AMIGO.

E

N la pasada mia prometí á vuestra merced avisarle del fin de D. Rodrigo

Calderon, porque ya cuando le escribí se temia y tenía por cierta su des-. gracia, que, cierto, ha granjeado general piedad en todos, porque con los tan acosados de la fortuna, es indigna la venganza: ¿quién persiguió al perseguido, y quién tiene ánimo, si se juzga con valor, para maltratar al caido y desdichado? Confiésole á vuestra merced diversos efectos en su muerte, aunque culpables de muchos los inclinados á fiereza; mas tanto vulgo como vió aquel desdichado juego de fortuna ¿cómo será poderosa á moderarlo la razon, ni hallar puesto fijo la piedad?

Ayer, juéves, veintiuno de Octubre

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