Los hombres de 98, unamuno

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R. Caro Raggio, 1917 - 158 páginas
 

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Página 67 - Al pie de tus sillares, Salamanca, de las cosechas del pensar tranquilo^ que año tras año maduró en tus aulas duerme el recuerdo. Duerme el recuerdo, la esperanza duerme, y es el tranquilo curso de tu vida como el crecer de las encinas, lento, lento y seguro. De entre tus piedras seculares, tumba de remembranzas del ayer glorioso, de entre tus piedras recogió mi espíritu fe, paz y fuerza.
Página 79 - Y como codiciosa, por ver y acrecentar su hermosura, desde la cumbre airosa una fontana pura hasta llegar corriendo se apresura. Y luego sosegada, el paso entre los árboles torciendo, el suelo de pasada de verdura vistiendo, y con diversas flores va esparciendo. El aire el huerto orea y ofrece mil olores al sentido, los árboles menea con un manso ruido, que del oro y del cetro pone olvido.
Página 99 - Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que, aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera.
Página 86 - No te cuides en exceso del ropaje, de escultor y no de sastre es tu tarea, no te olvides de que nunca más hermosa que desnuda está la idea.
Página 118 - ¿Y qué ha dejado Don Quijote?, diréis. Y os diré que se ha dejado a sí mismo y que un hombre, un hombre vivo y eterno, vale por todas las teorías y por todas las filosofías. Otros pueblos nos han dejado sobre todo instituciones, libros; nosotros hemos dejado almas. Santa Teresa vale por cualquier instituto, por cualquier Crítica de la razón pura.
Página 41 - ¡Ignorancia! ¡Cuánto más grande es la ignorancia de los privados, que no la ciencia de los públicos! ¡Ignorancia! ¡Saben tantas cosas que no saben! Ellos saben mucho de lo que ignoran, y los regeneradores, en cambio, ignoran casi todo lo que saben. Es una ciencia divina la ciencia de la ignorancia; es más que ciencia, es sabiduría.
Página 69 - Oh, Salamanca, entre tus piedras de oro aprendieron a amar los estudiantes mientras los campos que te ciñen daban jugosos frutos. Del corazón en las honduras guardo tu alma robusta; cuando yo me muera guarda, dorada Salamanca mía, tú mi recuerdo. Y cuando el sol al acostarse encienda el oro secular que te recama, con tu lenguaje, de lo eterno heraldo, di tú que he sido.
Página 20 - En esa ridicula literatura caímos casi todos los españoles, unos más y otros menos, y se dio el caso de aquel archi-español Joaquín Costa, uno de los espíritus menos europeos que hemos tenido, sacando lo de europeizarnos y poniéndose a cidear mientras proclamaba que había que cerrar con siete llaves el sepulcro del Cid y ... conquistar África.
Página 93 - No el que un alma encarna en carne, ten presente, no el que forma da a la idea es el poeta, sino que es el que alma encuentra tras la carne, tras la forma encuentra idea.
Página 90 - Rozan mi pétreo seno las plegarias vestidas con lenguajes diferentes y es un susurro solo y solitario, es un salmo común, una quejumbre. Canta mi coro en el latín sagrado de que fluyeron los romances nobles, canta en la vieja madre lengua muerta que desde Roma, reina de los siglos, por Italia, de gloria y de infortunio cuna y...

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