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ser ni propiedad nuestra, ni del publico. Ademas, los sucesos mismos, que referimos, son tan conocidos en ambas naciones, que no necesitan de comprobacion, sino de un examen imparcial.

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Este ultimo trabajo no ha sido desempeñado hasta ahora por nadie, y ya es tiempo de que acabe de fijarse la opinion historica, si es que ha de servir de norte para otras epocas, en que puedan reproducirse las mismas circunstancias y tal vez los mismos errores. Ya desgraciadamente se empiezan á notar muchos de los estravios, que ron naufragar la libertad y el orden en nuestro fertil suelo. Ya la guerra civil con todos sus horrores sirve de pabulo y pretesto á la impunidad de muchos crimenes, y ya por ultimo la paz de la Europa amenaza turbarse con ocasion de la situacion critica de España. No porque tenga nada de nuevo que en ella se combatan, como se han combatido en otros muchos pueblos, las cuestiones de sucesion y de principios gubernativos, sino porque un tratado reciente ha dado una estension europea á lo que solo debió ser negocio domestico y objeto de la decision de la mayoria.

Podra servir tambien este ligero examen para

apreciar debidamente y resolver tal vez la celebre teoria sobre las intervenciones. Nosotros nos guardaremos de emitir nuestra debil opinion sobre un punto, que ofende y humilla nuestro amor proprio, porque blasonamos antes de todo de ser Españoles. Pero no tememos asegurar que en el caso urgentisimo de la necesidad (unico en que este remedio no es humillante) prefeririamos dos

I a

cosas, 1a que una sola potencia ausiliase con sus fuerzas las del gobierno español, que para nosotros es el de la reina Isabel; 2a que si se verificase este triste caso, la intervencion fuese directa, lata, y estensiva no solo á los sucesos militares, sino tamá la organizacion politica, mientras que el gobierno español, fuerte con una inmensa mayoria, pudiera ejercer la superioridad, que le pertenece dentro de los limites constitucionales. Toda otra manera de intervenir, y sobre todo la incompleta y dudosa, con que se está haciendo en el momento que escribimos estas lineas, nos parece la mas funesta de todas. La lucha actual de España, cruel y obstinada de suyo, se ha prolongado indefinidamente por las simpatias, que la han proporcionado esas medias intervenciones, que envilecen al gobierno, sin ausiliarle con eficacia y muchos de los instrumentos arrojados

para acelerar el triunfo, parecen espresamente elegidos para imposibilitarle ó hacerle temible á los hombres de bien. Plegue á Dios, que antes que nuestros vaticinios empiezen á cumplirse, un rayo de luz ilumine á los dos grandes gabinetes, que tienen mayor interes, en que la España no se destroze á si misma con guerras intestinas. La naturaleza, la razon, y la politica quieren que sea su aliada, no su victima ni su sierva; pero acuerdense una y otra de que jamas un aliado pobre, ni un vecino infeliz sirvieron para nada en el mundo.

CRITICO

DE LAS REVOLUCIONES

DE ESPANA

DE 1820 A 1823 Y DE 1836.

INTRODUCCION.

La revolucion de España será sin duda un acon

tecimiento notable en los anales del mundo. Una nacion que pasaba por apatica, y de la cual solo se hablaba alguna vez para zaherirla, toma de pronto el aspecto mas imponente, y varía la forma de su gobierno, casi sin derramar una gota de sangre. A la libertad sigue bien pronto la licencia; esta produce immediatamente la anarquia; trás de ella viene la guerra civil; cuatro años de convulsiones crean nuevos intereses, desquician enteramente la antigua monarquia, y sin embargo un egercito estrangero, poco numeroso para tan grande empresa, invade todo el reino casi sin pelear, y la contrarevolucion queda terminada en seis meses; pero el orden no se restablece, ni

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