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tuvo tan poca energia. Hay sin duda hijos discolos á quienes no hacen virtuosos ni la buena educacion, ni los escelentes egemplos de sus padres, y sobre ellos solos recae la odiosidad de sus malas acciones. Pero si en la casa paterna solo hallaron indolencia, desidia, y malos egemplos; si se les hizo carecer de lo necesario; sino se puso tasa á sus furores ni á sus caprichos; los vicios de que adolezcan, los crimenes que cometan, refluirán tambien sobre sus descuidados padres, y aun estos serán mirados como la principal causa de la mala conducta de sus hijos. Si el egemplo de los padres es aplicable á los gobiernos, á ninguna clase del estado lo será tanto como al egercito, compuesto casi todo de jovenes á quienes solo sujeta la disciplina. Si el gobierno y las autoridades consienten que esta se relaje, si se abre la puerta al ocio, si se dan poderosos motivos de descontento, y si la debilidad y la apatía son el distintivo de los que mandan ¿que estraño es que la juventud se descamine, y que las naciones enteras sean victimas de su frenesi ?

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PRIMER MINISTERIO CONSTITUCIONAL.

Jurada

por el Rey la constitucion de 1812, siguieron immediatamente este egemplo les pueblos y las tropas que aun permanecian fieles al antiguo gobierno; y por mas que hayan sido despues amargos los frutos de este juramento, por mas que se empeñen algunos en hacer créer que la violencia le arrancó de casi todos los Españoles, es innegable que se esperimentó un gozo universal, cuando se supo que el monarca habia adoptado aquel partido. Solo un cortisimo numero de personas conocia que la constitucion tenia defectos esenciales capaces de alterar la forma del gobierno monarquico, y los pueblos y el egercito que en el año y medio que rigió hasta el regreso de Francia de Fernando VII, se ocuparon mas en hacer la guerra que en materias politicas, no habian tenido lugar de examinar sus nulidades. Ademas todavia no se habia ensayado en la parte mas importante, pues el Rey se hallaba ausente, y solo existia un consejo de regencia, al cual las cortes no habian concedido sino una parte de la autoridad que constitucion señalaba al monarca. Y no se trataba tampoco de examinar las buenas ó malas doctrinas de la constitucion, pues los mas de los que cons

la

piraron para restablecerla no la habian leido, ni tampoco la immensa mayoria de los pueblos : lo que principalmente se queria era destruir un gobierno debil e impotente, y dar curso al espiritu de novedades que agitaba á muchos.

Por otra parte desde los primeros dias de enero de 1820, hasta que juró el Rey la constitucion, y particularmente en los ultimos dias de febrero y los primeros de marzo, en que se multiplicaban las conspiraciones, la nacion estuvo en una continua y penosa alarma. El mal habia cundido ya tanto que parecia dificil librarse de el sin aplicar remedios sangrientos, y la guerra civil con todos sus horrores se presentaba sin cesar á la imaginacion de los Españoles en aquellos dias. La condescendencia del Rey disipó al pronto el nublado, y la multitud que prevée poco, y a quien por consiguiente apenas inquietan los males lejanos, se alegró de ver desvanecidos los peligros que creia proximos.

A tres clases pueden reducirse los descontentos de aquella epoca. Primera : la de los hombres ilustrados y prudentes que no solamente conocian las nulidades de la constitucion, sino que creian que no se observaria, porque el gobierno no seria bastante prudente, ni bastante fuerte para sujetar á ningun orden de cosas el espiritu de rebelion que trastornó el sistema anterior. Segunda`: la de aquellos que rehusaban toda innovacion, pôr

que estaban persuadidos de que corrian mucho peligro sus intereses. Finalmente algunos de los mismos revolucionarios, que viendo destruida la antigua monarquia antes de que ellos hubiesen conseguido alguna parte de sus despojos, no podian estar contentos, y deseaban que habiendo rehusado el Rey prestar el juramento, se hubiera encendido la guerra civil, de la cual se prometian sacar grandes ventajas. El primer cuidado del nuevo gobierno debió ser el de atraer á las dos clases primeras, dando esperanzas á los unos de que se reformarian los defectos de la constitucion, y prometiendo á los otros que se respetaria toda especie de propiedades. Los anarquistas comprendidos en la tercera clase debieron ser observados constantemente para reprimir sus proyectos.

Establecido en España el nuevo orden de cosas, dejaron el ministerio los sujetos que le ocupaban, y fueron reemplazados por los que mas perseguidos habian sido en 1814 por sus opiniones, viniendo algunos desde los presidios á desempeñar las secretarias del despacho (1). Parece que esto era entregar el estado en manos de un partido,

(1) Para estado, D. Evaristo Perez de Castro.

Gracía y justicia, D. Manuel Garcia Herreros.
Hacienda, D. José Canga Arguelles.

Gobernacion de la Peninsula, D. Agustin Arguelles.
De Ultramar, D. Antonio Porcel.

Guerra,
el marques de las Amarillas.
Marina, D. Juan Jabat.

del mismo modo que en aquella epoca se dejó á discrecion de otro, y en efecto asi sucedió. Ls nuevos ministros no se señalaron persiguiendo á las personas, pero manifestaron una obstinacion de principios, que produjó las mas fatales consecuencias. Por otra parte era imposible que el Rey tuviese confianza en unos hombres, a quienes no conocia sino por la pintura poco ventajosa que le habian hecho de ellos sus enemigos en 1814, y tampoco los ministros podian mirar al monarca con el interes y el respeto que era necesario, supuesto que estaban recientes los malos tratamientos que habian sufrido por orden suya, y que de ningun modo le agradecian su exaltacion al ministerio, que era efecto de las circunstancias y no de la voluntad del Rey. De este modo tomaron las riendas del gobierno unos ministros enteramente populares, cuando mas se necesitaba que mirasen por la autoridad real y que la sostuviesen con energia.

Cuatro meses se pasaron desde el juramento del Rey hasta la instalacion de las cortes, y en este tiempo muchas provincias fueron gobernadas por juntas, y en la capital se estableció una con el titulo de provisional, con la cual el gobierno consultaba todos los negocios importantes. Estuvo entonces de hecho suspensa la autoridad real, reinó la confusion, y á su abrigo se multiplicaron los anarquistas.

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