Apuntes para una biblioteca de escritores expañoles contemporáneos en prosa y verso, Volumen2Eugenio de Ochoa Baudry, 1840 |
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Página 38
... corazon , llanto mis ojos . ¿ Por qué , por qué á la tumba , Insaciable de víctimas , tu amigo Antes que tú no descendió , Señora ? ¿ Por qué al menos contigo La memoria fatal no te llevaste Que es un tormento irresistible ahora ? ¿ Qué ...
... corazon , llanto mis ojos . ¿ Por qué , por qué á la tumba , Insaciable de víctimas , tu amigo Antes que tú no descendió , Señora ? ¿ Por qué al menos contigo La memoria fatal no te llevaste Que es un tormento irresistible ahora ? ¿ Qué ...
Página 43
... corazon le ruega , Como en su templo santo el humo sube Del balsámico incienso en vaga nube . IV . A LA MUERTE DE JUDAS . SONETO . Cuando el horror de su traicion impía Del falso apóstol obcecó la mente , Y del árbol fatídico pendiente ...
... corazon le ruega , Como en su templo santo el humo sube Del balsámico incienso en vaga nube . IV . A LA MUERTE DE JUDAS . SONETO . Cuando el horror de su traicion impía Del falso apóstol obcecó la mente , Y del árbol fatídico pendiente ...
Página 45
... corazon ! Yo al conde no puedo amar , Le detesto con el alma : El vino , ¡ ay Dios ! á turbar De mi corazon la calma Y mi dicha á emponzoñar . ¿ Porqué perseguirme así ? Jimena . Desde anoche le aborrezco Mas y mas . Leonor . Yo que ...
... corazon ! Yo al conde no puedo amar , Le detesto con el alma : El vino , ¡ ay Dios ! á turbar De mi corazon la calma Y mi dicha á emponzoñar . ¿ Porqué perseguirme así ? Jimena . Desde anoche le aborrezco Mas y mas . Leonor . Yo que ...
Página 46
... corazon De ese rival insolente . i Tus lágrimas ! ¿ yo creer Pudiera , Leonor , en ellas , Cuando con tiernas querellas A otro halagabas ayer ? ¡ No te ví yo mismo , dí ! Leonor . Sí , pero juzgué engañada Que eras tú : con voz pausada ...
... corazon De ese rival insolente . i Tus lágrimas ! ¿ yo creer Pudiera , Leonor , en ellas , Cuando con tiernas querellas A otro halagabas ayer ? ¡ No te ví yo mismo , dí ! Leonor . Sí , pero juzgué engañada Que eras tú : con voz pausada ...
Página 50
... corazon : la luna heria Con moribunda luz tu frente hermosa , Y de la noche el aura silenciosa Nuestros suspiros tiernos confundia . « Nadie cual yo te amo , » mil y mil veces Me dijiste falaz : « Nadie en el mundo Como yo puede amar ...
... corazon : la luna heria Con moribunda luz tu frente hermosa , Y de la noche el aura silenciosa Nuestros suspiros tiernos confundia . « Nadie cual yo te amo , » mil y mil veces Me dijiste falaz : « Nadie en el mundo Como yo puede amar ...
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Términos y frases comunes
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Pasajes populares
Página 721 - Sansón-, porque es tan clara, que no hay cosa que dificultar en ella: los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran; y finalmente, es tan trillada y tan leída y tan sabida de todo género de gentes, que apenas han visto algún rocín flaco, cuando dicen: «Allí va Rocinante».
Página 729 - ... pero no es merecedora la depravada edad nuestra de gozar tanto bien como el que gozaron las edades donde los andantes caballeros tomaron a su cargo y echaron sobre sus espaldas la defensa de los reinos, el amparo de las doncellas, el socorro de los huérfanos y pupilos, el castigo de los soberbios y el premio de los humildes.
Página 229 - Sin etiqueta, señores, exclamó Braulio, y se echó el primero con su propia cuchara. Sucedió a la sopa un cocido surtido de todas las sabrosas impertinencias de este engorrosísimo aunque buen plato; cruza por aquí la carne; por allá la verdura; acá los garbanzos; allá el jamón; la gallina por derecha; por medio el tocino; por izquierda los embuchados de Extremadura...
Página 29 - DAOIZ, intrépido VELARDE, que osando resistir al gran torrente, dar supisteis en flor la dulce vida con firme pecho y con serena frente. Si de mi libre musa jamás el eco adormeció...
Página 231 - ¡infeliz! Doña Juana, la de los dientes negros y amarillos, me alarga de su plato y con su propio tenedor una fineza, que es indispensable...
Página 230 - A todo esto, el niño que a mi izquierda tenía, hacía saltar las aceitunas a un plato de magras con tomate, y una vino a parar a uno de mis ojos, que no volvió a ver claro en todo el día; y el señor gordo de mi derecha había tenido la precaución de ir dejando en el mantel, al lado de mi pan, los huesos de las suyas, y los de las aves que había roído...
Página 229 - ... —Este plato hay que disimularle, decía ésta de unos pichones; están un poco quemados. — Pero, mujer... — Hombre, me aparté un momento, y ya sabes lo que son las criadas. — ¡Qué lástima que este pavo no haya estado media hora más al fuego!
Página 226 - ... conocer quién fuese tan mi amigo para tratarme tan mal; pero mi castellano viejo es hombre que cuando está de gracias no se ha de dejar ninguna en el tintero. ¿Cómo dirá el lector que siguió dándome pruebas de confianza y cariño? Echóme las manos a los ojos y sujetándome por detrás, ¿quién soy? gritaba, alborozado con el buen éxito de su delicada travesura. — ¿Quién soy?
Página 51 - Mas súbito, azaroso, de las aguas entre el turbio vapor, cruzó luciente relámpago de luz que hirió un instante con brillo melancólico tu frente. Yo vi un espectro que en la opuesta orilla como ilusión fantástica vagaba con paso misterioso, y un quejido lanzando lastimoso que el nocturno silencio interrumpía, ya triste nos miraba, ya con rostro infernal se sonreía.
Página 227 - ... bastante visible sobre entrambos omoplatos. No hay que hablarle, pues, de estos usos sociales, de estos respetos mutuos, de estas reticencias urbanas, de esa delicadeza de trato que establece entre los hombres una preciosa armonía, diciendo sólo lo que debe agradar y callando siempre lo que puede ofender. Él se muere por plantarle una fresca al lucero del alba...