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rías internacionales modernas, ni se inspiran en ese criterio los autores de proyectos de Paz perpétua, como el abate Saint Pierre, Kant, Bentham, Lorimer, Bluntschli, Perier, Miel Weaton, Seebhon, Dudley, Field, Laveleye, Pecqueur, Larroque, Sartorius, Kamaranwsky, Urquard, D' Estournelles de Constant, Kaufman... que proponen, ó una liga europea representada en un Congreso, ó la confederación republicana de los pueblos libres, ó un tribunal internacional, ya en forma de Academia internacional de sabios, ó compuesto de los presidentes de todos los tribunales supremos de las naciones europeas.... pero no acuden á la autoridad conciliadora del Romano Pontífice, cuyo benéfico influjo en la sociedad ha sido elogiado, entre otros, por Voltaire, Herder, Cocquerel, (1) Ward (2) y otros muchos escritores, cuyos testimonios son importantísimos. Citaré las palabras del protestante Ancillón: «En la Edad Media, donde no había orden social, el Papa salvó tal vez á Europa de una entera barbarie. Él creó relaciones entre las naciones más alejadas; fué el centro común, un punto de unión para los Estados aislados; fué el tribunal supremo elevado en medio de la anarquía universal, y cuyos decretos fueron á veces tan respetables como respetados; previno y detuvo el despotismo de los Emperadores, reemplazó el defecto del equilibrio y disminuyó los inconvenientes del régimen feudal.» (3)

Saavedra condena la neutralidad: «La neutralidad siempre es dañosa al mismo que la hace». (4) Así, que no sólo es inútil, sino contraproducente. Y tocante á la intervención, la admite en muy raros casos, consultándolos con gran prudencia: «pesando el empeño con la conveniencia, sin que hagamos ligeramente propio el peligro ageno ó nos consumamos

(1) Essai sur l'histoire du Christianisme.

(2) Estudios del Sr. Fernández Prida, donde se citan unas elocuentes frases de

Ward sobre el poder de los Papas, págs. 107-108.

(3) Tables des revolt. du sistemes politiques de L'Europe, t. I. -Introducción. (4) Emp. XCV, p. 248.

en él, porque después no hallaremos la misma correspondencia». «Cuando también conviene al bien y sosiego público socorrer al oprimido debe hacello el Príncipe más poderoso, porque la justicia entre los Príncipes no puede recurrir á los tribunales ordinarios y la tiene en la autoridad y poder del más soberano». (1)

(1) Emp. XLVII, p. 118.

CAPÍTULO II

IDEAS DE DERECHO POLÍTICO

Origen de la sociedad.—La sociedad, fenómeno natural - Relaciones de la doctrina de Saavedra con algunas teorias de escritores modernos.— Fin de la sociedad politica - El poder: su origen y naturaleza. La soberania del pueblo por derecho divino – Unidad ındıvısıble del poder -La potestad civil y la eclesiástica -Formas de Gobierno. - No tienen eficacia por sí mismas.-Necesidad de una forma mixta.-La Monarquía: sus clases -La Monarquia hereditaria. Contra la Monarquia patrimonial.

Para resolver el problema del origen de la sociedad política, Saavedra parte de la doctrina atistotélica. No le señala, pues, un origen teológico directamente, como Bossuet, Bonald, De Maistre y Sthal, ni contractual ó voluntario como Rousseau, sino histórico y natural, considerando que el hombre tiene necesariamente que vivir en compañía de sus semejantes para cumplir el fin que le ha sido impuesto. Para él, por tanto, la sociedad política es un fenómeno natural.

Comienza describiendo una edad de oro, tradición de todos los pueblos (la Atlántida, las Hespérides, los Campos Elíseos....): «aquella primera edad en la que ni fué menester la pena porque la ley no conocía la culpa, ni el premio porque se amaba por sí mismo lo honesto y lo glorioso, pero creció con la edad la malicia del mundo, introducida la ambición y la fuerza, la misma luz natural redujo á los hombres á la compañía civil». (1)

Y esto fué necesario: 1.o Para que ejercitasen las virtudes á que la razón les inclina; 2.o Porque tienen que comu

(1) Emp. XXI, p. 56, y las Introducciones á la política. L. I, cap. I, p. 525. «La compañía civil ó política es natural al hombre».

nicarse sus sentimientos y necesidades, como lo prueba la voz articulada que les dió la naturaleza; y 3.o Porque así consiguen la enseñanza, el consejo y la defensa mútua. En suma, porque sólo en esa forma pueden hacer vida verdaderamente racional y humana.

Para Saavedra la manifestación primaria de la sociedad política es la familia, y su forma última y definitiva la ciudad, como dice según la nomenclatura clásica, ó sea la Nación, doctrina que sostienen muchos en nuestra época. <<Los hombres se hallaron obligados á desamparar los campos donde vivían por familias, y reducirse á un cuerpo de comunidad que atendiese á la defensa y conservación de las partes, decidiese las causas, administrase justicia y comprendiese en sí todos los instrumentos necesarios para la felicidad civil ó política: calidades que ni en una casa, ni en un barrio, ni en una aldea se pueden hallar juntas, sino solamente en una ciudad, que es un adjuntamiento de muchas vecindades, cuyo último fin es la comodidad de la vida con equidad y justicia. Esta compañía es entre todas la más noble y perfecta, porque della son parte las demás. >>> (1)

La sociedad política, pues, se ha formado progresivamente, pasando de la familia á la gens, de la gens á la tribu, y de aquí á la ciudad, como forma definitiva y positiva de las anteriores situaciones. Aunque expuesta con diferentes nombres, no puede negarse su analogía con la doctrina de Lange, Niebuhr, Momsen y principalmente Summer Maine.

Asímismo, la sociedad no se compone de individuos como agregado atómico, sino de familias: «De una familia se formó una casa, de muchas casas un barrio; dilatóse la propagación y muchos barrios constituyeron una ciudad....» (2) Y parece afirmar con Summer Maine «que la condición primera de la especie humana fué el patriarcado ó el Estado patriar

J

(1) Introduc. á la política: lib. I, Emp I, pág. 425.

(2) Introduc. á la política... lib. 1. cap. 11, pág. 425.

cal, y que en él el varón más sabio y más fuerte es el que gobierna,» (1) cuando dice que «la Monarquia fué la primera (forma de República) eligiendo los hombres en sus familias, y después en los pueblos, para su gobierno, al que excedía á los demás en bondad.....» (2) Y al no hablar ya de familias, sino de casas, barrios y ciudad, indica que al lazo del parentesco sustituyó más tarde el del territorio: la habitación en el mismo suelo.

Estudiemos ahora cuál es el fin de la sociedad política ó Estado, una vez conocido su origen y naturaleza. No es para Saavedra, como para la escuela individualista y economista, (Rousseau, Kant, Fichte, Spencer, Humboldt, Say, Molinari....) el fin del Estado unicamente la justicia, como institución del poder coactivo que presta las garantías indispensables porque se mantenga la coexistencia armónica de las libertades, como instrumento material del orden y de la seguridad de los individuos. Además de este carácter negativo de reprimir, tiene para nuestro escritor el positivo de fomentar la felicidad pública, de conseguir la comodidad de la vida social, y la defensa y conservación de sus partes, como ha podido verse en el párrafo transcrito.

Entre las diversas teorías sobre el fin ó fines del Estado, Schulze, Held, Holtzendorf, Burguess, Krause, Bluntschli... (3) la que se adapta mas á la de Saavedra es la de Holtzendorf, quien asigna al Estado un fin de defensa ó potencia nacional, un fin de justicia ó garantía de los derechos, y un fin de cultura social ó de fomento de los intereses sociales. (4)

Formada la sociedad política, para conseguir su fin, nació una potestad en toda ella, obra de la misma naturaleza, potestad que se hallaba en el cuerpo del pueblo como difusa,

(1) L'ancien Droit. p. 117.

(2) Emp. XXI.- pág. 56.

(3) Tratado del Sr. Posada. p. 261 y siguientes.

(4) Principios de política, lib. III.

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