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se perpetúa y eterniza la deuda de sangre entre las familias; el duelo constante entre razas que las cercena y extermina á veces; duelo no exento de cierta altiva generosidad, porque en él se disputa la vida, la vida sola, no los bienes, no el caudal, no la autoridad ni el puesto.

Mal sueño dormirian las damas montañesas; mal reposo tendrian cuando ausente del solar su esposo ó hijo, padre ó hermano, no podian fiar la seguridad de su regreso ni en el valor personal, ni en la compañía armada, ni aun en la circunstancia rara de permanecer extraño á discordias y bandos; por que ¿quién estaba exento de asechanza y golpe, por pariente, ó amigo, ó allegado de cualquiera de los metidos en aquel permanente batallar?

El claro de luna que puestas en el alfeizar de su ventana les sonreia, tal vez alumbraba el tiro certero de una ballesta asestada al pecho del caballero; el silencio aromoso de la noche tal vez ayudaba á seguirle los pasos hasta el parage seguro y cómodo para el homicidio; el rumor que el viento levantaba en las hojas espesas de los castaños, tal vez encubria un grito

lejano, que oido de la casa-fuerte le hubiera llevado oportuno y salvador auxilio.

Habríalas, sin duda, entre ellas de varonil corazon, templado al calor de los duros tiempos en que nacieron; pero en su mayor número vivian con la zozobra en el pecho, el llanto en los ojos y el nombre de Dios en los lábios; de otra suerte hubiéranse desnaturalizado y no fuera humana descendencia la perpetuada por hembras á quienes el rigor y destemplanza de las costumbres hubiesen robado las augustas calidades de la maternidad humana, piedad, compasion y ternura.

Fué historiador de aquellos lamentables dias y sucesos, un personaje abonadísimo para pintarlos con fiel colorido. No era de la tierra, pero sí vecino, y en la suya y con los apellidos de Oñez y Gamboa, andaban los bandos no ménos encarnizados y divididos. Diez y seis años tenia cuando ya entraba en campo con sus parientes á sostener un desafio enviado á su padre por los banderizos contrarios; luego peleaba contra infieles y en Castilla, en cuyas guerras veia perecer al segundo-génito de sus varones; al mayor se lo mataban despues en un encuentro de

partidarios, y el tercero, descaminado por la codicia de suceder en el mayorazgo con perjuicio de los hijos de sus hermanos primogénitos, encerraba á su padre ya septuagenario en la torre del propio solar, y con tal violencia consumaba la usurpacion. 1

Habia probado, pues, de cuantos rigores y pesares traia consigo el estado febril y desasosegado de los pueblos; puesto mano en los negocios comunes; visto de cerca los hombres y las cosas, y podia maduramente juzgar á sus contemporáneos, entrando en las causas recónditas de sus hechos.

Los ócios de la larga prision que padecia «temeroso de mal vevedizo, e desafuciado de la esperanza de los que son cativos en tierra de moros, que esperan salir por redencion de sus bienes o por limosnas de buenas gentes,» como él mismo dice, aficiones añejas á leer y escribir de historia, que desde sus mocedades le acompañaron, 2 el caudal erudito que poseia, el interés de los sucesos en que fué actor ó testigo,

1 Maestre.-Semanario pintoresco español, año de 1847.

2

Ya en 1454 habia escrito la Crónica de Vizcaya.

el amor al suelo, la ley al linage, el espíritu de perpetuidad y conservacion de todo lo ganado y poseido, que caracteriza las razas montañesas, moviéronle á componer una obra, extraño conjunto de verdad y fábula, y cuyo «nombre derecho,» segun sus propias palabras, debe ser: «Libro de las buenas andanças e for>> tunas, que fiço Lope García de Salazar, en XXV »libros con sus capítulos é sus tablas en cada »uno sobre si de letra colorada.»

Tal fué Lope Garcia de Salazar, señor de las casas de Salazar, de San Martin de Somorrostro, Muñatones, Nograro, la Sierra y otras, merino mayor de Castro-Urdiales, que habia nacido en 1399, en aquella torre de Somorrostro, donde padeció cárcel; en aquel lugar al cual tanto amaba que legó á su iglesia el libro curioso resúmen de su vida, y que venia de varon en varon de aquel ilustre Prestamero mayor de Vizcaya, Lope García de Salazar el viejo, muerto en la cerca de Algeciras (año de 1344) despues de vivir más de cien años, dejando la prodigiosa descendencia de ciento veintitantos hijos legítimos ó espúreos. Cierto que su rebiznieto contaba ochenta y cinco hijos y nietos

de ambos sexos y de una y otra procedencia, y que con tan extraordinaria extension de su ilustre apellido, habia dado lugar á que lo usasen hijos de padres desconocidos, y á un malicioso dicho popular en Vizcaya: Quien nombre no tiene, el de Salazar se pone.

De sus veinticinco libros, los veinte primeros forman una crónica dispuesta á imitacion de la general de España, ordenada por el rey sábio, y en ellos se comprende el Génesis, con los anales más ó ménos fabulosos de los pueblos antiguos de Oriente y Occidente, y la historia de los reinos castellanos hasta los dias del autor. Ya en el vigésimo se limita á Vizcaya, su tierra nativa, y en los siguientes describe los títulos, linages, entronques y descendencias de las familias hidalgas de Bayona á Bayona, y cuenta minuciosamente sus divisiones y discordias, sus batallas y atropellos. Esta es su parte más interesante, la que anda copiada en archivos y manos de particulares, porque el libro de Lope García, aunque sea mengua y descrédito de cuantos le deben obligaciones, aún no ha visto la luz de la prensa.

Más ancho teatro, trascendencia mayor, otra

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