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santuario, en suelo ya santificado, y acaso en este uso antiguo de fortalecer la casa de Dios y almenar sus cercas no era todo desconfianza ó marciales exigencias, sino propósito de ensalzarla rodeándola de atributos de poder, majestad y soberanía.

Quiere la tradicion que dentro de este recinto murado y á par del rey del cielo, tuvieran palacio los reyes de la tierra. Autorizase de las reliquias viejas que aún subsisten; dice que Alfonso el Sábio le habitó en ocasiones, que en sus aposentos se ordenó el trabajo de alguna de las Siete Partidas, y hasta señala una angosta y misteriosa puerta, ya tapiada, por donde aquel príncipe glorioso, asombro de su era, afligido en medio de sus prosperidades y merecimientos por la aguda pena de la rebelion y desobediencia de su hijo D. Sancho, pasó alguna vez y se recogió á sagrado, fugitivo si no del hierro, de la insolencia de conjurados y descontentos.

¿Seria á vista de este mar proceloso de Cantabria, donde soltando el freno del cortesano disimulo, ahogada en llanto el alma del rey poeta de Las Querellas,

gritaba doliente con fabla mortal?

Pocos pasos necesitaba andar para poner su trémula mano en los cerrojos ungidos. Frente al dintel por donde salia, levanta los suyos la puerta principal del templo, la que los arquitectos de la Edad media solian llamar puerta del Perdon, y era ahora para el Monarca puerta del Refugio. Es al parecer de lo más añejo del edificio, pertenece al estilo de transición con que el arte salia del siglo XII y de la tradicion románica, para entrar en el siglo XIII y en el brioso desenvolvimiento del gusto ogival. La ogiva apunta en su abocinado ingreso, cuyas arquivoltas concéntricas descansan en columnas de fuste corto, capitel historiado con figuras de animales y basas unidas sobre un pliuto igual, alto y corrido.

Pero la edificacion fué lenta, y años no pocos y generaciones pasaron desde que los fieles entraron á orar por estos primeros umbrales á Santa María, hasta que vieron cerrarse las bóvedas, y acudieron al clamor de las campanas volteadas dentro del alto cuerpo de su cuadrada torre. Porque el calado pretil que rodea la cornisa, la crestería de los remates que recortan sobre el cielo la seca línea del tejado, la

airosa torre, acardenalada á ocaso por el azote permanente de la lluvia y el vendabal, enrojecida á Oriente por el vívido sol de cada mañana, maltratados frente y pecho por las balas que mellaron sus sillares, quebraron sus perfiles y borraron sus limpias aristas, pertenecen á tiempos más adelantados.

Bien andaría la cronología castellana entre los fines del siglo XIII y comienzos del XIV y por los reyes de la dinastía de Trastamara, cuando terminó la obra. No era rica la comarca, ni sus magnates y corporaciones poseyeron nunca caudal bastante para emprender suntuosas edificaciones. Opulentos eran los príncipes y prelados de Leon y de Castilla, y sus fundaciones atestiguan las largas treguas, que discordias y escaseces imponian al trabajo útil y pacífico, pero dispendioso, del escultor y el arquitecto; eran tiempos de grandes necesidades públicas; éranlo tambien de fé, y la fé inducia á menudo á comenzar empresas sin la cabal posesion de medios para terminarlas, y fiando siempre en lo eventual y probable.

Por eso se ayudaban y convenian para sus devotos fines todos los estados y gerarquías so

ciales, el clérigo y el burgués, el mercader y el artesano; los populares pedian de sus rentas al obispo, el obispo sus limosnas al pueblo; quien no podia aprontar maravedises, prestaba su persona para el trabajo corporal, y esta limosna del bracero, la más alta y sublime que la caridad inspira, engrandeciéndole á los propios y ajenos ojos, era pagada en gracias èspirituales, indulgencias y sufragios que Roma á veces, á veces el diocesano, publicaba y concedia á la fábrica y á sus partícipes gratuitos.

Conciertos parecidos solian hacer reyes y concejos, y por tal camino participó quizás en la fundacion de la iglesia de Castro el santo rey Fernando, á quien la voz comun atribuye la restauracion y auge de las iglesias de Cantábria; y apoyan esa voz en algun modo ciertas partes de su arquitectura, la semejanza en traza y no pocos detalles, y la advocacion comun á Nuestra Señora del Tránsito, que liga á las tres iglesias de Castro, de Laredo y de Santander.

La que ahora visitamos tiene tres naves, sostenidas por columnas arrimadas á un pilaron poligonal; la planta de los sillares que forman

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el fuste de la columna es esta: dos tercios for

man el cilindro de la columna, el restante entra con talla diversa á hacer el macizo del pilaron central, cuya superficie asoma desahogadamente entre fuste y fuste; en los capiteles triunfa la hoja de yedra, colosal en proporcion, pero fielmente copiada de la naturaleza en los detalles; las ogivas son anchas, y su arco, formado por cuatro boceles, con filetes interpuestos y un ariston achaflanado que adelgaza el perfil de la ogiva, aumenta su luz y realza su elegancia. Una gala tiene que no tienen sus compañeras: galerías fingidas en los machones de la nave mayor, que la visten y aligeran con sus columnas empotradas y trilóbeas ogivas.

El arqueólogo, á luz de su criterio, examinando cada detalle, define su procedencia, señala la era de su advenimiento á la vida del arte, el por qué de su empleo en la construccion, el oficio que desempeña en el monumento; pero el arqueólogo lleva consigo el auxilio de su idioma y el archivo de su erudicion, que le ayudan á establecer su opinion y á comunicarla con recíproco deleite á sus lectores.

Careciendo de ambas armas el curioso al

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