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acusan las formas generales de la construcción militar de aquella época; de modo que este primer dato histórico se comprueba perfectamente. Vamos á ver ahora las ampliaciones.

Cean Bermúdez dice, en su Dicciona· rio, que el castillo fué edificado en el año 1440; pero indudablemente la construcción no fué total, puesto que las fá bricas acusan que se conservó en su mayor parte el edificio antiguo. Lo que se hizo entonces, sin género alguno de duda, fué envolver el recinto á la sazón

existente, por otro nuevo rodeado de ancho y profundo foso; construir una barbacana en la contraescarpa de dicha escavación; erigir el puente levadizo para dar ingreso á las defensas bajas que entonces se realizaron y que constituyen la envolvente exterior del viejo recinto, y en uno de cuyos ángulos se colocó la poderosa Torre del Homenaje, y por fin, elevar varias dependencias en la plaza de armas para los augustos huéspedes que habían de albergarse en la fortaleza y para alojamiento de las tropas.

B.-Estudio técnico.

Tal es en conjunto el castillo de que me ocupo, y para poder estudiar su importancia en los diferentes conceptos en que puede presentarse, necesito examinarlo desde el triple punto de vista: primero, de su disposición y organismo en harmonia con el destino esencialmente defensivo que estuvo llamado á desempeñar en su época; segundo, su expresión artistica, y tercero, su significación histó rica, y sólo reuniendo estos diversos datos, es como podré daros una idea, tan imperfecta como mía, de la importancia que el monumento encierra.

Vamos, pues, á estudiarlo desde el primer punto de vista.

1.° Disposición y organismo.-La bar. bacana exterior, que constituye un fuerte avanzado, es la que primero aparece á la vista del observador, colocado frente al ingreso del edificio.

En el diseño, que representa el cuerpo de ingreso (lám. II), se ve la planta de la barbacana, situada en la contraescarpa del foso, y los dos torreones y lienzo central de muralla, en cuya parte superior está abierta la puerta. Aparecen asimis mo las secciones dadas á la planta por el eje y por un costado, apreciándose perfectamente el estado actual de este fuerte, que constituía un elemento defensivo de gran importancia para la entrada de la fortaleza, habiendo desaparecido ya el

frente anterior que debería tener la barbacana, para que resultase perfectamente defendida.

Se ve también la parte subsistente de las dos garitas laterales que protegian esta barbacana, que ofrecía la circunstancia de hallarse perforada en sentido longitudinal descendente y de la que no pue de apreciarse hoy toda la altura que de bió tener por hallarse el foso medio cegado.

Esta galería, en bajada, era para facilitar la salida y retirada de los sitiados en tiempo de guerra, á fin de tener constantemente hostilizadas las líneas de contra. valación del sitiador.

He aquí, pues, lo más importante que ofrece este castillo como antemural, como defensa avanzada, digámoslo así.

Vamos á ver ahora cuál es la estructura de la fortaleza propiamente dicha y cómo desempeñaba los servicios á que estaba consagrada. En la planta del castillo (lám. III) se ven los dos recintos interior y exterior, que corresponden á las dos épocas diversas que los datos históricos consignan. El recinto interior está formado por muros de hormigón, completamente macizos y de gran elevación sobre la plaza de armas, flanqueado, como se ve, en la planta general de la población, por torreones de planta rectangular. Esta construcción, completamente maciza y

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El recinto exterior se halla constituido por muros de fábrica homogénea de ladrillo, perforados longitudinalmente por dos órdenes de galerias superpuestas. Esta es. tructura, tan distinta de la del recinto an. terior, se completa por torreones de planta circular en vez de los de base rectangu lar que hemos visto antes y con los basamentos escarpados, en vez de los de paramentos verticales, que el otro recinto ofrece.

2.° Resistencia poliorcética.-El organismo que acabo de describir presenta, como sabéis, mejor que yo, un progreso marcado en el arte de la fortificación, res

de los torreones y desde las aspilleras de las galerías, y, por fin, por el rebote de los proyectiles lanzados desde los adarves sobre los escarpes, es decir; por una serie de fuegos descendentes, rasantes y en bomba, que era muy difícil que pudiera conseguir apagar. Si el sitiador se decidía por la bastida, también se presentaba muy difícil el asalto, puesto que esta débil torre de madera tenía que avanzar hacia la plaza y era necesario para ello que, previamente, se terraplenase y se consolidara el foso. Sólo entonces podria utilizarse como ofensiva esta torre, cuya resistencia tenía que ser muy inferior á la

que ofrecían los muros de la fortaleza.

Si en lugar de esto el sitiador se decidía por abrir brecha, ó bien empleaba el antiguo ariete, que era también de muy dudoso éxito, por la facilidad con que el sitiado podria atacarlo á su vez con otros ingenios desde las plataformas de torreones y cortinas, ó bien las lombardas. Estas eran conocidas, pero escasas en nú. mero y manejadas por gente poco diestra, y aunque en el anterior sitio de Algeciras parece que se habían empleado ya para defensa, en cambio para el ataque, es decir, como medio de asedio, todavía se usaban de un modo muy irregular y deficiente. La prueba de ello es que en los revueltos tiempos de Enrique IV, en que tantas batallas se libraron, los cronistas apenas nombran todavía la artillería, y aun en tiempos en que el arte de la balística estaba más adelantado, cuando la célebre conquista de Granada, dicen las Crónicas que, en unión de las lombardas, se em. plearon los antiguos ingenios, ya por las dificultades de transporte, ya porque fuera todavia muy costoso el cargar y disparar las piezas para producir los prontos y decisivos resultados que después se han ob tenido y que en la época en que se erigió este monumento, no se habían logrado aún.

Pero admitamos que el sitiador contase con las lombardas entre su material de sitio. En este caso era necesario que, primero, apagase con sus fuegos los que á su vez pudiera dirigirle el sitiado, empla zando éste sus lombardas en las anchas plataformas de los torreones del recinto inferior que, por su gran extensión, permitían el emplazamiento de las pequeñas piezas de artilleria que entonces se usaban. Debe, sin embargo, tenerse en cuenta la diferencia de situación en que se hallaban unos y otros, puesto que las plataformas de los torreones estaban á mucha altura sobre el fondo del foso, pero á poca sobre el glacis exterior, de modo que los tiros lanzados por los cañones de la plaza tenían que barrer las filas enemigas y pro

ducir grandes destrozos, y sólo á fuerza de bajas podria el sitiador conseguir apagar estos fuegos.

Resulta, pues, en mi pobre opinión, que por cualquiera de los frentes que se atacasen los lienzos de la muralla del castillo, el asalto resultaba inferior à la defensa, y sólo con trenes de sitio, con bastante tiempo y pérdida de gente, podría lograr el sitiador abrir la brecha.

Vamos ahora á los trabajos de zapa. En aquellos tiempos, sabéis que todavía no era conocido el maravilloso invento de aplicación de la pólvora á las minas para volar las murallas, con que el inmor. tal Pedro Navarro causó tan radical revo.. lución en el arte de atacar las plazas, y, por lo tanto, en el sistema de defensa de las mismas. El sitiador, en aquella época tenía que contentarse con el empleo del antiguo sistema de poner encuentos. Mas si los sitiados se apercibian de estos trabajos, podian inmediatamente establecer la contramina en disposición conveniente para rechazar la agresión, lo que casi de seguro sucedería, puesto que los soldados apostados en las galerias del recinto exterior tenían que oir los golpes dados por el sitiador para abrir la mina.

Pero supongamos que el sitiador lo. grase su objeto, estableciendo las minas y disponiendo las carpinterías necesarias para apear provisionalmente las fábricas superiores, á fin de que, por el incendio, se produjese el derrumbamiento de las fábricas que subsistian sobre el terreno socavado. Aun entonces ya sabemos cuán dificil era, en aquellos tiempos, calcu. lar bien el emplazamiento y disposición de estos encuentos, de modo que tan penoso trabajo no diera un resultado inútil, como sucedió, por ejemplo, en el sitio de Toledo por Enrique de Trastamara y otros muchos. Vemos, pues, de cuántas dificultades se hallaba erizado el problema de asedio de esta plaza en harmonia con los medios de expugnación que entonces poseía la balística.

Vamos á ver ahora el intento de atacar

la puerta, que, como sabéis, constituía el punto débil de toda fortaleza en aque lla época. En el dibujo que representa el cuerpo de ingreso (lám. II), se marcan las precauciones de que se habia valido. el constructor para la defensa de la en. trada. Esta se halla hoy á la altura que marca el plano sobre el actual fondo de la escavación, pero que todavía era antes mayor, por estar hoy el foso cegado en parte. Esta puerta, situada à enorme elevación, sobre su fondo, se hallaba flan queada por dos torreones poderosos y amparada por la barbacana exterior que defendía la entrada. El puente levadizo, de que esta barbacana formaba la cabeza, giraba sobre la línea de enrase superior del arco, de que se conserva el arranque y del que he completado el trazado marcándole de puntos para que se vea la totalidad del arco hoy casi destruído.

El giro del puente levadizo sobre el arco, indudablemente se efectuaría por un contrapeso y la puerta resultaba por lo tanto protegida por las defensas laterales, por la barbacana exterior y por el puente levadizo que la ocultaba al elevarse. Se ve, pues, de cuántas precauciones se valió el constructor de esta entrada para que no participase de la debilidad que, por si solas, presentarían las puertas de las fortalezas de aquella época.

El castillo medinense contaba, pues, en sus obras exteriores con todos los necesa. rios medios de defensa, en harmonia con los de expugnación que entonces se conocían.

Veamos ahora si las obras interiores corresponden á la bondad de las defensas exteriores.

En la planta del edificio (lám. III), levantada por el maestro de obras actual de la población de Medina, D. Ricardo Cuadrillero, aparecen las proyecciones hori. zontales de la barbacana exterior, y de la puerta de ingreso, situadas á nivel para facilitar el paso por el puente cuando se hallaba éste echado.

Pues bien; suponiendo que el sitiador

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venciera todas las dificultades que acabo de enumeraros y que lograra entrar en la plaza, se encontraba simultáneamente hostigado por los fuegos cruzados dirigidos desde las azoteas de las garitas, desde el bien entendido recodo que forma el lienzo derecho del primer recinto contiguo al ingreso, desde la parte del segundo que enfrenta con esta puerta y desde los adarves del lado izquierdo del primero y segundo recinto.

Se ve, pues, con qué habilidad ha dispuesto el constructor esta serie de defensas para batir á la vez al sitiador en todos sentidos y cerrarle materialmente en una nube de fuego. Pues supongamos que el sitiador venciera todas estas dificultades, y entonces tenía que pasar por todo el camino izquierdo y dar la vuelta á la poderosa torre del homenaje, que tiene coronado su cuerpo inferior por una serie de matacanes con las garitas voladas, propias de aquella época, que eran un terrible medio defensivo, merced á los proyectiles que, á través de los matacanes, podian lanzarse sobre el sitiador. Si éste lograra salvar tan multiplicados fuegos y no podia entrar en la plaza de armas más que por la puerta prac. ticada al costado de dicha torre y para pasarla tenía que sufrir los ataques del matacan superior, destruir la puerta y luego el peine interior, y después de ven. cer tantos obstáculos con innumerables pérdidas, es cuando lograría el sitiador entrar en la plaza de armas. Pero, al penetrar en ella, se encontraba con los adarves de los muros altos, que tienen una gran elevación, y, por lo tanto, doniinan de una manera terrible al sitiador, teniendo que perder nueva gente para ganar este recinto. Entonces, todavía quedaba como último recurso al sitiado, el acogerse á la poderosa torre hueca del hoinenaje, cuya única puerta de entrada se encuentra á mucha altura sobre el camino de ronda, situado entre los dos recintos, pero más baja que el adarve del recinto alto. Así, pues, sólo se podía en

trar en esta torre desde la muralla, ya por una escala móvil, bien por un puente giratorio ó por cualquier otro medio sen. cillo, que se cortaba fácilmente en tiempo de guerra y que era muy dificil al sitiador reponer en el momento del ataque, cuando se veía terriblemente acosado por los fuegos que lanzase el sitiado desde los matacanes y garitas de la parte superior.

Se ve, pues, que, desde el punto de vista militar, ofrecía este castillo todos los caracteres de una plaza fuerte de primer orden. De modo que la escasez de altura de la meseta en que se hallaba situada y que constituía entonces una falta, se hallaba ventajosamente suplida por la multitud de medios defensivos de que se había dotado la fortaleza, en harmonía con los de ataque entonces conocidos.

Resultado: que desde el punto de vista militar constituia esta fortaleza un inte resante monumento de arquitectura mi litar de la Edad Media, con todos los adelantos que ésta llegó á alcanzar, hasta que la revolución producida por la moderna artillería causó tan radical mudanza en las construcciones militares.

3. Expresión artistica. En la pers pectiva que representa el frente posterior del edificio (lám. IV), se percibe la imponente grandeza de las fábricas que lo constituyen y cuyas robustas y harmónicas proporciones acusan su destino respectivo por la variedad de siluetas que ofrecen sus recintos y por los torreones de formas diversas que flanquean el monumento y que le imprimen tan pinto resco efecto, y sólo pueden considerarse como elementos de exornación, si tal pueden llamarse, porque responden á un fin puramente defensivo, las blancas as pilleras perforadas en forma crucifera y construidas sobre base circular que con trastan agradablemente con el fondo más obscuro de las fábricas de ladrillo en que se hallan incrustadas.

Resulta, pues, que, desde el punto de vista estético, sólo se distingue el edificio

por la grandiosidad y potentes proporciones de las diversas masas y por la variedad de siluetas que ofrece el monu. mento, coronado por la colosal torre del homenaje, presentando un hermoso conjunto que destaca sobre el azul del cielo.

Veamos ahora (lám. V) el frente principal en que se encuentra la puerta de ingreso con sus torreones y su destruido puente levadizo que la imprimen mayor variedad y en cuyas fábricas se dibujan las aspilleras de forma crucifera que aparecen también sobre el fondo de las restantes cortinas y ayudan, por consiguiente, á dar movimiento, vida y expresión á este edificio, en cuyo costado se alza majestuosa, en segundo término, la colosal torre del homenaje, coronada por garitas y matacanes corridos, que contribu yen á imprimir al primer cuerpo subsistente, un sello tan hermoso como propio del destino de esta colosal torre y cuyo efecto seria todavia más soberbio cuando poseía su segundo cuerpo, hoy casi des. truido.

La puerta de ingreso, fortalecida por los dos torreones que la flanquean, está cubierta por un arco de herradura cuyas boquillas han desaparecido, y coronada por tres hermosos escudos en que campean los blasones de los Reyes Católicos, que completan con fidelidad la expresión del periodo más floreciente del edificio,

Pasando al interior, encontramos la plaza de armas completamente desmantelada é inundada de escombros. El recinto Nordeste de la fortaleza aparece perforado por una cámara llamada peinador de la Reina que constituye una sala cubier ta de bóvedas en cañón seguido, de arcos apuntados, orlados por crucerias alemanas, de nervios y rosetones. Entre los escombros se han encontrado, poco ha, en la plaza algunas planchas de estuco orladas de lacerias mudejares que prueban la brillante exornación con qne debieron estar enriquecidas, un día, las hoy destruidas dependencias que había en el castillo,

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