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compone, entra en metamorfosis y se forma con los principios del azúcar, del agua y de la espuma, alcohol y ácido carbónico. Aquí no hay reproduccion de espuma. Mas si al agua azucarada añadis glúten, provocada la descompo→ sicion del azúcar, se efectua la del glúten, y como uno de los compuestos á que da lugar la descomposicion de este es la espuma de cerveza, esta aparece y simula una reproduccion del agente provocador, ó sea de la espuma que ha provocado la metamorfosis del azúcar, y por medio de esta la del glúten. Mien tras haya glúten, habrá reproduccion de espuma, la cual solo cesará cuando se haya descompuesto toda la cantidad de este cuerpo.

Otro tanto sucede con el ácido oxálico y el oxámido que viene á ser un oxálato amónico. Con un grano de ácido oxálico pueden obtenerse arrobas de este ácido, provocando la metamorfosis del oxámido, porque á cada descomposicion se produce tanto ácido oxálico, como se ha empleado para provocarla, á mas del que contiene el oxámido.

Hé aquí hechos de la misma índole que la reproduccion del pus y moco sifilitico. El pus y el moco de los tegidos enfermos, puestos en contacto con los sanos, compuestos de principios suceptibles de ser metamorfoseados, bajo el influjo provocador de su fermento, entran en descomposicion, se metamorfosean, y como uno de los productos de esta descomposicion es un material igual al provocador, le dan como si este se reprodujese, Hacen lo que el glúten respecto de la espuma de cerveza.

Oponed á ese movimiento provocador en agente contrario á la fermentacion, y el humor no se reproduce, el mal se cura. Todos los específicos, los agentes caústicos, etc., que se oponen á las úlceras sifiliticas ejercen esta acción terapeutica por esta razon, de suerte que puede ser específico contra ellos todo lo que sea capaz de verificar combinaciones que destruyan ese movimiento metamorfoseador.

Esta doctrina, que pudieramos robustecer con pasages de químicos y fisiólogos modernos, con citas de Berzelius, de Dumas, de Liebig, de Robin y algunos otros, se apoya en hechos demostrables y análogos, y está perfectamente de acuerdo con las leyes fisiológicas.

Ahora bien, así como bajo la influencia de agentes meteorológicos se metarmofosean sustancias sin necesidad de fermentos que provoquen en ellas esa descomposicion; si otro tanto sucede en el vino, la leche y los humores del cuerpo humano, notablemente en la bilis, serosidad y humor pancreático, el cual provoca diarreas tan parecidas á las del cólera, que mas de una vez nos ha hecho pensar en si seria una enfermedad del páncreas ó jugaria este gran papel en ella por qué, siquiera admitamos que el provocador más comun de las metamorfosis sifiliticas, sea el material virulento procedente de órganos enfermos, no han de poder los tegidos esperimentar algunas veces metamórfosis idénticas bajo el influjo de otros agentes internos y esternos que van a perturbar su modo normal de funcionar?

Hemos dicho que están de acuerdo todos los autores en considerar muchos de los sintomas del mal venéreo terciario como reproduccion del mal antiguamente padecido. Ahora bien, ¿es una cosa fuera de duda que, siempre que se presentan esas formas, lo deben á un mal prexistente que no ha desaparecido del todo del punto ó brecha por donde penetró, ó que ha permanecido larvado por espacio de muchos años siu dar señales de existencia? ¿Acaso muchos de esos casos tenidos por reproducciones no son apariciones espontáneas, no solo en las personas que otra vez han padecido el mal, sino en las que nunca le han tenido y en las cuales se esplican por funestos legados hereditarios?

Cuando uno estudia la constitucion de la sangre y sus leyes fisiológicas;

cuando uno ve la facilidad con que por su destino se presta á todo género de atraccion ó afinidad quimica; cuando uno ve que nada pasa al torrente de la circulacion sin ser previamente descompuesto, y como esto no se verifique, la sangre no lo tolera y sobreviene la muerte ó un trastorno rápido y profundo de la salud como un envenenamiento; ¿qué pensaremos de esa opinion à todas luces hipotética y arbitraria de la permanencia de un gérmen tan maligno como un virus por largos años en la economia sin dar señales de existencia y sin alterar la florida salud de los sugetos? ¿No está semejante idea en abierta contradiccion con todo lo que nos dice la fisiológia y la patológia en esta parte? ¿Cuando el simple pus flegmonoso ó de una flebitis se mezcla con la sangre y causa irremisiblemente la muerte, se querrá que pueda permanecer en ese líqui do un virus larvado sin manifestarse de ningun modo hasta despues de muchos años? Nosotros lo tenemos por imposible y contrario á todas las leyes de la fisiológia reconocidas

Hemos hecho estudios sobre la absorcion en todos los terrenos fisiológico, patológico, terapéutico y toxicológico, y hemos descubierto una ley que nunca falla; nada es absorbido sin previa descomposicion, en especial siendo orgánico, y como no se efectue, la muerte está à un paso de ese fenómeno. La sangre no consiente nada que no sea compatible con ella. Eso me resuelve á mirar esos casos, al parecer tan frecuentes de reproducciones del mal venéreo, como apariciones espontáneas, como metamorfosis naturales de los humores, en lo que si por lo comun tiene influencia la accion del mal venéreo, no por eso escluye el hecho de que la tengan otros agentes.

He dicho que no queria estenderme sobre este punto, y voy faltando á mi propósito. Véase para mas pormenores mi Exámen critico, lugar citado, y el Compendio de Toxicologia, fisiológia de la intoxicacion.

A las consideraciones que preceden podemos añadir otras que no dejan de tener su fuerza, tanto por la armonia en que están con el modo de considerar el virus venéreo ya espuesto, como por el carácter histórico de algunos hechos en que se fundan. Es bien sabido que el mal venéreo, en 1446, se desarrolló como una peste, si bien algunos, entre ellos Ricord, opinan que fue el muermo ó los lamparones. Alejandro, Benedicto y Grundpekcio, escribieron acerca de dicho mal como epidémico (4). Leoniceno hizo por el mismo estilo la descripcion de una epidemia venérea desarrollada en Italia en 1495 (2). Tratando Anglada de las alteraciones que espontáneamente sufren los humores del cuerpo humano, dice que se han visto afecciones sifiliticas espontáneas. El mismo autor da como una de ellas la variedad de sífilis descrita por el profesor Zenchinelli de Padua, bajo el nombre de Falcadina, porque hace tiempo que está reinando en Falcada (3). Benito Veroti, citado por Astruc, decia que el mal venéreo puede producirse sin ser comunicado. Huber, médico aleman, es del mismo parecer. Cullerier asistió á enfermos todos los años con sintomas de una enfermedad venérea, bien caracterizada, á los cuales le fue de todo punto imposible señalar el origen comun, y hasta teniendo en cuenta los errores en que podía incurrir, se inclinaba á pensar que en ciertos casos pueden desarrollarse espontáneamente. Richard, Devergie y otros muchos contemporáneos son del mismo parecer.

Giraudeau de S. Gervais, uno de los mejores sifilógrafos que tiene la Francia, opina tambien que el virus sifilitico puede desenvolverse sin necesidad de gér

(4) Citado por Astruc, de Morbis venereis, tomo I.o, pag. 22. ⠀

(2) Doublet. Esposicion de la nueva doctrina sobre la enfermedad venérea, pag. 17. (3) Toxicologia general, pag. 288.

men, esto es, de contagio. Las reflexiones en que apoya su opinion están completamente de acuerdo con lo que ya llevamos dicho sobre el modo de formarse el material venéreo y su aparente reproduccion en los tegidos que afecte (1). William Acton admite la espontaneidad de las afecciones sifilitiformes ó especificas, y vacila sobre los especificos sifiliticos (2). El mismo refiere un caso observado por el doctor Lawrenee en el hospital San Bartolome, en Quen-S'Ward, de una niña en la cual el desaseo desarrolló un mal enteramente igual al venéreo, sin poderle esplicar por un coito ni otro contacto impuro.

Hay autores que piensan que el mal venéreo es una degeneracion de la lepra, entre ellos está Lagneau, gran partidario del virus venéreo (3). Del mismo modo opina Acton y cita en su apoyo á John de Goddaden, escritor de 4303. Para demostrar la semejanza de la lepra y del mal venéreo, cita un pasage de dicho autor, tomado de la Rosa Anglica, ille qui concubuit cum muliere cum qua coivit leprosus puncturas intra carnem et corium sentit, et aliquando calefactiones in toto corpore. Las disputas sobre el origen de ese mal han dado lugar á que muchos estén por esa idea para conciliar la evidencia de las pruebas históricas respecto de la antigüedad inmemorial de la sifilis, y el empeño de verle arrojado al mundo en el siglo XV. Pues la lepra es espontánea, siquiera se haya tenido tambien, como tantos otros males, por contagiosa. A una metamórfosis de los humores se debe tan horrible mal. ¿Por qué no ha podido deberse tambien á lo propio su degeneracion? ¿Y por qué no ha de reconocer lo propio cualquiera forma del mal venéreo actual?

La division que han hecho los Swediaur, los Richard, los Carmichael, los Albernati y otros, de las enfermedades venéreas en sifiliticas y sifilitiformes, idea que ya ocurrió á Thierry de Hervy en 1552, ¿es acaso un tributo pagado á la espontaneidad del mal en muchos casos? Cuando el commemorativo presenta un coito sospechoso se inclinan à que es sifilitico; cuando no se puede esplicar por ese origen, á que es sifilitiforme. Ya veremos en su lugar si bay mas medios de diferenciarlos. De todos modos, la espontaneidad del venéreo encuentra en esa clasificacion de los modernos un grande apoyo. Ricord y todos los sifilógrafos de su escuela admiten la espontaneidad de la blenorragia, no tenida por sifilitica, si no va acompañada de chancros, y todos los sintomas ó formas que se originan de ella. Solo el chancro y sus resultados es considerado como producto necesario de otro chancro. A tanto llega Ricord, que afirma que la mujer puede producir la blenorragia, sin tenerla, estando sana.

Con lo que llevamos dicho bastaria por lo menos para dar á comprender á los peritos, con cuanto aplomo tendrán que examinar las afecciones venéreas que presenten las personas en los casos que nos ocupan, y cuán fuera de una seguridad completa está el atribuir siempre à un contacto con un humor virulento hasta las mismas formas del mal venéreo, tenidas por sifiliticas.

La absoluta necesidad de que sean producto de uno de esos contactos no está probada; puede combatirse con hechos y razones, y por lo mismo, siquiera convengamos en que en la mayoría de los casos las verdaderas formas sifilíticas reconocen por origen un contacto virulento, no está fuera de lo posible que tengan un origen espontáneo, como las sifilitiformes.

Y cuento que para opinar de esta suerte, no solo nos referiremos á las formas mas ambiguas y que mas dudas puedan ofrecer, sino hasta aquellas que se con

(4) Tratado de las enfermedades sifiliticas, pag. 11.

(2) Articulo traducido por Guerard. Anales de Higiene publica y Medicina Legal, tomo 46, pag. 40 y 41.

(3. Tratado práctico de las enfermedades sifilíticas, tomo 1.o pag. 28.

sideran como mas caracteristicas, que dan un humor mas inoculable y que llevan el sello en la comun opinion de ser verdaderamente mas específicas.

Supongamos, empero, que todo cuanto acabamos de decir, tanto respecto de este punto como del primero, no haga fuerza á los que no participen de esta doctrina; que sigan creyendo que las enfermedades verdaderamente sifilíticas siempren reconocen un contacto impuro, y por lo tanto, declarada una enfermedad por tal, hay que deducir que ha habido coito, ó un acto equivalente, con persona infecta, y no siendo esta uno de los cónyunges, lo originario del mal ha de buscarse en otro sugeto estraño al matrimonio.

Todavía nos resta orillar la dificultad principal para decidirnos en este sentido. Asi como para acabar de resolver la cuestion en ciertos casos, no nos ha bastado lo dicho en el primer punto y hemos tenido que apelar al segundo, así tambien tenemos ahora que apelar al tercero para decidir cuáles son las afecciones sifiliticas, cuáles las sifilitiformes. Hasta aquí hemos partido de esa clasificacion, del supuesto de que pueden distinguirse; pero veamos ahora si hay realmente diferencias apreciables, por las cuales podamos guiarnos en los casos prácticos. Es lo mas esencial de la cuestion, y casi podriamos decir lo único que puede dirimir toda contienda.

PUNTO TERCERO.

¿Es posible distinguir una afeccion sifilitica de la que no lo es?

Los autores han distinguido las enfermedades venéreas en sifilitiiformes y sifiliticas, suponiendo que las primeras no son especificas, no dependen de un virus, y las otras si; que las primeras pueden ser espontáneas, y las otras no. ¿Semejante division está fundada en caractéres sintomáticos fáciles de apreciar? Esto es lo que no vemos, por mas que los examinemos con toda la sagacidad posible. Tómense una por una todas las formas del mal venéreo, primitivas, secundarias y terciarias; léanse todos los autores que hablan de ellas; véase en qué se fundau para distinguir las sifilitiformes de las sifilíticas, y no se hallará respecto de ninguna, ni aun de las tenidas por mas características, una diferencia sintomática bien marcada, que nos conduzca á evitar el error, y nos dé la conviccion plena y segura que se necesita para afirmar ante un tribunal, cuándo es sifilitica, cuando no lo es, ó mejor, cuándo pueda asegurarse que se ha cogido en un coito ilicito, y cuándo en el mismo tálamo conyugal.

De buen grado quisiera demostrar lo que acabo de decir, haciendo una minuciosa y completa revista de todas las formas del mal venéreo en sus tres periodos, esponiendo el cuadro doble y sintomático de cada una; esto es, cuándo son tenidas por específicas, y cuándo no, para dejar probado hasta la última evidencia cuanto vengo sosteniendo.

Mas ya se comprende que no procede aquí un trabajo de esta especíe, trabajo que tampoco han realizado los mismos escritores de enfermedades venéreas. Lo mas que hacen algunos de ellos es tratar de unos males como no virulentos ó no específicos, esto es, sifilitiformes, y de otros como especificos, virulentos ó sifi

líticos.

No nos pese, sin embargo, si no nos es posible descender á tanto pormenor. Para resolver la cuestion que nos ocupa no es necesario. Basta consignar lo dicho y luego fijarnos en aquellas formas que mas específicas se creen.

Puesto que de comun acuerdo las sifilitiformes pueden ser espontáneas, dejémoslas y veamos con especialidad aquellas que se creen mas características. Hay además otra consideracion importante, y es que cuanto mas antigua es

TOMO I.

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la sífilis, mas dificil es distinguirla, y los mismos autores se declaran impotentes para ello. De modo, que lo principal de la cuestion actual se reduce casi á los síntomas primitivos.

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Tanto por lo que he visto en los autores como en los enfermos, creo que no me apartaré de lo cierto, afirmando que la cuestion relativa al último punto, versa principalmente sobre la blenorragia, los chancros ó úlceras venéreas primitivas y los bubones. En estas formas del mal venéreo cifran principalmente los partidarios de las enfermedades virulentas, especificas, verdaderamente sifiliticas y jamás espontáneas, siempre producto de un contacto impuro, los caractéres distintivos, de suerte que quieren se rinda respecto del diagnóstico de todas las demás formas, tanto primitivas como secundarías y terciarias, tal vez se sienta autorizado á poder distinguir las blenorragias, los bubones y los chancros verdaderamente sifiliticos de los que no lo son.

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Sin dejar, pues, de decir algo sobre las demás formas, fijémonos mas sobre las tres indicadas, por lo mismo que se consideran como las mas características; porque, si acerca de ellas vemos que no hay esa seguridad de distincion que algunos pretenden, claro quedará que menos todavía debe de haberla respecto de las demás, originadas, como ya lo llevamos dicho, en la inmensa mayoría de los casos, de esas formas primitivas.

Veamos, pues, qué es lo que hay de verdaderamente diferencial entre dichas formas, cuándo son sifiliticas y cuándo no lo son, para poder afirmar cuándo se deben á un contacto impuro, y cuándo á una metamorfosis de desarrollo espontáneo. Empecemos por la blenorragia.

La existencia de la blenorragia en uno y otro sexo no prueba, no solo su origen sifilitico solo por ella, sino ni un concúbito con persona enferma.

Hay blenorrágias psóricas (1), herpéticas, gotosas (2), reumáticas (3), escrofulosas (4), y otras que reconocen por causa determinante la presencia de una candelilla en el canal de la uretra, las flores blancas acrimoniosas, la sanies del útero, un principio acre cualquiera, un agente mecánico, etc., etc. Una constitucion médica ha desarrollado esta enfermedad epidémicamente, segun Grundpekchio, Alejandro Benedicto, y Leoniceno. Dice Ricord, (obra citada, página 30), que cuando se estudia la hemorragia sin prevencion, sin idea preconcebida, uno se vé obligado á reconocer que se produce muy amenudo bajo la influencia de la mayor parte de las causas que pueden determinar la inflamacion de las demás mucosas. Swdiaur la producia con inyecciones de álcali volatil en la uretra.

El mismo. Ricord afirma que nada mas comun que encontrar mujeres que han comunicado blenorragias las mas intensas y persistentes de consecuencias blenorrágicas las mas variadas y mas graves, no estando afectadas mas que de catarros uterinos á veces apenas purulentos. Muy amenudo el flujo menstrual parece haber sido la causa de la enfermedad comunicada. En un gran número de casos, en fin, no se halla nada ó solo estravios de régimen, cansancio, escesos en los actos venéreos, uso de ciertas bebidas, como cerveza, ó de ciertos alimentos, como espárragos. De aquí la frecuencia de creer los enfermos, y creen.

(1) Lagneau; Tratedo práctico de enfermedades sifiliticas, tom. 1. pág 22.

Véase la memoria de Cournou, leida en la sociedad de medicina el 7 Vendimiario. Año 9, Bell, Tratado de la gonorria virulenta y mat venéreo, tom. 1, pág. 489, Swediaur, Tratado de las enfermedades venereas, pág. 59 y 60. Barthes, Tratado de las enfermedades gotosas, tom. 11, pág. 324.

(3) M. Martin, profesor del hospital militar de Strasburgo, citado por Lagneas. Historia de los trabajos de la sociedad de medicina de Lyon desde 1824 hasta 1826, per-Pichard, página 32.

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4) Beaumes; Tratado sobre el vicio escrofuloso, pág. 368. Hecker Selle, Closius, citados por Lagueau. Este también las admite.

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