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PRÓLOGO.

Mi Tratado de Medicina legal y mi Compendio de Toxicologia, que por tercera vez van á deber su existencia pública al arte inmortal de Guttemberg, son el producto legítimo de trece años de enseñanza.

La primera vez que hicieron gemir las prensas, fueron las hojas germinales, la segunda la flor, y hoy son el fruto de la semilla que en 1844 me atreví á plantar en el vírgen terreno de mi cátedra.

Un célebre escritor francés del siglo pasado decia que la primera edicion de un libro es un ensayo. Si està sentencia no es exacta respecto de aquellas obras, que desde luego salen perfectas y acabadas de la mente de su autor, como adulta y armada de la de Júpiter Minerva, es una verdad evidentísima respecto de las mias.

Cuando concibo la idea de un libro, necesito darle forma esterior ó material para someterla mejor á mi exámen, reflejada por la imprenta, y apelo al fallo del público con el objeto de evitar que mi juicio se despeñe por las fáciles pendientes del amor propio.

Siquiera esponga, con esta práctica, mas desnuda mi reputacion á los certeros tiros de la crítica, siempre aguardo para nuevas ediciones los dientes de la lima. Hago como el agricultor, que no poda el árbol hasta tanto que haya crecido un poco y vea la torcida direccion que van á tomar algunas ramas, ó la perniciosa exuberancia de las mismas. Despues de trece años de enseñanza, de contínua meditacion sobre todas las cuestiones que en esas dos obras se ventilan, y de un incesante afan de facilitar á los jóvenes el estudio de las complicadas materias cuyo conocimiento reclaman, creo que no se me tachará de vanidoso, si llego á mecerme por lo menos en la ilusion de que conozco lo que sobra y lo que falta en mi Tratado de Medicina legal y en mi Compendio de Toxicologia, tanto respecto de los alumnos de mi clase, como respecto de los facultativos y juristas que me honran consultando mis escritos, como guia en ciertos casos de su práctica respectiva.

En la primera edicion, ó sea el Vade-mecum, casi no era mia mas que la forma. Reproduje mas que no pensé. En la segunda edicion quise ser mas original; lo intenté en muchas ocasiones; tal vez lo conseguí respecto del Compendio de Toxicologia, en lo que atañe á su aspecto general; pero habia trascurrido poco tiempo para filtrar las ideas agenas por mi propio criterio, y además la falta de ocios, abonados para ello, no me consintió llevar á cabo mi propósito.

Hoy ya es otra cosa. Mis alumnos saben que todos los años he procurado modificar mi propio escrito. Siquiera mis obras hayan sido siempre el textual adoptado para mi asignatura, ya porque el gobierno le señalaba en primer lugar entre las obras de texto para ella, ya porque yo le juzgaba preferente á los de otros autores, por cubrir mas las necesidades de la ciencia y la enseñanza; apenas ha habido una cuestion que no la haya presentado con mejoras, tanto en lo que concierne á la forma, como en lo que se refiere al fondo, debiéndose muchas de ellas á esas inspiraciones felices que dá la improvisacion, cuando el maestro, electrizado por su auditorio, se encuentra con una luz mas viva que no habia podido hacer brotar con las meditaciones del bufete. Con el tiempo que regento mi cátedra, no solo he podido penetrar mas en el intrincado y difícil terreno de la medicina forense, haciendo cada vez mas mio el estudio de sus delicadas cuestiones, sino que he llegado á dar á mis doctrinas mas unidad, mas sistema y mas originalidad. Ahora tengo mi filosofía terminante; parto de principios fijos; he enarbolado mi bandera, y en su corbata se lee el mote de la escuela á que pertenezco, sea ó no gefe de la misma, que eso importa poco. La verdadera importancia está en la solidez de los cimientos sobre los cuales se eleva el edificio.

Y puesto que tengo mi filosofía, dicho se está que su concepcion ha de reflejarse en todas las cuestiones que agite. Sea cual fuere la ciencia especial, á cuyo arsenal acuda para abastecerme de armas, colocado en la arena de la discusion, el método es el mismo, la lógica igual, la filosofía idéntica.

Ahora mi Tratado de Medicina legal y mi Compendio de Toxicologia serán tan mios, tan gráficos, tan característicos de la pluma que les nueva existencia, como mi Sinopsis filosófica de la Quimica, como mi Exámen critico de la Homeopatia, como mi Tratado de la Razon Humana en estado de salud y enfermedad, con aplicacion á la práctica del foro.

Como filósofo, se me verá siempre defensor del método esperimental guiado por el raciocinio; como fisiólogo, enemigo irreconciliable de entidades ficticias, de abstracciones tomadas como concretos, de hipótesis gratuitas, de fuerzas vitales que no existen, diferentes en esencia de las que presiden á todos los fenómenos del mundo.

aquí la innovacion mas radical de las dos obras, cuya tercera edicion doy al público. Mis lectores hallarán en ellas las doctrinas filosóficas y fisiológicas que he consignado en mis últimos escritos.

Escusado es decir que no me he limitado á esto. He vuelto á ojear las obras de los autores mas acreditados; he sometido al crisol de la crítica mas severa sus hechos y afirmaciones; he confrontado su esperiencia con la mia; he seguido paso á paso la marcha siempre progresiva de la ciencia, y en especial en esos brillantes trabajos que periódicamente aparecen en los Anales de Higiene pública y Medicina legal, y en los Médico-psicológicos; y fundiéndolo todo al fuego organizador de un pensamiento fijo, creo, y ¡ojalá que no me engañe! que he podido

formar un cuerpo de enseñanza que sea la espresion genuina de cuanto pide el estado actual de las dos ciencias.

No solo he dado unidad á mis doctrinas; no solo he tratado las cuestiones, enriqueciéndolas con todo lo que ha aparecido en el campo de la ciencia, desde que se estampó la segunda edicion, sino que he modificado el plan y el método espositivo de las materias. La práctica me ha enseñado que no habia visto bien ciertas cosas, y que hay mas facilidad para el estudio, modificando la distribucion de las cuestiones. He quitado lo que en mi concepto sobra, y he añadido lo que faltaba.

La parte legislativa ha sufrido alteraciones desde el año 1846, ya en lo que atañe al código penal, ya en lo que concierne á ciertas disposiciones reglamentarias y leyes especiales. Ocioso es significar que esa parte llevará tambien el sello de lo actual y lo vigente.

Y aun cuando, en punto al código civil, todavía tenga que atenerme á las vetustas leyes de las partidas y á la Novísima Recopilacion, gran parte de las cuales ha derogado la jurisprudencia práctica influida por los progresos sociales, no solo he procurado referirme á esas modificaciones sancionadas por la conducta de los tribunales, sino que, previendo de qué códigos se tomarán las innovaciones de nuestras leyes civiles, el dia que se reformen, he tratado siempre de acomodarme al espíritu de esa reforma futura, tanto mas, cuanto que la ciencia la ha precedido y le señala el sendero por donde marchará en el porvenir.

Así, espero con fundamento que, siquiera se hagan reformas en la legislacion civil, antes que se agote la edicion actual, mis obras no perderán el sabor y la frescura con que salen ahora de la prensa.

Por último, he quitado todas las figuras intercaladas en el texto, porque es mi ánimo publicar con el tiempo un Atlas de Medicina legal y Toxicologia, donde podré dar á esta parte pintoresca mas perfeccion y mayor utilidad en sus aplicaciones prácticas.

Aunque nunca he perdido de vista la idea de que estas obras están destinadas á la enseñanza, y haya procurado por lo tanto que reunan todas las condiciones didácticas mas ventajosas, he cuidado tambien que puedan servir de consulta y guia á los facultativos y abogados, siempre que unos y otros tengan que agitar cualquier cuestion médicolegal ante los tribunales. Si mis alumnos no se hallasen ya al fin de su carrera, si no fueran inteligencias acostumbradas á reflexionar y no estuviesen nutridos de conocimientos propios de los diferentes ramos de las ciencias médicas y sus auxiliares, hubiera sido mas difícil este empeño. Mas, estando próximos á tomar sus últimos grados académicos, he podido, sin salirme de los límites de la didáctica, conciliar la sobriedad de esta con la mayor esplanacion que demanda una obra de consulta.

Sea cual fuere la cuestion práctica que los conduzca á ojear estas páginas, espero que han de hallar en ellas suficiente copia de hechos y razones que les indiquen por dónde vá la verdad y el acierto, y hasta

me prometo que, siquiera no sean tan voluminosas como algunas estrangeras sobrecargadas de casos prácticos, así como escasas de parte verdaderamente doctrinal, han de encontrar en las mias mas elementos de conviccion y mas recursos de raciocinio aplicables á todas las cuestiones que se presentan en el foro. Lo que no les ofrezcan de esencial mis obras, difícilmente se lo proporcionará cualquier otra, tanto na

cional como estraña.

En cuanto al lenguage, he puesto igualmente todo el cuidado posible, corrigiendo todos aquellos pasages en los que se me habian deslizado frases y palabras no castizas, defecto casi inevitable en un autor no nacido en Castilla, y cuyos libros científicos son, con poquísimas escepciones, estrangeros.

A pesar de lo que llevo dicho, no tengo la arrogancia de mirar esta edicion como exenta de lunares; antes muy al contrario, estoy profundamente convencido de que los tiene, aunque yo no los vea. No me considero libre de la fatalidad que pesa sobre todos los entendimientos creados. Sé que el error y la alucinacion por desgracia son condiciones inherentes á la razon del hombre.

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Mi confianza no es, pues, absoluta, es relativa, y la fundo en que estas dos obras han sido premiadas por el gobierno, oido el dictámen del Consejo de Instruccion pública; en que he tenido la satisfaccion de verlas siempre señaladas para texto en primer lugar, cuando el gobierno se ha mezclado en este asunto; en que todas las escuelas del reino las habian elegido espontáneamente para textual antes de que el gobierno lo hiciera, y si despues algunos profesores, aunque pocos, se han conducido de otro modo, no soy yo quien debe esplicar esa conducta, ni determinar los móviles que los hayan impulsado; en que el público ha acogido las dos ediciones anteriores con un favor poco comun en este país, acostumbrado á posponer siempre las obras originales á las estrangeras; en que traducciones de tratados de la misma ciencia, debidas á nombres de reputacion europea, no han podido desalojarlas del honroso sitio al que las ha elevado el juicio de los inteligentes; en que no hay biblioteca de hombres amigos de la Medicina legal, donde no estén; en que he tenido la distinguida honra de que mis principios se hayan citado en los tribunales como autoridad en la materia; en que los periódicos estrangeros se han ocupado en esas obras, calificándolas de un modo muy favorable; en que por fin las haya visto por todos consideradas ya como clásicas, á pesar de los esfuerzos de algunos para hacerles perder esa posicion científica que no debo á la intriga nì á la adulacion de ningun género, sino á mi incesante trabajo y á mi desvelo nunca desmentido por la perfeccion de la enseñanza.

Todo eso me dá derecho á pensar que no es mi confianza liviana, y que he conseguido dar, en el pais, cierto empuje á un estudio que era casi nulo antes de 1843, y que, tanto en mis lecciones como en mis obras, he logrado elevar la Medicina legal y la Toxicologia en España

al nivel en que se encuentran en las naciones mas avanzadas de Europa. Si se me disputára este timbre, responderia por el grande Orfila, que así lo dijo en un periódico de Paris.

Esta favorable acogida, igualmente que el cariñoso interés con que mis alumnos han recompensado mis esfuerzos para iniciarlos en un ramo tan importante y tan dificil, me han puesto en la obligacion de emplear todos mis medios para que esta edicion sobrepuje á las anteriores, sin que sea bastante para enfriar mi entusiasmo por la ciencia la deplorable imprevision con que han procedido los hombres encargados de la Instruccion pública en España, respecto de mi cátedra y las materias de cuya enseñanza me han privado, despues de tantos años de cultivarla y de haber iniciado yo su estudio en nuestra patria.

Aunque puede prometerse muy poco de un pais donde siempre se sobrepone la intriga, el favor aúlico y la envidia á la dignidad, al trabajo y al verdadero mérito, y donde, por opuestas que sean las situaciones políticas, siempre son los mismos hombres los que, con gran daño de la ciencia, disponen de sus destinos; aliéntame, sin embargo, la esperanza de que, siquiera por el bien de la juventud y del pais mismo, en el nuevo arreglo de estudios se tratará mi asignatura de otro modo, y se me hará la justicia á que me considero acreedor. Y si pesar de todo continúan las cosas en el mismo pié y estado en que hoy se encuentran respecto de mi cátedra, ¡caiga toda la responsabilidad sobre los ánimos pertinaces que, devorados de pasiones innobles, no se avergüenzan de sacrificar en las aras de su mezquina personalidad los intereses mas sagrados de la conveniencia pública y los legítimos derechos del hombre honrado que todo se lo promete de su amor á la ciencia y al trabajo!

á

Mis alumnos, de quienes he recibido siempre las mas sinceras muestras de adhesion y de respeto, no dejarán por eso de ser constantemente para el primer objeto de mis afanes y desvelos, y mientras ellos y el público prosigan dispensándome el favor con que hasta aquí han recompensado mis tareas, no me hará falta ninguna el del gobierno.

Concluiré este prólogo, quizá ya demasiado largo, diciendo dos palabras sobre mi dedicatoria. No he buscado para ella á ningun personage colocado en posicion ventajosa que pudiera pagarme con usura este rasgo lisongero. Libres ya de esa vergonzosa tutela, mis obras, cuando no por otra cosa, por su mayor edad, me dejan elegir á mi gusto á los varones que por sus talentos, saber y méritos se han hecho acreedores á este homenage, satisfactorio y digno cuando le rinde un autor independiente y desinteresado y le ofrece como símbolo de verdadero afecto y veneracion; ridículo y bajo cuando al través del nombre mendigado por algunos se advierte la adulacion del interés.

Despues del inolvidable y cada dia mas querido autor de mi existencia, dormido hace años en las soledades de la tumba, en cuya lápida tristísima depuse la segunda edicion de estas dos obras, en cuanto

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