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el conde de Toreno y con los conservadores que deseaban un acomodamiento eran sospechosas á los exaltadísimos Mataflorida y Creux. El ministro de Estado de Francia envió á Urgél á don José Alvarez de Toledo para que procurase templar las miras de los dos regentes, reduciéndolos á las vias de la moderacion: mas el sangriento marques, lejos de dar oidos á los consejos de la prudencia, mandó formar causa al enviado, que no pudo sustanciarse por los azares de la guerra. Tambien se abrió un proceso contra don Pedro Podio por sospechas de que intentaba asesinar á la regencia, y sepultar sus individuos en los fosos de los castillos. ¡Increible proyecto! Mataflorida se queja igualmente de que quisieron envenenarle despues en Tolosa, y apela al testimonio del arzobispo de Valencia.

la

guerra.

Ansioso Torrijos de acelerar las operaciones de la campaña y arrojar al enemigo del territorio español, partió al frente de una division numerosa y derrotó completamente á Miralles cerca de Cerve. Visicitudes de ra; y cuando sitiaba un convento donde se habian refugiado los vencidos, llegó de improviso el baron de Eroles y le destrozó, persiguiéndole hasta las murallas mismas de Lérida. Por otra parte no cesaban de inscribirse en las banderas del realismo hombres de prestigio en el pais, que llevaban tras sí estraordinario séquito: si el oscuro Caragol salia á plaza en Cataluña, tambien se presentaba en ella Llauder, acatado por los naturales: en Navarra desnudaban el acero en pró de la tiranía Guergué, que no tardó en amenazar á Estella, y los generales don Francisco Longa y don Carlos O'donell.

Mas con la llegada de Mina al Principado cambió el aspecto de la guerra, y la victoria, antes voluble, pareció fijarse en el campo de la libertad. Milans alcanzó un señalado triunfo en la Torre de

:

1822. Victorias dc Mina.

Pineda, y Mina se apoderó en 24 de Octubre de Castelfollit, que abandonaron los facciosos con su artillería, y que demolió el general, escribiendo en el único pedazo de muro que con este objeto dejó en pie, el siguiente letrero: "Aqui existió Castelfollit." El 27 batió al baron de Eroles en Torá en una reñida batalla, la primera que merece este nombre, y cuyas sucesivas consecuencias fueron entrar á poco tiempo en Balaguer, tambien fortificado por los realistas, y obligar despues á los de la parte de Cerdaña á pasar la frontera, presenciando Mina su desarme.

Oigamos de boca del mismo general la narracion de sus triunfos. "Los rebeldes armados en Cataluña, dice, llegaban en esta época al número de treinta y cinco mil, en posesion de muchas plazas fuertes y protegidos por la mayoría de los habitantes: por otra parte, la regencia, establecida en Urgél, era el centro de las operaciones... Sin embargo, en el espacio de seis semanas organicé el ejército, obligué á levantar el sitio de Cervera, y me apoderé de Castelfollit.

» Ordeně la entera destruccion de los edificios y de las fortificaciones de este último pueblo, para castigar la desesperada resistencia de los habitantes rebeldes y de sus defensores; y para que su ejemplo sirviese de leccion á los otros pueblos, mandé colocar sobre sus ruinas la inscripcion siguiente: "Aqui existió Castelfollit: pueblos, tomad ejemplo, y no deis abrigo á los enemigos de la patria."

» Esta medida, adoptada en el principio de la campaña, produjo los mas felices resultados, evitó la efusion de sangre, y aceleró la pacificacion de Cataluña.

» Al mes siguiente me apoderé de Balaguer, y batí los rebeldes en diversos encuentros, no obs

tante la grande superioridad que tenian en número. El 26 y el 29 de Noviembre, en presencia de las tropas francesas del cordon sanitario, arrojé al territorio estrangero á muchos miles de españoles víctimas de la seduccion, y confundida con ellos á la regencia, que perdió sus papeles y sus libros de hacienda, que conservo todavía.” (*)

Lástima es que la crueldad de algunos gefes, y los escesos de otros de la misma provincia, oscureciesen tan brillantes hechos de armas; porque descubierta cierta trama en Manresa, fueron asesinados infamemente los conspiradores en el camino por la escolta que los trasladaba á Barcelona, como espresaremos mas adelante. Tampoco en los demas puntos retiraba sus rayos el astro que alli presidia: la derrota de Merino cerca de Roa, y la defensa de Teruel rechazando á los facciosos, daban mayor aliento á los defensores de la Constitucion.

1822.

(*Ap. lib. 11. núm. 1.)

Medidas de las Cortes es

El congreso nacional, despues de ocuparse en la ordenanza militar, en el reglamento de poli- traordinarias. cía y en el código de sanidad, consagró sus tareas á la odopcion de las medidas propuestas por el ministerio. Los secretarios del despacho, amantes de la libertad, pero sin los talentos que lo árduo de las circunstancias requeria, imaginaron apoyarse en el entusiasmo de una juventud inesperta, y lejos de oponerse al desenfreno de las sociedades secretas, y sostener el orden público, que es la columna principal sobre que descansa la existencia del gobierno, trabajaron por el contrario en desbordar el torrente creyendo que al despeñarse éste dominarian los ánimos con el terror que iba á infundir su derrumbamiento. Faltando al deber primero de todo ministro, que es sostener las prerogativas de la corona, pues el pueblo tiene por guardianes de las suyas á los diputados, no solo

permitian el menoscabo de aquellas, sino que lo impulsaban, cual si la libertad se cimentase sobre las ruinas del solio. Guiados por estos principios, en vez de combatir las demandas de la asamblea popular, si olvidada del volcan que tenia bajo de los pies se engolfaba en cuestiones impolíticas, ellos mismos convidaron á agitarlas en medio del incendio universal de la monarquía. A propuesta suya, los representantes de la nacion resolvieron proceder sin demora al arreglo del clero, piedra de escándalo en un pais fanático cuando tenia en su apoyo la guerra civil. Autorizaron al gobierno para trasladar de una diócesis á otra á los curas separados de sus destinos, y de provincia á provincia á los empleados ó cesantes. Acordaron que el que gozase sueldo del Estado y no empuñase las armas en defensa de su pueblo si le acometian los facciosos, perdiese las dos terceras partes del sueldo. Tambien concedieron facultades al ministerio para declarar vacantes las sillas de los obispos estrañados, y para suspender á los ayuntamientos. Y por último, determinaron que el empleado ó funcionario público que renunciase el nuevo destino que le confiriese el gobierno, pudiese por este hecho perder el anterior que desempeñaba, y que si era militar entregase sus despachos; que se fomentasen las sociedades patrióticas, y que quedasen suprimidos todos los conventos situados en despoblado. Durante la discusion dominó los corazones la agitacion de la época, en lugar de la calma que debe presidir á la controversia de tan importantes soluciones; y las galerías, aplaudiendo con estrépito á los suyos, y moviendo algazara cuando hablaban los mas sensatos, y principalmente Argüelles, que sostenia las doctrinas juiciosas, trataron de intimidar á los buenos ciudadanos y coartar la libertad, tan necesaria en una asamblea

popular que debe representar todas las opiniones. Los decretos sobre sociedades patrióticas y sobre teatros publicados en virtud de la ley anterior, sirvieron solamente para conmover las capitales; y el del arresto de los conspiradores sin las formalidades de la ley, que el ministro de la Gobernacion remitió al congreso en la sesion de 18 de Diciembre con la fórmula de "vuelva á las Cortes," por haberle negado su sancion el rey, pertenecia, juntamente con el del castigo de los facciosos, mas bien á los anales del absolutismo, que al reinado de las formas representativas. Al discutirse los presupuestos adicionales no se hallaron recursos con que cubrir las atenciones del momento; y la asamblea facultó al ministro de Hacienda para que pudiese vender cuarenta millones de reales en rentas del cinco por ciento inscribiéndolas en el gran libro, cuyos cuarenta millones negoció el secretario del despacho con la casa de Bernales de Londres, que protestó las letras inicuamente viendo el funesto aspecto que presentaba la causa de la libertad.

Los frailes no solo figuraban en las filas de la faccion, sino que andaban mezclados en cuantas conspiraciones se fraguaban; y de aqui nacia la terrible persecucion fulminada contra el sayal. En Barcelona, la autoridad prendió y embarcó á setenta y dos individuos que componian la comunidad de San Francisco; é igual suerte cupo á infinitos conventos en las otras provincias. Mas el remedio lejos de curar irritaba; aunque no hay poder para convencer á los gobernantes de que las proscripciones nunca son útiles á la causa que las fulmina.

El choque de encontradas pasiones en el pecho del príncipe seguia minando su salud, por tantas causas deteriorada: otro ataque de gota en el mes

1822.

Embarque de frailes.

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