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tos Ladron, Romagosa, Sampere y otros muchos de los caudillos de las bandas de la fé, y confióse la superitendencia general de policía á don José Martinez de San Martin, que tanto se habia distinguido en la época de los tres años.

y

Brilló el 15 de Octubre, y la reina magnánima heróica que ansiaba reunir en torno suyo á todos los españoles, estendió su manto para cobijarlos, y dió la memorable amnistía que abria las puertas de la patria á tantos ilustres ciudadanos despues de dos lustros de destierro. La mente de Cristina era que la orden no contuviese escepcion alguna para que todos tornasen á respirar el dulcísimo ambiente que aspiraron en su cuna; pero Fernando nunca quiso dar su asentimiento á favor de los que en Sevilla votaron la regencia ó acaudillaron fuerza armada despues de su salida de Cádiz, sin doblarse á los ruegos de su esposa; y la reina, bien á pesar suyo, tuvo que esceptuarlos de la gracia, que decia asi:

"Nada hay mas propio de un príncipe magnánimo y religioso, amante de sus pueblos, y reconocido á los fervorosos votos con que incesantemente imploraban de la misericordia divina su mejoría y restablecimiento, ni cosa alguna mas grata á la sensibilidad del rey, que el olvido de las debilidades de los que, mas por imitacion que por perversidad y protervia, se estraviaron de los caminos de la lealtad, sumision y respeto á que eran obligados, y en que siempre se distinguieron. De este olvido, de la innata bondad con que el rey desea acoger bajo el manto glorioso de su beneficencia á todos sus hijos, hacerles participantes de sus gracias y liberalidades, restituirlos al seno de sus familias, librarlos del duro yugo á que los ataban las privaciones propias de habitar en paises desconocidos; de estas consideraciones, y lo que es mas,

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paña.

del recuerdo de que son españoles, ha de nacer su profundo, cordial y sincero reconocimiento á la grandeza y amabilidad de que procede; y á la gloriosa ternura que ine cabe en publicar estas generosas bondades es consiguiente el gozo que por ellas me posee. Guiada pues de tan lisonjeras ideas y esperanzas, en uso de las facultades que mi muy caro y amado esposo me tiene conferidas, y conforme en todo con su voluntad, concedo la amnistía mas general y completa de cuantas hasta el presente han dispensado los reyes á todos los que han sido hasta aqui perseguidos como reos de Estado, cualquiera que sea el nombre con que se hubieren distinguido y señalado, esceptuando de este rasgo benéfico, bien á pesar mio, los que tuvieron la desgracia de votar la destitucion del rey en Sevilla, y los que han acaudillado fuerza armada contra su soberanía. Tendréislo entendido, y dispondreis lo correspondiente á su cumplimiento.-Está rubricado de la real mano de la reina nuestra señora.-En San Ildefonso á 15 de Octubre de 1832.-A don José de Cafranga."

Colmado fue el regocijo de los pueblos cuando vió la luz pública la amnistía, preludio y anuncio del levantamiento del abatido liberalismo, y prenda de la mudanza política que se habia veGozo de Es- rificado. Alborozóse el pueblo en todos los puntos, y fueron impotentes los esfuerzos de los realistas para ahogar la alegría de los ciudadanos, que tras el largo período de tantos trabajos y servidumbre veían asomar los primeros rayos de la bonanza. En Alicante, entusiasmada la gente liberal, prorumpió en vivas á los reyes, adornó las casas con vistosas colgaduras y las iluminó espontáneamente, á pesar del gobernador Iriberri, que llenó de insultos á los regocijados alicantinos. No brilló menos puro el contento en la esclavizada Barcelona, donde el conde de España osó en su

agonía formar causa al único vecino que puso luces en su casa la noche de la publicacion del benéfico decreto.

Vuelven los

drid.

1832.

Los reyes entraron en Madrid de regreso de San Ildefonso el 19 de Octubre, y el pueblo los reyes á Masaludó con gozo y entusiasmo, porque henchía sus corazones la dulce esperanza de la regeneracion de la envilecida patria. Respiraban los españoles un aire mas libre en aquellos instantes, como el que largo tiempo ha tenido oprimida la respiracion, y cerrando los ojos al tiempo pasado y al futuro, gozábanse con el presente. Cristina se presentaba á sus ojos radiante de virtud, esposa tierna, amorosa madre, reina heróica y libertadora de España. ¡Qué títulos tan bellos para entrar triunfante en la capital del reino! A su lado venia Fernando en tal abatimiento, debilidad y mal estado, como decia don Carlos, que mas parecia un cadáver que un hombre.

Cuanto mas se desentrañaban los sucesos de la Granja y los móviles que los habian impulsado, mas criminal resultaba Calomarde, y el ministerio le confinó á la ciudadela de Menorca desde Olva de Aragon, donde se habia retirado. Mas noticioso el club realista de Valencia despachó al franciscano fray Pedro Arnau, y avisado por el fraile el ex-ministro se fugó de Olva, sirviéndole de guia fray Pedro: ocultóse en el convento de Franciscanos de Hijar, donde permaneció hasta el 12 de Noviembre, y disfrazado de religioso Bernardo y acompañado de dos monges se, dirigió á Francia por el camino de Gavarnia: al llegar á la fronteFuga de Ca ra, un sargento de carabineros que registró el e- lomarde. quipage y encontró una cajita con varias cruces y veneras quiso detenerle, pero desistió de su intento mediante el oro, y Calomarde pisó el suelo francés para nunca tornar á su patria.

(* Ap. lib. 13. núm. 15.)

rol.

El ministro de Gracia y Justicia comunicó al Destierro del obispo de Leon la orden de retirarse á su diócesis obispo de Leon. dentro de tercero dia, y el turbulento don Joaquin Abarca respondió con el descomedimiento y descaro propios de su carácter, que puesto que iban á llegar los apóstatas, los asesinos, no era justo que se hallase confundido con ellos. Su respuesta (*) descubre toda la osadía y destemplanza del bando de don Carlos, compuesto de hombres rabiosos que deseaban esterminar á cuantos no participaban de su intolerante y frenético delirio. En algunos puntos del reino intentaron los realistas declarar nulo el decreto del rey que autorizaba á la reina para el despacho de los negocios: asi lo Sucesos del Fer- imaginaron en el Ferrol, guarnecido por el regimiento infantería de Estremadura, cuyo coronel era el célebre don Tomas Zumalacarregui, gobernador tambien de la plaza. El comandante del apostadero, don Roque Guruceta, recibió varios avisos del intento de los soldados de Estremadura, y precavió el peligro formando en el arsenal la brigada de marina, y reuniendo las personas que le merecian buena opinion, con lo que cortó los hilos de la trama. Mas en todos sus actos mostró suma desconfianza de Zumalacarregui, que en nuestro concepto estaba inocente, y en vez de comprometerle con maña en defensa de la causa de la reina exasperó su irritable espíritu. Privado despues el gobernador del mando, y formado proceso, en el que brilló su inocencia, partió á la corte, y de alli se trasladó á las provincias Vascongadas, maleado ya con los disgustos que habia tenido, y solicitado por los gefes del carlismo, que conocian su méri– to. En Santiago los realistas querian impedir la De Santiago. salida del general Eguía y proclamar á don Carlos, para lo cual se reunieron la tarde del 23 de Octubre bajo pretesto de maniobras militares;

1832.

De Valencia.

pero armados algunos oficiales indefinidos, y faltos de cabeza los revoltosos, aguóseles el plan. En Valencia un fraile capuchino llamado fray Lorenzo de Bélgida, y el comandante de realistas José Armengol, heces de la plebe y de la ignorancia, proyectaron un alzamiento contra la reina, fiados en que se les reunirian varios cuerpos de voluntarios realistas de las cercanías; pero venido el dia de la prueba y reducidos á una miserable partida vagaron por varios pueblos, hasta que en los contornos de Andilla cayeron en poder de los fusileros que iban en seguimiento suyo. A los esfuerzos de los carlistas de las provincias correspondian las fraguas de la corte, encendidas de contino, y el 5 de Noviembre abortó una conjuracion de los guardias de la real persona y de los voluntarios realistas por la imprudencia de algunos que andaron demasiado libres aquella noche en sus cuarteles. Las autoridades tomaron medidas represivas que estorbaron estallase la revuelta; y de resultas diéronse licencias absolutas y pasaportes para los pueblos de su naturaleza á seis comandantes, once exentos, ocho brigadieres, diez sub-brigadieres, Licencias á los cincuenta y seis cadetes y trescientos dos guardias guardias. por acuerdo del Consejo de ministros. De aqui puede inferirse el peligro que corrió en San Ildefonso la reina cuando los mismos encargados de su custodia en los reales aposentos conspiraban contra la causa del monarca moribundo.

Jubilóse al decano del Consejo don José María Puig, encargando la presidencia al general Castaños, á quien igualmente se confió el mando militar de la provincia de Castilla la Nueva en vez del marques de Zambrano. Creóse un nuevo ministerio con el título del Fomento general del reino para fortalecer la administracion interior, como lo habia resuelto en 1830 Fernando, segun

1832.

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