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timo, que hay una firma arábiga que dice: «Petro Maróf testigo, y lo escribió por él y en su presencia. >>

Hec est carta conuentionis quam domnus raimundus toletane sedis archiepiscopus et domnus petrus segobiensis archidiaconus iussit fieri, ut domnus raimundus archiepiscopus in presa de algunderi iuxta terram archidiaconi predicti rotam faciat erigi; ita ut archidiaconus det tertiam partem dispense erectionis illius rote, et sit archidiacono tertia pars portionis aque: et tertia pars omnium iurium illius de canale et cetere abitudinis sursum et deorsum et introitus et egressus et matriz et aliorum omnium que in ea habentur utilitatum, ut hec omnia habeat et possideat, et secundum possessionem uniuscuiusque in sua hereditate, in ea suum uelle in omnibus faciat. Similiter sit archiepiscopo predicto de terra archidiaconi que nondum laborata est, extra parietes uinearum in pago predicto que rigare poterit, tertia pars cum omnibus commodis illius tertie, uidelicet introitus et egressus et ceterarum habitudinum. Tandem super hoc quod spontanea uoluntate predicte conuentionis utriusque persone firmatum est, eorum roboratio in presentia conscribentium nomina sua ad testificandum supra scribta habetur in mense augusti. Era M. C. Lxxvj. Ego R. gratia dei toletane sedis archiepiscopus confirmo supradictam conuentionen. - Ego A. prior testis. -Ego P. secobiensis archidiaconus confirmo supradictam conuentionem. - Ego P. presbiter testis. — Petrus magister testis. Ego Petrus huius cartule scribtor presbiter testis. azeka testis. -Muni alfons testis.

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Gauzelmus de

Relacion de la entrada pública del Prínci pe de Gáles en Madrid, el dia 26 de Marzo de 1623.

(Conclusion) (1).

Las galas de los grandes, títulos y caballeros excedieron á los más señalados dias de España en los bordados y uniformes, los vestidos y aderezos de los caballos, y á todos aventajaron en las libreas el Conde de Olivares, el Almirante de Castilla y el Duque de Cea. Siempre que el Rey se quitaba el sombrero á alguna iglesia ó imágen, se descubria el Príncipe, y á las señoras que estaban descubiertas, que tapadas y en

(1) Véase el número 15 del presente tomo de la REVISTA,

público era lo más grave y generoso de la córte; y el Príncipe hizo tambien cortesía al Consejo, que en viendo el palio esperó en pié y descubierto, llegando á palacio á las seis y media con la misma majestad que salieron de San Jerónimo, siendo la tarde apacible, habiendo llovido toda la mañana porfiadamente; y en ménos esperanza ya creido el deslucimiento y embarazo del agua, al ponerse á caballo S. M. y A, se serenó el cielo, mostrándose en todo de su parte el dia. No hago misterio dello; es circunstancia de la puntualidad desta relacion, y lo necesario nunca sobra.

Apeáronse á un tiempo en el zaguan principal, donde esperaban los pajes del Rey con hachas y por el patio pri

mero, yendo el Príncipe á la mano derecha, y con todo el acompañamiento subieron al cuarto de la Reina nuestra señora, que esperaba en su estrado acompañada de la Duquesa de Gandía, su camarera mayor, y de la Condesa de Olivares y dueñas de honor y de todas sus damas y meninas, en que se vió nueva grandeza, mayor la del Rey en su palacio que en su córte.

Ocuparon su puesto los mayordomos con bastones, y el Conde de Benavente el de Mayordomo mayor. Al llegar á las puertas convidaba el Rey al Principe á entrar primero, y excusándose siempre S. A., entraba delante, y al llegar á la pieza del estrado fueron mayores los cumplimientos. Quedáronse todos los grandes, y entraron el Rey y el Príncipe solos, y la Reina, llevándole la falda su camarera mayor y acompañándola la Condesa de Olivares y quedando las señoras de honor, las damas y meninas y mayordomos donde habian de asistir, salió á recibir á la puerta al Príncipe, que hizo reverencia muy baja a la Reina y S. M. muy grande á S. A., y allí fueron las primeras cortesías, y acompañada del Rey y del Príncipe, la Reina en medio y el Príncipe á su mano derecha, subió al estrado y se sentó en la silla que está siempre de respeto para S. M. debajo del dosel, y el Príncipe á su lado dere. cho, llegándole la silla el Conde de Benavente y al Rey el Duque del Infantado, como su mayordomo mayor, mandóle cubrir S. M., y por preeminencia de sus oficios quedaron sobre la tarima.

Entraron los grandes que subieron luégo, mandándoselo S. M., y tambien quedaron cubiertos los caballeros y señores que tenian lugares con los demas, autorizada costumbre de palacio

que sea la mayor grandeza esta decente permision; y aunque los reyes de España tienen tanto en que hacer ostentacion de la majestad, en ninguna más lucida que en su palacio, y para recibir á un Príncipe en nada se pueden mostrar mayores, parte real no competida ni imitada de otro rey; y aunque para el lucimiento de las damas no hay dia señalado, en éste se señalaron todas en bizarría y hermosura.

Estaba el Conde de Bristol hincado de rodillas sirviendo de intérprete á la Reina y al Príncipe; duró la plática lo bastante á las cortesías del recibimien. to, que fueron muchas. Levantáronse, y bajó la Reina con el Príncipe la tarima de su estrado, despidiéndose con las mismas reverencias que se recibieron, y en tanto que se despejaba la pieza quedaron en medio della el Rey y el Príncipe descubiertos, y el Marqués de Boquingan llegó á besar la mano á la Reina, que le recibió en pié honrándole mucho, siendo tambien intérprete el Conde de Bristol.

Salieron todos, y el Príncipe, siempre á la mano derecha del Rey, hacien do cortesías á las damas, y S. M. con él los propios cumplimientos, dándole en las puertas y en todo el mejor lugar, acompañándole por los corredores á su cuarto; y al bajar la escalera en la parte que se divide para subir al del Rey, hizo el Príncipe grande instancia para acompañarle y que se quedase en él, y S. M. prosiguió acompañándole hasta su aposento por las escaleras y el patio mayor, y á la mitad dél salieron á recibirle del cuarto del Príncipe, donde le esperaban los señores infantes D. Cárlos y D. Fernando haciendo iguales reverencias. Y habiendo pasado los cumplimientos, le fueron acompa

ñando, y á las puertas se hicieron el Rey y el Príncipe las mismas cortesías, y el Príncipe con los infantes, y siempre entró primero, llevando la mano derecha. Y llegando á la galería que tiene ventana á la plaza de palacio, se detuvieron conversando un poco, y el Rey se despidió para que reposase, y salió S. A. acompañando á S. M. y sus hermanos hasta la última puerta que se comunica con el patio, y en su aposento y á la salida tomó el Rey la mano derecha, usando hasta en esto de galantería, que estando ya el Príncipe en su casa propia, trataba á S. M. como á huésped.

Quedó el Conde de Olivares asistiendo á S. A., y S. M., acompañado de los infantes Y de los grandes y caballeros, subió á su cuarto por el patio y corredores, y por donde sale á la capilla en público entró en su cámara y pasó al aposento de la Reina. Bajaron al del Príncipe muchos señores á ver la majestad y el lustre de su adorno, el mayor que los reyes guardan para sí ordinariamente en palacio de gran esplendor y todo agora más real. Estaban señalados para servir siempre la vianda al Príncipe los gentiles-hombres de la boca del Rey, todos los títulos y caballeros de la primera nobleza del reino, y los que sirven á S. M. en el mismo ejercicio cuando come en público. Trujéronle la vianda ellos propios desde la cocina, acompañándola un mayordomo y un ugier y las guardas, y sirviéndosela con la misma reverencia y ceremonia que á S. M., quitando el sombrero el Príncipe al que le servia la copa, cuando se la daba, y á todos al principio y al levantar la mesa. Asistieron á la cena algunos grandes, y el Conde de Monterrey y el Marqués de

Montesclaros y los condes de Gondomar y de la Puebla, mayordomos de S. M., con órden para hacerlo contínuamente.

Retiróse el Principe en habiendo cenado y saliéronse los señores, y al Almirante de Inglaterra aposentado tambien en palacio sirviéronle los gentileshombres y pajes del Conde de Olivares con la autoridad que en España se acostumbra en las casas de los grandes señores.

Aquella noche envió á decir el Conde al Marqués de Flores Dávila, gentilhombre de la cámara de S. M. y su primer caballerizo, que mandase que por la mañana viniesen al aposento del Marqués de Boquingan todos los pajes del Rey y continuasen cuatro cada dia á vestille como á caballerizo mayor, y que le llevasen el palio por serlo del Príncipe, y aunque el Conde lo habia dudado por corta cosa, le pareció cortesana y de estimacion para el Marqués, por ser preeminencia de aquel oficio.

Mandáronse poner luminarias por todo el lugar y tres noches siguientes, por donde la alegría y el alborozo comun trataba al Principe con aplauso de extranjero y con amor de natural; y su Majestad, cumpliendo con cuanto le ha merecido la novedad y confidencia de la causa, no ha dejado en grandeza, en caricia, en agasajo nada que pueda echar ménos la atencion del mundo y la esperanza de S. A., justamente fiada y correspondida de la cortesía española, que le paga cuanto le merece; y si es gloria del Rey venir por su persona misma un príncipe tan señalado á estrechar en él sus amistades y confede. raciones, mayor por el modo de la acogida y hospedaje, que en suceso tan sin ejemplo ninguno podia encaminar el acierto, y el que se buscase habia de

verse al discurso propio necesitado de consecuencias, y esta vez no halladas, y lo que se empieza siempre es difícil, pero al valor y al entendimiento de su Majestad, crédito de más años y áun de los mayores fué lo más fácil acertar con lo mejor, siendo de las felicidades de su imperio tener consejeros tan pru. dentes de quien valerse y á su lado al Conde de Oliváres, y gran dicha de esta ocasion el llegar á manos de su Majestad que ha sabido lucilla tanto; y cuando S. A. no se hallára príncipe tan grande por hijo del rey de la Gran Bretaña, por el recibimiento que S. M. le ha hecho, por las demostraciones de su córte y de todos sus vasallos, conociera que ha nacido gran príncipe, sin negarlo ninguna de sus acciones, sin hallarse de nuevo el estilo de nacion tan diferente, mostrando que á los reyes todo se lo enseña la obligacion, y que la tienen de saberlo todo.

RESPUESTA.

Cabo. Núm. 208, t. III, pág. 48.- Múltiple y variada acepcion tiene en los textos esta palabra como la latina caput, de donde procede; pero la más general, aplicable tambien al pasaje del Fuero de Salamanca que se cita, es la de hacienda propia, reunion de bienes, en una palabra, capital ó caudal. En este sentido está tomada en el Fuero de Avilés, que dice: «et si peinos toller no del peinos del cabo del aver; et si no li da so aver de VIIII et VIII dias li de peinos del cabo, ata que sedeat pagado. Sin embargo, el mismo fuero usa poco ántes esta misma voz con distinta significacion, al decir: « E si el diz: Non daré fiador, intrel maiorino per peinos e si los li vedar, prenda del altro dia V solidos e de cabo e per quantos dias li vedará peinos e fidiador en tal guisa dé tantos V solidos.» Aquí la palabra de cabo es, en mi concepto, una locucion adverbial que puede traducirse por su cesivamente, otra vez, y análoga en su estructura y significacion á la italiana da V. V.

cappo.

REVISTA

DE

ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS.

Se publica los dias 15 y último de cada mes.- Precio de suscricion.- Madrid, tres meses, 2 pesetas.- Provincias y Portugal, remitiendo el importe á la Administración, el mis mo precio.- Por corresponsales: 3 pesetas trimestre; un año, 11 pesetas.-Extranjero y Ultramar, un año 25 pesetas.- Puntos de suscricion.-En Madrid: en la Administracion, ca. lle de las Veneras, 2, cuarto principal; en las porterías del Archivo Histórico Nacional (Leon, 21), Biblioteca Nacional y Museo Arqueológico, y en las librerías de Durán, Cues. ta, Bailly-Baillière y de D. Leocadio Lopez.

Én provincias.- En las porterías de los Archivos y Bibliotecas provinciales, y en las principales librerías, ó remitiendo directamente el importe à la Administracion, en sellos de correos ó libranza de fácil cobro.

En los mismos puntos se hallan tambien de venta, al precio de diez pesetas, los tomos I y II de la REVISTA.

MADRID, 1873.-IMPRENTA, ESTEREOTIPIA Y GALVANOPLASTIA DE ARIBAU Y COMPAÑÍA, sucesores de RIVADENEYRA.-Calle del Duque de Osuna, núm. 3.

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Advertencia.-Apuntes históricos sobre el Archivo general de Simáncas. (Prólogo.)-Noticias: Traslacion de un ayudante de Bibliotecas.-Concesiones de bibliotecas populares.- Suspension de los decretos sobre reformas en la enseñanza.- Fondos de los establecimientos: Comision de reconocimiento y busca de tratados internacionales en el Archivo de Simancas (continuacion).- Variedades: Los Pertigueros de la Iglesia de Santiago (continuacion). V. - Preguntas: Mesturgo.- Alcavia.- Sargantana, -Respuesta: Taffores.-Rectificacion. - Anuncio.

Láminas: Vista del castillo de Simáncas. -Plano del mismo.

ADVERTENCIA.

La ausencia de varios de los redactores de la REVISTA y la indisposicion de otros, unidas á la tirada de las dos laminas que damos con el presente número, han sido causa de que éste sufra un retraso, que esperamos se servirán dispensarnos nuestros constantes favorece dores.

APUNTES HISTÓRICOS

SOBRE

EL ARCHIVO GENERAL DE SIMÁNCAS.

Con el presente número de la Revista llegarán á manos de sus suscritores una vista y plano del Archivo general de Simáncas, láminas ambas publicadas en los Apuntes

históricos sobre el Archivo general de Simáncas, que acaba de dar á luz el Secretario de aquel establecimiento y nuestro compañero D. Francisco Romero de Castilla y Perosso (1). Á la amabilidad de éste debemos el favor de una tirada especial de esas láminas, con exclusivo destino á nuestros favorecedores, y juzgamos que éstos verán tambien con gusto el prólogo escrito para dicha obra por uno de los redactores de la Revista, no por ser obra de éste, sino porque contiene algunas consideraciones históricas sobre el ramo, y un ligero juicio de la obra del Sr. Romero de Castilla, indicando á la vez lo principal

(1) Véndese en Madrid, en la librería de Durán, al precio de 3 pesetas en Madrid y 3,50 en provincias, haciendo los pedidos á la misma librería ó al Autor en Simánças,

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