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con esta doctrina, porque el intentar resfriar los autos de la justicia pecca en desprecio y tiene escondido en la lisonja el desacato. El Rey Cattólico con saña advierte esto al Virey, y de manera que la advertençia le castiga. Entendió este gran Rey y confesólo y diólo á entender, que la persona de Don Fernando tiene Hijos, Hermanas y Parientes, mas que el cargo de Rey y la Justicia son huérfanas en la tierra sin descendencia y suçesion de sangre. Y así lo enseñó Christo nuestro Señor quando haziendo officio de Maestro, y diziéndole que estavan alli su Madre y sus Hermanos, respondió que sus Hermanos y su Madre eran los que hazian la voluntad de su padre.

Y por cosa del mundo no suffrais que nuestras preeminencias sean usurpadas, etc. A estas postreras palabras no tengo que advertir otra cosa, que encargar á los Príncipes las passen de la carta á la memoria, infundiéndolas en el corazon de sus ministros, y que no tengan por tales ni los conserven á los que no pusiesen el luçimiento de sus méritos y el lustre de sus servicios, principalmente en este punto.

Es de notar que como carta de mano de Rey, es toda fuego, y no se conoze en ella el apocamiento de las çivilidades con que algunos Secretarios afeminan lo robusto del discurso de los grandes Reyes. Ni está manchada con dudas rezelosas de consejeros, á quienes los casos que havian de enojarlos, ántes los embarazan y espantan.

(Por la copia.)

T. DEL C.

CARTA DE UNA ESPAÑOLA, CAUTIVA EN ARGEL, Á SU ESPOSO, CON ALGUNAS NOTICIAS SOBRE EL DESEMBARCO DE LOS ESPAÑOLES EN LA MALOGRADA EXPEDICION DE 1775.

Argel y Octubre 16 de 75.

'Amado esposo mio: tengo recibida la tuya muy apreciada de 12 de Agosto del presente, y en ella he visto su contenido, y me alegro de la salud tan importante que gozas, cuyo beneficio me dispensa Dios por su infinita misericordia.

No pensaba, amado de mi corazon, me encontrase al escribirte la presente con la salud que gozo, porque desde que vino la armada á esta bahía, estaba mi pobre corazon tan oprimido de diferentes penas, angustias y temores, que estaba puesto en una afliccion grande, al considerar y pensar si tú, como me expresas, estarias allá en la misma armada, ó nuestro hijo ó mi hermano, como ahora he sabido por la que me escribes que todos tres estabais, de lo que doy á Dios infinitas gracias que hayais salido con bien, pues ha sido el único consuelo para mí. Habrá como seis dias que he salido del hospital, de una enfermedad que me daba bastante que merecer, motivada de las bebidas amargas que en la esclavitud se toman, y mayormente desde que la armada vino; pues no tuve yo una hora de sosiego, consuelo ni descanso, sino pensar si tú, bien de mi alma, serías allá. ¡ Ah, y qué temores padecí! ¡Qué sobresaltos tomé! ¡Qué sustos pasé! Solo Dios y yo lo sabemos. Ya salí de dudas; ya sé que estás bueno, como y tambien nuestro hijo, á quien darás un tierno abrazo, y que lea la inclusa que le mando. Estaba conmigo, en el hospital Atentas (sic),

tambien enferma, y por lo presente está tal cual buena, y te saluda con todo afecto, y su hijo tambien. En tiempo que la armada vino á esta bahía, yo no estaba en el país, sino que estaba en el jardin del señor cónsul de Holanda con toda su familia, adonde pasamos muchos sustos y temores, pensando que los moros no nos viniesen á dar algun rompimiento de cabeza; pero nos dejaron en paz; no más vinieron un dia algunos cobayles armados, que no llevaban ninguna intencion buena, y el truchiman del Cónsul les habló en su idioma, y los hizo retirar; y de esta conformidad pasamos aquellos dias con bastantes temores, que todo ha ayudado á mi enfermedad, hasta que se retiró la armada, y no sabemos por qué; pues motivo no hubo ninguno que les obligase á retirar, y ménos si hubiesen ido las cosas como debian ir, muchos dias há que Argel sería de España.

Verdaderamente fué grande error la retirada, habiendo visto lo que hicieron ocho mil hombres en diez y seis horas que estuvieron en tierra: un ataque

do gustosa las venas para su alivio de ellos; tan dignos eran de compasion, y no la tuvieron de quien los podia remediar.

No fué cosa indigna de mirar el ver aquellos ocho mil hombres solos en tierra, y que tenian encima de ellos pasados de trescientos mil moros, pues todos acudieron al desembarque. ¿No podia entonces el general mandar sus navíos y fragatas á tierra, ó cerca de ella hacer fuego en una parte y otra del país, y en el mismo país tambien, para que los moros se repartieran en una parte y en otra, á fin de que no acudieran todos de golpe al desembar que? No sólo no lo hizo así, sino que se tenía la mayor parte de navios, fragatas y bombardas á la fonda. ¡Qué crueldad es caminar los pobres al degolladero, y no quererlos ayudar ni con los navíos y fragatas, ni con mandar más gente á tierra! Dirán que todos habian de perecer. No habrian perecido, pues bien se sabe que los solos ocho mil puso en bastante cuidado á los moros, que muchísimos de ellos huyeron á la monta

tan fortísimo, y con tan buen arte (queña, y entre otros, el campo del Bey de

los mesmos turcos dicen que aquel ataque para hacerlo los moros todos de este país, habian menester tres meses), y pelear con tanto valor, haciendo las galeras algunas su deber, que en este tiempo murieron pasados de quince mil moros, y de cristianos no sabemos que hayan muerto sino seiscientos. ¿Y quién habia de aguantar tanto trabajar y pelear, sin comer ni beber, pues no les daban tiempo? Mucho fué cómo no murieron todos de sed y calor, sin venir de la mar ningun refresco. ¡Oh qué cosa tan durísima! ¡Oh pobres infelices, si los hubiese podido remediar con mi propia sangre, me habria pica

Mascara, que todo entero desamparó cobarde y temeroso, dejando sólo el Galifa, que los iba gobernando, con bastantes temores que Baylique le cortaria la cabeza; pero quedó con vida, con una severa reprension, valiéndole sus excusas. Los mesmos turcos y moros que estuvieron en la refriega, dicen que aquellos cristianos que saltaron en tierra no eran hombres, sino diablos; con tanto valor peleaban. Otros cobayles están diciendo que esto no era usanza venir y tirar como canon, venir como escupetas y nosotros tambien, esto sí que estar usanza', y á este tenor, van diciendo mil cosas que dan bastante á

conocer el temor que tenian los moros, y mayormente si hubiese saltado á tierra la demas tropa á sus tiempos. No creo que le falte de Dios la paga á quien es la causa. Despues de todo eso, dejan en tierra quince cañones y dos morteros; todo de bronce con sus carretas; dejaron tambien seiscientos caballos de frisa de madera, quinientas palas de hierro, quinientas xapas y picos; que todo eso puso á éstos muy ufanos y soberbios, pues es grande honra para ellos esa presa, y descrédito de los españoles esa pérdida y retirada; pero no obstante, Dios lo ha querido así, cúmplase su voluntad en todo y por todo. Y dime, amado esposo mio, y si vuelve el año que viene la armada, ¿qué será de nosotros, pobres infelices? Bien se podria conmover á compasion de nosotros los esclavos, el Rey, para sacarnos con alguna limosna de este cautiverio, ántes no hayamos de naufragar en este mar borrascoso de la esclavitud sensible es para un paciente.

No sé si habrás recibido dos cartas que te mandé por el primer bastimento que partió de esta de Argel, despues de haber partido la armada : la una la mandé directamente en Orán, y la otra la mandé á tus sobrinas para que te la remitieran. No puedo dejar de encargarte nuestro hijo, procurando como celoso padre darle doctrina y enseñanza por modos maduros, quiero decir, que no hagas ninguna violencia con él si alguna travesura hace, que ya discurro te dará algo que merecer; con todo tú eres hombre, y sabrás cómo se debe portar ese negocio, mayormente no ignorando la viveza y genio alegre que él tiene; y procuraré encomendaros á Dios, no olvidándome todos los

dias para que os dé salud y gracia á los dos. Tomarás la pena de dar mis expresiones al señor Coronel y la señora Coronela, su esposa, y demas oficiales, y le dirás al señor Coronel que no se olvide de nosotras para pedir al Rey por nuestro alivio; mientras quedo rogando á Dios te guarde muchos años, como deseo.

Tu esposa que te estima, Antonia Carbonell, amado esposo mio Joseph Carbonell. Cuando escribirás á tu hermano lo saludarás de mi parte. (Archivo general central, Papeles de Estado.)

POR LA COPIA. F. G. F.

PREGUNTA.

212. Lictor, Sayon, Alguacil. — ¿Hay alguna relacion entre el significado que en sus respectivas épocas se dió á estas tres voces, y las funciones que á cada una de ellas correspondian? Más claro: ¿existe analogía entre lo que fué el lictor en el pueblo romano, lo el sayon en que cra la Edad Media, y lo que es en tiempos modernos el alguacil?

J. E.

RESPUESTA.

Cuzolos.-Núm. 199, T. III, pág. 31. -La analogía de esta palabra con otra, todavía hoy en uso en el reino de Valencia, me da ocasion para contestar á la pregunta que dirige á la REVISTA el señor C. Llamamos en mi país cusiol á una vasija de barro cocido, de forma cónica, menor que otra de la misma materia y forma, que se llama cósi. La palabra cusiol es un diminutivo de esta última. Es

verdad que esta interpretacion no es aplicable al texto que motiva la pregunta; pero no lo es ménos que las palabras cambian fácilmente de acepcion, no sólo al pasar de un idioma á otro, sino que áun dentro del mismo idioma llega á modificarse su sentido con el trascurso del tiempo. La voz lemosina cusiol procede de la de baja latinidad cozolium, que es una especie de medida, cuyo valor nos refiere Du-Cange en el siguiente texto: «Quilibet molinarius habeat ad suum molendinum suum solum cozolium, quod sit justum et signatum signo potestatis, ita quod viginti quatuor cozolia faziant suum sextarium, et non plus.» El cozolium es á su vez diminutivo de cocium, cuyas variantes son cocia, coscia y cossa. Du-Cange explica esta última palabra diciendo que es: Pensitationis species provincialibus nostris nota. Y cita en apoyo de esta opinion, un pasaje del cartulario de San Victor de Marsella, que dice: «Item homines ecclesiæ immunes sunt a lesdis, coscis, a talliis

et quistis et exactionibus quibuscumque.» Qué clase de tributo ó prestacion fuera éste, nos lo indica el mismo, con las siguientes palabras, tomadas de un documento de 1208: «De omnibus illis quæ ad mensuram venduntur vel emuntur datur, de sextario, una cossa, quarum xxxII complent eminam.»

En resúmen: la palabra cocium y su diminutivo cozolium ó cuzolo, tienen dos acepciones; significan una medida de capacidad cuyo valor hemos indicado, si bien creyendo que éste variaba segun los tiempos y las localidades, y se designa con ellas tambien el impuesto ó tributo que se exigia sobre todas las cosas que se vendian á peso ó medida, análogo en un todo al que hoy se cobra por igual concepto. Al conceder, pues, Alfonso III á Fernando Frenerio los cuzolos de Daroca, por los servicios que le habia prestado, entiendo que le hizo merced del impuesto sobre la medida.

REVISTA

DE

ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS.

V. V.

Esta REVISTA, que aspira á ser órgano y representante del cuerpo de Archiveros, Biblio tecarios y Anticuarios, publica artículos relativos á los intereses del mismo, como tambien trabajos originales de Diplomática, Bibliografía y Arqueología; documentos históricos inéditos; relaciones de los fondos ó caudal literario de los establecimientos del ramo; pregun tas y respuestas sobre las materias que abraza el mismo; crónicas y noticias arqueológicas y bibliográficas, etc., etc. Da tambien números extraordinarios, y cuando lo exige el texto, grabados.

Se publica los dias 15 y último de cada mes.- Precio de suscricion.- Madrid, tres me ses, 2 pesetas.-- Provincias y Portugal, remitiendo el importe á la Administración, el mis mo precio.- Por corresponsales: 3 pesetas trimestre; un año, 11 pesetas.-Extranjero y Ultramar, un año 25 pesetas.- Puntos de suscricion.-En Madrid: en la Administracion, calle de las Veneras, 2, cuarto principal; en las porterías del Archivo Histórico Nacional (Leon, 21), Biblioteca Nacional y Museo Arqueológico, y en las librerías de Durán, Cuesta, Bailly-Baillière y de D. Leocadio Lopez.

En provincias.- En las porterías de los Archivos y Bibliotecas provinciales, y en las principales librerías, ó remitiendo directamente el importe á la Administracion, en sellos de correos ó libranza de fácil cobro.

En los mismos puntos se hallan tambien de venta, al precio de diez pesetas, los tomos I y II de la REVISTA.

MADRID, 1873.-Imprenta de M. RIVADENEYBA, calle del Duque de Osuns, núm. 3.

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Llave de la Sala del Patronazgo en el Archivo de Simúncas.-La Memoria de la Biblioteca Nacional.-Noticias: Nombramiento de aspirante para la Biblioteca Nacional.- Traslacion de las Bibliotecas del Marques de la Romana y de Estébanez Calderon á la Nacional. --- Concesiones de Bibliotecas populraes. - Objetos remitidos por el Museo Arqueológico Nacional à la Exposicion de Viena. - Boletin Numismático en Valencia.- De-cubrimiento de fósiles en Rusia.-Inscripcion hebrea adquirida por el Museo del Louvre.-Antigüedades peruanas donadas al Museo geológico de Roma.- Descubrimiento arqueológico en Francia. - Fondos de los establecimientos: Catálo o de algunos códices y manuscritos del Archivo Histórico de Toledo.-Variedades: Do. cumentos para la historia de Galicia (continuacion).-Ocio y salario del verdugo en el siglo XVII.-Naturaleza y costumbres del Conde de Fuentes.- Preguntas: Bufo, Bufon.-Gratia Dei, libro de armas de S. M.- Barra. gana.Camarlengo. — Bodigo. — Andadores. — Revelar pennos. - Respuesta: Lictor, Sayon, Alguacil.— Anuncio. Lámina: Llave procedente del Archivo de Simancas.

LLAVE DE LA SALA DEL PATRONAZGO diar un alcázar, una ciudad, un cas

EN EL ARCHIVO DE SIMANCAS.

En todos tiempos ha sido la llave símbolo de poderío, de confianza ó de posesion, y en este concepto se adornó con todos los primores del arte y se emplearon en ella los metales preciosos, los esmaltes y relieves. Desde las espirituales del reino de los cielos, que Jesus prometió á San Pedro (1), hasta las materiales dadas por los reyes, autoridades y magnates á los encargados de custo

(1) Tibi dabo claves regni cœlorum.—Evangelio de San Mateo, cap, XVI.

tillo, una cámara ó un arca, han tenido siempre las llaves una alta significacion, y de aquí el que, cuando se procedia á entregarlas á los

de ellas hubieran de ser responque sables, se desplegasen la solemnidad. y aparato propios de cada época, ostentando en tales ocasiones este simbólico instrumento cierto carácter monumental y artístico para diferenciarlo de los de su especie empleados en los usos ordinarios de la vida.

A esta clase de llaves, que bien pueden llamarse históricas, pertenece la que, procedente del célebre Archivo de Simáncas y expuesta hoy en el Museo Arqueológico Nacional,

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