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APÉNDICES

I

EXCMO. SR.:

E

L

consideración del Excmo. Cabildo la siguiente proposición: Próximo á celebrarse el cuarto Centenario del Descubrimiento del Nuevo Mundo, para el que se aprestan las naciones cultas, y en primer lugar nuestra patria, á cuya iniciativa, ilustración, valor y hacienda se debe el más grande y trascendental acontecimiento de la historia, puesto que al descubrir un nuevo mundo propagó el Evangelio, la ilustración, la riqueza pública, el derecho y la cultura por dilatados continentes, hoy inmensas y riquísimas naciones, donde millones de seres hablan la hermosa lengua castellana, para en ella alabar el esfuerzo de nuestros antepasados y agradecer á España los beneficios de la civilización y el progreso, donde antes todo era inculto y primitivo.

En este tributo que se apresta el mundo á ofrecer á Colón y España, fuentes de donde brotaron la civilización y cultura de nuestros días, no debe Sevilla permanecer indiferente ó inactiva, cuando nuestra ciudad insigne ocupó en aquellos sucesos memorables puesto de honor y preferente lugar; antes, por el contrario, debe con vigor y entusiasmo colocarse en el sitio que por derecho propio le corresponde.

Si por olvido inexplicable vese privada la ciudad de Sevilla de la representación oficial en el próximo Centenario de que gozan otras ciudades, algunas con menos título y merecimiento que Sevilla, á la que no debió arrebatársele tal honor, y aún podía reclamarse, está en el deber, aun prescindiendo de toda representación oficial, de hacer por sí algo que á su buen nombre corresponda y á la cultura de que siempre en todas ocasiones fué maestra y modelo de las demás ciudades de España.

Á ello le obliga su nombre y su prestigio, y obligale aún más la parte activa y poderosa que tomara en el descubrimiento del Nuevo Mundo; aquí, en Sevilla, halló Colón hospitalidad y vivió estimado entre los sevillanos, desde 1484, cuando en otras ciudades aumentaron las amarguras de su vida con el desdén ó la persecución: aquí en Sevilla, donde su genio parece que fué comprendido; aquí donde halló respetos y amor, amigos y protectores, y su poderoso y enérgico espíritu, combatido por mil contrariedades, se esparció con los encantos de esta ciudad, con sus bellezas incomparables, con su cultura y el ingenio de sus hijos, y con la franca hospitalidad de este pueblo, siempre generoso y noble, que en vida lo respetó y muerto guardó con veneración sus restos en el monasterio de las Cuevas. ¡Quién sabe si los años que en Sevilla vivió estimado y relativamente tranquilo fortificaron aquel magnífico espíritu y acrecentaron las esperanzas de la grande empresa, sustentándola hasta su ejecución!

Aún vivía Colón en Sevilla en 1489, cuando en el mes de Mayo recibió la Ciudad aviso de los Reyes Católicos, que á la sazón hallábanse en Córdoba, á fin de que este Municipio diera ayuda de costas y facilitara medios á Colón para trasladarse á la corte y conferenciar con sus Altezas tocante á los proyectos del ilustre marino: ¡días gloriosos aquéllos para Sevilla, en los que la Ciudad prestaba su concurso al descubridor del Nuevo Mundo, mientras que el ilustre Conde de Cifuentes con el pendón de la ciudad de Sevilla, y seguido de sus Veinticuatros con seiscientos caballos y nueve mil peones, lucida hueste que mantuvo Sevilla ocho meses en campaña, contribuía poderosamente

á la conquista de Baza, Almería y Guadix, para alcanzar con la de Granada la unidad de la patria!

La ciudad de Sevilla, por medio de su Municipio, proveyó las primeras naves que salieron de Palos de los mantenimientos y equipajes necesarios para el primer viaje, con tanto celo y generosidad, que fué uno de los motivos de la predilección y grande afecto que siempre tuvo Colón á Sevilla. Á esta ciudad llegó de vuelta del primer viaje, antes de ver á los Reyes en Barcelona, y aquí se imprimió la primera vez su célebre carta sobre el descubrimiento de América, por él escrita á bordo de la carabela Niña, impreso estimadísimo y tan raro como curioso. De Sevilla partió Colón para el segundo viaje, construyéndose aquí en el barrio de los Humeros las naves, corriendo con los aprestos, vituallas, provisiones y equipajes el célebre deán D. Juan Rodríguez de Fonseca. Sevillanos fueron en su mayor número la marinería y gente de mar; sevillanos ilustres los capitanes que acompañaron á Colon, entre ellos Gonzalo Gallego, Alonso Fernández Martel, Francisco de Zúñiga, Alonso Ortiz, Per Afán de Rivera y Melchor Maldonado, que habíanse distinguido en el cerco y toma de Granada, y con ellos el personal que había de difundir la civilización en el Nuevo Mundo, teólogos, juristas, físicos y frailes, entre éstos el célebre sevillano Fr. Bartolomé de las Casas, defensor ardientísimo de los indios y autor de la más notable y luminosa historia de la conquista de América. Por el Guadalquivir, y por delante de la famosa torre árabe que á las Indias debió luego el nombre de torre del Oro, desfilaron aquellas naves henchidas de las riquezas y cultura de Sevilla, para implantar en el Nuevo Mundo la civilización española, y con ella eternamente nuestro honrado y glorioso nombre.

Todo esto lo ha tenido presente nuestro dignísimo Alcalde, y á su notable iniciativa se deben los festejos que Sevilla celebrará en los días del próximo Centenario, como á la ilustración del Presidente de la Comisión y á los doctos individuos que la forman y entienden en estos asuntos, el acertado y lucido programa para la solemnidad que ha de conmemorarse en Sevilla en tan faustos días. Mas el Concejal que suscribe entiende que el

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