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da la Europa, y mucho de la Asia, y África, enriqueciéndose de noticias, y de libros, de que juntó número de más de veinte mil selectísimos en esta Ciudad, á donde asentó los últimos años de su vida, y en ella con licencia del Emperador deseó establecer una Academia, y Colegio de las ciencias Mathemáticas, importantísimas á la navegacion, para que eligió sitio, en que comenzó á fabricar, preheminente al Rio, donde ahora está el Colegio de San Laureano, de Nuestra Señora de la Merced, pero sus intentos atajó la muerte sin averse casado, y escogiendo sepultura en la Santa Iglesia, á que dexó su insigne librería. >>

Bien nos dice el ilustre D. Fernando en su testamento todo el amor que profesaba á Sevilla, y aun sin expresarlo en él fuera bastante á creerlo cuanto hizo por esta ciudad: saneó el lugar á orillas del río conocido por los Humeros, convirtiéndolo en jardines y huertas deliciosas, con los más raros arbustos y plantas en número crecidísimo, que con grandes dispendios hacía traer de las Indias para aclimatarlos y cultivarlos en nuestro suelo; levantó suntuosos palacios para su morada; creó escuelas públicas para difundir la cultura en el pueblo, y reunió aquella selecta y copiosa biblioteca que le dió justísima fama del más docto bibliófilo de su tiempo, hoy el mayor encanto de Sevilla para los aficionados á las letras.

Tan ilustre varón bien merecía que en las próximas festividades para celebrar el Cuarto Centenario del Nuevo Mundo que descubrió su padre hubiérase esforzado Sevilla en agazajar su nombre, y á ese fin mi voz dasautorizada pidió en las Salas Capitulares de nuestro Ayuntamiento, en proposición de 8 de Enero de este año, que al final del opúsculo va en el APÉNDICE con el núm. 1, lo que á mi juicio procedía hacer en honor de la buena memoria de don Fernando y para honra de Sevilla; y aunque votóse favora

blemente por unanimidad y se acogió el pensamiento con general entusiasmo, es el caso que el tiempo corrió y llegamos á las vísperas de fiestas tan solemnes sin que háyanse llevado á la práctica, con harto sentimiento mío, aquellos deseos y propósitos.

El último documento, que con el núm. V publicamos, lo hemos creído digno de ello por las noticias que nos da de los jardines y palacios de D. Fernando, tanto más apetecidas cuanto más escasas son, porque tocante á estos renombrados edificios sólo se sabe lo que el mismo fundador nos dice en su notable y curiosísimo testamento (1), lo que refiere en las declaraciones que prestó para la ejecución de éste su albacea Marcos Felipe (2), algunas muy sucintas noticias de Juan de Malara en el libro del Recebimiento que la Ciudad de Sevilla hizo á la C. R. M. del Rey Don Felipe II (3), las que nos proporciona Ortiz de Zúñiga en los Anales de Sevilla, y el contrato, muy curioso documento por cierto, hasta ahora inédito, dado á la luz por Federico Alizeri (4), celebrado entre D. Fernando Colón y el

(1) Véase Don Fernando Colón Historiador de su padre, ensayo critico por el autor de la Biblioteca Americana Vetustísima.-Sevilla, 1871. —Imp. y Lib. Española y Extranjera de D. Rafael Tarascó, Sierpes 73.— Publicada por la Sociedad de Bibliófilos Andaluces.-Un vol. en 4.o (2) Ibid.

(3) Recebimiento que hizo la muy noble y muy leal Ciudad de Sevilla á la C. R. M. del Rey Don Phelipe II. N. S.; va todo figurado con una breve descripcion de la Ciudad y su tierra, compuesta por Juan de Mallara. Sevilla, por Alfonso Escribano, 1570.-En 8.0-181 fol. y 3 de tablas.-Grabados en madera intercalados en el texto, y otros sueltos; entre éstos una curiosa vista de Sevilla.

(4) Federico Alizeri.-Noticie dei profesori del disegno in Liguria dalle origine al secolo XVI.-Seis volúmenes.-Folio.

Cita esta obra y copia el documento íntegro el Sr. D. José Gestoso en su Sevilla Artística y Monumental, tom. II, pág. 298.

lapidario Antonio de Carona, por el que éste se obligó á hacer los adornos en mármol para la portada y ventanas de los palacios de D. Fernando construídos junto á la puerta Real en Sevilla.

El documento que publicamos es un informe suscrito por el Veinticuatro de Sevilla D. Francisco Maldonado de Saavedra, con objeto de cumplimentar los deseos del Rey D. Felipe II, manifestados en una instrucción de molde (1) que el Consejo, á nombre de S. M., remitió á la Ciudad de Sevilla, refrendada por Pedro Zapata del Mármol, para que en ésta se fundara un hospital general donde se recogieran los pobres mendigantes, dándoles albergue de noche; con tal motivo reunióse el Cabildo de la Ciudad para ver la manera de llevar á término la humanitaria y sabia disposición del monarca, formándose el oportuno expediente, que se conserva en su Archivo entre los Papeles curiosos no catalogados, y de él, copiado á la letra, publicamos el informe que tan curiosos pormenores contiene. Por él vemos el estado de las casas y jardines de D. Fernando Colón, su situación, distribución y fábrica en 1597; que en esa fecha la propiedad era de los frailes de la Merced de Sevilla, los que compraron el edificio, con intento de fundar un colegio de su Orden, en precio de 1.800 ducados, con carga de una vida á favor de los herederos de Tomás Pesaro, colegio que por entonces no llegaron á fundar; el estado en que á la sazón se encontraba la iglesia adjunta á los palacios y jardines; que éstos hallábanse arrendados por precio de diez y siete ducados al mes á unos olleros que labraban loza de Talavera, noticia que traslado á mi buen amigo el señor Gestoso, que sin duda la acogerá con júbilo; y por último, que el Rey D. Felipe II oponíase por aquellos

(1) Véase la Instrucción, que es curiosísima, en el Apéndice núm. 2.

días á que en Sevilla se fundaran más conventos. «Se ha de advertir, dice el informe, que los dichos frailes de la Merced no han de edificar en este sitio el Colegio que pretendian supuesto que S. M. no quiere que en esta Ciudad se funden mas conventos de los que agora ay asi no avra dificultad en se comprar de ellos este sitio.»

Y pongo punto á lo que debió de ser prólogo extenso, y resulta índice ó sumario breve de los documentos que publicamos; mas los deseos ó propósitos no siempre se cumplen, ni la voluntad es libre en toda ocasión, y en ésta mil asuntos ajenos á la mía me privaron del tiempo que demanda toda labor prolija ó detenida, si con harto senti. miento mío, con evidente ventaja para los lectores.

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