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padre por las obras que de tal me haces. Mal correspondiera con lo que soy obligada y á las contínuas mercedes, que de sus altezas recibo por tus manos y con tus intercesiones acrecientas en mi favor, si no depositara en el archivo de tu discreción mis mayores secretos, amparándolos con tu sombra y gobernándome con tu cordura y si con la misma verdad no dejara colmado tu deseo. Que, aunque traer á la memoria cosas, que me es forzoso recitarte, ha de ser para mi gran pesadumbre y aun de no pequeño martirio, con él quiero pagarte y dejar deudor de mi sentimiento y de lo que me mandas asegurado.,,

"Ya, señor, habrás entendido quién soy, que te es notorio, y cómo mis desgracias ó buena suerte (que no puedo hasta encerrar el fruto, viendo el fin de tantos trabajos, condenar lo uno ni loar lo otro) me trujeron á tu casa, habiéndose tratado de casarme con un caballero de los mejores de Granada, deudo muy cercano y descendiente de los reyes della. Este mi esposo, si tal puedo llamarle, se crió, siendo como de seis ó siete años, con otro niño cristiano cautivo y de su misma edad, que para su servicio y entretenimiento le compraron sus padres. Andaban siempre juntos, jugaban juntos, juntos comían y dormian de ordinario, por lo mucho que se amaban. Ved si eran prendas de amistad las que he referido. Así lo amaba mi esposo, como si igual ó deudo suyo fuera. Dél fiaba su persona por ser muy valiente. Era depósito de sus gustos, compañero de sus entretenimientos, erario de sus secretos y en sustancia otro él. Ambos en todo tan conformes, que la ley sôlo los diferenciaba. Que la mucha discreción de ambos nunca della se trataron, por no deshermanarse.

por

Merecíalo bien el cautivo. Dije mal; mejor dijera hermano y tal debiera llamarlo, por su trato fiel, compuestas costumbres y ahidalgado proceder. Que si no conociéramos haber nacido de humildes padres labradores, que con él fueron

cautivos en una pobre alquería, creyéramos por cierto descender de alguna noble sangre y generosa casa. Este, habiéndose tratado de mis bodas, era la estafeta de nuestros entretenimientos, que como tan fiel, en otra cosa no se ocupaba. Traiame papeles y regalos, volviendo los retornos debidos á semejantes portes. Pues como Baza fuese entregada y él estuviese allí, fué puesto en libertad con los más cautivos que dentro se hallaron. Mal sabré decir si el gozo de cobralla fué tanto como el dolor de perdernos. Dél podrás fácilmente saberlo con lo más que quisieres entender, porque es Ambrosio, el que en tu servicio tienes, que para refrigerio de mis desdichas fué Dios servido que á él viniese. Sin pensar lo perdi y acaso lo he vuelto á hallar. Con él repaso los cursos de mis desgracias, después que en ellas me gradué. Con él alivio las esperanzas de mi enemiga suerte, entreteniendo la penosa vida, para engañar el cansancio del prolijo tiempo. Si este consuelo, por ser en mi favor, te ofende, haz á tu voluntad, que será la mía en cuanto la dispusieres.,,

Don Luis quedó admirado y enternecido, tanto de la extrañeza como del caso lastimoso, según el modo de proceder que en contallo tuvo, sin pausa, turbación ó accidente, de donde pudiera presumirse que lo iba componiendo. Demás que lo acreditó vertiendo de sus ojos algunas eficaces lágrimas, que pudieran ablandar las duras piedras y labrar finos diamantes. Con ello fué suelto de la prisión Ambrosio, sin preguntalle alguna cosa, por no hacer ofensa en ello á la ininformación de Daraja. Sólo poniéndole los brazos en el cuello, con alegre rostro le dijo: "agora conozco, Ambrosio, que debes tener principio de alguna valerosa sangre y si, este faltara, tú lo dieras por tus virtudes y nobleza. Que, según lo que de tí he sabido, en obligación te estoy por ello, hacerte de hoy más el tratamiento que mereces.,, Ozmin le dijo: "en ello, señor, harás como quien eres; y el bien que recibiere, podré preciarme siempre que de tu largueza y

para

casa me ha procedido.,, Con esto se le permitió que volviese al jardin con la misma familiaridad que primero y más franca licencia. Las veces que querían, se hablaban, sin que alguno en ello ya se escandalizase.

En este intermedio, siempre tuvieron los reyes cuidado de saber de la salud y estado de las cosas de Daraja, de que les era dado particular aviso. Holgaban de sabello, encomendándola mucho por sus cartas.

Pudo tanto este favor, que por el deseo de privanza y méritos de la doncella, así don Rodrigo como los demás principales caballeros de aquella ciudad, deseaban fuese cristiana, pretendiéndola por mujer. Mas como don Rodrigo la tuviese, como dicen, de las puertas adentro, era entre los más opositores el de mejor acción al común parecer. El caso era llano, la sospecha verisimil. Pues de su condición, costumbres y trato ella tenía hecha esperiencia y las ostentaciones desta calidad no suelen ser de poco momento ni el escalón más bajo, haber uno hecho alarde público de sus virtudes y su nobleza, donde por ellas pretende ser conocido y aventajado. Mas como los amantes tuviesen las almas trocadas y ninguno poseyese la suya, tan firmes estaban en amarse, cuanto ajenos de ofenderse. Nunca Daraja dió lugar con descompostura ni otra causa, que alguno se le atreviese, aunque todos la adoraban. Cada uno buscaba sus medios y echaba sus redes, cercando con rodeos; más ninguno tenia fundamento.

Visto por don Rodrigo cuán poco aprovechaban sus servicios, cuán en balde su trabajo y el poco remedio que tenía, pues en tantos dias pasados de continua conversación estaba como el primero, vinole al pensamiento valerse de Ozmin, creyendo por su intercesión alcanzar algunos favores. Y tomándolo por el más acertado medio, estando una mañana en el jardin, le dijo: "bien sabrás, Ambrosio hermano, las obligaciones que tienes á tu ley, á tu rey, á tu

natural, al pan que de mis padres comes y al deseo que de tu aprovechamiento tenemos. Entiendo que, como cristiano de la calidad que tus obras publican, has de corresponder á quien eres. Vengo á tí con una necesidad que se me ofrece, de donde pende todo el acrecentamiento de mi honra y el rescate de mi vida, que está en tu mano, si, tratando con Daraja, entre las más razones la dispusieres, con las buenas tuyas, á que, dejada la secta falsa que sigue, se quiera volver cristiana. Lo que dello podrá resultar, bien te es notorio: á ella salvación, servicio á Dios, á los reyes gusto, honra en tu patria y á mi total remedio.

Porque pidiéndola por mujer, vendré á casar con ella, y no será poco el útil que sacarás deste viaje, que siéndote honroso, te será juntamente provechoso y tanto cuanto pueda ponderar tu buen entendimiento. Porque siendo de Dios galardonado por el alma que ganas, yo de mi parte gratificaré con muchas veras la vida que me dieres con la buena amistad, que por intercesión tuya recibiere. No dejes de favorecerme, pues tanto puedes, y donde tantas obligaciones fuerzan juntas, no es justo serte importuno.,, Y cuando ya tuvo acabada de hacer su exhortación, Ozmin le respondió lo siguiente:

“La misma razón, con que has querido obligarme, señor don Rodrigo, te obligará que creas cuánto deseo que Daraja siga mi ley, á que con muchas veras, infinitas y diversas veces la tengo persuadida. No es otro mi deseo sino el tuyo y así haré la diligencia en causa propia, como en cosa que soy tan interesado. Pero amando tan de corazón á su esposo y mi señor, tratar de volvella cristiana es doblalle la pasión sin otro fruto alguno. Que aun en ella viven algunas esperanzas que podría mudarse la fortuna, dándose trazas como conseguir su deseo. Esto es lo que he sabido della y siempre me ha dicho y lo en que la he visto firme. Mas para cumplir con lo que me mandas, no obstante que no ha

de ser de fruto, volveré á hablalla para tratar dello y te daré su respuesta.,, No mintió el moro palabra de cuanto dijo, si hubiera sido entendido; más con el descuido de cosa tan remota, creyó don Rodrigo no lo que quiso decir, sino lo que formalmente dijo. Y así engañado llevó alguna confianza: que quien de veras ama, se engaña con desen

gaños.

Ozmin quedó tan triste de ver al descubierto la instancia que en su daño se hacia, que casi salía de juicio con su celo. De manera lo apretó, que de alli adelante no se le pudo más ver el rostro alegre, pareciéndole lo imposible posible. Luchaba consigo mismo, imaginando que el nuevo competidor, como poderoso en su tierra y casa, pudiera valerse de trazas y mañas con que impedille su intento, siendo cual era tanta su solicitud. Temíase no se la mudasen. Que las muchas baterías aportillan los fuertes muros y con secretas minas los postran y arruinan. Con este recelo discurría por el pensamiento á trágicos fines y funestos acaecimientos, que se le representaban. No los creia; pero temialos: que era perfecto amador. Viendo Daraja tantos días tan triste á su querido esposo, deseaba con deseo saber la causa; más ni él se la dijo ni trató alguna cosa de lo que con don Rodrigo había pasado. Ella no sabía qué hacer ni cómo podello alegrar; aunque con dulces palabras, dichas con regalada lengua, risueña boca y firme corazón, exageradas con los hermosos ojos, que la enternecian con el agua que dellos á ellas bajaban, así le dijo:

"Señor de mi libertad y esposo que obedezco, ¿qué cosa puede ser de tanta fuerza que, estando viva y en vuestra presencia, en mi ofensa os atormente? ¿Podrá por ventura mi vida ser el precio de vuestra alegría? ¿O cómo la tendréis, para que con ella salga mi alma del infierno de vuestra tristeza, en que está atormentada? Deshaga el alegre cielo de vuestro rostro las tinieblas de mi corazón. Si con

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